"Si cantas sobre cáncer, te agradecen. Si dices cosas que no piensas como ellos, te insultan"

María de los Ángeles Rozalén Ortuño se parece mucho a la que empezó a cantar hace un puñado de años. Conserva el pendiente en la nariz, el inconfundible acento manchego y el léxico que una imagina también a todos los de 'La hora chanante'.

Pero hoy lleva siete discos a sus espaldas (el último se titula 'El árbol y el bosque') y es uno de los fichajes de la multinacional Sony. Quizá por eso, por lo flamante de la planta en la que se realiza la entrevista, tarda tiempo en acomodarse en la butaca. Finalmente, cuando pone una postura de andar por casa, cuando deja de ser Rozalén y se convierte en Ángeles, la de Albacete, se relaja. Suelta la palabra, la risa y la lágrima. Intensa y "tontucia", como dice de sí misma. Un poco como la vida.

PREGUNTA. Desde las alturas de este edificio en el paseo de la Castellana, me estoy acordando de una entrevista en el Teatro del Barrio hace más de dos años en la que decía que hay que ser como Calle 13: "Me infiltro en el sistema y exploto desde adentro". ¿Misión cumplida?

RESPUESTA. Esa frase la digo por las veces que he salido en medios de comunicación 'mainstream', cuando sueno en radios comerciales… Para mí, eso era una contradicción, porque tenía prejuicios. Creo que es mucho más interesante dejármelos a un lado y, ya que me abren puertas que suponen un gran altavoz, decir lo que pienso desde ahí. Además, muy pocos tenemos esa opción. Sería ridículo que no la aprovechara.

P. ¿Cuáles eran esos prejuicios?

R. Por ejemplo, cuando fiché por Sony, pensaba: "¿Cómo voy a venderme a una multinacional?". Pero al final son personas que van apoyándome en mi proyecto. Esos prejuicios los arrastraba desde mi adolescencia, supongo que porque estaba mal informada. También me dejaba llevar por estas tonterías de: "Uno es más guay si es independiente, más interesante si no sale en las radios en las que suena otra gente a la que yo no escucho mucho". Creo que los prejuicios no son buenos, sobre todo porque conllevan una superioridad.

P. Y limitan…

R. Mira, un ejemplo muy tonto del que aprendí mucho. En un programa de televisión que yo no veo en absoluto, no sé ni cuál era, un 'reality'… De repente, sonaron unas canciones mías y yo no lo entendía al principio, hasta me cabreé. Pero luego dije: "Si al final las canciones ya no son mías, sino de quien las escucha, ¿quién soy yo para decir que esta gente no me puede escuchar?". Ahí me equivoqué porque es todo lo contrario, es genial que gusten. Y encima era, creo, la canción 'Comiéndote a besos', que habla del VIH… Una maravilla.

P. ¿Ha habido alguno de sus colegas que la consideren ahora una traidora? Porque la lealtad es un principio usado y abusado como pocos…

R. La mayoría de la gente se alegra de que vayas creciendo, pero claro que los hay que te dicen que molabas cuando tocabas en garitos. Entiendo ese sentimiento, la verdad. Me acuerdo de un titular de un periódico de Asturias que me impactó mucho, y decía: "Por favor, que Rozalén no crezca más". Me gusta aprender de esas señales, por eso sigo cantando en los bares de siempre, en mis casas, y está bien no perderlo.

P. Sé que su familia es importantísima para usted. Habla y compone sobre ellos. ¿Son los que la ayudan a aterrizar?

R. Mi familia se preocupa demasiado por el tema de la humildad, aunque ya no tanto porque han visto que está todo bien. (Sonríe) Mis amigos de siempre, los que me quisieron 'antes de', no me dejan volar alto. Cuando estoy tontucia me dicen: "Nena, por aquí no".

P. Hace unas semanas, en este mismo periódico, los Hombres G reflexionaban sobre lo mucho que les gusta hacer canciones para divertirse ellos y los que las escuchan, y la pereza de meterse en determinados jardines. Repaso ahora los temas de las suyas: feminismo, historia vasca, memoria histórica, VIH… ¿Alguna vez le han aconsejado que vaya por otros derroteros? Usted se define como llorona y coplera, ¿quizá más amor y desamor y el resto aparcadito?

R. Me lo dicen todo el rato. Pero ahí está la canción de 'Loba': "Cuanto más me mandes callar, más ganas tendré de hablar". La represión, el querer cortar las alas, genera todo lo contrario. Mi lenguaje a lo mejor no es tan agresivo como grupos de rock, punk o rap que escucho, pero digo lo mismo de forma amable. Si me mandan callar… me duele. Si cantas sobre algún problema que a la gente le afecta, como el cáncer, te agradecen que seas comprometida. Cuando hablas de otras cosas y no piensas como ellos, te insultan. Esa gente no tiene que interesarme. Quien me escuche tiene que quererme libre.

P. A lo mejor escribir sobre esos temas es lo que le ha ayudado a conseguir el éxito…

R. Creo que los que me siguen lo hacen por todo lo que no me callo. Este disco se está vendiendo muy bien porque soy más conocida; pero el anterior, que me hizo ganar reconocimientos, es un trabajo en el que hablo de memoria histórica, celibato opcional, feminismo, conflicto vasco… Son temas con nombre propio. Eso dice todo.

P. Ahorrará mucho en psicólogos, haciendo tanta catarsis…

R. Sin duda. Después de haber estudiado Psicología y Musicoterapia, cada canción es lo más terapéutico que hago conmigo. También cantar. Los conciertos me sientan sobre todo bien a mí. Lloro, río, me muevo… Por eso estoy así, medio 'depre', porque este año no estamos cantando. Necesito no solo hacer canciones, sino escribir. Cuando algo me duele o me preocupa, hasta que no lo escribo en un papel y lo comparto no me libero. Esto es egoísmo puro.

P. Hablando de liberarse, ¿cómo ha llevado el confinamiento?

R. Escribí ‘Aves enjauladas’ durante esos días porque quería explicar lo que estaba pasando. Si después de esto no queda claro que hay que cuidar la sanidad pública, ya no sé…

P. Para alguien tan emocional como usted, tan pegada a su familia, a la colección de rosarios de su abuela, habrá sido complicado…

R. Siempre tengo a mi familia en la boca, pero la he valorado más que nunca. De hecho, ha habido giras por Latinoamérica por las que he estado cuatro meses sin verlos y no me importaba, pero pensar que esta vez no podía… De hecho, mi abuela se ha ido hace 15 días, tenía 92 años…

P. Eso no es consuelo, nunca hay edad buena para morirse…

R. ¡Es que no la veía un médico desde febrero! (Se emociona) Por eso estoy con esa rabia, porque si no fuera por esta mierda que está pasando seguramente habría durado más, o no. Aunque es verdad que si no hubiera sido por la pandemia no habría ido tanto este verano a verlos, y a lo mejor no habría podido verla morir. Ahora tendría que estar en Latinoamérica, así que imagina. Pudo morir con mi madre y conmigo, así que aún tengo que dar las gracias. Tengo más presente que nunca a mi familia.

P. ¿Detecta esa crispación de la que tanto hablamos y escribimos?

R. Creo que se debe a todo lo emocional que estamos viviendo. Que te encierren, te quiten los abrazos, los conciertos, las fiestas, los bares, eso cabrea a la gente. Entiendo que haya crispación, porque además no tenemos remedio y estamos agotados.

P. Esta mañana, nada más despertar, mi hija ha puesto la colaboración entre The Weekend y Rosalía. Dígame la verdad, ¿no cree que los cantantes colaboran en exceso? ¿Es una forma de estar en activo o es porque falta creatividad?

R. (Se ríe) Yo, que hago más colaboraciones que nadie en este momento, te digo que es porque me lo piden compañeros. Es verdad que para mí la música es compartir, no competir. Y lo interpreto como un halago, hay quizá menos rivalidad.

P. Vamos con la última. ¿Qué le sugieren dos de las palabras más pronunciadas en los últimos tiempos: 'patria' y 'libertad'?

R. Madre mía… Yo siento que amo mi tierra mucho más que algunos que presumen de colores o que van envueltos en banderas. El concepto de 'patria' no sé cómo explicarlo. Amo cada parte de este país, y me gusta con sus diferentes lenguas, nacionalidades, culturas. Me siento en casa en todas partes. Somos un país riquísimo y no sé por qué no podría decir que soy patriota, porque se supone que la patria es amar tu tierra. ¿O qué es la patria?

P. Mire, yo creo que es como lo del sentido común. Cada uno tiene un concepto distinto…

R. Si la patria es querer cada rincón de este país, soy la más patriota.

P. ¿Y la libertad? Muchos dicen que vivimos cercenados de ella…

R. Uf… Igual hay que revisar el concepto. A lo mejor sus libertades son las que quitan libertad a otros, ¿no? Si puede ser la de todos, mejor que la de unos pocos.