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La falta de normas trajo a Baleares la segunda ola; el exceso de ellas podría traer la tercera
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La falta de normas trajo a Baleares la segunda ola; el exceso de ellas podría traer la tercera

Pese a que el Gobierno de Francina Armengol ha impuesto nuevas series de restricciones y medidas desde hace varios meses, los casos de covid-19 no han bajado. ¿Quizás está ahí el problema?

Foto: Mallorca pasa a nivel 4 de riesgo extremo y Menorca al 3 de riesgo alto.
Mallorca pasa a nivel 4 de riesgo extremo y Menorca al 3 de riesgo alto.

Baleares puede haber entrado ya en la tercera ola de covid-19 por su incapacidad para extinguir la segunda. El archipiélago, que también entró en la segunda ola mucho antes que el resto de España, vuelve a marcar el camino de lo que posiblemente suceda en todo el país ante la amplia movilidad y reuniones familiares en el interior que se darán en las próximas fiestas. Esta semana, Baleares —impulsada principalmente por la situación en Mallorca— se ha colocado como la comunidad autónoma con mayor incidencia acumulada: 307 casos positivos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días.

Este jueves, se confirmaron 532 nuevos casos en solo 24 horas. El miércoles, 442. Sobre el terreno, los médicos advierten de que esta cifra puede dispararse todavía más justo a las puertas de Nochebuena. La buena noticia es que el resto de España puede extraer muchas lecciones de la situación balear. La mala es que quizá ya sea demasiado tarde.

"Los contagios se han disparado por una serie de razones evidentes y que tienen su origen en cómo se gestionó el puente de la Constitución", afirma José Manuel Valverde, presidente del Colegio de Médicos de Baleares (Comib). "Primero, la iluminación de Navidad, que concentró a mucha gente en unas pocas calles; segundo, el Black Friday y la asistencia masiva a tiendas y centros comerciales; tercero, el puente festivo, que multiplicó la movilidad aérea, tanto de personas que llegaban al archipiélago como locales que iban a la Península y regresaban; cuarto, un cambio en las condiciones meteorológicas que ha hecho que toda la gente que antes consumía en las terrazas ahora se haya pasado al interior de los locales".

placeholder Varias personas, en una terraza este jueves en Palma. (EFE)
Varias personas, en una terraza este jueves en Palma. (EFE)

Hablar de una tercera ola, como hizo la presidenta Francina Armengol (PSIB-PSOE) esta misma semana, es controvertido, dado que el término implicaría que antes Baleares sufrió y sofocó una segunda ola, cuando las cifras señalan que ese es precisamente el problema que la comunidad afronta en estos momentos: una incidencia de nuevos casos notable y nunca extinguida que ha repuntado tras un chispazo.

En verano, tras tocar un techo de casos el 18 de agosto, cuando se registraron 377 nuevos positivos, les llevó otros dos meses reducir la curva hasta alcanzar su cifra más baja: el pasado 18 de octubre, solo registraron 43, pero se trataba de un espejismo que no tardaría en desvanecerse. Pese a los buenos datos, aquella no fue una semana sencilla para la presidenta balear: apenas tres días después, se conoció que días antes Armengol había sido sorprendida de madrugada, saliendo de un bar de copas en Palma que, según sus propias restricciones, debía haber estado cerrado.

La líder socialista surfeó entonces una crisis de credibilidad que puso en riesgo su continuidad en el Gobierno autonómico. Sin embargo, el episodio pudo tener un segundo revés en el escaso cumplimiento de muchas de las normas publicadas desde entonces. El 27 de noviembre, el Govern publicó sus 'Medidas de protección para convivir con el virus', un decálogo de escenarios con restricciones y reglas correspondientes a cada nivel de alerta. Pero apenas una semana después de su aprobación, el número de casos comenzó a escalar.

En las últimas ocho semanas, el suelo de nuevos casos en el archipiélago se ha mantenido peligrosamente alto —lo más baja que ha llegado a estar la incidencia acumulada fue a 198 a principios de diciembre— y solo ha hecho falta una chispa para colocarlo de nuevo en alerta máxima.

Lo mismo ha sucedido con el número de hospitalizados e ingresos en la UCI: actualmente, un 19,4% de las camas UCI está ocupado por pacientes de covid-19 —el umbral de peligro está en torno al 25%, ya que se considera que por cada paciente grave con coronavirus suele haber otros tres ingresados con otras patologías—, pero esta cifra lleva semanas oscilando entre el 15,5% y el 19,7% sin señales de remitir.

El caso de Baleares es especialmente sangrante por su carácter insular. 'A priori', era mucho más sencillo controlar que ningún contagiado accediera a las islas y provocara nuevos brotes. Del mismo modo, ahora se ha convertido en uno de los puntos más polémicos de la Navidad, ya que han retrasado hasta el próximo 20 de diciembre la exigencia de una prueba PCR negativa (o en su defecto, un test de antígenos o molecular TMA) para entrar en territorio balear.

"Fue un fallo grande no exigir una PCR negativa a los pasajeros que aterrizaron en Mallorca el pasado puente", afirma Toni Pallicer, ex director general de Salud Pública en el archipiélago y miembro del Sindicato Médico de Baleares (Simebal). "Teníamos la experiencia de la gripe en Baleares. Todos los años, vamos por debajo del resto de España en incidencia, pero llegan la Navidad y los viajes de gente de la Península, y la tasa de gripe se dispara. Al final, acabamos igual que el resto de España, pero dos semanas más tarde. Esto lo sabíamos y no hemos sabido tomar nota".

Fue un fallo grande no exigir una PCR negativa a los pasajeros que aterrizaron en Mallorca el pasado puente

El Gobierno de Baleares ha reaccionado. Mallorca ha pasado a nivel 4: situación de riesgo extremo en el 'semáforo covid', y se amenaza a los futuros viajeros con una multa por incumplimiento de 3.000 euros. Otros destinos como las Islas Canarias —que también ha aumentado su incidencia, en este caso, de la mano de Santa Cruz de Tenerife— también se han apuntado a exigir una prueba negativa de covid-19 para acceder al archipiélago. Mallorca, además, endurecerá los horarios de la hostelería, que deberá echar el cierre a las 18:00.

Un caos legislativo

¿Es demasiado tarde para dar un volantazo? El Ejecutivo de Francina Armengol no ha destacado precisamente por su eficacia en la lucha contra la pandemia. Ha padecido una disonancia entre el discurso duro y la aplicación blanda. Así lo resumía hace unos días el diario local 'Última Hora': "El abuso de correcciones y la catarata de normas y contranormas están restando demasiada credibilidad a la gestión de Armengol. Nunca nadie se había medido a una pandemia de este tamaño, pero últimamente sus aciertos están siendo eclipsados por su obsesión por poblar el tablón de restricciones que raramente se cumplen".

En realidad, media España ha incurrido en las prácticas de Baleares en los primeros días de diciembre. Este mes, se han sucedido los paseos para ver las luces de Navidad, los atascos en los pasillos de las tiendas en busca del mejor regalo, comidas y cafés en el interior de bares y restaurantes. Esto explica que 10 días después del puente y a las puertas de la Nochebuena, la tasa de incidencia sea alarmante en toda España y el Gobierno haya endurecido las restricciones 'in extremis'. De nuevo, planea la duda de si ya es tarde para todo esto.

placeholder Varias personas, llegando al aeropuerto de Palma. (EFE)
Varias personas, llegando al aeropuerto de Palma. (EFE)

"Es de esperar que los efectos del puente lleguen a su máximo a finales de esta semana e inicios de la que viene", vaticina el presidente del Comib. "Y esto nos demuestra que si se limitan las interacciones, el virus remite. En contraste a Mallorca, tenemos Ibiza, que estuvo muy mal semanas atrás y ha restringido mucho al comercio y la hostelería ¿Resultado? La incidencia está bajando, muestra de que las cosas, cuando se hacen, funcionan. Pero cuando te relajas, todo empeora rápidamente. Estas navidades debemos pensar en no hacer ninguna celebración especial y pasar las fiestas con la máxima precaución".

"Lo importante no es la gráfica del virus, sino la gráfica del comportamiento de las personas. Esa es la gráfica que debemos doblar", incide Pallicer. "Lo que ocurra en España dependerá de cómo nos comportemos individualmente. Si somos serios y responsables o no lo somos, hará que suban o bajen los números. El que es poco colaborador, el que nunca se hace un test, el que gusta de la fiesta, esos son los que darán problemas y serán difíciles de cazar. Si no cambiamos nuestros hábitos, habrá repuntes importantes por todas partes, y la Nochebuena será un punto de incubación masivo que comenzaremos a percibir al final del año".

Excesos regulatorios que acrecientan la fatiga pandémica de los ciudadanos, actuaciones poco ejemplarizantes de las autoridades y una segunda ola a medio apagar. El de Baleares es un escenario donde el SARS-CoV-2 ya ha demostrado muchas veces que sabe moverse muy bien.

Baleares puede haber entrado ya en la tercera ola de covid-19 por su incapacidad para extinguir la segunda. El archipiélago, que también entró en la segunda ola mucho antes que el resto de España, vuelve a marcar el camino de lo que posiblemente suceda en todo el país ante la amplia movilidad y reuniones familiares en el interior que se darán en las próximas fiestas. Esta semana, Baleares —impulsada principalmente por la situación en Mallorca— se ha colocado como la comunidad autónoma con mayor incidencia acumulada: 307 casos positivos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días.

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