Consumidor de prostitución, mentiroso y ladrón: así es el asesino confeso de Manuela Chavero
La Guardia Civil descubre que le gustan las relaciones sexuales violentas y humillantes para la mujer. Planeó casarse con una prostituta a la que conoció en la red, pero nunca se vieron
Cuando la UCO pone la lupa sobre un sospechoso, lo acaba conociendo mejor que él mismo. El enorme esfuerzo para resolver el caso de Manuela Chavero ha llevado a los agentes de la Guardia Civil a resucitar episodios del pasado de Eugenio que parecían olvidados: incidentes y comportamientos que, visto el resultado, quizá hubiesen permitido aventurar que se acabaría torciendo y conduciendo su vida hacia el delito.
Cuando Eugenio, un ser solitario y huraño, con dificultades serias para relacionarse con las mujeres, acumulaba deseo, consumía prostitución. No sabía darle otra salida. Según uno de los numerosos informes de los investigadores: "Tiene preferencia por mujeres mayores que él, a las que identifica en su móvil con el apelativo de 'maduras', siendo este detalle también compatible con la edad de la desaparecida Manuela Chavero, similar a la de las mujeres en las que está interesado sexualmente el investigado".
En cuanto a las tendencias sexuales de Eugenio, del contenido de las conversaciones se pone de manifiesto su preferencia por las prácticas extremas, relacionadas con la violencia o inclusive con la humillación de la mujer, poniendo énfasis en la satisfacción que le produce observar el sufrimiento de su pareja al provocarle dolor o incluso lesiones mediante la introducción de objetos. La humillación y la violencia eran el esqueleto principal de sus fantasías, sobre las que basaba sus relaciones sexuales. Solo así lograba excitarse. Para contratar los servicios de las meretrices miraba en Internet. En una de esas plataformas en las que se ofrecían servicios en hoteles o a domicilio, llegó a intimar con una mujer de nacionalidad venezolana y se planteó mantener con ella una relación estable en España. Lo hablaron, pero nunca llegaron a conocerse personalmente ni el proyecto se consolidó.
Las sombras de Eugenio se proyectan a lo largo de los años. Este es uno de los episodios más relevantes: en septiembre de 2013, Noelia, vecina de Monesterio, regresó de un viaje a Sevilla y decidió darse una ducha. Cuando terminó de asearse se percató de que su móvil había desaparecido. No estaba donde ella lo había dejado. Inmediatamente dio la línea de baja, pero no con la suficiente rapidez. En ese espacio de tiempo, el ladrón había llamado a un número de tarificación especial, se entiende que de índole sexual, porque no tenía activado el bloqueo con contraseña.
En cuanto a las tendencias sexuales de Eugenio, se pone de manifiesto su preferencia por las prácticas extremas relacionadas con la violencia
Noelia estaba preocupada porque se duchó con la puerta abierta, lo que significaba que el canalla que se coló en su casa la había visto desnuda. "El único acceso viable para entrar en mi domicilio es a través de la terraza. El muro medianero que la separa de la casa del vecino es muy bajo y se puede pasar". ¿Quién vivía al lado? Eugenio y su padre. "Encontramos una huella de pisada en la pared que era reciente, porque no estaba allí antes", comentó Noelia, lo que, sin duda, reforzaba la tesis de que el ladrón accedió desde el domicilio del sospechoso de haber asesinado a Manuela Chavero.
"Cuando éramos jóvenes —insistió la víctima—, incluso ya mayores, cuando mi hermana y unas amigas nos bañábamos en la piscina que instalábamos en la terraza, él se asomaba por el muro y nos observaba de forma indiscreta. Parecía que nos vigilara y nos controlara. Le reprochaban que fuese un mirón, pero a él le daba igual y continuaba observando como un cazador".
Hubo otro episodio en 2015. Las vecinas de Eugenio, al llegar a casa, se encontraron con que había dos teléfonos rotos y les habían robado 500 euros del domicilio. ¿Por qué el ladrón rompió las pantallas? "Probablemente, ante la frustración de que ambos tenían activado el bloqueo del terminal imposibilitando su uso", explica la Guardia Civil. Noelia y su hermana decidieron levantar el muro y cambiar las cerraduras de la casa para evitar más robos. Además, acudieron a ver a Eugenio y le reclamaron que les devolviera el dinero. El joven se encaró con ellas y las llegó a amenazar. "Sé que era una persona introvertida, muy poco social y en cierta parte agresivo", explica la vecina que siguió teniendo miedo de él a pesar de la reforma realizada en el balcón de la casa.
Cuando la UCO pone la lupa sobre un sospechoso, lo acaba conociendo mejor que él mismo. El enorme esfuerzo para resolver el caso de Manuela Chavero ha llevado a los agentes de la Guardia Civil a resucitar episodios del pasado de Eugenio que parecían olvidados: incidentes y comportamientos que, visto el resultado, quizá hubiesen permitido aventurar que se acabaría torciendo y conduciendo su vida hacia el delito.