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El Rastro vuelve a Madrid entre las quejas de los vendedores: "Esto es un caos"
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El Rastro vuelve a Madrid entre las quejas de los vendedores: "Esto es un caos"

Ha vuelto a celebrarse con un aforo de 2.702 personas y con la mitad de puestos habituales, unos 500. El domingo que viene, se turnarán con el resto de tenderos

Foto: People shop at el rastro flea market in madrid
People shop at el rastro flea market in madrid

"Llevo viniendo a El Rastro desde que era pequeño", dice un hombre de unos 60 años mientras se protege los ojos del sol con una mano y coge la de su mujer con la otra. "Nos hemos acercado en cuanto nos hemos enterado de que ha vuelto a abrir", dice ella. "Hemos estado paseando un rato, pero no sabemos por dónde se sale". La pareja se aleja para preguntar a un voluntario de protección civil, que le indica la salida en el otro extremo de la calle.

Unos diez agentes de la Policía Municipal de Madrid custodian la plaza de Cascorro. Las calles circundantes están valladas, y algunas sirven solo de entrada o de salida. El libre albedrío del comprador del Rastro, que en un domingo como este habría paseado sin rumbo (o solo con el rumbo que imponen los artículos que le llaman la atención), ha terminado. De eso se lamenta la dueña de un puesto al final de la calle Embajadores. "Nosotros, por ejemplo, nos sentimos un poco excluidos. Como la salida está mucho antes de este puesto, la gente casi no pasa por aquí. Si quisieran salir después, tendrían que dar la vuelta a toda la plaza".

"Está siendo completamente caótico —explica otra vendedora—. Pero estamos muy contentos de volver a abrir después de tanto tiempo". Han pasado ocho meses desde que el emblemático Rastro de Madrid tuvo que dejar de celebrarse hasta nuevo aviso por el estallido de la pandemia. Hoy, ha vuelto a abrir con un aforo de 2.702 personas y con la mitad de puestos habituales, unos 500. El domingo que viene, se turnarán con el resto de vendedores que, de momento, permanecen en sus casas.

placeholder Compradores en la primera jornada de El Rastro, tras ocho meses cerrado. (Reuters)
Compradores en la primera jornada de El Rastro, tras ocho meses cerrado. (Reuters)

Y aunque el domingo acompañe a su regreso, con las terrazas de La Latina abarrotadas y colas de gente a la espera de poder entrar al mercadillo, muchos tenderos están "indignados" ante la "improvisación" del Ayuntamiento de Madrid. "No están cumpliendo las condiciones que prometieron", comenta la dueña de un puesto de carteras y bolsos. Unos minutos antes, la portavoz de la asociación Rastro Punto Es, Mayka Torralbo, ha asegurado que pedirá explicaciones a Cibeles para que "de una vez dejen las cosas claras" y para "exigir" que los acuerdos "están para cumplirlos".

"Estaba pactado que había un eje articulador que salía desde la calle Duque de Alba pasando por toda la calzada de la plaza de Cascorro, atravesando Ribera de Curtidores, hasta ronda de Toledo", explicaba Torralbo. "Nos hemos encontrado hoy que no dejaban pasar a las personas, a los clientes, de la zona de plaza de Cascorro a Ribera de Curtidores (...), pero tampoco habían planteado una alternativa señalizada, con lo cual ha habido un enfado y una indignación generalizada de los vendedores porque esto ha sido una cuestión inesperada". Desde Cascorro hasta el inicio de la Ribera de Curtidores, que está vallado por la Policía, los compradores pasean en las dos direcciones, pero no pueden avanzar hacia la siguiente zona. Si quieren salir, deben dar la vuelta por donde han venido.

placeholder Agentes de la Policía Municipal de Madrid controlan la entrada a la plaza de Cascorro. (AR)
Agentes de la Policía Municipal de Madrid controlan la entrada a la plaza de Cascorro. (AR)

En la entrada de la Plaza, la fila de personas se extiende por la calle de San Milán y la policía permite que algunos grupos de personas entren intermitentemente. A los que se acercaban para salir, les señalaban que debían hacerlo por una bocacalle cercana, la de Encomienda. Torralbo también ha criticado que los tenderos no saben "si hay contabilización o no del aforo" en estas zonas. Según el Ayuntamiento, un total de 150 efectivos de Policía Municipal y voluntarios de Protección Civil velan por el cumplimiento de los aforos y las normas, apoyados por drones para la vigilancia.

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Vista de un puesto en el tradicional Rastro de Madrid este domingo. (EFE)

En muchos puestos pueden leerse las consignas que los vendedores han repetido durante estos ocho meses: "El Rastro es un lugar seguro, está al aire libre", "Madrid sin Rastro, Madrid sin rostro". "No estamos muy satisfechos con las medidas", cuenta una vendedora de carteras de tela. "Yo antes tenía un puesto de casi cuatro metros, ahora se ha reducido a uno y no puedo exponer todo lo que tengo". Un grupo de jóvenes acaba de entrar al mercadillo después de esperar su turno en la fila. Van directos a un puesto de cazadoras de chándal antiguas. "La gente viene con ganas, y encima en un día como hoy, ya lo ves", celebra la vendedora. "Pero esto es un caos".

placeholder Unos jóvenes compran en un puesto de El Rastro. (A. R.)
Unos jóvenes compran en un puesto de El Rastro. (A. R.)

Para la portavoz municipal de Más Madrid, Rita Maestre, "lo que estamos viviendo hoy es otro capítulo más de desencuentros basado en la falta de voluntad política por parte del Gobierno de José Luis Martínez-Almeida". "Desde hace ocho meses no han sido capaces de proponer una solución segura y satisfactoria para familias y comerciantes, hoy vemos otro capítulo más en esa incomprensión, falta de diálogo y falta de voluntad político"

Ante la prensa, la portavoz de los vendedores ha dirigido un mensaje para Cibeles: "Desde aquí le decimos al alcalde que ya está bien. Llevamos ocho meses sin trabajar porque han intentado imponer un modelo del Rastro que lo desmantelaba. Hemos tenido 28 manifestaciones en las calles, el apoyo ciudadano y el apoyo de los comercios. Y este día tendría que haber sido un día de celebración, no un día de protesta".

"Llevo viniendo a El Rastro desde que era pequeño", dice un hombre de unos 60 años mientras se protege los ojos del sol con una mano y coge la de su mujer con la otra. "Nos hemos acercado en cuanto nos hemos enterado de que ha vuelto a abrir", dice ella. "Hemos estado paseando un rato, pero no sabemos por dónde se sale". La pareja se aleja para preguntar a un voluntario de protección civil, que le indica la salida en el otro extremo de la calle.

Unos diez agentes de la Policía Municipal de Madrid custodian la plaza de Cascorro. Las calles circundantes están valladas, y algunas sirven solo de entrada o de salida. El libre albedrío del comprador del Rastro, que en un domingo como este habría paseado sin rumbo (o solo con el rumbo que imponen los artículos que le llaman la atención), ha terminado. De eso se lamenta la dueña de un puesto al final de la calle Embajadores. "Nosotros, por ejemplo, nos sentimos un poco excluidos. Como la salida está mucho antes de este puesto, la gente casi no pasa por aquí. Si quisieran salir después, tendrían que dar la vuelta a toda la plaza".

"Está siendo completamente caótico —explica otra vendedora—. Pero estamos muy contentos de volver a abrir después de tanto tiempo". Han pasado ocho meses desde que el emblemático Rastro de Madrid tuvo que dejar de celebrarse hasta nuevo aviso por el estallido de la pandemia. Hoy, ha vuelto a abrir con un aforo de 2.702 personas y con la mitad de puestos habituales, unos 500. El domingo que viene, se turnarán con el resto de vendedores que, de momento, permanecen en sus casas.

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