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"Los europeos somos hipócritas: despreciamos el dinero, pero lo pedimos por todas partes"
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entrevista a manuel vilas

"Los europeos somos hipócritas: despreciamos el dinero, pero lo pedimos por todas partes"

El autor de 'Ordesa' y finalista del Premio Planeta del año pasado sonríe mucho y transmite serenidad

Foto: Manuel Vilas. (Jorge Álvaro Manzano)
Manuel Vilas. (Jorge Álvaro Manzano)

"¡Siéntate en la silla!". La cafetería de El Corte Inglés de Argüelles está repleta de padres con niños recién salidos del colegio. Huele a leche con Colacao, las criaturas llevan los uniformes manchados y las coletas no se parecen nada a las que salieron de casa un puñado de horas antes. El escritor Manuel Vilas, vestido de negro, está pendiente de los resultados de las elecciones estadounidenses, celebradas el día anterior. Aunque nos han dicho que le encanta el café solo, el que remueve con la cuchara lleva leche. El autor de 'Ordesa' y finalista del Premio Planeta del año pasado sonríe mucho y transmite serenidad.

PREGUNTA. Nació usted en Barbastro. Ya sabe, ahora que las pantallas de esta cafetería no paran de hablar de elecciones americanas, que Aragón es nuestro Ohio…

RESPUESTA. Es el sitio que emplean para medir tendencias sociopolíticas. Y Zaragoza es una ciudad representativa de lo que es España. Allí se miden tendencias políticas, empresariales…

P. Vaya con la España vaciada.

R. A ver, Aragón es una comunidad autónoma de un país llamado España, que a su vez pertenece a la Unión Europea, y que tiene más kilómetros cuadrados que Holanda, pero un millón y medio de habitantes frente a 18 (risas). Diciéndolo así se entiende mejor que hablar de la España vaciada. Es evidente que hay dos Europas.

placeholder Manuel Vilas. (Jorge Álvaro Manzano)
Manuel Vilas. (Jorge Álvaro Manzano)

P. Nació en 1962 como mi hermana, estudió Filología Hispánica como ella, dio clases en EEUU también como ella. ¿A usted no le dijo su padre, como le dijo a ella el nuestro, que mejor estudiara Derecho?

R. Tal cual. La idea social era que esperaban de uno un ascenso en las jerarquías sociales a través de la educación universitaria. Evidentemente, si cogías una carrera de letras eso no sucedía… Mi madre nunca lo acabó de entender y mi padre, como el tuyo, hubiera preferido Medicina o Derecho, porque eran las que suponían más ascenso social. Pero al final lo entendió porque le gustaba el mundo de la cultura. Mi madre, sin embargo, nunca vio en aquello una redención social. Cuando acabé la carrera y vio cuáles eran mis trabajos y lo que ganaba con ellos vio que salí a mi padre. Yo creo que mi madre era neoliberal (risas). Sacó la conclusión de que estaba haciendo lo mismo que mi padre, pero en vez de viajar para vender yo daba clases. Le salió el paralelismo perfecto. El mundo le ha dado la razón.

P. Eso es una buena noticia para su madre. ¿Para el mundo también?

R. Bueno, ella veía todo de una manera muy realista. Decía que el mundo era tener o no tener. Mi padre, sin embargo, era lector de periódicos y de libros. Para ella, el mundo era dinero.

P. ¿Cómo acaba un profesor de instituto escribiendo críticas de perfumes?

R. Estuve 23 años dando clases, y cuando lo dejé, hice colaboraciones de todo tipo, como la crítica de perfumes de MFA, la revista que dirigía Joana Bonet. Fue ella la que me recicló, y me alegro porque me encantan los perfumes, me seducen las colonias.

P. También me cuentan que le encantan los hoteles y los zapatos. Es maravilloso reivindicar el hedonismo de vez en cuando. Al fin y al cabo, como dice mi amiga Carolina, a nadie le gusta ser feo ni pobre…

R. (Risas) Ni feo ni pobre. Es que es exactamente eso. Yo soy escritor y junto palabras. De lo que sea. Siempre habrá gente que se la coja con papel de fumar y que crea que un escritor solo tiene que hacer determinadas cosas. Yo me lo pasé muy bien haciendo críticas, también lo hago cuando escribo un tuit… para mí, nada es frívolo. Y en cualquier caso, la frivolidad es un arte. Joder, estamos cansados de normas, preceptos y obligaciones de toda clase. La libertad es escribir de lo que a uno le apetezca. Hice un reportaje sobre una marca de lujo, Loro Piana, y me lo pasé de miedo, y creo que el lujo es la meta de la democracia. Pero claro, comprar cosas baratas da mucho gusto, aunque lo que acabes pagando sea una mierda que no lo puedes ni lavar porque no te lo volverás a poner. Como decía mi madre, es “una potra más”.

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Foto: Jorge Álvaro Manzano.

P. Me gustaría que nos hablara de su experiencia en Estados Unidos. En Wikipedia pone que vive entre España y Iowa, debe ser usted el único.

R. Pero ahora ya estoy aquí, ¿eh? He pasado cuatro años pasando allí largas temporadas, escribí un libro y es un país que me ha interesado mucho y que he recorrido. Ahora me encantaría volver. Estuve por razones sentimentales, porque mi pareja trabaja allí. Es como tu hermana, se fue allí a trabajar y se quedó.

P. Qué olvidada tenemos esa América…

R. Sí, sí, es como hablar de Soria y Teruel frente a Madrid o Barcelona. Me acuerdo de que cuando me preguntaban de dónde era no decía que era de Aragón, sino de Madrid. Iowa tiene 70.000 habitantes, de vida universitaria, son cuatro calles y es la América profunda. No es como Nueva York, Chicago y California, es justo lo de dentro, estados agrícolas frente a las grandes urbes de inspiración europea. La sorpresa viene cuando gana Trump, absolutamente detestado por la inteligencia neoyorquina pero adorado por la América profunda. Nosotros hemos idealizado la que sale en el cine, la de Nueva York…

"Me acuerdo de que cuando me preguntaban de dónde era no decía que era de Aragón, sino de Madrid"

P. Ya, es como si toda España fuera como los pisazos de las películas de Almodóvar.

R. El cine de Almodóvar y el de Woody Allen se parecen en eso. En una forma de retratar los países sin representar las fricciones socioeconómicas.

P. Tengo la sensación de que mucho antes de la llegada de Trump, a partir de los atentados del 11-S, se volvió un país algo más hostil, más antipático.

R. A mí me ha maltratado la policía de inmigración mil y una veces, incluso teniendo la Green Card. Me han hecho barbaridades, retenerme porque mi apellido coincidía con el de no sé quién.

P. Todos tenemos un narcotraficante que se llama como nosotros…

R. Sí, y a Muñoz Molina le ha pasado lo mismo. Es aberrante, le pasa a mucha gente. Tienen a una policía pseudofascista que está esperando a que protestes para ponerte las esposas y echarte del país. He tenido conversaciones muy tensas con ellos y les he dejado claro que no tenía ningún deseo de quedarme allí porque mi paraíso es España. Pero hay otra contradicción, porque una vez que entras la gente es muy amable. El americano medio es muy educado, si te ve en la calle perdido se para y te ayuda. Es un país lleno de contradicciones, no admite una definición sencilla. Es Woody Allen, es Donald Trump, es Bob Dylan, es Clint Eastwood… y todos viven ahí. Es un país lleno de éxito, de energía, de voluntad y de dinero. Nadie les ha regalado el dominio del mundo. Lo han hecho a través del trabajo. Los europeos somos un poco hipócritas. Despreciamos el dinero pero luego lo pedimos por todas partes. Es lo que hace posible una buena sanidad, educación… en Europa intentamos buscar alternativas morales al dinero, y no es fácil. Ellos no tienen ningún complejo.

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Foto: Jorge Álvaro Manzano.

P. A estas horas [miércoles 4] aún no sabemos si gana Trump y ya hemos escuchado numerosos análisis apocalípticos, como si denostarle te convirtiera de inmediato en demócrata… Creo que hay que hilar un poco más fino, ¿no?

R. El problema es que en España la política se ha convertido en algo moral. No se analizan gestiones ni programas. Se trata del bien y el mal. Aquí la teología siempre está presente. Con Franco y ahora. Unos son buenos y otros malos. Cada ciudadano elige quién es el diablo y quién es Dios, en vez de discutir o hablar de cosas más concretas, que nos ayuden a sacar adelante este país. Eso es muy cansino. Es un debate medievalista. Para Podemos, el mal es Vox y al revés. Y luego estamos el resto dando vueltas. Tengo la sensación de vivir en un país que no avanza en progreso y modernidad.

P. Pero somos la cuarta economía de la zona euro. ¿Cuántas veces lo ha escuchado en los últimos tiempos?

R. Claro, joder, y de los Pirineos para abajo somos la primera potencia europea (risas). Sí, somos la cuarta, pero me gustaría ser la primera o la segunda. Veo muy abandonada la prosperidad de las clases medias. Los índices de lectura son muy bajos, pero claro, es que quién puede pagarse 20 euros por un libro. Una vez puse eso en un tuit, que te tienen que sobrar esos euros, y me saltaron 50.000 diciéndome que para eso están las bibliotecas públicas, etcétera. Pero ese no es el debate.

P. La respuesta fácil es decir que una entrada de fútbol cuesta tres veces más…

R. Ya, pero el ocio está diversificado. Tiene que haber prosperidad para que la gente decida y así habrá posibilidades para la cultura. Para que puedan ir al cine, al teatro, a una exposición, a una librería… Deberíamos tener un trabajo que te pague lo suficiente para que puedas divertirte como te apetezca. Pero en España se criminaliza la riqueza.

P. ¿La riqueza o a los ricos?

R. Sí, claro, al mundo empresarial. Como si ser empresario fuera un chollo. Si fuera así, habría más. Me parece que es trabajar 50.000 horas y con el riesgo inminente de irte a la ruina.

P. Siempre se ha dicho que hablar de dinero era de mala educación.

R. Eso es típico del catolicismo, que es una cosa que yo veo por todos los lados porque también se ha colado en la izquierda y también ve el mundo entre buenos y malos.

"Deberíamos tener un trabajo que te pague lo suficiente para divertirte como te apetezca. Pero en España se criminaliza la riqueza"

P. Y que tiene entre sus iconos al papa Francisco…

R. Manda cojones. Yo, que soy racionalista, resulta que este señor dice que es el representante de Dios en la tierra y no está en un manicomio. Me parece maravilloso que diga que nos fijemos en los pobres, pero a partir de que diga lo otro ya me asusto. Es un poco preocupante. Qué puedo hablar yo con ese hombre…

Déjame añadirte una cosa. Para el tipo de escritor que soy, concretar mi ideología es complicado, porque está llena de matices. Me paso el día matizando. Y este es un lugar donde el matiz es inútil. Cada vez que lo haces la gente tiembla porque no sabe dónde meterte. La inteligencia son los matices, porque supone obligarnos a pensar.

P. ¿Usted cree que cuando era poeta tenía más respeto de los suyos que cuando empezó a vender? La maldición del 'best seller'…

R. Al lector eso le da igual. A la parte 'cool' del ambiente literario le gusta más que un escritor sea un fracasado que no venda un libro, que se muera joven, que lo reconozcan después. Pero el escritor tiene que pagar la luz, la cuota de autónomos y come todos los días. Más vale que venda algo. Es que escritores profesionales hay muy pocos, no hay mucha huerta de la que sacar tomates. Si hubiera más, esta mala leche hacia el 'mainstream' sería menor. Y el país estaría menos perjudicado, porque viviría más gente de esto.

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Foto: Jorge Álvaro Manzano.

P. ¿La pandemia lo empeorará?

R. Claro, antes había escritores que daban clases, un par de charlas al mes, los bolos… y todo eso ha desaparecido. Se va a notar. Aquí prevalece la figura del escritor dominguero, ese que trabaja de lunes a viernes como funcionario, y los domingos escribe la novela. No me parece que esa sea una figura de futuro.

P. Con 'Ordesa' lloré mucho y encontré también consuelo. Y a mi madre también le encantaba Julio Iglesias. ¿Alguna vez le han reprochado que cuente demasiado?

R. Eso es catolicismo también (risas). Es muy habitual aquí. El horror a la verdad. Todo lo que es verdad es humano. Si le has cambiado un pañal a tu padre es un ejercicio de humanidad y me interesa. Algunos no quieren escucharlo porque quieren esconderlo. Lo que ocurre en mi casa que solo lo sepa el confesor. Los americanos te cuentan su vida en cinco minutos. Divorcios, alcoholismo, operaciones… aunque aquí, en la última década eso ha cambiado y esa asignatura pendiente la hemos aprobado. La vida son esas cosas. Esos críticos que empiezan a decirte que la novela tiene que ser imaginación y fantasía y tal. Pues mira, sí, pero pueden ser otras cosas.

"Si le has cambiado un pañal a tu padre es un ejercicio de humanidad y me interesa"

P. Dice cosas preciosas sobre la familia. ¿Qué hacemos los que también creemos que está sobrevalorada? O a lo mejor depende del momento en el que le pille a uno.

R. Mira, yo he encontrado en la familia el amor incondicional. El amor de un padre y una madre hacia los hijos. Va más allá del capitalismo y la mercadería. Las relaciones de amistad se rompen, el amor romántico es cambiante. Lo único que permanece es ese lazo entre padres e hijos, es un misterio de la especie. Ya sé que hay padres y madres malos, pero la mayoría daría su vida por sus hijos. Es de los misterios más atávicos, más primitivos, y más maravillosos.

"¡Siéntate en la silla!". La cafetería de El Corte Inglés de Argüelles está repleta de padres con niños recién salidos del colegio. Huele a leche con Colacao, las criaturas llevan los uniformes manchados y las coletas no se parecen nada a las que salieron de casa un puñado de horas antes. El escritor Manuel Vilas, vestido de negro, está pendiente de los resultados de las elecciones estadounidenses, celebradas el día anterior. Aunque nos han dicho que le encanta el café solo, el que remueve con la cuchara lleva leche. El autor de 'Ordesa' y finalista del Premio Planeta del año pasado sonríe mucho y transmite serenidad.

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