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Reportaje

Pototo: “ETA no ha sido derrotada”

Por Andrés Torres y José Ortiz

Ilustración de Pototo

Julen Atxurra Egurrola, alias Pototo, jefe del aparato logístico de ETA y condenado a cientos de años de cárcel por el secuestro de Ortega Lara, entre otros atentados, rompe su silencio desde prisión en una carta manuscrita de 27 páginas para el documental EL DESAFÍO: ETA, de Amazon Prime Vídeo Originals

“En ETA no entré, me metieron aquellos que pretendían comprar, prostituir y someter nuestras almas y la de nuestro pueblo: el dichoso Reino de España y su insaciable pretensión de ser Imperio”. Así justifica Julen Atxurra Egurrola, alias Pototo, (Lekeitio 1959), entre rejas desde 1996, su militancia operativa como el jefe del aparato logístico de la organización terrorista. Pototo formó parte de la cúpula de ETA en una etapa sangrienta marcada por la denominada "socialización del sufrimiento" en la que cualquiera podía situarse en la diana terrorista y que bañó en sangre la década de los 90.

Fueron los años del tiro en la nuca del teniente de alcalde de San Sebastián, Gregorio Ordóñez; el atentado fallido contra José María Aznar, entonces líder de la oposición; o el atroz secuestro del funcionario de prisiones, José Antonio Ortega Lara, entre otras muchas acciones terribles, diseñadas para causar una honda conmoción en la opinión pública y forzar al Estado a una negociación. Después de más de dos décadas entre rejas, y lejos de cualquier atisbo de arrepentimiento, Atxurra Egurrola se define como un activista voluntario de la resistencia vasca.

Estas palabras del dirigente etarra que liderara el comando que en 1996 ejecutó el secuestro de Ortega Lara —un cautiverio en un zulo inmundo de Mondragón que se prolongó durante 532 días— para exigir al Estado el acercamiento indiscriminado de los presos de ETA a las cárceles del País Vasco- corresponden a una carta recibida por la redacción de El Desafío: ETA, la serie documental sobre el denominado conflicto vasco que estrena en 240 países Amazon Prime Video este 30 de octubre.

Ilustración del intento de atentado contra el entonces presidente José María Aznar en Madrid
Ilustración del intento de atentado contra el entonces presidente José María Aznar en Madrid.

El equipo de investigación del programa envió no menos de 30 misivas a cárceles españolas y francesas donde aún 210 internos de ETA, con distintos grados de responsabilidad en la estructura jerárquica de la organización, cumplen con severas condenas ajustadas a la gravedad de los atentados perpetrados. No muchos respondieron. Ni todos pudieron hacerlo en el tiempo y forma adecuados para poder incluir su testimonio desde prisión en la ambiciosa producción Original de Amazon Prime Vídeo, que brinda Cuerdos de Atar y que dirige el cineasta Hugo Stuven, responsable de los largometrajes “Solo” y “Anomalous”.

Después de más de dos décadas entre rejas, y lejos de cualquier atisbo de arrepentimiento, Egurrola se define como un activista voluntario de la resistencia vasca

Instituciones Penitenciarias rechaza la entrevista

La carta para Julen Atxurra Egurrola se envió al centro penitenciario Puerto II en el Puerto de Santa María (Cádiz) -a más de mil kilómetros de Lekeitio- en julio de 2019. El abogado del dirigente etarra condenado, Alfonso Zenón, contesta por correo electrónico en un plazo breve para comunicar que su cliente acepta nuestra solicitud y nos insta a abrir los cauces oficiales correspondientes para realizar la entrevista en prisión. Instituciones Penitenciarias, en una escueta notificación postal que llega a nuestra redacción un mes después, rechaza nuestra petición e impide nuestra entrada en la prisión gaditana.

Sin embargo, tras recibir la negativa de Instituciones Penitenciarias -que deriva el poder de decisión a la Subdirección General de Relaciones Institucionales de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias de la que jamás obtuvimos respuesta alguna- Pototo sí responde por carta a un cuestionario de doce preguntas que ya le habíamos remitido. El otro jefe etarra dedica 27 páginas escritas a mano para dar su versión acerca de todas las preguntas, sin eludir ninguno de los asuntos planteados. No obstante, la carta de Atxurra Egurrola, fechada en agosto de 2019, llega a nuestro poder un año después, en agosto de 2020, sin tiempo de ser incluida en el montaje final de la serie documental.

“Julen solicitó que pudieran entrar los periodistas en la cárcel para hacerle la entrevista, pero Instituciones Penitenciarias no lo permitió, confirma Alfonso Zenón, letrado de Pototo. Yo entiendo que la única razón para impedir esta entrevista es que no les gusta que Julen se exprese libremente a la opinión pública”, zanja el abogado, entre otros, de destacados reos etarras como Garikoitz Aspiazu, alias Txeroki, responsable del atentado contra la T4 del Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, o Javier García Gaztelu, alias Txapote, condenado por el asesinato a sangre fría de Miguel Ángel Blanco.

Ilustración de Alfonso Zenón, abogado de Pototo y de otros etarras como Txeroki o Txapote
Ilustración de Alfonso Zenón, abogado de Pototo y de otros etarras como Txeroki o Txapote.

“Se puede pensar que defender a personas acusadas de delitos muy graves puede causar un dilema ético a un abogado. A mí no me ha causado ninguno. Algunos de mis defendidos tienen la etiqueta de jefes, de sanguinarios… Son etiquetas que les ponen entre la Policía, la Guardia Civil y los medios de comunicación, pero son personas como nosotros”, argumenta el letrado de Pototo en la entrevista que concedió para El Desafío: ETA en Amazon Prime Video. El propio Zenón también fue condenado por colaboración con ETA en el marco de las Operaciones Jaque y Mate contra los abogados de presos etarras, sentenciados por actuar bajo las directrices de la organización terrorista.

"Nunca he preguntado a ninguno de mis defendidos si era verdad aquello de lo que lo acusaban", zanja a propósito de qué puede conducir a un joven abertzale de Lekeitio -una bella localidad turística de la costa vizcaína- a integrarse en ETA y llegar a decidir sobre ekintzas (acciones/atentados) tan crueles e inhumanas como el secuestro de Ortega Lara.

Cuando yo tenía 10 años, en mi aldea había dos cuarteles de la Guardia Civil y un ayuntamiento falangista

Entrar en ETA

En la carta recibida este agosto, Pototo recuerda su infancia en Lekeitio para explicar las razones de su ingreso en la organización terrorista, “lo que ustedes insinúan como banda”, reprocha, y que Atxurra Egurrola define como una “red de redes popular, una guerra de guerrillas o de desgaste contra la ocupación y la dictadura del Estado”.

“Cuando yo tenía 10 años, en mi aldea había dos cuarteles de la Guardia Civil y tres puestos fijos de carabineros, uno a cada entrada y salida del pueblo, más otro en el puerto; un ayuntamiento falangista y dos o tres nombres de la nobleza propietarios de todas las tierras. Todos ellos bendecidos, un domingo sí y otro también, por un obispo bien agradecido. Todos ellos, con alguna excepción, foráneos", remata. "Todos ellos, imponiendo al alimón y con la fuerza de las armas una legislación extranjera para nuestro pueblo y unas formas de hablar y de sentir que no son las nuestras”, concluye.

Es más, Pototo nos desafía a acudir a Lekeitio y preguntar a diez de sus habitantes, escogidos al azar, pero “preferiblemente euskaldunes”, si un miembro de ETA es un gudari – el soldado vasco en la mitología vascuence- o un terrorista.

“Como en las historietas de Astérix y Obélix –aquella pequeña aldea gala que resiste siempre al invasor- toda mi generación se vio abocada a meterse en la cacerola y degustar la sopa”, explica sobre su entrada en ETA en singular metáfora. “El ser militante de ETA, aun inducido por la ocupación manu militari de nuestras tierras, es un acto voluntario”, subraya.

Extracto de la carta de Pototo contestando a las preguntas de los periodistas
Extracto de la carta de Pototo contestando a las preguntas de los periodistas.

Atxurra Egurrola admite haber formado parte en la década de los 80 del temible Comando Bizkaia de la organización terrorista, uno de los más activos de la época, para, en los 90 y hasta su detención en 1996, ocupar la dirección de su aparato logístico. Una etapa marcada por la "socialización del sufrimiento" impuesta por ETA.

“Pototo era taxista en Lekeitio”, recuerda el hoy coronel de la Guardia Civil, Manuel Sánchez Corbí, figura clave en su detención, sobre el ya lejano pasado del dirigente etarra. Fue compañero de comando de Juan Carlos Iglesias Chouzas alias, Gadafi, Carmen Guisasola, entonces los etarras más buscados por las fuerzas de seguridad.

Con esta última, reclamada este mes de septiembre por la Audiencia Nacional para que responda con un atentado con bicicleta-bomba que mató a un policía en Galdakao en 1990, Atxurra Egurrola formó una pareja de pistoleros letal, explica Sánchez Corbí. La bicicleta que explotó en Galdakao presentaba las huellas dactilares de ambos.

Tras una frenética actividad terrorista en las filas del Comando Vizcaya, ambos huyeron a Francia. Guisasola se encargó del cobro del llamado impuesto revolucionario etarra y Pototo tomó el mando del aparato logístico de ETA, encargado de la provisión de armas, explosivos y documentación falsa a los comandos. “Eran los Bonnie & Clyde de ETA de finales de los 80 y principios de los 90”, la famosa pareja criminal estadounidense de los años 30, asegura el alto mando de la Guardia Civil. “Atxurra Egurrola había sido un asesino, era un tipo con carisma, y un militante de ETA listo y bregado,” insiste.

El ser militante de ETA, aun inducido por la ocupación manu militari de nuestras tierras, es un acto voluntario

Por su parte, Pototo no quiere hablar del sacrificio que supone ser militante de la organización que asesinó a más de 800 personas durante cinco décadas. Por el contrario, habla de “sufrimiento”. “No hay sacrificio allá donde la voluntad de uno es el derecho de todo un pueblo a existir y ser libre”, insiste antes de enumerar y agitar como justificación una larga serie de presuntos actos represivos contra el uso del euskera, el ecologismo, el movimiento antinuclear o pro-amnistía, añadiendo, incluso, actitudes contrarias al feminismo, la lucha por los derechos LGTBI o el antimilitarismo.

“Llegados a este punto de no retorno ¿Sufrimiento? ¡Mucho!”, proclama entre exclamaciones. Atxurra Egurrola, entre rejas desde 1996, fue detenido en una granja de Lasseube, a unos 20 kilómetros de Pau, en los Pirineos Atlánticos, tras, según explica en su carta, ser localizado e identificado en Paris “en el contexto de una reunión que tratábamos de realizar con una organización armada hermana europea”, cuya verdadera identidad Pototo, sin embargo, no especifica. No obstante, en la serie documental El Desafío: ETA comprobaremos a través de fotografías policiales realizadas en la capital francesa que se trata de un encuentro con miembros históricos del Ejército Republicano Irlandés (IRA).

Ilustración de dos de los integrantes del IRA, con quien tenía relación la banda terrorista
Ilustración de dos de los integrantes del IRA, con quien tenía relación la banda terrorista.

Alain Ortega, coordinador operativo de la Dirección de Seguridad Interior de la Policía francesa en la lucha contra ETA recuerda en El Desafío:ETA aquel lejano verano de 1996: “Pototo del aparato de logística de ETA. Tenía como teniente a un francés, Daniel Derguy, muy duro también, que acostumbraba a conducir un Renault 19 rojo con una sirena de bomberos encima. La solía utilizar para saltarse los controles tranquilamente”.

“Los miembros del aparato logístico de ETA se movían por París con un coche robado, camuflado como vehículo de obras públicas. Los localizamos e identificamos. Y le colocamos al coche una baliza de seguimiento que nos permitió rastrear a Pototo, unos mil kilómetros, unas ocho o diez horas, desde París hasta una granja en las afueras de Pau”, recuerda el coronel Sánchez Corbí que participó en el operativo de su detención.

“Detuvimos a Pototo en Lassuebe, cerca de Pau, en una operación conjunta con la Guardia Civil y el entonces CSID, los servicios secretos españoles”, reafirma Ortega.

“Detener a uno de los tres jefes de ETA es muy importante. Se paraliza la banda durante unos meses, cae un tipo con experiencia, su relevo no tiene nunca la misma valía, y adquieres mucha información de utilidad. De esta detención salió la información para rescatar a Ortega Lara”, expone por su parte el coronel Sánchez Corbí.

Atxurra Egurrola había sido un asesino, era un tipo con carisma, y un militante de ETA listo y bregado

Su comando secuestró a Ortega Lara

Julen Atxurra Egurrola fue condenado a cientos de años de cárcel por secuestro, asesinato, atentado, homicidio y detención ilegal; que, además del secuestro de Ortega Lara, incluyen un ataque con granadas contra la casa cuartel de la Guardia Civil en Durango, la colocación de una bomba-lapa en los bajos del coche de un agente del Instituto Armado en Barakaldo o el asesinato de un policía en Bilbao, entre otros.

“Se me acusa de ser miembro de ETA, de un delito continuado por ser militante de ésta, y de sus acciones armadas, esencialmente de ataques contra las Fuerzas Armadas españolas y de sus infraestructuras”, explica con sus propias palabras.

“Muchas de las condenas que tiene Julen es porque le colocan en la dirección de ETA en un periodo de tiempo determinado y le condenan por ordenar acciones como la del secuestro de Ortega Lara, y alguna otra, por ser un poco el jefe o el dirigente”, respalda su abogado, Alfonso Zenón.

“De él dependían comandos especiales como el que tenía secuestrado a Ortega Lara”, subraya el coronel Sánchez Corbí. “En la nave industrial de Mondragón donde lo mantenían detenido, ETA contaba con un laboratorio de I+D de armas y explosivos", explica. "Por eso, este comando dependía del aparato logístico etarra que dirigía Pototo”, añade.

Ilustración de Ortega Lara tras haber sido liberado de la nave donde estaba retenido
Ilustración de Ortega Lara tras haber sido liberado de la nave donde estaba retenido

“Yo estuve dentro del zulo donde mantuvieron secuestrado a Ortega Lara, en la cárcel del pueblo como la llaman ellos, bffff… no tengo palabras, qué pena, qué desastre”, manifiesta aún hoy conmovido Alain Ortega.

La versión oficial del rescate del funcionario de prisiones, cautivo durante 532 en un zulo oculto en la nave industrial, que nos aporta Sánchez Corbí, entonces el capitán de la Guardia Civil que dirigió el operativo policial que permitió su liberación, habla de una nota manuscrita incautada a Daniel Derguy, el principal colaborador de Pototo.

El documento rezaba Bol 5K OL y permitió al Instituto Armado seguir la pista (OL= Ortega Lara) que condujo hasta Josu Uribetxeberria Bolinaga (Bol), subordinado de Pototo y el carcelero de Ortega Lara.

“Cometieron un grave error con el anagrama BOL. Con eso no era suficiente, claro, pero con los elementos que teníamos de otras operaciones, pudimos llegar hasta Bolinaga”, recuerda Ortega. Cuando las fuerzas de seguridad españolas y francesas someten a Uribetxeberria a vigilancia policial descubren movimientos extraños en torno a aquella nave industrial de Mondragón. “Había algo raro. Cada vez que Bolinaga o alguien del comando entraba o salía de allí, llevaba barras de pan, sacaba bolsas de basura… sabíamos que había algo”, explica el policía francés.

Los miembros del aparato logístico de ETA se movían por París con un coche robado, camuflado como vehículo de obras público

Atxurra Egurrola matiza, sino desmiente, esta versión. Concede que la clave fue la detención, también en julio de 1996, de uno de sus colaboradores, el militante de ETA francés Daniel Derguy, “que trasladaba información la organización”. De acuerdo con la misiva de Pototo, se incautó a Derguy documentación que señalaba la localización de un pequeño agujero, oculto tras un azulejo, en el baño de la casa donde Atxurra Egurrola fue detenido.

“Allí, la jueza antiterrorista francesa Laurence Le Vert halló una cinta de vídeo Super-8 donde aparecía Ortega Lara en su lugar de retención haciendo crucigramas y en otro plano un miembro de la logística que lo retenía, encapuchado, mostrando alguna innovación tecno mecánica”. Pototo cree que esas imágenes permitieron a la Guardia Civil deducir dónde se encontraba el zulo de Ortega Lara y quién o quiénes eran sus secuestradores y carceleros.

Ilustración del zulo donde Ortega Lara estuvo secuestrado durante 532 días
Ilustración del zulo donde Ortega Lara estuvo secuestrado durante 532 días.

“No existe constancia de la existencia de ese vídeo”, indica el coronel Sánchez Corbí, que subraya que la pista clave para rescatar a Ortega Lara fue el propio Bolinaga, cuya puesta en libertad en agosto de 2012, en un gesto humanitario del Estado que atendió al cáncer terminal que padecía el etarra, desató la indignación de las víctimas de ETA y conmocionó a la opinión pública española.

“Bolinaga era una buena persona y un militante entregado", zanja en su carta Atxurra Egurrola. "Lo mató la cárcel del Puerto de Santa María, esencialmente por la desasistencia médica y la presión administrativa a la que estuvo sometido”, reprocha.

“Vivía por y para ETA”, concede sobre Bolinaga Manuel Sánchez Corbí, que se pregunta con ironía si el cáncer de un etarra también es atribuible a la Guardia Civil. “Pasó demasiado tiempo entre su excarcelación en 2012 y su muerte en 2015”, critica.

En la nave industrial de Mondragón donde mantenían detenido a Lara, ETA contaba con un laboratorio de I+D de armas y explosivos

Una vida entre rejas

Condenado a 21 años de cárcel en Francia por sus actividades relacionadas con ETA, y a otros cientos de años en una quincena de juicios en la Audiencia Nacional en España, Pototo reconoce que no sabe siquiera cuánto tiempo le queda entre rejas. “Llevo 23 años ininterrumpidos en la cárcel, 27 años sobre el papel si contamos las redenciones que me dieron en Francia”, explica.

El dirigente etarra se casó y tuvo dos hijos durante su estancia en cárceles francesas. A mediados de los 2000 se le ofreció cumplir el resto de su condena en España, pero prefirió quedarse en Francia por motivos familiares en tanto que su mujer y sus hijas viven en París.

Asegura que nadie le informó entonces –“ni nunca”- de que sus años de cárcel en Francia no se descontarían de su condena en ningún caso al regresar a España. Acusa al Estado de hacer ingeniería jurídica –“trampas”- con el Código Penal para superar así el tiempo máximo en prisión -30 años de acuerdo con la legislación española actual- y ascender en términos reales hasta los 51 años de reclusión.

“Así andamos con aquellos que nos decían que cuando la lucha armada finalizase definitivamente todo sería posible”, lamenta el jefe del aparato logístico de ETA. Y advierte que su tiempo en prisión aún depende de “las ingenierías jurídicas y políticas de los Estados, del activarse de nuestro pueblo y de la resolución del conflicto que aún perdura y persiste”.

Ilustración de Pototo retenido por policías nacionales
Ilustración de Pototo retenido por policías nacionales.

“Los presos vascos somos rehenes del Estado profundo”, denuncia en un relato que presenta los centros penitenciarios españoles como plazas de vulneración flagrante y constante de los Derechos Humanos. “Si los DDHH no se respetan fuera ¡Cómo se van a respetar dentro!”, clama Pototo en su carta. "La cárcel es un reflejo de lo que sucede fuera, un espejo de espejos”, argumenta, al tiempo que dibuja un retrato de una España convertida en “cárcel de pueblos, sin pan, techo, ni salud para sus ciudadanos, con muertos en sus cunetas y torturas en sus comisarías”.

Yo estuve dentro del zulo donde mantuvieron secuestrado a Ortega Lara, bffff… no tengo palabras, qué pena, qué desastre

Denuncia torturas policiales

Atxurra Egurola dedica tres páginas de las 27 de las que consta su carta manuscrita a desarrollar una aterradora retahíla de torturas sufridas a manos de la Policía Nacional en la bilbaína comisaría de Indautxu donde estuvo retenido en al menos dos ocasiones. Desde una capucha en la cabeza y golpes en la testa con un listín telefónico en 1982 -cuando Pototo contaba con 23 años y fue detenido por tenencia ilícita de armas, según su testimonio dos espráis anti violación adquiridos legalmente en Andorra- hasta un detallado relato de tortura policial dos años más tarde y en el mismo escenario tras ser de nuevo capturado en “una redada masiva contra el independentismo” en Lekeitio.

“Me tiraron al suelo, me desnudaron, erguido en esa posición entre cuatro o cinco policías. Cada uno de ellos agarrando mis extremidades y otro haciendo preguntas. El que se mantenía de rodillas sobre mi pie derecho estuvo un tiempo interminable arrancándome los pelos de los testículos uno a uno. Al rato, uno de ellos desapareció de mi visión sensorial y volvió con una especie de molinillo de café con unos cables. Me ató una de las puntas del cable pelado al dedo del pie, mientras el otro policía mantenía en contacto el otro cable con mi sexo. Cuando el que estaba entre mis dos piernas con el molinillo agarró la manivela de este, pude desprenderme de la mano que tapaba mi boca y eché un chillido que probablemente pudo escucharse en toda la comisaría”, relata en su carta.

Atxurra Egurrola, puesto en libertad al día siguiente, denunció lo ocurrido ante el Palacio de Justicia de Bilbao. De acuerdo con su relato, dos años más tarde se archivó la causa por no poder identificar a los autores.

Alfonso Zenón, su abogado, reafirma la tesis de su cliente. “A mí me constan torturas a mis clientes, no porque las haya visto, evidentemente no estaba en comisaría ni nunca se me ha enseñado en una cámara cómo torturaban a nadie, pero me constan”. “En cuanto se levantaba la incomunicación de mis defendidos ibas a los calabozos a ver al preso y te lo contaban... y los veías como estaban, es que los veías cómo estaban”, asegura el letrado de presos etarras.

Ilustración inspirada en las torturas relatadas por Pototo
Ilustración inspirada en las torturas relatadas por Pototo.

“Todas las policías que han operado en Euskal Herria han torturado”, asegura Zenón. “No lo digo yo solo, advierte, lo dice también un informe encargado por el Gobierno vasco realizado por expertos como el forense Paco Etxeberria -célebre en España por identificar los restos óseos de los niños asesinados por su padre, José Bretón, en Córdoba- y que constata más de 4.000 casos de torturas, solo en la comunidad autónoma vasca”, concluye.

“En España, los delitos los dictaminan los jueces, no una comisión de cuatro amigos. Eso no tiene ninguna validez y es una pantomima. Condenas por torturas en 50 años ha habido 22, no 4.000”, contraataca el coronel Sánchez Corbí.

La denuncia de Pototo no se limita a las comisarías. Asegura con macabra ironía que en las cárceles españolas “mueren múltiples presos políticos siempre por causas naturales”. Pero no solo eso: Atxurra Egurrola coloca incluso en boca de una médica del centro penitencio Puerto I de Santa María una frase desoladora: “Ahora que ya no hay lucha armada os podemos curar”.

Casualidad o no, el hecho es que Julen Atxurra Egurrola, de 61 años, abandonó dicho centro penitenciario después de sufrir un derrame cerebral el pasado 13 de mayo para ser trasladado a la prisión de Aranjuez donde se cuenta con un servicio médico para el tratamiento del ictus. “Está en el módulo de aislamiento y las condiciones de la cárcel son peores que en la cárcel del Puerto de Santa María. Tiene que hacer rehabilitación y no le hacen, y tiene pendiente una prueba del corazón, y a saber cuándo le harán. En fin, a ver si conseguimos que les traigan al País Vasco que es donde tendrían que estar”, reclama su abogado.

Llevo 23 años ininterrumpidos en la cárcel, 27 años sobre el papel si contamos las redenciones que me dieron en Francia

El fin de ETA

Sobre el cese definitivo de la lucha armada que anunció ETA en 2011 y su posterior disolución definitiva comunicada en 2020, Atxurra Egurrola se manifiesta conforme, en tanto “ha sido decidido por una inmensa mayoría de los militantes de la organización”.

Sin embargo, recuerda en su misiva que “la Euskal Herria peninsular sigue estando encadenada y sometida a España, de modo que toda política propia está sometida a “la razón de Estado español”, reprocha. Esto no impide a Pototo en ningún caso atribuir a ETA presuntos logros como la vigencia del euskera, la territorialidad, “si no administrativa, cultural y sociológica”, del País Vasco y Navarra, o incluso el cuestionamiento del patriarcado en Euskal Herria. Afirma que gracias a la organización terrorista no se pudo implantar la central nuclear que se proyectó construir en Euskadi. Lo que no cita en su carta es que, durante la década de los 80, ETA asesinó a cinco trabajadores de la central nuclear de Lemoniz para impedir su construcción. Tampoco menciona en su carta a ninguna de las 854 víctimas mortales a manos de la organización terrorista a lo largo de casi 50 años de atentados.

Sin embargo, de acuerdo con su versión, los militantes de ETA “no nos sentimos de ninguna manera derrotados” como tantas veces han asegurado políticos, medios de comunicación o las Fuerzas de Seguridad del Estado. “La conciencia de ser una nación y tomar en sus manos su propio destino es más que evidente, y los presos políticos vascos, aunque ya mayores, van saliendo dignos y enteros habiendo vencido a la cárcel”, argumenta.

Ilustración del momento en el que ETA anuncia el cese de su actividad
Ilustración del momento en el que ETA anuncia el cese de su actividad.

“¿Quién es ETA? Si están todos en la cárcel. Si no se siente derrotado un tipo que está en la cárcel…” se pregunta el coronel Sánchez Corbí, que cree que Pototo no quiere reconocer la evidencia. “La Guardia Civil tiene derecho a sentir y decir lo que quiera, pero los relatos sesgados con pretensiones chulescas sirven a los que sirven. Ellos no pintan nada en nuestras tierras, solo sufrimiento. Son lo que son, hicieron lo que hicieron y algún día tendrán el valor de explicárselo a su país. El nuestro ya lo sabe”, desafía Pototo.

“Permitieron la entrada de drogas de todo tipo, controladas y distribuidas desde los cuarteles de las Fuerzas Armadas de Ocupación españolas para destruir el potencial de lucha, criterios y pensamiento de la juventud de nuestro país”, asegura recurriendo al mito del plan del Estado para utilizar la heroína y así inutilizar a la juventud vasca. El historiador Pablo Varela sostiene en una tesis doctoral tutelada por el profesor de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco, Antonio Rivera, que no existe ninguna evidencia real al respecto.

Al contrario. La lucha contra ETA impidió a las fuerzas de seguridad trazar una línea de actuación sólida contra el narcotráfico que tantos estragos causó en los 80 en todos los pueblos situados en la margen izquierda del Nervión que van desde Bilbao a Santurce, pero también en Lekeitio, el hogar natal de Pototo. “Eso es otra leyenda urbana de ETA, otra mentira para echar mierda”, resume Manuel Sánchez Corbí.

Los presos vascos somos rehenes del Estado profundo

A la pregunta de qué ha logrado ETA después de casi cinco décadas de terror y muerte, Atxurra Egurrola concluye: “Seguimos vivos y luchando por nuestros derechos y por una sociedad más justa y democrática. No es poco”.

Una reivindicación de la violencia como medio para alcanzar fines políticos que no comparte Carmen Guisasola, la que fuera pareja de Pototo en los años 80 como pistoleros del Comando Vizcaya. Ella es hoy una etarra histórica arrepentida y una de las impulsoras en 2008 de la denominada Vía Nanclares para la reinserción de presos etarras y la reparación de las víctimas de ETA. Él se mantiene firme en los férreos postulados de la línea más dura de los reos de la organización terrorista, la de aquellos que no acaban de cerrar la puerta al regreso de la "lucha armada".

¿Qué han conseguido? Nada. Estuvo junto a Carmen Guisasola, actuaron juntos, hicieron lo mismo… pero ella está arrepentida y en libertad y él sigue en la cárcel”, asegura Sánchez Corbí, el capitán de la Guardia Civil que detuvo a Pototo. En cualquier caso, no se aprecia en las 27 páginas de las que consta su carta escrita a mano signo de arrepentimiento alguno.