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Díaz Ayuso parte Madrid en dos como último recurso antes del confinamiento
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BARRIOS DEPRIMIDOS DEL SUR

Díaz Ayuso parte Madrid en dos como último recurso antes del confinamiento

La estrategia busca contener el rebrote en las áreas con más incidencia, en su mayoría en zonas deprimidas del sur. Los epidemiólogos advierten de que las medidas llegan tarde

Foto: La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, durante la rueda de prensa de este viernes. (EFE)
La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, durante la rueda de prensa de este viernes. (EFE)

Más de 850.000 madrileños un 13% de la población— quedarán a partir del lunes en un limbo tras las medidas anunciadas por la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, de establecer restricciones selectivas en 37 de las casi 300 áreas básicas de salud de la región. La estrategia busca contener el rebrote de coronavirus en las áreas con más incidencia, en su mayoría en zonas deprimidas del sur, y alejar el espectro de un cierre total de la comunidad.

El Gobierno regional propone restringir durante 14 días la movilidad en zonas de seis distritos de la capital y ocho municipios de la comunidad, pero con la amplia excepción de los desplazamientos laborales, educativos y otra serie de motivos justificados. Además se cerrarán parques públicos y se reducirá el aforo de los bares y establecimientos en un 50%. Un plan recibido con escepticismo por los expertos y críticas de la oposición que afecta a zonas con rentas anuales que no superan en ningún caso los 38.200 euros por hogar y la mayoría rondan menos de 25.000.

Foto: Las zonas básicas afectadas por las limitaciones en Madrid. (EC)

"Mejor limitar la comunidad por barrios antes que no hacer nada, pero no creo que sea suficiente", asegura Salvador Macip, médico investigador de la Universidad de Leicester y de la UOC, a El Confidencial.

El experto explica que hay tres etapas para frenar un rebrote. La primera es utilizar muchos rastreadores para seguir cada contagio y frenarlo —"esa oportunidad ya pasó"—, la segunda etapa consiste en hacer test masivos para detectar y aislar asintomáticos —"pero para eso también es tarde"—. Así que estamos llegando a la tercera: "Cuando los hospitales empiezan a saturarse, donde solo van a funcionar medidas más contundentes y rápidas y hay que cerrar la ciudad al máximo".

Las cifras al respecto no son alentadoras. La capital tiene las unidades de críticos por encima del 60% de ocupación, mientras que el promedio de la comunidad ronda el 20%, más del doble del promedio nacional. Antes de que se empezaran a llenar las camas, hacía semanas que las cifras de contagios advertían de que el virus se estaba saliendo de control. Si a finales de julio los casos volvían a estar en tres cifras, un mes más tarde se cuadriplicaban y volvía a los miles diarios.

"La situación se está desmadrando desde hace dos semanas y no han hecho nada. Con esto se ponen puertas al campo, pero al menos es algo", lamenta Estanislao Nistal-Villán, virólogo y profesor de la Universidad CEU San Pablo, quien es pesimista respecto al momento y alcance de las medidas. "Hay muchas dificultades. Para empezar, va a ser difícil saber qué barrios tienen restricciones si no conoces muy bien la zona. Esto podría funcionar en países como Alemania, por su idiosincrasia y su capacidad hospitalaria", agrega. En España, reconoce, lo ve mucho más difícil.

¿Confinar los 'guetos del sur'?

En su comparecencia del viernes, Díaz-Ayuso explicó que se tomó la decisión de confinar las áreas "donde la incidencia es muy superior, con 1.000 contagios por 100.000 habitantes, una cifra gravísima". "De no tomar medidas" —prosiguió la líder popular— "corremos el riesgo de que se traspase a todo Madrid. Y estamos a tiempo de evitarlo".

Así que la decisión ha sido partir Madrid en dos trazando una frontera que deja en evidencia, una vez más, cómo la pandemia ha golpeado con más fuerza a las zonas más empobrecidas y desatendidas históricamente en la región, lo que se traduce en su renta. De las 37 zonas afectadas, solo seis superan los 30.000 euros de renta por hogar, según los últimos datos segregados por barrios ofrecidos por el Instituto Nacional de Estadística. Apenas uno, Daroca en Ciudad Lineal, ronda los 40.000. La mayoría están entre 22.000 y 25.000, con San Cristóbal, en Villaverde, entre los de renta más baja con menos 20.000 euros anuales por hogar y una renta anual media por persona de poco más de 6.000 euros.

"Las áreas más afectadas no son los polígonos de vivienda abierta o social característico, aunque hay algunos, sino esas áreas que crecieron de forma espontánea en la ciudad a principios del siglo XX", explica José María Ezquiaga, arquitecto y expresidente del colegio de urbanistas de Madrid.

Estas zonas se nutrieron de inmigrantes venidos de Castilla, Andalucía y Extremadura que en vez de asentarse en barrios promovidos por planes urbanísticos, lo hicieron en lotes vendidos por parceladores. "Son esos barrios que llevan recibiendo inmigrantes desde hace 100 años, barrios que eran pobres a principios del siglo pasado y han seguido siendo siempre pobres", explica a El Confidencial.

Allí se ha consolidado bolsas perennes de pobreza, con infraviviendas que carecen de ventilación y sol, y con severos problemas de hacinamiento. "Además de un tema de justicia y equidad, hay un tema de salud pública. Ya en el primer estudio del doctor Chicote se destacaba estos barrios como focos de infección y enfermedad como la tuberculosis por sus condiciones. Es un riesgo sanitario y lo ha sido desde hace 100 años", agrega Ezquiaga, citando el estudio que dirigió en 1914 el doctor César Chicote sobre las viviendas insalubres de la capital.

El coronavirus ha venido a exponer una situación límite que lleva gestándose décadas y que para algunos expertos se ha agudizado en los últimos años. "Con mejores casas, casas que no sean de 40 metros cuadrados, que tengan algo de ventilación y luz, la pandemia sería menos rigurosa de lo que es ahora", explica el arquitecto Eduardo Mangada, primer concejal de urbanismo de Madrid en democracia con Tierno Galván y autor del Plan General de Ordenación Urbana de 1985.

"El problema no es cerrar un barrio, que seguramente es necesario. El problema está en hacer una ciudad habitable: ¿Cuántas viviendas sociales se han hecho en la Comunidad de Madrid en los últimos años? ¿Cuántas escuelas se han privatizado? ¿Por cuánto se han vendido las clínicas?", se pregunta.

Foto: Isabel Díaz Ayuso. (EFE)

Estas restricciones han impactado especialmente al "cinturón rojo" madrileño. La mayoría de las zonas afectados votaron PSOE en las elecciones de noviembre, con la excepción de la zona sanitaria de Vista Alegre en Carabanchel, donde ganó el PP con un casi empate técnico con el PSOE. En las zonas de Usera, Villaverde y Puente de Vallecas también ganó el PSOE, con Podemos-IU como segunda fuerza. Y en Ciudad Lineal, un distrito muy disputado por el bipartidismo, todos las zonas sanitarias afectadas son del PSOE.

"Hay dos Madrid y los hay desde que hicimos el plan general de 1985. Hay una divisoria clarísima con indicadores objetivos, como la menor esperanza de vida en los distritos del sur que el norte. ¿Por qué? Porque son menos sanos, menos cuidados, con menos recursos. Para qué demonios hacemos esa obra majestuosa e innecesaria en Plaza España y nos olvidamos de Vallecas, de Usera, de Villaverde, con más de 1.000 calles sin atender", concluye el urbanista.

Segregación coronavírica

Todavía queda por ver cómo se implementarán las medidas de forma efectiva. Díaz Ayuso insistió hasta tres veces en la rueda de prensa que solicitará la colaboración de la Policía Nacional, la Guardia Civil y las policías locales de todos los municipios afectados para controlar la movilidad. Pero en el plan hay muchas zonas grises y excepciones que hacen dudar de su utilidad para frenar la expansión de los contagios a otras áreas de la ciudad.

"La gente que vivimos en barrios más empobrecidos lo que tenemos es que trabajamos, y cogemos el transporte público. Yo cojo la Renfe cuatro veces al día. No sé si [estas restricciones por zonas] van a servir de algo", lamenta Marina Neira, residente en la zona de San Fermín, Usera.

Pero poco después del anuncio, cientos de manifestantes se concentraron frente a la sede de la Comunidad de Madrid, en la Puerta del Sol, para criticar unas medidas "clasistas" y "segregadoras" y exigir la dimisión de la presidenta. Mientras, la oposición la acusa de tomar medidas con sesgo ideológico. "Es segregación de clase. Ineficaz e injusta. No puede tolerarse", ha expresado el dirigente de Más País, Íñigo Errejón, en su cuenta de Twitter.

Con el sentimiento de haber sido injustamente perjudicados, algunos en estas zonas ya se plantean seguir con sus vidas al margen de las restricciones.

"La historia de verdad es que voy a seguir haciendo lo que me da la gana", asevera Alicia Sánchez, joven estudiante de oposición que vive en Villaverde, donde se han restringido los movimientos en cuatro zonas sanitarias (San Andrés, San Cristóbal, El Espinillo y Los Rosales). Asegura que seguirá yendo a tomar cañas con sus amigas en el centro. "No es un confinamiento per se", defiende, "que si lo fuera, sí que lo cumpliría. Nos están penalizando a todos cuando algunos no tenemos las características para ser penalizados", concluye.

Los que se libraron sospechosamente

No todas las zonas con una incidencia similar de coronavirus a la de las afectadas han sido incluidas en el plan de contingencia. Áreas como Miguel Servet y Doctor Trueta en Alcorcón —el municipio más rico del sur—, o el propio Lavapiés en el casco central de Madrid se han librado de las restricciones. Según detalló el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Enrique Ruiz Escudero, los criterios incluyen una incidencia acumulada superior a 1.000 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días, una curva de contagios creciente y una "contigüidad geográfica que facilite el control perimetral de la movilidad". 

Las zonas sanitarias en las que se ha basado el plan son en ocasiones tan pequeñas y particulares que forman istmos entre barrios. Áreas como Miguel Servet cumplen los requisitos epidemiológicos, pero podrían haberse librado por ser una zona con pocas casas y baja densidad en un área amplia, difícil de controlar por la policía.

Lavapiés, en cambio, es otra cosa. Con 1.185 casos de incidencia acumulada por cada 100.000 habitantes, debería haber recibido el mismo trato que las zonas en Carabanchel, Usera, Villaverde o Puente Vallecas, algunas con menor incidencia acumulada incluso. El problema puede ser que Lavapiés no es el sur, y sería una burbuja confinada en pleno corazón de Madrid. El propio alcalde, José Luis Martínez Almeida, ha advertido: "la ciudad no se puede compartimentar".

Más de 850.000 madrileños un 13% de la población— quedarán a partir del lunes en un limbo tras las medidas anunciadas por la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, de establecer restricciones selectivas en 37 de las casi 300 áreas básicas de salud de la región. La estrategia busca contener el rebrote de coronavirus en las áreas con más incidencia, en su mayoría en zonas deprimidas del sur, y alejar el espectro de un cierre total de la comunidad.

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