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Captador y delegado de Txeroki: el currículo del etarra cuya muerte lamentó Sánchez
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EL TERRORISTA SE SUICIDÓ EN PRISIÓN

Captador y delegado de Txeroki: el currículo del etarra cuya muerte lamentó Sánchez

Igor González Sola fue detenido por la Policía Nacional en 2005, justo después de conformar el comando Amaiur, con un montón de objetivos bajo el brazo que nunca llegó a ejecutar

Foto:  Igor González Sola.
Igor González Sola.
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Igor González Sola (Bilbao, 1972) comenzó a frecuentar ambientes abertzales desde muy joven. Pronto se integró de hecho en las organizaciones juveniles de la banda terrorista ETA, donde estaban sus amigos de la infancia. Como todos los miembros de la organización armada, empezó a hacer la denominada 'kale borroka', la lucha callejera contra los poderes establecidos en la que los jóvenes de la banda se enfrentaban a las fuerzas de seguridad por las calles de las principales ciudades vascas. Se convirtió en un miembro activo de Jarrai, como se llamaba la principal de estas agrupaciones en torno a las que crecían los cachorros de ETA.

Agentes de la Policía Nacional le detuvieron en 1998 en Tudela (Navarra), donde se había desplazado, precisamente por protagonizar actos de violencia callejera. Aquello eran por aquel entonces un delito menor, por lo que con sus 26 años regresó a la vida en libertad. El colectivo de la 'kale borroka' de hecho era tan numeroso que todos los arrestados por este tipo de actuaciones no eran considerados miembros de la banda terrorista. De ahí que, tras la detención y posterior puesta en libertad, González Sola pudiera integrarse en la organización sin ser seguido por la Policía o la Guardia Civil.

Foto: Vista de la prisión de Martutene, en San Sebastián. (EFE)

Comenzó siendo un miembro legal de ETA, denominado así por no estar fichado por las fuerzas de seguridad. Se trataba de una figura muy necesaria dentro de la estructura de la banda, que contaba con un importante número de componentes legales diseminados por todo el País Vasco que servían como apoyo a los clandestinos, los que vivían generalmente en Francia y hacían incursiones puntuales a España. A estos, los legales les proporcionaban sitios donde dormir, información e incluso transporte o hasta comida y dinero si era necesario. En concreto, el papel de González Sola fue el de integrarse dentro del aparato de captación.

Por aquel entonces, esta estructura de captación estaba liderada desde Francia por Ibón Fernández de Iradi, alias Súsper, quien más tarde llegaría a ser jefe del aparato militar de la banda terrorista. De él y de otros dirigentes dependían a su vez tres grupos de captación en cada provincia. González Sola comenzó a dirigir el que funcionaba en Vizcaya, lo que conllevaba coordinar a su vez otros tres subgrupos dentro del territorio. Su labor consistía en captar a los futuros miembros de ETA, detectar a personas afines y comenzar a encomendarles pequeñas tareas.

placeholder Imagen de la Policía Nacional tras la detención del comando Amaiur en 2005. (Policía Nacional)
Imagen de la Policía Nacional tras la detención del comando Amaiur en 2005. (Policía Nacional)

En concreto, les pedía que buscaran pisos para acoger a terroristas que venían de Francia, que trasladaran a estos mismos etarras o que incluso avisaran si veían gente sospechosa merodeando una zona en la que se alojaban los miembros ilegales de la organización. Pero no solo dirigía estas tareas logísticas a través de esa red de vecinos afines, sino que también recopilaba información esencial para la consecución de los fines de la banda precisamente gracias a los datos que le proporcionaban esos ciudadanos que se granjeaba. Información sobre las rutinas de posibles objetivos, como horarios, descripciones, hábitos, etc. Todo valía para ayudar a González Sola a ordenar los elementos y elaborar un informe que ayudara a sus jefes a cometer atentados que acabaran con la vida de policías, guardias civiles, funcionarios o políticos.

Sin embargo, una redada modificó el devenir de la que empezaba a ser una cómoda vida para González Sola. Una operación de la Policía Nacional en 2003 de la que él escapó cambió su vida. "Todos los que lograban evadirse pasaban a ser ilegales", recuerdan fuentes policiales que intervinieron en aquella batida, que aseguran que fue entonces cuando el que había sido responsable de captación de ETA en Vizcaya pasó a la clandestinidad. De legal al ilegal, de España a Francia, de caminar en libertad a esconderse de la Policía y de la Guardia Civil.

Foto: Cartel de 'Patria' de HBO.

González Sola cruzó la frontera y se integró en la estructura dura de la organización terrorista. "Cuando pasa esto, el terrorista se presenta ante la cúpula de ETA, los dirigentes le preguntan si quiere seguir en la lucha armada o si prefiere esconderse y pasar a un destino alejado, generalmente en Sudamérica", explican las mismas fuentes, que recuerdan que González Sola optó por continuar "en la guerra". Fue entonces cuando los jefes de la banda le pusieron a las órdenes de Mikel Garikotiz Aspiazu Rubina, conocido como Txeroki, que le conminó a integrarse en el comando Donosti.

El entonces líder militar de la banda le entregó una lista con objetivos en la que había atentados contra cuarteles de la Guardia Civil, asesinatos de políticos y miembros de las fuerzas de seguridad o ataques a intereses turísticos durante la denominada campaña de verano que cada julio y agosto la organización terrorista ponía en marcha con el fin de aterrorizar a los turistas que visitaban España y dañar de este modo la economía nacional. González Sola se unió entonces a los otros dos miembros de ETA Iker Olabarrieta Colorado y Carmelo Laucirica Orive. Los tres conformaron el 20 de marzo de 2005 el nuevo Donosti, que entonces pasó a denominarse Amaiur con objeto de que las fuerzas de seguridad no identificaran la denominación del grupo con la de una zona geográfica.

placeholder Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. (EFE)
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. (EFE)

A los tres, sin embargo, no les dio tiempo a actuar. Apenas cinco días después de conformarse como comando, agentes de la Policía Nacional los detuvieron en el piso en el que los tres residían en Zarauz (Guipúzcoa). "Una labor preventiva que duró meses permitió arrestarles antes de que pudieran cometer atentado alguno", recuerdan las mismas fuentes consultadas, que participaron en aquella operación de derribo del nuevo Donosti y en la que dos años antes había provocado la detención de Súsper. González Sola fue entonces condenado por la Audiencia Nacional a 20 años de prisión por los delitos de colaboración con banda terrorista, falsificación de documentos y tenencia ilícita de armas.

Primero estuvo encerrado en Soto del Real, luego en Burgos, en el Puerto de Santa María —donde en 2007 protagonizó un intento de suicidio—, en Granada, en Soria y en San Sebastián, donde aterrizó el pasado julio, convirtiéndose así en el primer preso de ETA que el Gobierno del PSOE y de Podemos acercaba a una cárcel vasca. Los problemas personales con su expareja, sin embargo, pudieron con él. El pasado 4 de septiembre, funcionarios de la prisión de Martutene, en la capital guipuzcoana, encontraron el cuerpo sin vida del que fuera miembro del aparato de captación de la banda en su celda individual. No pudieron evitar este segundo intento.

González Sola cumplió las tres cuartas partes de su condena el pasado marzo, lo que permitió que Instituciones Penitenciarias aprobara su solicitud de ser trasladado a cárceles cercanas al País Vasco, primero, e incardinadas dentro de la comunidad autónoma, después. Según ha contado Vozpópuli, el recluso estaba molesto con la actitud del Colectivo de Presos de ETA, que a su juicio no le había apoyado suficientemente en el conflicto que tenía con su expareja. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lamentó el pasado miércoles su muerte en sede parlamentaria.

Igor González Sola (Bilbao, 1972) comenzó a frecuentar ambientes abertzales desde muy joven. Pronto se integró de hecho en las organizaciones juveniles de la banda terrorista ETA, donde estaban sus amigos de la infancia. Como todos los miembros de la organización armada, empezó a hacer la denominada 'kale borroka', la lucha callejera contra los poderes establecidos en la que los jóvenes de la banda se enfrentaban a las fuerzas de seguridad por las calles de las principales ciudades vascas. Se convirtió en un miembro activo de Jarrai, como se llamaba la principal de estas agrupaciones en torno a las que crecían los cachorros de ETA.

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