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Los hombres de Villarejo accedieron a las cámaras de Metro para espiar a Bárcenas
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OPERACIÓN KITCHEN

Los hombres de Villarejo accedieron a las cámaras de Metro para espiar a Bárcenas

El "operativo parapolicial" accedió a las grabaciones de las cámaras de seguridad después de que el chófer del extesorero del PP entregara supuesta documentación a un hombre sin identificar

Foto: Los fotogramas de las grabaciones de las cámaras del metro que consiguieron en la operación Kitchen.
Los fotogramas de las grabaciones de las cámaras del metro que consiguieron en la operación Kitchen.
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La operación para recuperar la documentación sensible que Luis Bárcenas tenía en su poder no escatimó en medios. Con el extesorero del PP en prisión provisional, los hombres de Villarejo se convirtieron en la sombra de sus allegados entre julio de 2013 y febrero de 2014, despliegue que dispuso de 70 policías y se centró en controlar cada movimiento de su mujer, Rosalía Iglesias. Los policías practicaron más de medio centenar de seguimientos y, si perdían el rastro de sus objetivos, recurrían a técnicas propias de una investigación de primer nivel, como geolocalizar móviles o acceder a grabaciones de cámaras de seguridad de Metro de Madrid. Todo por mantener los secretos de Bárcenas bajo llave y proteger el partido que dirigía el Gobierno.

El doble objetivo de la operación Kitchen se recoge en un informe policial incorporado al sumario sobre los llamados papeles de Bárcenas que instruye el Juzgado número 5 de la Audiencia Nacional: recuperar la documentación que Bárcenas tuviera sobre el PP y sus dirigentes eludiendo "el control del juez" y, si conseguían cualquier otra información sensible, aprovecharla "como arma a su favor en una negociación" para anticiparse a las actuaciones judiciales y prevenir "los riesgos que las mismas pueden entrañar en su estrategia de defensa". Los investigados recurrieron para ello al chófer de los Bárcenas, Sergio Ríos, que se convirtió en su 'topo' a cambio de ingresar en la Policía Nacional y cobrar más de 53.000 euros a cargo de los fondos reservados.

Foto: Luis Bárcenas. (Reuters)
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Tener al chófer en sus filas facilitaba la misión, pero no quisieron dejar todo en sus manos: la operación parapolicial incluyó más de 55 seguimientos a la mujer de Bárcenas y, entre sus hallazgos, prestaron especial atención a lo ocurrido el 15 de agosto de 2013. Ese día, detectaron un encuentro entre el propio Ríos y un hombre al que presentan como "varón A" frente a la puerta del restaurante Arturo, en la plaza República Argentina, en Madrid, lugar en el que el chófer le entregó "documentación" al desconocido. A la vista de la escena, los responsables de la operación Kitchen acordaron preguntarle a Ríos por la misma y por el hecho de que hubiese abierto "el maletero del vehículo", pues la entrega se había llevado a cabo "por la ventanilla del copiloto".

El interés por esta entrega se refleja en un acta que no lleva la firma de policía alguno ni tampoco "sello oficial" o "identificación", pero que incide en preguntar a Ríos por lo ocurrido ese día. Entre la documentación intervenida, no aparece la explicación que dio el chófer, pero sí un segundo documento en el que se siguen los pasos del "varón A" a través de las cámaras de seguridad de Metro de Madrid, como adelantó 'El Español': "Accede al metro por el acceso más cercano al restaurante Arturo. Introduce un paquete de color blanco en la cartera. Se baja al andén de la Línea 6. Toma dirección Nuevos Ministerios. En el andén, palpa varias veces la cartera donde lleva el paquete". Los fotogramas que consiguieron gracias a estas grabaciones son los que se incluyen al inicio de este artículo.

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Además de detallar los movimientos del "varón A", al que los informes no identifican, los hombres de Villarejo también siguieron al propio Ríos ese día. Por mucho que lo tuvieran a sueldo, él tampoco se libró del espionaje. "El gitano [Sergio] se encontraba en la puerta del restaurante Arturo. A las 14:38 h había llegado en solitario conduciendo el vehículo Alfa Romeo", explican sobre el momento previo a la entrega. "Permanece unos tres minutos en las inmediaciones, transcurridos los cuales se marcha del coche para estacionar instantes después en la puerta del número 100 del paseo de la Castellana. Se baja del coche y accede al mencionado portal portando un objeto de pequeño tamaño en la mano". Su conclusión es clara: "Se confirma que el día 15 de agosto, Moro [Sergio] entrega el paquete aludido a este varón".

Más allá de acceder a las cámaras de seguridad de Metro de Madrid, los miembros de la operación Kitchen también utilizaron otras herramientas policiales. El 23 de septiembre de 2019, llegaron incluso a emplear el Sistema Integrado de Interceptación Telefónica (Sitel), herramienta que permite interceptar y grabar las comunicaciones telefónicas, así como seguir los movimientos de un dispositivo. Los policías siguieron al chófer y la mujer de Bárcenas desde las nueve de la mañana hasta las siete y media de la tarde, pero, pasado el mediodía, perdieron su rastro. "El Alfa Romeo con Sergio conduciendo arranca y se le pierde de vista. Sin embargo, minutos después se indica textualmente lo siguiente: 12:09 h (Sitel). El teléfono del gitano registra posición en las inmediaciones del hospital psiquiátrico".

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Dada la tecnología y los medios que tenían a su disposición, el juez de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón, responsable de la investigación sobre Kitchen, emitió esta misma semana un auto en el que deja caer una frase sobre quiénes se encontraban tras la operación. Según el juez, Kitchen fue un "operativo parapolicial del que serían responsables órganos superiores y/o directivos de la Administración General del Estado", un despliegue que salpica ahora a pesos pesados de la Policía Nacional y del PP durante el Gobierno de Mariano Rajoy.

La operación para recuperar la documentación sensible que Luis Bárcenas tenía en su poder no escatimó en medios. Con el extesorero del PP en prisión provisional, los hombres de Villarejo se convirtieron en la sombra de sus allegados entre julio de 2013 y febrero de 2014, despliegue que dispuso de 70 policías y se centró en controlar cada movimiento de su mujer, Rosalía Iglesias. Los policías practicaron más de medio centenar de seguimientos y, si perdían el rastro de sus objetivos, recurrían a técnicas propias de una investigación de primer nivel, como geolocalizar móviles o acceder a grabaciones de cámaras de seguridad de Metro de Madrid. Todo por mantener los secretos de Bárcenas bajo llave y proteger el partido que dirigía el Gobierno.

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