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Seis gráficos que muestran que la segunda ola está a años luz del tsunami de marzo
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NO LLEGA AL 10% RESPECTO AL MÁXIMO DE MARZO

Seis gráficos que muestran que la segunda ola está a años luz del tsunami de marzo

La elevada infranotificación de infecciones y muertes durante la primavera distorsiona cualquier comparación de la evolución de la pandemia. Intentamos solucionar este vacío de datos

Foto: Profesionales sanitarios ingresan a una paciente en el hospital 12 de Octubre. (Reuters)
Profesionales sanitarios ingresan a una paciente en el hospital 12 de Octubre. (Reuters)

El 22 de mayo de 1960 el suelo de Chile tembló más fuerte que nunca. La aguja del sismógrafo marcó el 9,5 en la escala de Richter, la mayor magnitud registrada hasta la fecha. Algo parecido ocurrió esta primavera con el coronavirus. La pandemia mundial originada en Wuhan (China) golpeó con una fuerza solo comparable a la peor epidemia de la historia: la gripe de 1918. Pero a diferencia del terremoto de Chile, los sismógrafos epidemiológicos oficiales registraron menos positivos y, en menor medida, fallecimientos que los reales al ser desbordados desde un primer momento. La infranotificación ocurrida en marzo y abril hizo pensar que estábamos ante una ola grande cuando en realidad se trataba de un tsunami.

El problema de esta infranotificación lo estamos viendo ahora al intentar comparar el repunte ocurrido durante el verano con la situación vivida en primavera. Las cifras oficiales del Ministerio de Sanidad dan a entender que ahora se registran más positivos que en los peores momentos de marzo. Pero esto tiene truco: en marzo apenas se detectaba el 10% de los casos reales. Hasta el 10 de mayo, el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) registró 250.000 positivos notificados por las comunidades autónomas. Sin embargo, el estudio de seroprevalencia desarrollado por el propio ISCIII detectó que el 5,2% de las 60.000 personas encuestadas a finales de mayo tenían anticuerpos y, por tanto, habrían pasado el coronavirus. Extrapolando este porcentaje a los más de 47 millones de españoles, estaríamos hablando de que casi 2,5 millones de personas habrían pasado la enfermedad durante la primavera, de las que nueve de cada diez no figuran en la cifra oficial de Sanidad.

Foto: El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, en una rueda de prensa. (EFE)

Para poner en contexto los contagios oficiales de la primera ola, esta semana hemos cambiado el gráfico que encabeza la portada de El Confidencial añadiendo la serie histórica de fallecimientos, que también está algo infrarrepresentada como se ha visto al compararla con el exceso de mortalidad. El nuevo gráfico motivó una intensa discusión en Twitter con aspectos que iban desde la idoneidad de la comparativa hasta la utilización de escalas diferentes en el eje vertical.

Aun así, quizá haya todavía gente que tenga dudas de si estamos peor o mejor que en el pico primaveral y, en este último caso, cuán lejos estamos de las semanas de marzo y abril en las que se rozó el colapso del sistema sanitario. Lo respondemos a continuación en seis gráficos.

La curva de contagios

Como ya hemos comentado anteriormente, los 250.000 contagios registrados de forma oficial hasta el 10 de mayo apenas representarían el 10% de la estimación de positivos obtenida del estudio de seroprevalencia desarrollado por el Instituto Carlos III. Al repartir los 2,47 millones de personas contagiadas por semanas con la misma distribución que las cifras oficiales de Sanidad, estaríamos en un escenario en el que más de medio millón de españoles se habrían contagiado en la peor semana de la pandemia. Los 50.000 nuevos positivos que se están registrando ahora quedarían muy lejos de cualquier cifra semanal del tsunami de marzo.

Varios modelos recogidos por Our World in Data, esta vez estimando la cifra de contagios diarios, también muestran una gran diferencia entre los casos oficiales y los reales.

Hospitalizados e ingresos en UCI

Hasta hace poco, España era el único país que no figuraba en las bases de datos que el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) mantiene sobre hospitalizados e ingresados en la UCI por el coronavirus. Subsanada esta ausencia, la cifra actual de ingresados en hospitales también está muy lejos de los peores momentos de la pandemia en nuestro país.

En la semana del 16 al 22 de marzo 49 personas por cada cien mil habitantes —algo más de 23.000 en números absolutos— ingresaron en los hospitales españoles aquejadas de coronavirus. Desde entonces, esta cifra fue cayendo poco a poco hasta el final del estado de alarma. Con los repuntes del verano, volvió a aumentar pero sin superar los cuatro nuevos ingresados por cada cien mil —unos 1.800 a la semana—.

Algo parecido ocurre con las nuevas admisiones en las unidades de cuidados intensivos (UCI). Tras tocar techo en los cinco casos por cien mil —unos 2.400 a la semana—, ahora se sitúa por debajo de los 0,1 —menos de 100—.

Fallecidos y exceso de mortalidad

La cifra oficial de fallecidos a raíz del coronavirus es el otro indicador que está infrarrepresentado si lo comparamos con el exceso de mortalidad; eso sí, en mucha menor medida que el número de contagios confirmados. Hasta mayo, el Ministerio de Sanidad confirmó más de 28.000 fallecidos de forma oficial, aunque el Instituto Nacional de Estadística (INE) detectó un exceso de 48.000 defunciones —independientemente de la causa del fallecimiento— respecto a la media de los últimos cinco años.

En cualquier caso, tanto las defunciones oficiales como el exceso de mortalidad detectado en las últimas semanas distan mucho de lo visto a finales de marzo y principios de abril.

La segunda ola no llega al 10% de la primera

Con todo esto, ninguno de los principales indicadores para seguir la evolución del coronavirus —positivos, hospitalizados, ingresos en UCI, fallecidos y exceso de mortalidad— llega de momento al 10% de lo que significó el tsunami de primavera. También hay que tener en cuenta que el estado de alarma se decretó cuando los casos, hospitalizaciones y admisiones en la UCI se encontraban por encima del 70% respecto al máximo alcanzado una semana más tarde (las muertes estaban por debajo del 10% al ser el último indicador en subir como consecuencia del repunte de casos).

Aunque la situación actual no tenga nada que ver con la de primavera, cualquier precaución es poca ante una enfermedad que se propaga igual de fácil que el fuego en campos secos. Y tampoco es necesario llegar a los máximos de marzo y abril para ver un aumento de las muertes por el coronavirus, de la misma forma que tampoco hace falta un terremoto muy potente para causar una gran destrucción. Ninguno de los cinco terremotos más mortíferos de la historia alcanzó la magnitud 8 en la escala de Richter.

El 22 de mayo de 1960 el suelo de Chile tembló más fuerte que nunca. La aguja del sismógrafo marcó el 9,5 en la escala de Richter, la mayor magnitud registrada hasta la fecha. Algo parecido ocurrió esta primavera con el coronavirus. La pandemia mundial originada en Wuhan (China) golpeó con una fuerza solo comparable a la peor epidemia de la historia: la gripe de 1918. Pero a diferencia del terremoto de Chile, los sismógrafos epidemiológicos oficiales registraron menos positivos y, en menor medida, fallecimientos que los reales al ser desbordados desde un primer momento. La infranotificación ocurrida en marzo y abril hizo pensar que estábamos ante una ola grande cuando en realidad se trataba de un tsunami.

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