Ciudadanos reaviva el choque entre Unidas Podemos y el ala económica del Gobierno
La interposición de Cs entre PSOE y Unidas Podemos amenaza con desestabilizar la coalición entre acusaciones de los morados a los socialistas de actuar "unilateralmente"
La exhibición pública de una nueva vía para el entendimiento entre PSOE y Ciudadanos, escenificada este lunes en el Congreso con el decorado de fondo de los Presupuestos Generales del Estado (PGE), ha reavivado la batalla más o menos subterránea que el sector de Unidas Podemos en el Gobierno mantiene con el ala ortodoxa capitaneada por la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, y la titular de Hacienda, María Jesús Montero. Con esta última han sumado en los últimos días otro desencuentro a cuenta de su propuesta para utilizar los remanentes de tesorería de los ayuntamientos y diputaciones, frente a la que los 'comuns' de Ada Colau ya han anunciado su rechazo en la tramitación parlamentaria si no se modifica. Los morados han afeado a esta parte del Gobierno, favorable a "modular" el programa de la coalición para atraer a Ciudadanos, de "mirar hacia la derecha", desmarcándose de la reunión entre la delegación socialista y naranja, lideradas por la vicepresidenta primera Carmen Calvo y el portavoz de Cs Edmundo Bal.
Para Podemos supone traspasar una línea roja cualquier desviación del programa de Gobierno, lo que entienden que sería la consecuencia directa de sumar a Ciudadanos a un acuerdo de Presupuestos. Geometría variable que se ha convertido en el plan B del PSOE para allanar la aprobación de las Cuentas ante la inestabilidad del bloque de investidura y rebajar el precio de los acuerdos. De ahí la airada reacción de Podemos que, además, tras el batacazo electoral del 12-J en las elecciones gallegas y vascas pretende redoblar esfuerzos para proyectarse como el sector del Ejecutivo que arrastra a los socialistas hacia posiciones más progresistas y de izquierda. Un papel centrado en empujar las decisiones hacia su terreno para evitar caer en la caricatura de ser la muleta de los socialistas y mantener viva una identidad propia.
En este contexto se enmarca la dureza de un tono que durante estos siete meses de cogobierno no había sido nada habitual, al menos en público, confrontando ya no sobre matices o medidas puntuales sino sobre la esencia misma de la coalición. "Quien mira hacia la derecha no es el Gobierno, sino una parte de él. Cumplir el acuerdo de gobierno implica cuidar la mayoría parlamentaria que lo hizo posible", arremetía la ministra de Igualdad, Irene Montero, en clara alusión hacia sus compañeros socialistas del Consejo de Ministro. A ello añadía que "Cs gobierna gracias a Vox, por eso no es creíble que vayan a apoyar las políticas centrales del gobierno de coalición".
La interposición de Cs entre PSOE y Unidas Podemos amenaza con desestabilizar la coalición entre acusaciones de los morados a los socialistas de actuar "unilateralmente". Así desde Podemos ha querido dejar claro que las negociaciones entre socialistas y naranjas no representan al Gobierno de coalición, al estar ellos excluidos, sino solo a ambos partidos. "Los acuerdos que alcancen solo comprometen al PSOE", advertía el portavoz de Unidas Podemos, Pablo Echenique, insistiendo a través de las redes sociales que "cada partido y cada ministro se reúne con quien considera, pero las relaciones Gobierno-partidos las establece la coalición de Gobierno, no una parte unilateralmente".
Los choques entre el ala ortodoxa del Ejecutivo y el sector de Unidas Podemos fueron una constante durante la gestión de la crisis del coronavirus
Desde la formación liderada por Pablo Iglesias ya lamentaron tras la reunión entre la delegación de PSOE y Cs, la segunda tras la celebrada el pasado 12 de junio sin aparentes discrepancias entonces entre los socios de Gobierno, que "el PSOE parece que quiere priorizar también el diálogo con Cs, pero Podemos no apoyará ningún acuerdo que suponga que el Gobierno gire lo más mínimo hacia la derecha o trate de invalidar cualquier punto del programa de Gobierno de PSOE y Unidas Podemos". Una línea roja que de traspasarse podría suponer una fisura en la coalición con consecuencias imprevisibles. Y es que, de forma más o menos velada, tanto Echenique como Irene Montero han ido un paso más allá dejando entrever que los votos morados en el Congreso no están asegurados.
"Respetamos que el PSOE quiera cambiar de aliados, pero no parece sensato hacerlo" porque, según parafraseaba Echenique, "como dice mi compañera Adriana Lastra son matemáticas". Montero, por su parte, acusaba a sus socios de Gobierno de no cuidar la mayoría parlamentaria que hizo posible el Gobierno. Esto es, a los partidos del bloque de la investidura, con ERC a la cabeza, quien ya se plantea replantar su estrategia en caso de convertirse en una fuerza prescindible por el cambio de cromos con Cs. "Para Podemos, los socios prioritarios para pactar el Presupuesto y negociar las principales políticas siguen siendo los mismos que apoyaron la investidura de Pedro Sánchez", recalcaban fuentes de la formación morada.
En Unidas Podemos, además, las confluencias territoriales no tienen disciplina de voto y los vaivenes de ERC por cuestiones electoralistas no son tan distantes a los de En Comú Podem, el grupo catalán liderado por Ada Colau que comparte una parte de su caladero electoral con los republicanos. De hecho, estos últimos ya abogaron por votar en contra de la propuesta de Hacienda en la FEMP, frente a la abstención defendida finalmente por Izquierda Unida.
Las confluencias territoriales no tienen disciplina de voto y los vaivenes de ERC por causas electoralistas no son tan distantes a los de En Comú Podem
Los choques entre el ala ortodoxa del Ejecutivo y el sector de Unidas Podemos fueron una constante durante la gestión de la crisis del coronavirus a raíz del alcance y los tiempos del paquete de medidas sociales y económicas para paliar sus consecuencias. Ortodoxos frente a expansionistas. El secretario de Estado de Derechos Sociales, Nacho Álvarez, ha sido estos meses el escudero económico de Iglesias participando en una buena parte de las negociaciones entre morados y socialistas, por lo que es de resaltar su posición ahora frente el acercamiento a Ciudadanos. "Poner en marcha las ocurrencias económicas de Ciudadanos sería desastroso en este momento: aplicar recortes del gasto en plena recesión agravará la crisis, como ya comprobamos años atrás", lamentaba este mismo lunes. Frente a ello defendía que "los Fondos de la UE refuerzan la oportunidad de unos Presupuestos ambiciosos y progresistas".
Mientras se visibiliza este conflicto interno en la coalición, los socialistas mantienen la calma cuidando su plan alternativo al inestable bloque de investidura para asegurar los Presupuestos. Los contactos entre socialistas y naranjas proseguirán. La temporada estival se vislumbra como un foco de tensiones en la coalición, una guerra relámpago en la que los morados han decidido jugar a una sola carta conscientes de que estos Presupuestos pospandemia marcarán del devenir del resto de la legislatura. Un conflicto que añade otra debilidad al Gobierno en minoría liderado por Pedro Sánchez, pero que a su vez puede ser una fortaleza para Iglesias a la hora de empujar sus tesis porque el Ejecutivo no puede permitirse una crisis de Gobierno que solo podría desembocar en nuevas elecciones. No hay mayorías alternativas ni posibilidad de grandes coaliciones en el horizonte, con un Partido Popular sumido en su particular batalla con Vox sobre el liderazgo del espacio conservador.
"Programa, programa, programa" es la máxima de Unidas Podemos para justificar su línea roja con la vocación ortodoxa de Ciudadanos, más alineada con el ala económica del Ejecutivo que apuesta por "modular" el compromiso programático. Un programa netamente socialdemócrata que se hace incompatible con Ciudadanos y cuyo cumplimiento, según entienden los morados, ata a Sánchez al bloque de la investidura. Más allá de las coyunturas y la inercia de una geometría variable ya practicada tanto durante las prórrogas del estado de alarma como en las conclusiones de la comisión de reconstrucción, la estabilidad del Gobierno depende de un compromiso programático que se sitúa como la única hoja de ruta que maneja Unidas Podemos. "Programa, programa, programa", como homenaje póstumo al fallecido Julio Anguita, y todo lo que no sea transitar por estos carriles acercaría el fantasma de una crisis de Gobierno.
La exhibición pública de una nueva vía para el entendimiento entre PSOE y Ciudadanos, escenificada este lunes en el Congreso con el decorado de fondo de los Presupuestos Generales del Estado (PGE), ha reavivado la batalla más o menos subterránea que el sector de Unidas Podemos en el Gobierno mantiene con el ala ortodoxa capitaneada por la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, y la titular de Hacienda, María Jesús Montero. Con esta última han sumado en los últimos días otro desencuentro a cuenta de su propuesta para utilizar los remanentes de tesorería de los ayuntamientos y diputaciones, frente a la que los 'comuns' de Ada Colau ya han anunciado su rechazo en la tramitación parlamentaria si no se modifica. Los morados han afeado a esta parte del Gobierno, favorable a "modular" el programa de la coalición para atraer a Ciudadanos, de "mirar hacia la derecha", desmarcándose de la reunión entre la delegación socialista y naranja, lideradas por la vicepresidenta primera Carmen Calvo y el portavoz de Cs Edmundo Bal.