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Crimen de los marqueses de Urquijo: "Un jurado hubiera sacado a hombros a Rafi"
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40 años del asesinato

Crimen de los marqueses de Urquijo: "Un jurado hubiera sacado a hombros a Rafi"

Mariano Sánchez Soler, que cubrió el caso, analiza los agujeros de la investigación y el mito trágico de Rafi Escobedo, condenado por asesinar a sus exsuegros "solo o con otros"

Foto: Rafi Escobedo en prisión. (EFE)
Rafi Escobedo en prisión. (EFE)

Fue uno de los arranques de veraneo más turbios de la historia de España: el asesinato de los marqueses de Urquijo, mientras dormían en su mansión de Somosaguas, en la madrugada del 1 de agosto de 1980, hace hoy cuarenta años. El caso, que marcó la crónica negra ochentera, se cerró simbólicamente en 1988, con el suicidio en el Penal del Dueso de Rafael Escobedo, Rafi, condenado a 53 años por asesinar a sus exsuegros. ¿El presunto móvil? Venganza. El marqués le amargó su fugaz matrimonio con Myriam, al no pasar dinero a la pareja, porque Rafi no tenía ni oficio ni beneficio. O Rafi como insensato cabeza de chorlito.

La desahogada pandilla de Rafi jugó un papel nunca aclarado en el crimen: Javier Anastasio se fugó de España en 1988 antes de ser juzgado como coautor. No fue el único episodio confuso debido a los agujeros en la investigación, a su condición de primer gran juicio mediático de la democracia y a los cuchicheos maliciosos que circularon sobre los hijos de los marqueses, aunque nunca se demostrara su implicación.

El hecho es que España acabó empatizando más con el acusado, Rafael Escobedo, por su fragilidad emocional y su aspecto medroso. Aunque sería osado hablar de falso culpable, Rafi sí podría pasar por tonto útil, pues quizá varias personas pasaron por el chalet de los marqueses la noche de autos. El periodista Mariano Sánchez Soler (Alicante, 1954), que cubrió el crimen y publicó varias investigaciones, analiza en este entrevista el caso judicial y el mito Rafi Escobedo.

PREGUNTA. ¿Recuerda algo especial del día que mataron a los marqueses de Urquijo?

RESPUESTA. Creo que no, porque en 1980 no podíamos ni imaginar el impacto que iba a tener el caso años después.

P. ¿Fue creciendo?

R. El mito nació durante el juicio a Rafi Escobedo, tres años después, con la Transición acabada y el PSOE gobernando. El crimen no impresionó tanto en 1980 porque había mucha tensión política y la violencia estaba a la orden del día: terrorismo de ETA, asesinato de Yolanda González por la extrema derecha, preparativos del golpe de Estado en Madrid... El crimen de los Urquijo fue otro elemento más en medio de una gran presión ambiental.

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La historia explotó durante el juicio, al ver las pruebas endebles contra Rafi, apoyadas en su confesión policial —que ratificó ante el juez y rectificó más tarde— y en algún indicio volátil, como la pistola, que primero se encontró y luego se perdió, al igual que los 200 casquillos encontrados en la finca del padre de Rafi, que desaparecieron en un juzgado. Fue bastante increíble que desaparecieran todas las pruebas de convicción. Fue un despropósito tras otro.


P. Decía que el mito surgió cuando Rafi se sentó en el banquillo. ¿Por qué?

R. Yo no había visto eso nunca: periodistas apelotonados en primera fila, gente que no cabía en la sala, fue un 'show' jurídico de película. Estaba José María Stampa Braun, abogado defensor de Escobedo y uno de los penalistas más prestigiosos del país, que hizo muchas piruetas durante el proceso. Estaba Rafi, con su aspecto pusilánime, poco enérgico, de persona incapaz de montar algo así por sí misma. La gente empezó entonces a cuestionar su autoría del crimen.

P. ¿La doble confesión de Rafi no fue detallada y verosímil?

R. Fue verosímil. Dio detalles claves: como el uso de esparadrapo para romper la puerta de cristal que llevaba a la piscina del chalet —para que los cristales no cayeran al suelo—. Era verosímil, lo que fallaba era el móvil, la venganza contra su exsuegro, un poco insólita, endeble, porque su matrimonio con Myriam había durado dos meses.

P. ¿A Rafi le condenaron por los pelos?

R. El primer día del juicio, Rafi estaba convencido de que ganaría, pero quedó muy desacreditado durante algunas sesiones. Yo creo que hoy en día no le condenarían como entonces, a 53 años de cárcel. Probar su culpabilidad era muy complejo. Una de las sesiones del juicio, empezó con el juez diciéndole a Rafi: "Levántese el culpable". Tenían prejuzgado el tema.

P. ¡Levántese el culpable! ¿El juez dijo eso?

R. Sí, se le fue la olla. La gente se rio a carcajadas. Fue tremendo.

P. Una frase de la sentencia ha pasado a la historia judicial española, y no precisamente para bien: Rafi mató a los marqueses "solo o en compañía de otros", pero fue el único condenado ese día.

R. "Solo o en unión de otros" era la cita exacta.

P. ¿Cómo se come eso? ¿El juez echó tierra sobre su propia sentencia?

R. Ese es el tema. La falta de rigor. La frase resume la debilidad del caso. Han cambiado muchas cosas desde entonces: con un jurado popular yo creo que Rafi hubiera salido casi a hombros.

P. ¿No se logró demostrar del todo su culpabilidad?

R. Lo único que yo soy capaz de asegurar es que Rafi estuvo allí esa noche, pero no fue el único, también estuvo Anastasio, y probablemente alguien más. Solo se encontró una huella y no logró asociarse a ninguno de ellos. El crimen se cometió con un arma pequeña que exigía ser un gran tirador.

Rafi podía haber salido libre en pocos años si no hubiera degenerado tanto en la cárcel



P. ¿Por qué se enganchó el público a esta historia?

R. Tenía todos los ingredientes de un buen culebrón. Dos marqueses muertos vinculados a uno de los bancos más grandes de España y relacionados con las más altas instancias. La morbosa pandilla de Rafi: chicos bien que se dedicaban a tomar gin-tonics en el Club de Campo y al jijí-jajá. También hubo un divorcio, un amante yanqui, un chico sin oficio ni beneficio (Rafi), movidas raras en la jet set y un mayordomo inverosímil que se inventaba cosas. El caso lo tenía todo.

P. Hasta un acusado con aspecto de no haber roto un plato en su vida...

R. Tras el asesinato, Rafi fue el primer interrogado por la policía, pero lo descartaron inmediatamente por su carácter débil.

La investigación tuvo cosas de chapuza nacional

Ya no volvió a aparecer en los papeles hasta que el inspector José Romero, que empezó a husmear el crimen por su cuenta, a instancias del hijo de los marqueses, porque la investigación oficial no avanzaba, encontró los casquillos en la finca del padre de Rafi: dos o tres parecían coincidir con la vaina y el tipo de arma usada en el crimen… pero al final no apareció la pistola, lo que rebajó la prueba.

P. Las primeras crónicas del asesinato hablaron de un trabajo hecho por profesionales, de sicarios y de motivos financieros oscuros. El Banco Urquijo, propiedad de la familia de la marquesa, estaba entonces en crisis. Meses después del asesinato, el Urquijo fue absorbido por el Banco Hispano Americano. ¿Alguna relación?

R. Eso se tapó enseguida: el tema financiero ocupó diez renglones en el sumario, para decir que no había ninguna conexión, y que los rumores sobre una absorción del Hispano Americano eran... falsos. Nada de eso se investigó: todo se centró en la confesión de Rafi y el móvil de la venganza.


P. La investigación tuvo varios puntos negros. ¿Conspiración o chapuza?

R. En el primer informe policial, pusieron mal la fecha de la muerte. La chapuza nacional. La investigación también bailó mucho al ritmo que marcó el portavoz de la familia, se estuvo demasiado al servicio del poder. Pero lo peor quizá fue que el administrador lavó los cadáveres de los marqueses porque la policía se lo permitió. Cuando los forenses llegaron a la casa fliparon en colores.

P. ¿Por qué lo hizo?

R. No creo que el administrador quisiera ocultar nada, como dicen algunas conspiraciones baratas, simplemente era un hombre conservador, casi el esclavo oficial de confianza de los marqueses, y quería que los señores estuvieran presentables, pero claro… Hay una ley de hierro en los temas criminales: no existe el crimen perfecto, sino la investigación mal hecha. Eran otros tiempos.

P. Debido a este tipo de errores, y a que el caso fue parasitado por oportunistas, circularon muchas teorías descabelladas sobre el asesinato...

R. Se han contado muchas chorradas. Gente que habla con absoluta seguridad de lo que pasó. Vamos a ver: yo he estado muchos años investigando y sigo sin estar seguro de si Rafi apretó o no el gatillo. Stampa Braun abandonó su defensa porque Rafi contaba conspiraciones disparatadas en los periódicos. Inventaba y vendía exclusivas a tope.


P. Rafi se convirtió en un personaje trágico, pero también mediático.

R. Eso fue demencial. Ahora bien: el encuentro con Jesús Quintero en la cárcel es uno de los testimonios más estremecedores de los casos criminales del siglo XX español. La entrevista con el Loco de la Colina es demoledora desde el punto de vista humanista. [Escobedo dejó varios mensajes a Quintero sobre un posible suicidio, y así ocurrió poco después].

Rafi podía haber salido de la cárcel en pocos años si no hubiera degenerado tanto ahí dentro. Se fue deteriorando. El Estado nunca va a aceptar la cantidad de droga que se mueve en la cárcel.

Fue uno de los arranques de veraneo más turbios de la historia de España: el asesinato de los marqueses de Urquijo, mientras dormían en su mansión de Somosaguas, en la madrugada del 1 de agosto de 1980, hace hoy cuarenta años. El caso, que marcó la crónica negra ochentera, se cerró simbólicamente en 1988, con el suicidio en el Penal del Dueso de Rafael Escobedo, Rafi, condenado a 53 años por asesinar a sus exsuegros. ¿El presunto móvil? Venganza. El marqués le amargó su fugaz matrimonio con Myriam, al no pasar dinero a la pareja, porque Rafi no tenía ni oficio ni beneficio. O Rafi como insensato cabeza de chorlito.

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