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Mucha tele y poco pueblo: por qué Podemos se arriesga a ser más residual que IU
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CARECE DE ESTRUCTURA Y VÍNCULOS SOCIALES

Mucha tele y poco pueblo: por qué Podemos se arriesga a ser más residual que IU

Podemos quiere ocupar la izquierda del PSOE para formar gobiernos una vez cerrado su ciclo ganador, pero ahí está Izquierda Unida, con más peso en el territorio y cuadros más fieles

Foto: Pablo Iglesias y Alberto Garzón. (EFE)
Pablo Iglesias y Alberto Garzón. (EFE)
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En adelante, Podemos se convertirá en un partido de nicho a la izquierda del PSOE, pues ya no tiene empuje para convertirse en un partido de mayorías. Aspirará, como mucho, a servir de muleta socialista para formar gobiernos. Esta idea se repite con insistencia desde las elecciones en Galicia y País Vasco del pasado 12 de julio, cuando los de Pablo Iglesias se despeñaron en las urnas y confirmaron que su ciclo ganador de partido de cambio ha terminado.

El problema para Podemos es que ya existe una opción de nicho a la izquierda del PSOE desde el año 1986. Se llama Izquierda Unida. Entonces, aglutinados alrededor del PCE, se unieron numerosas opciones de izquierda y los comunistas renunciaron a sus siglas. ¿Quiere decir esto que Podemos barrerá definitivamente a Izquierda Unida para adueñarse de su espacio electoral? No tan rápido, dicen los expertos. En una guerra fratricida por el caladero de votos más escorado a la izquierda, Podemos puede salir muy escaldado. Muerto, incluso. No tiene ni el músculo territorial ni la lealtad ideológica que tiene Izquierda Unida, por pequeña que esta sea. Podemos es un partido de estructura muy débil que no ha sabido —o no ha querido— prepararse para luchar en el barro de las trincheras, y eso pone en riesgo su supervivencia.

"Podemos no va a desaparecer de un día para otro, pero puede ir reduciendo su espacio electoral hacia la nada", afirma el exdiputado Manuel Monereo

Manuel Monereo, uno de los padres políticos de Pablo Iglesias, diputado por Podemos en el Congreso entre 2016 y 2019, lleva tiempo advirtiéndolo: Podemos va derecho hacia las rocas. Su primer error de bulto: ligar su suerte a la del PSOE en un periodo de recesión económica. De hecho, Monereo abandonó Podemos en 2019 como protesta por la voluntad de Iglesias de convertir a Podemos en el hermano pequeño del partido socialista. "Sus políticas le han llevado a la práctica desaparición como organización. Pero es una decisión consciente. No quieren tener organización porque ellos habían previsto otro escenario, no tan ligado al territorio y a las bases sino más bien a los medios de comunicación y a las redes sociales, con una dirección del partido muy centralizada. Esa es su preferencia y donde han invertido el dinero. Y eso ha tenido consecuencias. Podemos no va a desaparecer de un día para otro, pero puede ir reduciendo cada vez más su espacio electoral hacia la nada".

placeholder Pablo Iglesias toma posesión como ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030. (EFE)
Pablo Iglesias toma posesión como ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030. (EFE)

En lugar de enraizar a Podemos en los pueblos y el territorio, un trabajo lento que requiere de mucho esfuerzo pero que te da fortaleza para superar las tormentas, la dirección morada optó por la vía rápida: entrar en el Gobierno como sea una vez el viento dejó de soplar a favor. Este viraje de un partido de mayorías, con vocación de asaltar los cielos y superar al PSOE, hacia otro de partido clásico en el eje de izquierdas, comenzó ya en 2016. Justamente cuando Podemos se alió con Izquierda Unida para ir juntos a las elecciones generales del 26 de junio. Ya entonces quedó claro que Podemos tenía prisa por gobernar, meta que anteponía a la más farragosa tarea de consolidar sus cimientos fuera de Madrid. "No existe otro plan estratégico que estar en un Gobierno con el PSOE, cuando deberían haber construido un partido fuerte con alianzas con sindicatos y movimientos. Esa es mi principal crítica", subraya Monereo a este periódico.

Peor que la vieja Izquierda Unida

En una reciente tribuna en 'Cuarto Poder', el exdiputado de Podemos y militante histórico de los partidos de izquierda, entre ellos el PCE e Izquierda Unida, ha advertido a Podemos del peligro de confiarse y dar por hecho que ese espacio es suyo por derecho. "Unidas Podemos no tiene ni la organización, ni los cuadros ni la implantación territorial de la fuerza política que dirigió Julio Anguita. La tesis que defiendo es que Podemos vive una crisis latente desde hace tiempo que se ha ido acentuando en cada convocatoria electoral. Una crisis de proyecto".

Sin sedes en los pueblos, sin militantes fieles fuera de Madrid, sin lazos con el sindicalismo ni las fábricas, ¿qué valor le queda a Podemos para pelear por el nicho electoral de la izquierda? "La marca", señala Lluís Orriols, vicedecano de estudios de Ciencia Política de la Universidad Carlos III de Madrid. Pero la marca no es suficiente. "Hay una comparación muy gráfica de lo importante que es tener una estructura fuerte para superar las crisis. En 2014, había dos partidos pequeños en el Congreso, Izquierda Unida y UPyD. Los dos sufrieron la embestida de la nueva política por parte de Podemos y Ciudadanos. Solo IU sobrevivió. ¿Por qué? Por su fortaleza en los territorios. UPyD tenía una buena marca pero no tenía estructura, y desapareció. Esa es la lección que nos legó UPyD y de la que Podemos y Ciudadanos deben tomar buena nota".

"Podemos es un partido débil, pero su coalición con IU le permite agarrarse a unos cimientos modestos pero seguros", indica Lluís Orriols

Para Orriols, la alianza con IU da cierta tranquilidad a Podemos en el corto plazo. "Podemos es un partido débil en términos de supervivencia política, pero su coalición con IU le permite agarrarse a unos cimientos modestos pero seguros, un ancla donde poder asentarse. A los dos partidos les conviene seguir juntos por ahora". ¿Y en el supuesto de una lucha electoral por ocupar el mismo nicho que los lleve a separarse? "No sabemos quién ganaría la partida. Unos tienen mucho arraigo y los otros mucho tirón. Por eso se complementan bien".

placeholder Acto electoral de Podemos-IU en Elgoibar. (EFE)
Acto electoral de Podemos-IU en Elgoibar. (EFE)

Monereo ha pedido públicamente a Podemos e IU que se fusionen en un partido nuevo tomando lo mejor de cada uno, y que ese partido tenga una dirección nueva, limpia del ruido y los vicios de la actual. ¿Aceptarían Pablo Iglesias y Alberto Garzón dar un paso atrás para garantizar el futuro de la izquierda?

Cristina Almeida, dirigente histórica de Izquierda Unida que acabó en el PSOE, no ve otra solución. "No hay solidez en la izquierda. Las mareas y los distintos movimientos han abandonado a Podemos para centrarse en sí mismas, en parte porque han sido expulsadas, y se ha deshecho la idea de Podemos. Y tampoco me parece que Izquierda Unida sea una alternativa por su lógica sectaria, que le ha llevado a tener una presencia residual en la política española y se ha unido Podemos para rascar cuatro escaños. Podemos e IU deben ceder competencias para refundar un partido abierto e integrador, sin tanta pureza ideológica pero más eficaz, porque esta coalición no ha dado la ganancia a la izquierda que se le suponía, y no está claro siquiera que haya ayudado ni a uno ni al otro". Para Almeida, la única esperanza de Podemos e IU es que el Gobierno de Pedro Sánchez consiga buenos resultados y el votante progresista se vuelva a ilusionar.

Desprecio al sindicalismo

Un problema de Podemos es que casi nadie lo siente como suyo. Tres millones de votantes lo consideran un artefacto político útil, afín a sus ideas políticas, pero no existe un vínculo emocional. Podemos pensó desde sus orígenes que conquistar la universidad era más importante que conquistar la fábrica. Que las soflamas en televisión y en las redes sociales eran más efectivas que la lucha en una barricada en los astilleros, o que abrir una sede en un pequeño pueblo de Huelva o Asturias. Y ahora, claro, ese obrerismo, alma de la izquierda, también le ha dado la espalda.

"En las luchas no he visto a Podemos más allá de ver a sus dirigentes llevando pancartas en la calle, pero nunca una propuesta sindical, de contenidos, yo les echo de menos siempre en los conflictos laborales", afirma Isidor Boix, uno de los sindicalistas históricos de Cataluña, miembro de la Secretaría de Internacional de CCOO-Industria. "Nunca han tenido un planteamiento sindical, en algunos lugares lo intentaron con instrumentos poco claros con nombres diversos, pero fracasaron. En sus planteamientos, las relaciones laborales siempre han aparecido con grandes frases pero con propuestas poco concretas. Por ejemplo la reforma laboral. Cuando ha habido conflictos sindicales, asuntos de empleo, de convenios colectivos, Podemos nunca ha tenido una intervención clara. Ha apoyado las protestas, pero nunca ha estado ahí, y esa es una deficiencia histórica del partido. Izquierda Unida sí ha estado siempre más apegada al terreno, aunque muchas veces en el sector crítico en los grandes conflictos".

"Cuando ha habido conflictos sindicales, Podemos nunca ha tenido una intervención clara", señala el sindicalista histórico Isidor Boix

Monereo confirma que Izquierda Unida "sigue manteniendo, mal que bien, una conexión orgánica con el movimiento obrero que Podemos nunca ha tenido. Podemos ha sido el producto de la emergencia de sectores sociales juveniles interclasistas con un predominio muy fuerte de universitarios, pero también al principio mucha gente venía del movimiento obrero. Eso se ha ido perdiendo y ahora el único que sigue teniendo una conexión orgánica con el movimiento obrero es IU".

Boix expone una anécdota de lo desconectado que está Podemos de la industria y el sindicalismo. "Recuerdo hace tres años un caso sintomático. El Parlamento europeo debía aprobar una propuesta no de ley para una industria textil sostenible. Podemos me preguntó si yo tenía alguna sugerencia, se las hice, les parecieron excesivas y no las incorporaron. La propuesta quedó finalmente en algo muy moderado, pero luego Podemos hizo un discurso incendiario. Radicalizar las propuestas moderadas es algo que no se puede hacer, en todo caso al revés, lo eficaz es rebajar el tono a las propuestas más radicales para que sean aprobadas. Pero esto de hacer discursos muy duros para celebrar propuestas blanditas, es absurdo".

placeholder Protesta de empleados de Nissan frente a la fábrica de Barcelona. (EFE)
Protesta de empleados de Nissan frente a la fábrica de Barcelona. (EFE)

Solos contra el régimen del 78

Javier Franzé, profesor de Teoría Política en la Universidad Complutense de Madrid, explica que ese poco interés de Podemos por el obrerismo y la izquierda clásica se debe a su rechazo al llamado régimen del 78. Una de las patas de ese régimen es el sindicalismo y la izquierda de la transición. "Podemos desconfía de ese mundo y le da de lado. Aunque los sindicatos se hayan burocratizado y se hayan incorporado a la lógica del Estado, eso no le quita raigambre social", indica el profesor. "La pregunta del millón es por qué Podemos no ha querido construir una estructura de partido que le hiciera más fuerte ante una crisis. En los partidos tradicionales lo normal es bajar al territorio para construir partido, en cambio en Podemos el modelo de partido es de Twitter y de televisión. Es llamativo que un partido que pretende construir pueblo y rediseñar los lugares políticos tenga esa especie de aversión a bajar al territorio y hacer política tradicional".

"Es llamativo que un partido que pretende construir pueblo tenga esa aversión a bajar al territorio", subraya el politólogo Javier Franzé

Franzé coincide en que Podemos ha puesto todos los huevos en la cesta de gobernar para obtener influencia, y que fuera de ahí apenas hay nada sólido a lo que agarrarse. "A lo que juega Podemos es al cálculo electoral, ellos confían en que el PSOE siempre necesitará ese puñado de votos de más para gobernar, y son ellos con su rendimiento electoral quien se los puede dar. Eso se lleva bien con una idea bastante jacobina del partido, que puede incluso prescindir del poder local y autonómico para concentrarse en las elecciones nacionales. Y es además coherente con el tipo de liderazgo que ha constituido Pablo Iglesias, una lógica muy leninista de decir 'en lugar de tener dos frentes, uno interno y otro externo, anulo el interno porque controlo el partido y me lo juego todo en las elecciones nacionales'. Aunque pierda votos, sabe que sigue siendo la llave para que el PSOE pueda gobernar. Es una idea monolítica de partido".

"Podemos ha caído en la 'problemática IU', gobernar con tu principal adversario electoral, que es pieza básica de un tipo de poder que se está reforzando en este último periodo", sentencia el exdiputado Monereo. "Ser socio minoritario en un Gobierno así implica el peligro de disolución como fuerza política significativa, ya que tu identidad termina disuelta si no haces esfuerzos para diferenciarte. Marcando una alternativa dentro del Gobierno en lugar de hacer seguidismo es como se demuestra el cuajo y la valentía política".

Podemos se juega la vida en esta legislatura. Todo dependerá del buen desempeño del Gobierno de Pedro Sánchez. La suerte de Podemos ligada a la del PSOE. No es una broma macabra del destino. Es lo que Pablo Iglesias lleva años buscando.

En adelante, Podemos se convertirá en un partido de nicho a la izquierda del PSOE, pues ya no tiene empuje para convertirse en un partido de mayorías. Aspirará, como mucho, a servir de muleta socialista para formar gobiernos. Esta idea se repite con insistencia desde las elecciones en Galicia y País Vasco del pasado 12 de julio, cuando los de Pablo Iglesias se despeñaron en las urnas y confirmaron que su ciclo ganador de partido de cambio ha terminado.

Izquierda Unida Julio Anguita Universidad Complutense de Madrid Alberto Garzón Pedro Sánchez