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Podemos asume que tiene los pies de barro: el 12-J evidencia la burbuja de Moncloa
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SIN ESTRUCTURA PARA LA 'GUERRA DE POSICIONES'

Podemos asume que tiene los pies de barro: el 12-J evidencia la burbuja de Moncloa

Iglesias no capitaliza en las urnas el gobernismo al cabalgar unas inevitables contradicciones de las que en el 12-J se han beneficiado las formaciones soberanistas, las nuevas caras del "cambio"

Foto: El vicepresidente segundo del Gobierno y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, a su salida de una sesión de control en el Senado. (EFE)
El vicepresidente segundo del Gobierno y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, a su salida de una sesión de control en el Senado. (EFE)
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La presencia de Podemos en el Gobierno no ha frenado su retroceso electoral en el ciclo de las elecciones municipales y autonómicas que, a falta de las catalanas, quedó prácticamente cerrado el pasado 12-J con los comicios gallegos y vascos. En este tiempo la formación ha perdido la mayoría de los denominados "ayuntamientos del cambio" y ha mermado su representación en todos los parlamentos autonómicos, además de convertirse en fuerza extraparlamentaria en Galicia, después de ser la segunda fuerza en apoyos en 2016; en Castilla-La Mancha, la primera experiencia bipartita con los socialistas, y en Cantabria.

Todo ello mientras se pasaba de competir con el PSOE por la hegemonía de la izquierda a buscar acuerdos de coalición con los socialistas, como fuerza subsidiaria. Un cambio de estrategia forzado por la correlación de fuerzas que ha multiplicado su influencia política formando parte de ejecutivos compartidos, no solo en el Gobierno del Estado, sino también en los autonómicos de Baleares, Asturias, La Rioja Canarias, Aragón y Valencia. Podemos ha abrazado así el gobernismo y demostrado su capacidad para llegar a acuerdos, pero dejando de capitalizar en las urnas su cara más rupturista, homologándose al PSOE de Pedro Sánchez y cabalgando unas inevitables contradicciones de las que en el 12-J se han beneficiado las formaciones soberanistas, los nuevos rostros del "cambio" en la izquierda.

La lectura oficial que hace la dirección del partido se centra en la debilidad organizativa y sus carencias en la implantación territorial, a pesar de que su irrupción en la política española rompiendo el tablero bipartidista y conquistando los principales ayuntamientos del país se produjo sin apenas anclajes por abajo, aprovechando la tan mentada "ventana de oportunidad". Si bien la fortaleza organizativa es una parte sustancial durante la 'guerra de posiciones' para conservar el terreno ganado en la 'guerra relámpago', tampoco es menos relevante la carta de presentación y la proyección frente al electorado: o fuerza de gobierno o muleta de los socialistas, con la derivada de las gallegas y vascas, donde la idea fuerza fue presentarse desde Madrid como bisagra entre soberanistas y socialistas para formar ejecutivos tripartitos.

Su irrupción rompiendo el tablero bipartidista y conquistando los principales ayuntamientos del país se produjo sin apenas anclajes por abajo

La otra lectura interna, más oficiosa que oficial, tiene que ver con las carencias a la hora de capitalizar la agenda más social del Gobierno, en buena parte empujada por los ministros morados, como la subida del SMI, la aceleración a la hora de implantar el ingreso mínimo vital, la ley de violencias de género o los ERTE. No en vano, ya antes del 12-J se comenzó a optar por marcar un perfil más de izquierdas y diferenciador del PSOE.

Para ello ya se están centrando abrir el debate sobre "la utilidad de la monarquía" y priorizar el acuerdo para los Presupuestos Generales del Estado con las fuerzas progresistas del arco parlamentario —el bloque de la investidura— en lugar de con Ciudadanos. De hecho, en la ejecutiva del partido celebrada este viernes, la primera tras el 12-J, se ha dedicado una parte importante del debate a analizar lo que entienden como una "crisis de la monarquía debido a los numerosos escándalos de corrupción que están apareciendo". Su conclusión es que ven necesario "llevar a cabo aportaciones en clave propositiva, abriendo espacio al debate para avanzar hacia una democracia más fuerte".

El marcaje al Gobierno de coalición poniendo el foco en la presencia de Unidas Podemos, tanto desde la oposición como desde algunos poderes fácticos, también obligó al espacio liderado por Pablo Iglesias a dejar en barbecho su intención de diferenciar la tarea como partido de la tarea de gobierno para ofrecer una imagen de mayor estabilidad. La apuesta de establecer contrapesos internos entre partido y Gobierno duró apenas unas semanas, hasta que se produjo el primer choque por la política migratoria, debido al ruido que producían los mensajes disonantes entre portavoces de la formación y miembros del Ejecutivo y cómo eran aprovechados por la oposición. Ahora no se descarta retomar estos contrapesos para mantener viva una identidad propia frente al PSOE. Esto es, diferenciar la acción de Gobierno de la acción política del partido.

UP dejó en barbecho su intención de diferenciar la tarea como partido de la tarea de gobierno para ofrecer una imagen de mayor estabilidad

Una forma de visibilizar que se mantienen los principios al adaptar los diferentes ritmos, con posiciones más rupturistas y pegadas a la calle desde el partido y otras más gobernistas y posibilistas con la correlación de fuerzas de los morados en el Consejo de Ministros. Estructuras paralelas pero diferenciadas, tratando de empujar desde la organización cambios que vayan un paso por delante de los planteados por un Gobierno de coalición liderado por los socialistas. Todo ello a la espera de las condiciones que marque Bruselas para el fondo de recuperación y con el convencimiento de que el empuje de la sociedad civil es crucial para conseguir conquistas sociales más ambiciosas que las que Unidas Podemos podría arrancar formando parte del Gobierno en minoría. En esta línea, la ejecutiva del partido para analizar los resultados del 12-J acordó "poner en marcha cuanto antes lo aprobado en la Asamblea Ciudadana para poner el partido en dirección al próximo ciclo electoral".

Antes de entrar a formar parte de la coalición, se defendía que estar en el Gobierno facilitaría la tarea de rearmar el partido, pero hasta el momento no ha sido así. Las carencias en la implantación territorial y la presencia en la sociedad civil es una tarea pendiente, pero una vez superada la crisis sanitaria se pretende volver a hacerla prioritaria. El objetivo es así la construcción de partido, la vertebración territorial, el impulso y la creación de nuevos círculos y el fortalecimiento de herramientas en manos de la militancia para intervenir activamente en los conflictos sociales. Las elecciones catalanas, previstas para otoño, serán la próxima prueba de fuego y visibilizarán hasta qué punto los cambios previstos se traducen también a nivel discursivo y de proyección dentro del Gobierno de coalición.

La presencia de Podemos en el Gobierno no ha frenado su retroceso electoral en el ciclo de las elecciones municipales y autonómicas que, a falta de las catalanas, quedó prácticamente cerrado el pasado 12-J con los comicios gallegos y vascos. En este tiempo la formación ha perdido la mayoría de los denominados "ayuntamientos del cambio" y ha mermado su representación en todos los parlamentos autonómicos, además de convertirse en fuerza extraparlamentaria en Galicia, después de ser la segunda fuerza en apoyos en 2016; en Castilla-La Mancha, la primera experiencia bipartita con los socialistas, y en Cantabria.

Pedro Sánchez