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Del riesgo de desaparición a medirse con el PSdG: la revolución de Ana Pontón en el BNG
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ELECCIONES GALLEGAS DEL 12-J

Del riesgo de desaparición a medirse con el PSdG: la revolución de Ana Pontón en el BNG

Pontón ha resucitado las siglas y puesto las bases para la cuarta vida del BNG, dejando atrás algunas de las tendencias más dogmáticas de los viejos profesores de la organización frentista

Foto: La candidata del BNG a la presidencia de la Xunta, Ana Pontón, durante un acto electoral en Santiago de Compostela. (EFE)
La candidata del BNG a la presidencia de la Xunta, Ana Pontón, durante un acto electoral en Santiago de Compostela. (EFE)

El BNG salió la noche electoral de las pasadas elecciones de 2016 a celebrar sus seis escaños, que suponían el peor resultado de la formación frentista desde 1989. "Desmontamos las encuestas", aseguró triunfal su candidata Ana Pontón, que solo unos meses antes había sido nombrada portavoz y candidata, dos funciones incompatibles hasta entonces en la organización. La formación nacionalista corría entonces el riesgo de convertirse en fuerza extraparlamentaria por primera vez en el Parlamento de Galicia. Una legislatura después, Ana Pontón aspira a convertirse en la primera mujer en presidir la Xunta, disputándose la hegemonía de la izquierda con el PSdG de Gonzalo Caballero. La horquilla más baja en las encuestas vaticina que doblarán los resultados de hace cuatro años.

Su fórmula ha sido la renovación generacional y discursiva, aupando unas tesis más inclusivas y transversales que fueron dejando atrás, poco a poco, algunas de las tendencias dogmáticas de los viejos profesores del BNG. No en vano, cuando fue nombrada portavoz, asumió el mandato de la "refundación" y no dudó en realizar autocrítica ante "errores" del pasado.

Foto: Debate a siete a la presidencia de la Xunta de Galicia. (EP)

La organización todavía no se había recuperado entonces del golpe de la escisión que había liderado Xosé Manuel Beiras y en las urnas había cedido terreno a la coalición que este último forjó con Esquerda Unida (AGE), formando tándem con la ahora ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Un arrinconamiento electoral que se intensificó en las municipales de 2015 con las exitosas mareas y que tuvo su corolario con la pérdida de su representación en el Congreso de los Diputados. Hubo quien pregonó entonces la muerte de la organización frentista, pero el nuevo BNG de Pontón resistió el embate que vaticinaban las encuestas.

Nacida en la parroquia de Chorente (Sarria) en 1977, Pontón ha tratado de conciliar el alma más ortodoxa del BNG con las pulsiones más modernizadoras, imprimiendo una mirada menos paternal y menos profesoral a las clases populares. Ella misma proviene de la masculinizada UPG, el núcleo duro y mayoritario de la casa del nacionalismo gallego, y lleva militando en el partido desde los 16 años, llegando a ser la secretaria de Organización de su rama juvenil, Galiza Nova. Formada en la facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Santiago de Compostela, una de las canteras políticas del BNG, en esta campaña se ha dejado sentir más el estilo renovador de Pontón con un tono llano y menos profesoral.

placeholder Ana Pontón. (EFE)
Ana Pontón. (EFE)

Para ello, ha evitado aparecer como apadrinada por los históricos del nacionalismo gallego, haciendo una campaña de proximidad en la que arrancó acompañada de sus padres como sus principales referentes, lo que escenificó tomando café junto a ellos en la casa del pueblo de 370 habitantes que la vio nacer. Un disruptivo arranque de campaña, en la que también ha priorizado el eje social al identitario, tanto por el contexto de crisis económica y sanitaria como por la necesidad de recuperar los trasvases de votos a la coalición Galicia En Común (En Marea, en los anteriores comicios). De hecho, una buena parte de las opciones que tiene el BNG de sobrepasar al PSdG reside en su capacidad para comer espacio a los comunes gallegos que lidera Unidas Podemos.

Durante estos cuatro años, el BNG se ha alejado de sus tensiones internas, que tuvieron su culmen en la mencionada escisión tras la fratricida asamblea de Amio, y ha encarado una nueva fase, al menos estéticamente. Mientras tanto, el fantasma de las escisiones y las disputas internas se trasladó a En Marea, que vivió una tormentosa legislatura con divisiones del grupo parlamentario y salidas hasta desembocar en la ruptura electoral, presentándose ahora por un lado Galicia en Común (Podemos, EU, Anova y las mareas municipalistas) y Marea Galeguista, los herederos de la marca, por otro.

La cuarta vida de los nacionalistas gallegos

Los nacionalistas ha recuperado también durante esta etapa su presencia en el Congreso de los Diputados, consiguiendo en las pasadas elecciones generales el último escaño por A Coruña que disputaron a Vox, dejando a los de Santiago Abascal sin representación por las circunscripciones gallegas. Un escaparate mediático y programático al que durante estos escasos meses ha intentado sacar el máximo partido su representante, Néstor Rego. Desde los acuerdos de investidura con Pedro Sánchez, los nacionalistas han tratado de mostrarse como los verdaderos defensores de los intereses de Galicia en Madrid frente a quienes los acusan de ser sucursales de fuerzas estatales y de practicar una política útil.

La que sería la cuarta vida del BNG, tras el beirismo, la etapa del bipartito en la Xunta con Anxo Quintana como vicepresidente y la búsqueda de la supervivencia con Xavier Vence al frente, tras la ruptura de 2012 y fallidas experiencias como Nós-Candidatura Galega, está ya en marcha. El calado de esta transformación en la formación frentista dependerá en buena medida de los resultados del próximo domingo en las urnas, principalmente si se convierten en segunda fuerza y las tres formaciones de izquierda "desmontan las encuestas" y logran sumar para arrebatar a Alberto Núñez Feijóo el gobierno de la Xunta. Al margen de ello, el estilo Pontón parece que convence al electorado gallego, posicionándose como la segunda mejor valorada y a quien la mayoría de gallegos prefiere para presidir la Xunta después de Feijóo, según la encuesta preelectoral del CIS. La marca personal de Pontón tira más que la de las siglas que representa, en proceso de modernización.

El BNG salió la noche electoral de las pasadas elecciones de 2016 a celebrar sus seis escaños, que suponían el peor resultado de la formación frentista desde 1989. "Desmontamos las encuestas", aseguró triunfal su candidata Ana Pontón, que solo unos meses antes había sido nombrada portavoz y candidata, dos funciones incompatibles hasta entonces en la organización. La formación nacionalista corría entonces el riesgo de convertirse en fuerza extraparlamentaria por primera vez en el Parlamento de Galicia. Una legislatura después, Ana Pontón aspira a convertirse en la primera mujer en presidir la Xunta, disputándose la hegemonía de la izquierda con el PSdG de Gonzalo Caballero. La horquilla más baja en las encuestas vaticina que doblarán los resultados de hace cuatro años.

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