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Uno de cada dos 'madrileños' no ha nacido en la ciudad: así se transformó la metrópoli
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EN LOS AÑOS 30 LOS MADRILEÑOS ERAN EL 37%

Uno de cada dos 'madrileños' no ha nacido en la ciudad: así se transformó la metrópoli

La migración ha formado parte de la capital toda su historia, aunque no siempre han venido los mismos. Analizamos con tres gráficos y un catedrático en historia cómo ha evolucionado

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El periodista y escritor Josep Pla definía Madrid como una ciudad “cortesana”, llena de funcionarios y de madrileños sin espíritu de trabajo, bebedores de vino y ociosos paseadores. El ampurdés, que vivió en la capital en 1930, nunca fue un gran fan de la capital, pero lo cierto es que por aquel entonces, el epicentro de España ya levantaba tantos odios como pasiones en el resto del territorio. Sin embargo, por aquel entonces sólo el 37% de la población de la ciudad eran realmente madrileños.

La migración que empezaba a acudir a Madrid en busca de mejores oportunidades hizo que desde inicios de siglo y hasta la guerra civil, la población se duplicase del medio millón a los 950.000 habitantes. Ahí es donde empezó a formarse el mantra de “ciudad abierta” que ahora se cuestiona por la deriva política y la centralización que emanan de la capital.

Ya en el siglo XIX los intelectuales de la época llamaban a Madrid ‘el ‘poblachón’ manchego’

“Fue el origen de ese sentimiento de que nadie es de fuera, porque nadie se sentía forastero. Ya en el siglo XIX los intelectuales de la época llamaban a Madrid ‘el ‘poblachón’ manchego’. Y luego, en los años 20, es cuando se convierte en metrópoli, especialmente por la llegada del ferrocarril”, explica Ángel Bahamonde, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Carlos III. Por aquel entonces, los pocos inmigrantes extranjeros que había se dedicaban, mayoritariamente para ocupar puestos en el servicio de la nobleza o la burguesía, que veía como un signo de distinción tener mayordomos o institutrices franceses.

“Además, se convierte en la capital de la cultura española, de la intelectualidad, sobre todo en el XX, con una capacidad de ramificación al conjunto español enorme. Los periódicos nacionales estaban todos en Madrid, igual que ocurre ahora, y es también capital del libro y de cualquier intelectual que quiere triunfar”.

Primero como foco cultural y literario, luego centro neurálgico del Estado y después imán de la industrialización, Madrid lleva un siglo ocupado tanto de los madrileños como de los que vienen de fuera. Los datos lo confirman: actualmente, solo uno de cada dos habitantes de Madrid han nacido en la ciudad (49%). Y en algunas zonas, como el centro, son incluso menos: el 47% de los que viven en el distrito más antiguo son madrileños de origen, como puede verse en este mapa:

A medida que nos alejamos de la Puerta del Sol, la cantidad de madrileños va en aumento. Todo lo contrario a lo que ocurría hace unas décadas, cuando la llegada masiva de inmigrantes generó barrios y colonias construidas a las afueras por y para los recién llegados. “Empezaron a surgir zonas marginales por todas partes, que duraron prácticamente hasta la democracia, como el barrio del Pozo del tío Raimundo, Tetuán, o el alto de Extremadura. Pero también se asientan en zonas como Tribunal, Chamberí o Latina, entonces todavía muy populares”, añade Bahamonde.

Si nos centramos en los migrantes de dentro de la península, Madrid tiene actualmente sobre todo castellanoleoneses, castellanomanchegos, andaluces y extremeños. De hecho, hay más habitantes de cualquiera de estas comunidades que de otras localidades de la Comunidad de Madrid.

Pero no siempre ha sido así. Los migración hasta los años 40 se nutrió, obviamente los de las provincias más cercanas, Toledo, Ávila o Guadalajara, pero también del norte, especialmente de Asturias, Galicia o el País Vasco. “El gallego de costa tiró más a ultramar, pero el de interior se vino atraído por la Corte de Madrid, porque se podía salir adelante de cien maneras diferentes. Lo mismo pasó con los asturianos, de donde vinieron muchas amas de cría y serenos, hasta el punto de conformar prácticamente la totalidad de ese sector”.

Hasta los años 50, la población andaluza y extremeña no fue tan masiva como se hizo después, con la llegada de la industrialización y la crisis del mundo rural. “En esas comunidades había mucho latifundio, pero eso cambió con el desarrollismo franquista y esos trabajadores empezaron a venir”.

Hasta los años 50, la población andaluza y extremeña no fue tan masiva

Entrados los años 70, los primeros foráneos de la ciudad eran todavía los de otras localidades madrileñas (26% del total de emigrantes), seguidos de toledanos y pacenses. Si se observa la distribución del origen de los habitantes de Madrid por edad puede verse reflejada esa migración. A partir de los 50 años, es decir, los que llegaron de pequeños a la capital, la cantidad de madrileños es cada vez menor, aunque con el paso del tiempo, sus hijos han aumentado la tasa de madrileños.

Con los años, la convivencia fue borrando los límites físicos y sociales entre quienes venían de fuera y los nacidos en la capital, aunque el historiador apunta a que hasta 1970 nunca se produjeron fenómenos de exclusión y rechazo en otras comunidades autónomas.

Después, los límites urbanos dejaron de estar marcados por el origen, y empezaron a levantarse entre clases sociales, entre las que se distribuyen más equitativamente madrileños de origen y de adopción. "Madrid, por su tradición, siempre ha tenido una capacidad de absorción magnífica. Pero puede que ese espíritu ahora esté cambiando, especialmente dentro de la M-30, donde hay más gente mayor y se ha vuelto más conservadora”, añade el catedrático.

Paso a paso, Madrid se ha ido convirtiendo en el gran agujero que todo lo absorbe. Ahora, son los propios nacidos en la ciudad los que tienen que hacer las maletas y ocupar las provincias que se vaciaron a la vez que la capital fue creciendo. "En los movimientos migratorios hay dos cuestiones: primero, que la gente se va porque no pueden vivir en otro sitio, y dos el efecto atracción de la ciudad a la que vas. Y Madrid siempre ha sido la más famosa y odiada de España. Todo a la vez".

El periodista y escritor Josep Pla definía Madrid como una ciudad “cortesana”, llena de funcionarios y de madrileños sin espíritu de trabajo, bebedores de vino y ociosos paseadores. El ampurdés, que vivió en la capital en 1930, nunca fue un gran fan de la capital, pero lo cierto es que por aquel entonces, el epicentro de España ya levantaba tantos odios como pasiones en el resto del territorio. Sin embargo, por aquel entonces sólo el 37% de la población de la ciudad eran realmente madrileños.

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