A la caza del Rambo de Requena: un agente herido, un vecino raptado y una recortada

La huida de Pedro Lozano Jiménez, más conocido como el Rambo de Requena, llegó a su fin este lunes a las afueras de Andorra, en Teruel. Buscado desde febrero por una serie de robos en los alrededores de Valencia, la Guardia Civil sospechaba que el delincuente de 28 años se escondía en la provincia vecina, pero no logró estrechar el cerco hasta que el desconfinamiento le obligó a moverse. El suceso hizo revivir a los vecinos lo ocurrido en diciembre de 2017, cuando Norbert Feher, alias Igor el Ruso, eligió Andorra para esconderse y, antes de ser detenido, asesinó a dos guardias civiles y un ganadero. Esta vez, el Rambo de Requena disparó en el abdomen a uno de los agentes y raptó a un vecino durante su huida, pero la persecución terminó sin víctimas mortales.

Al abogado Jorge Piedrafita, que representa a la Asociación Española de Guardias Civiles (AEGC) y ejerce como acusación contra Igor el Ruso, la noticia le cogió este lunes en la comandancia de Teruel. "Los compañeros ya hablaban de él por la mañana. Debía ser un tipo escurridizo y no le cogían, pero había rumores de que podía estar en la zona". El viernes, esos rumores cogieron fuerza después de que un camarero de Andorra asegurara haber visto al delincuente, pero la búsqueda no dio resultado hasta este lunes, cuando un matrimonio se trasladó a su segunda vivienda de El Castellar y se encontró con que la cerradura había sido forzada. "Aprovechando el confinamiento, parece ser que se metía en casas para esconderse y robar comida".

A falta de que avance la investigación, todo apunta a que Lozano se encontraba en esa vivienda y, ante la inesperada visita del matrimonio, comenzó su huida en un vehículo. Pasadas las tres, se topó con un control de la Guardia Civil en Muniesa, una localidad turolense a unos 90 kilómetros de El Castellar, y abrió fuego. "Al verles, saca la escopeta recortada de calibre 12 y dispara al agente. El guardia civil está grave, pero estable dentro de la gravedad: recibir un disparo de una recortada en el abdomen no es ninguna broma", explica Piedrafita. Con el agente herido en el suelo, Lozano abandonó el primer vehículo y robó una furgoneta. A partir de ahí, la Guardia Civil ya no tuvo dudas de que se trataba del Rambo de Requena y cortó los accesos de la comarca para atraparle.

A la vista del riesgo que entrañaba el fugitivo, ayuntamientos de la zona pidieron a los vecinos que no salieran de sus casas. "Yo trabajo justo en la rotonda, en la entrada de Andorra, y hacia las cuatro de la tarde, vi un despliegue de policías que iban hasta con la pistola fuera", explica Javier Artigas, un vecino de 44 años. "Al resto de los coches que andaban por allí les dejaban pasar, pero la Guardia Civil iba parando todas las furgonetas porque por lo visto sabían que había robado ese tipo de vehículo. El alcalde también dio aviso en la televisión local y nos llegó un mensaje por WhatsApp para que nos quedáramos encerrados en casa porque parecía que podía estar aquí". El regidor no se equivocaba y, sobre las cinco de la tarde, Salomón Amador, de 36 años, se dio de bruces con Lozano en las calles de Andorra, como adelantó 'El Español'.

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"A mí me empieza a llegar toda la información al móvil cuando estaba en casa de mis padres. No sabía que había herido a un guardia civil, solo que parecía que se iba acercando a Andorra", explica Amador a El Confidencial. Después de que les pidieran quedarse en sus domicilios, se despidió de sus padres para ir a su casa y, por el camino, fue a una gasolinera a comprar tabaco. "Yendo hacia allí, este personaje se cruza corriendo delante de mi coche. Me llama la atención, pero con la foto que había visto no le reconozco. Llevaba una bandolera y unas pintas que me hacían pensar que podía ser él, así que antes de avisar a la Guardia Civil, intento ir a su encuentro para estar seguro de que no me equivoco", Tras confirmar que era el fugitivo, Amador se dispuso a llamar a la Guardia Civil pero, en lo que tardó en marcar el número, vio que Lozano iba a pasar junto a él y decidió actuar.

"Intenté bloquearlo con el coche. No atropellarle... Bueno, lo que me saliese. No sé cómo decirlo: bloquearlo contra la pared de la esquina con mi coche cuando saliese corriendo. Algo así pasó por mí... No sé por qué me dio por ahí". La maniobra exigía dar marcha atrás y Amador falló en el cálculo, quedando entonces a merced del fugitivo. "Intenté meter primera para huir, pero debí meter tercera y el coche se me empezaba a ahogar. Cuando conseguí recuperar revoluciones, él ya se me había metido en el coche, en la parte trasera". Con el Rambo de Requena a su espalda, la primera reacción de Amador no se hizo esperar: "Me puse a pitar y a gritar como un loco. Él me dijo que parase y ya no grité ni 'Peter'. Yo gritaba porque había visto una cochera [de la Guardia Civil] y digo: 'Por lo menos, si me mata, que sirva para que lo detengan. Si monto el escándalo padre aquí, los vecinos se asomarán'".

Pero Lozano solo tuvo que pronunciar una frase para que Amador dejara de gritar: "No te quiero hacer mal, no te quiero hacer mal, pero me tienes que ayudar". El vecino no vio la recortada, pero sí advirtió un bulto en la bandolera y optó por seguir sus órdenes. "Pensé que no le podía ayudar a escapar, pero mi vida estaba en juego. Entonces decidí montar mi estrategia y me salió bien: ganarme su confianza, decidir dónde le iba a llevar y pensar en avisar a la Guardia Civil". Como Andorra estaba cercada por agentes, Amador le avisó de que no iban a poder salir de allí sin ser advertidos y condujo hasta la parte trasera de la última casa del pueblo, donde se despidieron: "Yo llevaba en la parte de atrás una fiambrera con comida y me preguntó: '¿Te la puedo coger?'. Le dije que sí. Se la hubiese llevado igual, por supuesto, pero me preguntó. También le dije que si necesitaba perras y me dijo que perras no quería".

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Antes de que abandonara el vehículo, Amador también le indicó el camino que debía seguir para no ser detectado: "Le dije que por una senda que empieza ahí y luego dirección a una montaña que la llaman La Paloma, pero concretamente lo mandé a un sitio en el que no hay pinar. También le comenté que lo tenía muy jodido porque para salir de Andorra no hay montañas alrededor". Nada más perder a Lozano de vista, Amador condujo a toda prisa hasta el control más cercano de la Guardia Civil para explicarles lo ocurrido y avisarles del camino que estaba siguiendo el fugitivo: "En menos de tres minutos, estuve allí con la policía. Fui súper rápido y lo único que les indiqué en un principio fue: 'Corred, corred, seguidme, que lo tenemos acorralado en esa punta, que lo acaba de dejar yo allí'. Salimos todos corriendo y, un poco desde lejos, les expliqué cómo ir rodeando la zona hasta que dieron con él".

Con el fugitivo ya sin escapatoria, la Guardia Civil se preparó entonces para la detención: "Cuando se ve acorralado, no sé si llega a disparar, pero sí mostró intención de hacerlo, así que los agentes le dispararon en la pierna, lo desarmaron y lo detuvieron. Después ya se lo llevaron al hospital", explica Piedrafita. En torno a las seis de la tarde, la huida del Rambo de Requena llegaba a su fin junto a la montaña de La Paloma.