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Memorias de un escrachado: "Me escupieron. Me gritaron de todo. Fue una agonía"
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Memorias de un escrachado: "Me escupieron. Me gritaron de todo. Fue una agonía"

Dirigentes y expolíticos que sufrieron escraches en sus propias carnes recuerdan sus experiencias de hace años. Para la mayoría, los momentos más tensos y duros que han vivido nunca

Foto: Xavier García Albiol, Mónica Oltra, Cristina Cifuentes y Esteban González Pons. (EFE/PP Madrid)
Xavier García Albiol, Mónica Oltra, Cristina Cifuentes y Esteban González Pons. (EFE/PP Madrid)

Cuando apenas se cumplen unos días desde que volvió a la alcaldía de Badalona, Xavier García Albiol recuerda con crudeza el escrache que sufrió en la fiesta de Sant Jordi de 2018. Aguantó tres horas y media en la plaza de su ciudad completamente quieto entre gritos, insultos y escupitajos. "Mi planteamiento era muy claro. Los radicales no podían salir ganando. Si hubiera sido otro municipio habría seguido las instrucciones de los Mossos y me habría ido. Pero era mi casa. Lo tomé como un gesto de firmeza. No me iban a echar de mi ciudad", explica al otro lado del teléfono.

Desde que las protestas espontáneas de ciudadanos comenzaran hace días en el barrio de Salamanca —que después se han ido extendiendo hacia otras provincias de España— el debate no ha hecho más que crecer. Especialmente después de que un grupo de personas se concentrara frente al domicilio del ministro de Transportes y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos. También le ocurrió algo similar al vicepresidente, Pablo Iglesias, en su chalé de Galapagar.

"Querían que abandonara mi ciudad. Decidí que no les daría el gustazo. Permanecí quieto tres horas y media entre gritos y escupitajos"

Albiol no esconde la perplejidad con la que asiste a estos sucesos. "Yo estoy en contra de todos los escraches. Me da igual a quién se lo hagan. Siempre voy a estar en contra. Lo que sí veo es que Pablo Iglesias está probando de su propia medicina. Muchos concejales del PP sufrieron ataques y sin tener la suerte del vicepresidente, que cuenta con varios coches de la Guardia Civil protegiendo su calle. A algunos de nuestros concejales eran sus propios vecinos quienes les pedían que se marcharan porque era muy incómodo. La casta no está en quienes afrontan la situación indefensos, sino en aquellos que pasan algo así protegidos por siete vehículos de la Guardia Civil".

placeholder El actual alcalde de Badalona, Xavier García Albiol. (EFE)
El actual alcalde de Badalona, Xavier García Albiol. (EFE)

Vuelve a 2018. "Es curioso porque además Badalona es una ciudad en la que cuando hay elecciones, el PP arrasa. Así que era el colmo que lo que quisieran es que yo me fuera de aquella feria. Decidí que no iba a darles ese gustazo. Contravine las instrucciones de mis escoltas y de los Mossos. Pedí a los antidisturbios que estuvieran atentos dos calles más atrás. Y allí me quedé. Desde las seis de la tarde hasta las nueve y media de la noche, hasta que se empezaron a marchar ellos".

Reconoce que probablemente aquella fue la situación más comprometida que ha vivido. "Hubo instantes en los que pensé que si a un loco le daba por hacer algún gesto o agredirme, habría terminado linchado. Los Mossos estaban cerca, pero había mucha gente".

"En el trayecto me escupieron y me amenazaron"

Quien probablemente no olvidará nunca la palabra escrache es Cristina Cifuentes. "Creo que fue el primero que se ha hecho en España. No se conocía ni siquiera el término", reflexiona sin reprimir la indignación que ha sentido esta semana. "Es la clásica doble vara de medir. Me parece una hipocresía absoluta. Yo condeno siempre todos los ataques. Pero también te digo que ojalá me hubieran venido con unas cuantas cacerolas".

Era el verano de 2012. Un año especialmente convulso en las calles de Madrid que vivió como delegada del Gobierno en la Comunidad. Un día de julio la expresidenta regional bajaba a hacer unos recados a una farmacia cercana a su antigua casa, en la calle Manuela Malasaña esquina con San Andrés. "Iba caminando y de la nada apareció un grupo de gente enorme. Venían desde Alonso Martínez hacia la glorieta de Bilbao, donde yo estaba. En cuestión de poquísimos minutos estaba rodeada de gente. Me gritaron de todo. Hija de puta, asesina. Seguí caminando y en el trayecto me empujaron, me insultaron, me escupieron, me amenazaron de muerte. Para mí fue una agonía".

placeholder Cristina Cifuentes en 2014, cuando era delegada del Gobierno en la Comunidad. (Reuters)
Cristina Cifuentes en 2014, cuando era delegada del Gobierno en la Comunidad. (Reuters)

"Por fin había enfilado mi calle y decidí meterme en un restaurante etíope al ver que estaba abierto. Vi la luz porque estaba segura de que no llegaba a la siguiente manzana. Temía que estuvieran a punto de darme una paliza. Recuerdo que alguien me dijo al oído: sal corriendo que te matan". Las imágenes, que algunos cámaras grabaron, muestran lo que aquello fue. "Cuando estaba dentro del restaurante empezaron a aporrear la puerta. Lo peor de aquel día fue que mi hijo estaba asomado el balcón viéndolo todo".

Cifuentes es incapaz de recordar el número de escraches que sufrió en su etapa pública. "Durante muchísimo tiempo tuve un grupo de 40 o 50 personas en mi portal todos los viernes. No sé por qué. Pero todos los viernes ahí estaban". Pero con toda seguridad, el peor de todos fue en la puerta del hospital La Paz cuando pasó semanas ingresada y en la UCI. Lo supo un tiempo después por su marido, cuando ya había pasado a planta.

"El más duro fue el escrache en La Paz cuando estaba ingresada. Le decían a mi marido que no se le veía triste, que a ver si me moría"

"Yo no sabía nada. Estuve en coma dos semanas. Me estaba muriendo. Luego supe que a mi marido le increpaban en la entrada. Le decían que no se le veía tan triste, que a ver si se moría su mujer. Hay que tener pocas entrañas para manifestarse de esta manera en la puerta de un hospital contra alguien que está luchando entre la vida y la muerte".

"La familia es una línea roja"

Esteban González Pons también ha vivido en sus propias carnes varios escraches. El más duro para él lo organizó la Plataforma de Afectados por la Vivienda (PAH) en su domicilio de Valencia, precisamente un día que no se encontraba allí. "Lo sabían perfectamente porque había pleno en el Congreso y yo estaba en Madrid. En la casa tampoco estaba mi mujer, solos sus hijos", recuerda siete años después. Lo más duro es que llegaron hasta la misma puerta. "Un vecino les debió abrir, pudieron pasar y llegaron a la puerta. Comenzaron a aporrearla y como nadie abría, pasaron por debajo de la puerta retratos míos ensangrentados. También los pusieron por toda la calle. Recuerdo perfectamente que Ada Colau lo comentaba en la televisión y lo justificaba".

placeholder El eurodiputado Esteban González Pons  durante una rueda de prensa. (EFE)
El eurodiputado Esteban González Pons durante una rueda de prensa. (EFE)

El eurodiputado fue uno de los que condenó el escrache a Iglesias hace días. "La familia, y más los niños, no se meten en política. No vale todo", dijo en un tuit que después contestaría el portavoz parlamentario de Unidas Podemos, Pablo Echenique, haciendo una diferenciación. "Que este tipo sea un fanático no cambia mi opinión. Todos los hijos son inocentes", se reafirmó el europarlamentario.

"Al verlo me indigné. Pero sigo pensando lo mismo. Mi familia lo pasó tan mal que no lo quiero para nadie". Un mes después de aquel escrache decidieron cambiarse de casa. "Yo he sufrido otros escraches, incluso dentro de un restaurante. Cuando era portavoz del Grupo Popular el Senado estaba amenazado por ETA. He enterrado a amigos. Pero elegí ser político y sé que estoy expuesto. Me va en el sueldo. Pero a nuestras familias no. Eso es una línea roja".

"Querían intimidarme"

La noche del 18 de octubre de 2017 un grupo de militantes de España 2000 se apostó frente a la puerta de la vivienda unifamiliar de la vicepresidenta valenciana, Mónica Oltra. Entre ellos estaba el líder de esta formación de extrema derecha, José Luis Roberto. Encapuchados y con el rostro oculto con máscaras de la película 'Scream' comenzaron a lanzar proclamas en favor de la unidad de España e hicieron sonar pasodobles y el himno de España a través de un altavoz. La escena fue grabada en vídeo por sus propios autores y difundida a través de los canales y redes sociales de España 2000.

Oltra se encontraba dentro del domicilio con sus hijos y una chica joven que asiste a la familia. En conversación con El Confidencial recuerda que vivió la situación "con mucho miedo". "Mis hijos son negros, y estos son una panda de racistas y fascistas. El mensaje que querían trasladar estaba muy claro: sabemos dónde vives, cuál es tu espacio íntimo, el de tus hijos y tu familia. No buscaban ninguna reivindicación política, solo querían intimidarme", explica.

placeholder Mónica Oltra explica el escrache que sufrió aquella noche. (EFE)
Mónica Oltra explica el escrache que sufrió aquella noche. (EFE)

A la mañana siguiente, la dirigente de Compromís presentó una denuncia en el juzgado. La acción intimidatoria se saldó con una sentencia absolutoria en mayo de 2018. La jueza que dictó el fallo entendió que hubo "extralimitación en el ejercicio de la libertad de expresión" de los acusados por personarse "innecesariamente delante del domicilio del denunciante, alterando con ello su tranquilidad y sosiego familiar". Pero consideró que no se habían producido amenazas y los absolvió.

Oltra insiste en establecer una diferenciación con lo que considera que sí puede ser un escrache justificado. "Lo mío no fue un escrache, fue una intimidación en toda regla. Los escraches se inventaron en Argentina por las madres de los desaparecidos de la dictadura, a las que nadie daba ninguna respuesta sobre el paradero de sus hijos y al final optaron por plantarse delante de las casas. Eso puede justificarse", señala. "Escraches me hacía la gente de Canal 9, que miraban mi agenda, se enteraban de dónde tenía un acto y venían a protestar. Había una reivindicación política detrás. Yo les atendía. Creo que esto es importante, que al final el político, aunque no esté de acuerdo, establezca también las vías para atender a la gente", dice señalando un tipo de protesta que sí considera legítima.

La vicepresidenta valenciana entiende que el domicilio particular, el espacio privado, no puede ser el lugar en el que trasladar al político una protesta. "Las casas de la gente no son el sitio para reivindicar". "Si alguien llega a mi casa diciendo que quiere más plazas públicas en una residencia, lo puedo atender. Pero le diría que nos vemos el lunes en mi despacho porque esa es mi casa".

Cuando apenas se cumplen unos días desde que volvió a la alcaldía de Badalona, Xavier García Albiol recuerda con crudeza el escrache que sufrió en la fiesta de Sant Jordi de 2018. Aguantó tres horas y media en la plaza de su ciudad completamente quieto entre gritos, insultos y escupitajos. "Mi planteamiento era muy claro. Los radicales no podían salir ganando. Si hubiera sido otro municipio habría seguido las instrucciones de los Mossos y me habría ido. Pero era mi casa. Lo tomé como un gesto de firmeza. No me iban a echar de mi ciudad", explica al otro lado del teléfono.

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