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Asesina a su padre y a su madrastra por quitarle el móvil durante un mes
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EL ACUSADO TIENE 17 AÑOS

Asesina a su padre y a su madrastra por quitarle el móvil durante un mes

El menor aseguró a los agentes que había escuchado disparos desde su cuarto y había escapado. Parecía un robo. Pero acabó confesando: les disparó a bocajarro por la espalda

Foto: Una pareja de la Guardia Civil vigila el acceso a la finca Los Curas, este jueves, después de hallarse en el lugar los dos cadáveres. (EFE)
Una pareja de la Guardia Civil vigila el acceso a la finca Los Curas, este jueves, después de hallarse en el lugar los dos cadáveres. (EFE)

José Manuel, el dueño de una finca aislada en mitad de los montes de Toledo, escucha cómo al silencio que habitualmente envuelve su vida lo rasga el sonido de un coche acercándose. El ruido, todavía opaco por la lejanía, despierta su curiosidad y también una alerta en su cerebro. No espera a nadie. Puede ser cualquiera, gente buena o gente mala. Son las nueve de la noche. Se acerca a la puerta y pocos minutos después aliviado reconoce en la lejanía el Dacia de su vecino más próximo, Emmanuel. Vive en un caserón a unos cuantos kilómetros de distancia. El vehículo se acerca a toda velocidad por el camino, levantando polvo, lo que trasmite una sensación de urgencia.

Foto: Un coche de la Guardia Civil en una foto de archivo. (EFE)

Al volante va Vicente [nombre ficticio] de 17 años, el hijo de su vecino. Está alterado y su aspecto es desaliñado. "Han matado a mi padre y a su novia y yo he salido huyendo", le suelta casi sin saludar. José Manuel le invita a pasar y le pregunta qué ha pasado. El chico le cuenta que había salido a cazar por el monte y que desde allí escucha ruidos y disparos que provienen de su casa. Cuando se acerca ve a su padre y a su madrastra tirados en el suelo, muertos, y la casa revuelta. Coge el coche y escapa. Explica que si no ha llamado a pedir ayuda es porque su padre le quitó el móvil tras una discusión un mes atrás aproximadamente. José Manuel, nervioso, avisa al 112 y relata los detalles que le ha trasladado el único superviviente de la masacre.

La Guardia Civil y los servicios sanitarios se moviliza enseguida. Cuando llegan a la finca llamada Los Curas de Zangameño, abren la puerta y encuentran los cuerpos de Emmanuel, de 38 años, y Micarla, de 24, tirados en el suelo del salón. Muy pegados, casi uno encima del otro. El médico no puede hacer nada más que confirmar su muerte. Avisan al grupo de homicidios y también a José Manuel para que lleve al menor a la finca. Necesitan que explique 'in situ' qué ha pasado.

Cuando los guardiaciviles abren la puerta, encuentran los cuerpos de Emmanuel, de 38 años, y Micarla, de 24, tirados en el suelo del salón

El vecino lleva a Vicente en su coche de regreso a la finca. Allí el hombre contempla con terror la escena del crimen. También observa la casa completamente desordenada. Cajones abiertos, cosas tiradas por el suelo, sillas caídas, el sofá tumbado. Todo apunta a un robo.

José Manuel consuela al menor, pero lo que no sabe es que va a ser testigo de excepción de cómo se resuelve un crimen en tiempo récord. Todo comienza a girarse en cuanto llega el equipo de homicidios desde Toledo. Los ojos experimentados de los agentes descartan inmediatamente que se trate de un crimen de violencia de género con posterior suicidio, básicamente porque a la pareja la han matado de varios disparos de escopeta, pero allí no hay arma. Al contemplar con más detalle la escena detectan algo que no les cuadra. Para robar no es necesario tirar las sillas, la mesa y el sofá por el suelo, bastan con los cajones y los armarios abiertos.

placeholder Acceso a la finca Los Curas. (EFE)
Acceso a la finca Los Curas. (EFE)

El estado de la casa sugiere más una pelea, pero le preguntan al chico y solo ha escuchado los disparos. Además, los cadáveres no presentan lesiones de lucha previa. Más bien es cómo si la muerte les hubiera sorprendido a traición, sin darse cuenta. Por sus ropas parece incluso que les ejecutaron justo al llegar de dar un paseo por el campo. Además, cuando preguntan abiertamente al chaval qué ha sucedido, les dice que él ha escuchado tiros cuando estaba en su cuarto. Se ha asomado, ha visto los cadáveres y ha huido por la ventana. José Manuel, que se entera, no puede dejar de asombrarse. A él le ha contado otra película.

Los ojos experimentados de los agentes descartaron inmediatamente que se tratase de un crimen de violencia de género con suicidio

Los investigadores hablan entre ellos convencidos de que la escena del crimen ha sido construida. Eso los lleva a coger a Vicente y hablar con él en una esquina del salón. José Manuel no pierde ojo. Poco después acaba detenido. Lo que trasciende es que el chaval ha confesado.

Durante la conversación ha incurrido en varias contradicciones que le han hecho notar los agentes y finalmente para liberarse del peso de la culpa lo ha reconocido todo de forma espontánea. Todo apunta a que lo que hay detrás del crimen son dos meses de confinamiento, un padre muy estricto que le prohibía salir de casa, pero lo que más le dolió fue que le quitara el móvil y lo aislara virtualmente. Así llevaba casi un mes. Hay quien cree que este hecho despertó su rencor y que a raíz de aquello, y ante la negativa de su padre a devolvérselo, comenzó a macerar su venganza.

placeholder El alcalde de Villarejo de Montalbán, Salvador Aguilar, atiende el teléfono este jueves, tras hallarse los dos cadáveres. (EFE)
El alcalde de Villarejo de Montalbán, Salvador Aguilar, atiende el teléfono este jueves, tras hallarse los dos cadáveres. (EFE)

El día del crimen sobre las ocho de la noche logra recuperar el móvil y manda un mensaje a un amigo al que le dice que su padre tiene problemas y que él está asustado. Le pide que si no ha recibido noticias suyas antes de las once de esa noche, que acuda a la finca a recogerlo. En el pueblo especulan que con ese mensaje estaba preparando ya su coartada.

Foto: Los Mossos d'Esquadra custodian la caravana en la que vivía el supuesto asesino en serie de al menos tres sintecho en Barcelona. (EFE)

En la fiscalía de menores ya se han hecho una idea de lo que pudo pasar aquella noche. Vicente sorprendió a su padre y a su madrastra recién llegados de un paseo. Les disparó a bocajarro, por la espalda, varias veces, sin mediar palabra. Luego revolvió la casa y tiró los muebles para simular un robo. Escondió el arma que la Guardia Civil todavía no ha encontrado, probablemente en el monte dentro de algún agujero que conozca. Luego subió a su cuarto y escapó por la ventana para darle verosimilitud a su relato.

Los vecinos del pueblo, Villarejo de Montalbán, no se lo pueden creer y hay rumores de todo tipo, desde que Emmanuel era muy estricto con su vástago hasta que ambos rivalizasen el amor de su madrastra, más cercana a la edad del joven que a la de su marido, pero nada de eso está comprobado. De Vicente dicen que es un chico educado y tranquilo, ilusionado con su formación profesional y con planes de futuro como la de terminar el grado medio en Informática. Nadie jamás pudo imaginar que cogería una escopeta y, a sangre fría, asesinara a su padre y a su madrastra.

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José Manuel, el dueño de una finca aislada en mitad de los montes de Toledo, escucha cómo al silencio que habitualmente envuelve su vida lo rasga el sonido de un coche acercándose. El ruido, todavía opaco por la lejanía, despierta su curiosidad y también una alerta en su cerebro. No espera a nadie. Puede ser cualquiera, gente buena o gente mala. Son las nueve de la noche. Se acerca a la puerta y pocos minutos después aliviado reconoce en la lejanía el Dacia de su vecino más próximo, Emmanuel. Vive en un caserón a unos cuantos kilómetros de distancia. El vehículo se acerca a toda velocidad por el camino, levantando polvo, lo que trasmite una sensación de urgencia.

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