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"El Gobierno ha abusado de las facultades que le concedía el estado de alarma"
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ENTREVISTA A PACO VÁZQUEZ

"El Gobierno ha abusado de las facultades que le concedía el estado de alarma"

Francisco José Vázquez pasó por el Vaticano como embajador de España, se jubiló como inspector de Trabajo, pero mantiene el imán que lo hizo popular en su cargo eterno, alcalde coruñés

Foto: El exalcalde de A Coruña y embajador Francisco Vázquez. (EFE)
El exalcalde de A Coruña y embajador Francisco Vázquez. (EFE)

Hay políticos en España que no necesitan que se cuelgue un retrato suyo en los pasillos de la institución que han presidido, junto a los de quienes le precedieron y a los que llegaron después, porque su nombre siempre queda asociado en la memoria colectiva al puesto que ocuparon. Es el caso de 'Paco Vázquez, alcalde de A Coruña', que se añade como segundo apellido. Lo fue durante casi 23 años porque, como se recuerda siempre, en todos los perfiles biográficos que se escriben de él, lo votaban tanto la gente de derecha como la de izquierda, a la que pertenecía como militante del PSOE. Ese equilibrio, que muy pocos logran, que parece imposible en un país como España, se obtiene por una mezcla precisa de buena gestión, proximidad a los ciudadanos y un discurso político que no se atiene a normas internas ni a 'argumentarios' ideológicos confeccionados en un Gabinete de estrategias políticas. Ahora, confinado como todos, a sus 74 años, Francisco José Vázquez Vázquez (A Coruña, 9 de abril de 1946) describe en su órbita política el momento de máximo alejamiento con su antiguo partido, el PSOE. Pasó por el Vaticano como embajador de España ante la Santa Sede, se jubiló como inspector de Trabajo, se retiró a ordenar papeles, amistades y recuerdos, pero mantiene el imán político que lo hizo popular en su cargo eterno, alcalde coruñés.

RESPUESTA. A ver, es que yo creo que eso de debe a que siempre he sido un político que ha dicho lo que piensa, abiertamente, sin pararme a pensar lo que me interesaba o no. En la actualidad, el político español es un timorato que no se atreve a dar su opinión si no tiene el respaldo de las encuestas y de las tertulias y los editoriales de la prensa. Así elaboran sus discursos, dependiendo de eso. Nunca se atreven a salir del discurso políticamente correcto, es decir lo contrario de un político cuya obligación es abrir debates en la sociedad y generar conciencia.

PREGUNTA. Es curioso lo que dice porque, en sentido contrario, la sociedad actual parece dominada por la aversión a las malas noticias y a los sacrificios; es lo que se conoce como la 'paradoja Junker', por una frase del expresidente del Eurogrupo: "Sabemos exactamente lo que debemos hacer; lo que no sabemos es cómo salir reelegidos si lo hacemos".

R. Pues yo creo que la sociedad lo que quiere es que se le diga la verdad. De lo que está la gente muy cansada es de toda esta política de marketing que busca el efecto inmediato, a corto plazo, prima en interés político del momento por encima de los modelos de sociedad. Lo que ocurre es que cuando llega una crisis grande como la que tenemos, pues se nota mucho: se favorecen las manifestaciones de ministras y se ignora el contagio que pueda provocar por la pandemia. Y todo eso, por lo que le digo, se elaboran los discursos dependiendo de lo que digan los tertulianos, los asesores y las encuestas. Súmele a eso que los políticos españoles, todos, sin excepción, reducen su trayectoria personal al ascenso en el partido político en el que militan. Carecen de experiencia alternativa, en otros ámbitos, y su formación está marcada por el navajeo asambleario de los partidos políticos.

P. Bueno, al presidente Pedro Sánchez se le critica mucho la influencia que tiene Iván Redondo, pero ese papel ya lo desarrolló en su época Julio Feo con Felipe González. Siempre ha habido asesores en política…

R. No, pero era un papel diferente. Julio Feo era un jefe de gabinete, la persona que elaboraba la agenda, pero como usted comprenderá no era quien determinaba la acción del Gobierno de Felipe González. Ahora, quien decide la línea de actuación del Gobierno es Iván Redondo, que es un mercenario de la política: trabajó para el PP en Badalona y en Extremadura y ahora trabaja para el PSOE. Es un consultor, por lo que se ve bastante competente, especializado en marketing electoral, que pone sus conocimientos al servicio del que le paga. ¿Dónde está ahí la ideología y el interés general? Se recurre a lo que haga falta, incluso a la falsedad, para determinar las directrices políticas. Cómo se puede entender que un vicepresidente diga que en España la Justicia perdona a los corruptos y que el Gobierno, en el que hay tres ministros socialistas que son magistrados, tres nada menos, en Interior, en Justicia y en Defensa, no solo se quedan callados, sino que justifican que Pablo Iglesias haga uso de su libertad de expresión. En vez de pedirle que dimita, dicen eso… En fin, que soy muy crítico con esto y, sobre todo, con que ocurra en el Partido Socialista, que ha antepuesto los consejos de un asesor a su proyecto ideológico, que siempre ha sido muy claro.

Foto: Pedro Sánchez e Iván Redondo, en una imagen de archivo. (EFE)

P. De todas formas, por encima de las características o las críticas que se le puedan hacer a este Gobierno, la realidad es que la política española es de banderías, conmigo o contra mí, blanco o negro…

R. Sí, la verdad es que hay algo en la genética de la clase política española que no funciona bien, incapaces de acordar incluso en situaciones de extrema gravedad. Pedro Sánchez ha reaccionado ante la pandemia igual que Aznar en los atentados de Atocha. El 11 de marzo, tras un atentado de aquella magnitud, que además no se conocía en un primer momento quiénes eran los responsables, lo que debió hacer José María Aznar ,como presidente del Gobierno, fue conformar un comité de emergencia con los partidos de la oposición sentados a su lado. Eso es lo mismo que debió hacer Pedro Sánchez ante la pandemia. Pero no, nada de nada, los dos optaron por un uso partidario de la tragedia. Pero es que siempre es igual, cuando el vertido del Prestige en Galicia, en vez de ayudar, lo que se convocaban eran algaradas y manifestaciones constantes. ¿Pues no me atacaron a mí muchísimo por permitir que se celebrara en el Ayuntamiento un Consejo de Ministros extraordinario de Aznar? Como si el Gobierno de Aznar fuera ajeno al propio concepto institucional de España. En fin, es verdad, no hemos tenido suerte los españoles…

P. Otros dirigentes del PSOE de su época, como Joaquín Leguina y Guillermo de la Dehesa, firmaron hace poco un manifiesto en el que calificaron el confinamiento como una medida "fascista, ineficaz, humillante, traumatizante, irracional y de dudosa legalidad".

R. A ver, no comparto todos esos adjetivos, no la forma, pero sí el fondo de la crítica. El confinamiento que se ha decretado en España no es el mismo que el de otros países europeos. El Gobierno de Pedro Sánchez ha abusado de las facultades que le concedía el estado de alarma y lo ha hecho sin consultar con nadie y sin informar previamente a nadie; lo ha aplicado con un desprecio absoluto hacia la oposición e, incluso, hacia algunos de los partidos que lo apoyaron para ser presidente. Es lógico, por tanto, que haya sectores importantes de la sociedad española que estén preocupados por el tufo totalitarista de las decisiones que se toman, sobre todo por parte de Podemos, y por el giro preocupante que se observa el PSOE.

Tenemos un Estado que no nos ampara, ni nos protege, como correspondería a un Estado moderno

P. Antes que un peligro totalitario, aprovechando la gestión de la pandemia, lo que me ha parecido siempre es que la severidad del estado de alarma en España era directamente proporcional a la carencia de recursos con la que ha pillado la pandemia al Gobierno.

R. Sí, coincido con eso, pero es una razón de más para preocuparnos. Porque yo me pregunto: ¿el Estado español no tiene previsto un plan de actuación para situaciones de emergencia? Hoy estamos hablando de una pandemia, pero podríamos hablar de un terremoto, de un tsunami o de un conflicto bélico. ¿No hay protocolos elaborados para hacer frente a una situación excepcional? En la línea de lo que usted apunta: ¿no hay acopio de materiales para afrontar estas situaciones excepcionales? Tenemos un Estado que no nos ampara, ni nos protege, como correspondería a un Estado moderno. La prueba es que ha funcionado mucho mejor la empresa privada a la hora de abastecernos de material necesario, que el propio Estado. Aquí, en Coruña, vive el presidente de Zara: como hemos visto en esta pandemia, un empresario privado como él tiene infraestructuras más capaces y eficaces que las del Estado para importar mascarillas, guantes, batas… Y sin las estafas de algunas importaciones de material por parte del Gobierno, que han sido un auténtico dislate. De forma general, este Gobierno ha sido uno de los que peor ha gestionado la pandemia y ahí están los datos, la realidad, que no es la que traslada el presidente en sus alocuciones televisivas.

Foto: Avión de Inditex descargando material en Zaragoza el 23 de marzo. (EFE)

P. Esto que señala de Inditex es llamativo porque, ciertamente, la empresa decidió poner a disposición del Gobierno toda su red logística de aprovisionamiento y transporte de material sanitario a pesar de que las críticas constantes que una parte del Gobierno dirige a Amancio Ortega.

R. Amancio Ortega es una persona que ayuda siempre, siempre… Se lo puedo asegurar porque yo tuve una experiencia personal, cuando estaba en el Vaticano, y él se ofreció a restaurar la embajada en Roma, uno de los edificios más importantes que tenemos en el patrimonio español y que estaba en unas condiciones de abandono lamentables. Pero mire, el discurso de Pablo Iglesias y de Podemos no nos debe extrañar porque esa es la anomalía más importante que tenemos en España: somos el único país de Europa con presencia comunista en el Gobierno. Somos una excepción en las democracias occidentales, nos gobierna un partido como Podemos, con ambiciones de populismo de países tercermundistas, y un partido como el PSOE que nada tiene que ver con la socialdemocracia que representaba. Esa es la venda que tiene en los ojos la sociedad española, que no se da cuenta del peligro que supone tener un gobierno así.

P. Usted, como queda de manifestó, hace tiempo que dejó de votar al PSOE, y se decidió por apoyar a Ciudadanos. ¿Se equivocó con Albert Rivera?

R. No, no, yo lo que dejé fue la militancia del PSOE después de 40 años, fundamentalmente por la posición que adoptó con la Memoria Histórica, el intento de controlar y manipular la verdad histórica y la ruptura del PSOE con su propia trayectoria, su aportación protagonista en la Transición española y en la reconciliación de los españoles. Sí, dejé la militancia y, sin ningún tipo de complejos, le digo que, en la actualidad, soy incluso hostil al modelo y el proyecto político totalitario que representa este PSOE que, si no se acaba con él, va a llevar a España por un camino preocupante. En cuanto a Albert Rivera, es evidente que cometió una grave equivocación cuando no facilitó un gobierno socialista con su apoyo en el Congreso, aunque siempre está la duda de si Pedro Sánchez lo hubiese aceptado.

P. Cuando dice eso de que habla sin ningún tipo de complejos, imagino que se refiere a que no le preocupa que le digan facha.

R. No, porque yo soy el que puede decir que ha luchado contra el fascismo. Yo puedo levantar mi voz por mi trayectoria y por mi biografía política, que arranca en la clandestinidad. Yo no conozco más puertas giratorias que las de las comisarías de policía en el franquismo, como otros muchos compañeros, como Leguina, que usted citaba, o Corcuera. Ahora nos mostramos muy críticos con esta deriva del PSOE, que nada tiene que ver con la socialdemocracia que representó el Partido Socialista de Felipe González y Alfonso Guerra. No hay nada que me pueda doler más que ver a los diputados socialistas aplaudiendo en el Congreso a Pablo Iglesias. Yo estoy donde siempre estuve, son ellos los que han cambiado. ¿Facha? Que no, que no, que lo que les molesta es que levantemos la voz los que sí luchamos contra el fascismo.

P. Hablaba antes de las deficiencias del funcionamiento del Estado que ha sacado a la luz de esta crisis sanitaria. ¿Cree que se debería cambiar algo del actual Estado de la Autonomías o no es esa la cuestión?

R. A ver, lo primero es lo que le decía, un protocolo de actuación en caso de situaciones de alarma para que, de nuevo, no nos pille sin recursos y sin organización. Fíjese en la eficacia, durante esta pandemia, de las tareas que se le han encomendado al Ejército. En situaciones de emergencia, es primordial que exista un sistema de mando piramidal, jerárquico, y unos protocolos de actuación. Eso es lo fundamental, para todo lo demás lo primero que necesitamos es un gran acuerdo de Estado entre los dos grandes partidos, el PSOE y el Partido Popular. Todo lo que no sea eso, será simplemente marear la perdiz, una vez más, que ya debe estar borracha la pobre perdiz. Lo que tienen que plantearse los dos es que, tal y como están las cosas, en España tenemos una estructura de Estado que es muy costosa, y muy difícil de mantener. Así que algo habrá que hacer porque, en la actualidad, el modelo de Estado en España es insostenible. Hemos llegado a la crisis con una deuda equivalente a la riqueza nacional y, ahora cuando demandamos ayuda al resto de Europa, nos reprochan con razón el gasto público superfluo, innecesario, que existe en España. Gastos que no tienen nada que ver con la Sanidad, la Educación, las pensiones o las infraestructuras.

Si el PSOE y el PP, que conforman una gran mayoría de la población, no se ponen de acuerdo en eso, mal nos irá

Por ejemplo; ¿sabe alguien cuántas empresas públicas hay en España, municipales, provinciales, autonómicas y estatales, y cuántos trabajadores tienen? ¿Cuántos servicios se solapan, porque están triplicados? ¿Cómo se le puede decir a Europa que necesitamos ayuda, pero que no pensamos cambiar nada del gasto innecesario, que todo va a seguir igual, como ha dicho Pedro Sánchez de esta desescalada? Esa es una buena prueba de su demagogia. Pues claro que habrá que ser austeros, pero no en los servicios esenciales que determinan nuestro Estado del Bienestar. Si el PSOE y el PP, que conforman una gran mayoría de la población, no se ponen de acuerdo en eso, mal nos irá. Pero ya verá cómo no ocurre y, al final, lo que pasará es que la crisis beneficiará a los populismos, como el de Podemos, que tiene su caladero en esa demagogia de confrontación y división de la sociedad.

P. Bueno, cita usted a Podemos como populismo de extrema izquierda, pero no ha dicho nada del populismo de extrema derecha de Vox…

R. Sí, claro, claro. En estas situaciones, son los radicales de uno y otro extremo los que salen beneficiados. Lo que pasa es que hay una diferencia: Vox acepta y respeta el modelo constitucional, cosa que no hace Podemos. Vox solo pone en entredicho el modelo autonómico, pero desde la aceptación de las reglas de juego, no cuestiona nuestro régimen democrático de la monarquía parlamentaria ni azuza el guerracivilismo en España, como hace Podemos. El totalitario es Podemos, no nos engañemos, aunque nos quieran imponer determinadas estrategias de prensa…

"Utilizan estas situaciones para agitar a su público, mientras los condenados por sedición disfrutan de unas condiciones extraordinarias en las cárceles"

P. Dice usted que Vox solo cuestiona el Estado de las Autonomías, pero se le olvida que también está en contra de la Unión Europea, por no citar otras propuestas sobre inmigración…

R. Como usted comprenderá, yo soy radicalmente contrario a un partido político como Vox, con un planteamiento conservador duro. Pero lo que me rebela es, como decía antes, que se imponga una visión distorsionada de las cosas y que se anatemice a Vox, al mismo tiempo que se blanquea a Podemos. Además, en lo que se refiere a la Unión Europea, es que está muy claro; tan claro como que Europa es la única garantía que tenemos de que hay alguien que nos va a amparar y a proteger de los disparates del Gobierno.

Foto: Jordi Cuixart y Carme Forcadell, en una foto de archivo, durante el juicio del 'procés'. (Rueters)

P. ¿Tras ese zarandeo enorme del coronavirus, podemos dar ya por amortizado el proceso independentista de Cataluña?

R. Para nada, esto ha sido solo un parón, un parón para ellos. Ellos utilizan estas situaciones para agitar a su público y lo hacen, además, mientras los condenados por sedición disfrutan de unas condiciones extraordinarias en las cárceles… Es vergonzoso el silencio que se ha impuesto sobre los privilegios de los presos independentistas; no se dice nada y esa es una forma de insultar a la Justicia española y a la independencia del Poder Judicial. Un parón, sí, esto es solo un parón. Y no olvide esto que le voy a decir: después del 'España nos roba', ahora viene el 'España nos mata', y se le achacará toda la responsabilidad de las muertes por el coronavirus a las políticas centralistas. No olvide eso…

Hay políticos en España que no necesitan que se cuelgue un retrato suyo en los pasillos de la institución que han presidido, junto a los de quienes le precedieron y a los que llegaron después, porque su nombre siempre queda asociado en la memoria colectiva al puesto que ocuparon. Es el caso de 'Paco Vázquez, alcalde de A Coruña', que se añade como segundo apellido. Lo fue durante casi 23 años porque, como se recuerda siempre, en todos los perfiles biográficos que se escriben de él, lo votaban tanto la gente de derecha como la de izquierda, a la que pertenecía como militante del PSOE. Ese equilibrio, que muy pocos logran, que parece imposible en un país como España, se obtiene por una mezcla precisa de buena gestión, proximidad a los ciudadanos y un discurso político que no se atiene a normas internas ni a 'argumentarios' ideológicos confeccionados en un Gabinete de estrategias políticas. Ahora, confinado como todos, a sus 74 años, Francisco José Vázquez Vázquez (A Coruña, 9 de abril de 1946) describe en su órbita política el momento de máximo alejamiento con su antiguo partido, el PSOE. Pasó por el Vaticano como embajador de España ante la Santa Sede, se jubiló como inspector de Trabajo, se retiró a ordenar papeles, amistades y recuerdos, pero mantiene el imán político que lo hizo popular en su cargo eterno, alcalde coruñés.

Pedro Sánchez José María Aznar