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En primera persona: Con 80 años y vive sola en casa: "Lo peor es no besar a mi familia"
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Octogenaria y confinada en soledad

En primera persona: Con 80 años y vive sola en casa: "Lo peor es no besar a mi familia"

Gregoria vive sola desde hace 28 años: "Nací en plena guerra civil, ya ves en el 35, y para mí este encierro no es ni la mitad de duro que en aquellos tiempos"

Foto: Gregoria, en la terraza de su casa, que ha dejado colgada su bata para esta sesión fotográfica improvisada. (R.C)
Gregoria, en la terraza de su casa, que ha dejado colgada su bata para esta sesión fotográfica improvisada. (R.C)

En España, dos millones de personas mayores de 65 años afrontan esta pandemia solos en casa, confinados con la ausencia de cualquier contacto físico de sus seres queridos. Gregoria, a sus 80 y muchos, es una de estas personas, pero “el bicho ese del coronavirus” no le ha cambiado mucho la vida. Vive sola desde que se murió su marido hace 28 años y se desenvuelve sin problema en su emancipación. Se prepara la comida, la reposa con mini siestas e intenta no sobreinformarse con la televisión, “no paran de hablar de lo mismo”, se queja, “así que la apago”. Este relato describe la experiencia de una octogenaria que, tras nacer en tiempos de guerra, vivir una dictadura y sobrevivir a un cáncer de mama, vive este confinamiento con resignación, a la espera de una normalidad que se resiste a volver.

Cuando me dijeron que no podía salir a la calle por culpa del virus, me pareció que era algo que en pocos días ya no estaría. Una medida del gobierno para que las personas mayores con más riesgo no se infectaran. Yo por suerte no he pillado ni un constipado este año, estoy operada de cáncer de mama y tengo leucemia crónica, me tomo 16 pastillas diarias.

placeholder 'Gora', como la llaman sus familiares, preparando croquetas, una de sus especialidades.
'Gora', como la llaman sus familiares, preparando croquetas, una de sus especialidades.

A mí si me pilla ese bicho ni lo cuento. ¡Lo que me faltaba! Por eso me quedo en casa y hago caso a lo que me han pedido mis hijos. En la tele solo se ven desgracias y muere mucha gente. La mayoría son personas como yo, que ya tenemos una edad y no podemos estar arriesgando nuestra salud. Lo mejor que puedo hacer es no salir y estar en casita hasta que sea seguro.

Nací en plena guerra civil, ya ves en el 35, y para mí este encierro no es ni la mitad de duro que los tiempos esos. Ahora tenemos comida, luz, calefacción, agua calentita. En Carrascalejo (Cáceres), donde yo nací, me puse a trabajar con 8 años y guardaba el pan que me daban para dárselo a mi madre. No tenía ni un sueldo y el único sustento esa rebanada de pan o la poca comida que sobraba. Así que ahora no entiendo al que se queja por estar unos cuantos días metidos en casa, estamos mejor que queremos.

placeholder Su pasatiempo favorito es hacer crucigramas. (R.C)
Su pasatiempo favorito es hacer crucigramas. (R.C)

Para mí la soledad no es ningún problema, llevo apañándomelas sola desde hace…más de 20 años, desde que mi marido Faustino se murió por una maldita leucemia, de las peores. Se fue muy pronto y era un hombre excepcional, me da mucha pena cuando hablo de él, porque le echo de menos. Si el estuviera aquí.... y viviese todo esto, seguro que sería diferente. Estaríamos juntos y nos cuidaríamos mucho el uno al otro. Pero bueno, eso ya no se puede cambiar. A cada uno le toca una cosa que vivir y a mí me ha tocado esto.

A lo que íbamos, me entretengo como puedo, limpio la casa, que la tengo reluciente. Puedes comer sopas en el suelo. Me gusta barrerla todos los días, limpiar el baño y la cocina con lejía. No ensucio mucho, pero me gusta que huela a limpio y con un poquino que se haga, se queda perfecta. También echo a lavar mis ‘amiches’ y dejo todo preparado para el día siguiente. Después de quitar trastos de por medio, me preparo la comida, hay a veces que mi hija me trae el guiso hecho para así evitarme de cocinar. Hasta hace pizza y me la trae.

Cuando termino de comer, me echo un rato la siesta… aunque la mayoría de mis siestas duran un minuto. Hay días en los que ni duermo ni sosiego, siempre tengo algo en mente. Y si no, lo que hago es irme a la terraza, aprovechar la luz y hacer sopa de letras, o si no unos dibujos que me ha traído mi nieta para pintar. Ahora soy pintora, son dibujos muy difíciles y en cuanto me descuido monto un zafarrancho, pero luego me quedan bonitos. ¿Qué te parece este?

Cuando se podía salir a la calle aprovechaba las mañanas para salir a pasear un poco, estoy operada de la cadera y andar me venía muy bien. Veremos ahora cómo estoy, no me voy a acordar ni de andar. Pisar la calle nos va a venir bien a los de mi edad y también ver el sol y respirar el aire. Porque después de tanto tiempo encerrados estamos ‘modorros’, necesitamos salir y hablar con otras personas. Puedes estar acostumbrado a vivir solo, habrá muchas personas como yo, pero el no ver a tus hijos o no hablar con tus conocidos pesa mucho y más para nosotros que todos los días son iguales. Sea el mes que sea, nosotros siempre vivimos en un día que parece el mismo.

placeholder Gregoria, pintando uno de los dibujos que le ha traído su nieta. (R.C)
Gregoria, pintando uno de los dibujos que le ha traído su nieta. (R.C)

La verdad que tengo suerte, otras personas mayores como yo no pueden ni ver a sus hijos. Como vivo a dos zancadas de sus casas pueden hacerme los recados. A los que más veo es a una de mis nietas, mi hija y mi yerno, eso sí cubiertos hasta arriba con el 'bozal', los guantes y todo tipo de trapos. Me ayudan con la compra, a bajar la basura… Para que yo no baje, ni me infecte con nada. Hay días que he podido ver a mis otros nietos por el móvil. Hay una que vive en Pinto y claro no puede venir, al menos con la máquina esa puedo ver que están igual de guapos que siempre.Llevo mal lo de mantener la distancia, ahora chocamos los codos, me río por no llorar cada vez que lo hacemos porque me da pena de verles tan cerca y no poder tocarnos siquiera, pero lo tenemos que hacer así…

Mi otro hijo me llama todos los días, pero como trabaja y puede coger cualquier cosa no sube a verme por miedo a pegarme algo. Yo no sé hasta cuándo va durar esto. Es lo más duro, así que lo primero que voy a hacer cuando pase todo y me quiten la ‘condena’ es abrazarlos, les echo mucho de menos.

En España, dos millones de personas mayores de 65 años afrontan esta pandemia solos en casa, confinados con la ausencia de cualquier contacto físico de sus seres queridos. Gregoria, a sus 80 y muchos, es una de estas personas, pero “el bicho ese del coronavirus” no le ha cambiado mucho la vida. Vive sola desde que se murió su marido hace 28 años y se desenvuelve sin problema en su emancipación. Se prepara la comida, la reposa con mini siestas e intenta no sobreinformarse con la televisión, “no paran de hablar de lo mismo”, se queja, “así que la apago”. Este relato describe la experiencia de una octogenaria que, tras nacer en tiempos de guerra, vivir una dictadura y sobrevivir a un cáncer de mama, vive este confinamiento con resignación, a la espera de una normalidad que se resiste a volver.

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