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En primera persona: "La gente con trastornos tiene ideas suicidas en casa. Necesitan salir"
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EL ENCIERRO AGRAVA LOS TRASTORNOS MENTALES

En primera persona: "La gente con trastornos tiene ideas suicidas en casa. Necesitan salir"

Artiom Urlapov es estudiante y padece trastorno bipolar. Ha sufrido tres crisis suicidas en las últimas semanas y dice que muchas personas con depresión están al límite por el encierro

Foto: Artiom Urlapov, en una imagen cedida.
Artiom Urlapov, en una imagen cedida.

Mi nombre es Artiom Urlapov, tengo 25 años y padezco trastorno bipolar desde hace unos 10. Desde que comenzó el confinamiento, he sufrido tres episodios de pensamientos suicidas. Aguanté bien dos semanas, pero desde entonces han venido uno tras otro y mi mente está al límite. En la última crisis, estuve a punto de tomarme un bote entero de pastillas para terminar con esta pesadilla de una vez. Me pasé cuatro días sentado en una silla con la mente en blanco, tratando solo de respirar. Sabía que si pensaba, lo único que me vendría a la cabeza es la idea de ir a por el bote. Llevaba cuatro años con el trastorno controlado, con una vida plena, pero ver que ha vuelto con tanta fuerza me hace sentir fatal, es como un fracaso personal.

Sigo tomando mi medicación como siempre, pero las pastillas no me hacen ningún efecto encerrado en casa. En mi vida, necesito salir a hacer deporte, ver a mis amigos, ver a mi psiquiatra de manera presencial cuando algo no va bien. Todo eso equilibra los malos pensamientos y me desahoga. Ahora solo puedo pensar en qué nos deparará el futuro, en las salidas laborales, todo me genera ansiedad y simplemente me lleva a preguntarme de forma cada vez más insistente si tiene sentido todo esto. No lo puedo evitar. Estar semanas encerrado en un piso sin poder salir, que para cualquiera es algo duro, para las personas con inestabilidad emocional puede ser catastrófico.

Como no tengo ninguna vía de escape para apartar los pensamientos negativos, lo único que puedo hacer es llamar al teléfono de la esperanza y buscar apoyo en mis amigos. El otro día, hablé con mi psiquiatra de la Asociación Bipolar de Madrid y me quedé desolado: muchísima gente les está llamando porque tienen pensamientos suicidas y no estoy seguro de que todos tengan la fortaleza de resistir. Hay muchísima gente que lleva una vida plena en circunstancias normales que ahora está llegando a límites extremos. Me preocupa mucho que la tasa de suicidios, que está en unos 3.000 casos cada año en España, se dispare por el confinamiento.

Me preocupa mucho que la tasa de suicidios, que está en unos 3.000 casos cada año, se dispare por el confinamiento

Me indigna ver que ni el Gobierno ni ninguna Administración piensan en las personas con trastornos mentales. Siento una dejadez y una falta de comprensión absoluta. He preguntado y ni siquiera se plantean la posibilidad. ¿Saben cuántos miles de personas padecen depresión diagnosticada y sin diagnosticar? Tengo amigos con depresión que están devastados, sin poder pedir ayuda, y me da miedo. Las mascotas pueden salir desde el primer día sin problema, ahora los niños podrán salir, pero nosotros estamos obligados a quedarnos en casa. Desde aquí, pido al Gobierno que permita salir a las personas con un trastorno mental diagnosticado a dar un paseo de 20 o 30 minutos. Porque el coronavirus mata, pero tener a todo este colectivo encerrado en casa también puede matar si no se toman medidas urgentes.

placeholder Una mujer hace ejercicio en una azotea durante el estado de alarma. (EFE)
Una mujer hace ejercicio en una azotea durante el estado de alarma. (EFE)

La razón de que estemos tan mal es que estar todo el día encerrado en casa te mete en un círculo vicioso. Por un lado, está el elemento de descompensación bioquímica, que se ve agravado por la imposibilidad de ver presencialmente al psiquiatra. Lo normal estos días es que te aumenten la dosis de antidepresivos, que te manden hacer ejercicio, pero conozco a gente en mi entorno que está en las dosis máximas y aun así están devastados. La disrupción de tu vida profesional y personal te genera desesperanza. Y eso te impide continuar en casa con tus tareas laborales o con las académicas, como es mi caso, que estoy en el último curso del grado de Económicas en la Universidad Autónoma de Madrid.

Suelo hablar con una persona que padece depresión. Hace ejercicio todos los días, hace todo lo que le dice su médico, y aun así está desesperada completamente. El otro día me dijo: "No sé qué hacer, si coger directamente un coche y salir a la M-30, es que no aguanto más en esta situación". Y no necesariamente se cae en esa espiral porque tengas un ambiente tóxico en casa. Puedes tener un entorno muy bueno y estar igual. Yo tengo cuatro amigos que son como cuatro hermanos y ni siquiera quise hablar con ellos en los cuatro días que estuve al borde del suicidio, porque sentía que no me podían ayudar en nada, caes en un estado de vulnerabilidad profunda.

En la última crisis, tuve la suerte de poder hablar con una profesora que estaba preocupada por mi estado de salud. Respondí a un correo suyo explicándole mi situación y estuvimos dos horas hablando por Skype. Me hizo ver que lo que hago en mi vida es valioso y me ayudó muchísimo. Fue una especie de milagro. Una de las necesidades de las personas con trastornos mentales como el mío es sentir que su vida tiene un propósito. Dar a conocer mi caso y poder pedir públicamente al Gobierno que haga algo de inmediato puede ser un buen propósito. Y que por favor no se olviden de los más vulnerables en sus planes de ayudas económicas. Ojalá este mensaje pueda ayudar a los miles de personas ignoradas que están al límite metidas en sus casas.

Mi nombre es Artiom Urlapov, tengo 25 años y padezco trastorno bipolar desde hace unos 10. Desde que comenzó el confinamiento, he sufrido tres episodios de pensamientos suicidas. Aguanté bien dos semanas, pero desde entonces han venido uno tras otro y mi mente está al límite. En la última crisis, estuve a punto de tomarme un bote entero de pastillas para terminar con esta pesadilla de una vez. Me pasé cuatro días sentado en una silla con la mente en blanco, tratando solo de respirar. Sabía que si pensaba, lo único que me vendría a la cabeza es la idea de ir a por el bote. Llevaba cuatro años con el trastorno controlado, con una vida plena, pero ver que ha vuelto con tanta fuerza me hace sentir fatal, es como un fracaso personal.

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