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Iglesias cambia de manual para ganar influencia a costa de tensionar el Gobierno
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ANTEPONE EL ESCUDO SOCIAL A LA ESTABILIDAD

Iglesias cambia de manual para ganar influencia a costa de tensionar el Gobierno

Se impone el mantra de que "sin conflicto no hay conquistas sociales". A lo que se añade: 'Si el conflicto no se hace público, no existe'

Foto:  El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias. (EFE)
El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias. (EFE)

Los conflictos en el seno del Gobierno de coalición se han multiplicado durante los últimos días, a la par que el sector de Unidas Podemos liderado por Pablo Iglesias ha ido redoblando las presiones para ampliar el denominado "escudo social" contra la crisis del coronavirus. El ingreso mínimo vital ha supuesto un punto de inflexión, hasta el punto de romper la reconfiguración transversal de los bloques en el Gobierno, que se produjo desde el inicio de la crisis —ortodoxos, por un lado, y defensores de políticas expansionistas por otro—, para devolverlo a la división original, con dos sectores alineados en función del partido al que pertenece cada ministerio. Un asunto central para el devenir de los sectores más vulnerables, el de la renta mínima vital, que precisó también la intervención directa del presidente, Pedro Sánchez, para evitar que se visibilizase públicamente un mayor enfrentamiento entre los socios de la coalición.

Con la oposición redoblando sus críticas a la gestión del Gobierno, y poniendo principalmente el foco en el papel que está jugando el vicepresidente de Derechos Sociales, la cohesión interna es una máxima de supervivencia para Moncloa. Añadir una crisis política al cóctel de la crisis sanitaria, social y económica tendría consecuencias impredecibles. Aunque si esto supone una debilidad para el Gobierno de Sánchez, es también una fortaleza para Iglesias a la hora de empujar sus tesis porque el Ejecutivo no puede permitirse una crisis de Gobierno en estos momentos, que solo podría desembocar en nuevas elecciones. Escenario completamente descartado. No hay mayorías alternativas ni posibilidad de grandes coaliciones, con un Partido Popular sumido en su particular batalla con Vox sobre el liderazgo del espacio conservador.

Si finalmente el jefe del Ejecutivo accedió a acelerar la aprobación de este subsidio como exigía Iglesias, fijándolo para el mes de mayo en contra de los planes del ministro de Seguridad Social, lo hizo acompañándolo de una reprimenda al líder de Unidas Podemos por considerar que intenta capitalizarlo comunicativamente. De hecho, las órdenes de cancelar la rueda de prensa prevista para su anuncio, que según se anunció desde la vicepresidencia ofrecerían el propio Iglesias y José Luis Escrivá (Seguridad Social), salieron de la Presidencia, según ha podido saber este diario. Horas después, Iglesias concedía en una entrevista televisiva que había cometido errores comunicativos, mientras Escrivá ironizaba que se había enterado del anuncio de dicha medida a través de la prensa.

El líder de Unidas Podemos no ha ganado todas las batallas internas que se han ido planteando, ni mucho menos, aunque sí ha logrado junto a otros ministros morados, especialmente la ministra de Trabajo Yolanda Díaz, ejercer una influencia en el diseño de las respuestas sociales a la crisis muy por encima de su peso proporcional en el Consejo de Ministros. Todo ello a costa de forzar las costuras de la coalición, quemando en pocas semanas las fases previstas para toda una legislatura y anticipando el desgaste propio de los Ejecutivos compartidos. Se impone el mantra de que "sin conflicto no hay avances". A lo que se añade que si el conflicto no se hace público, no existe.

Foto: El presidente de la Generalitat, Quim Torra, en conferencia con el resto del Govern. (EFE)

Antes de que estallase la crisis del coronavirus, el plan era justamente el contrario. Evitar los roces, o al menos dosificarlos en los primeros tramos de la legislatura, priorizando consolidar una cultura de la coalición sobre la que no existen precedentes, basándola "en la colaboración y en el respeto mutuo". Todo ha cambiado con esta crisis, acelerando los tiempos y llevando a Iglesias a cambiar apresuradamente de manual para guiarse por el que correspondería a los capítulos finales de la legislatura. Una fase en la que cada partido de la coalición comenzaría a visibilizar más sus diferencias. Esto es, recuperar la identidad propia y priorizar los intereses particulares a los de la coalición, en un periodo preelectoral.

Lo que no debería visibilizarse hasta el final de la legislatura, se ha adelantado a su arranque, cuando el Gobierno apenas ha superado sus primeros 100 días, pasando más que desapercibida dicha efeméride en un contexto de creciente incertidumbre acompañado de nuevos posicionamientos. Aunque parapetado tras la Constitución, haciendo especial mención a sus artículos sociales, Iglesias ha recuperado como líneas rojas algunos de los elementos tras los que nació Unidas Podemos, y de ahí que el debate sobre la renta mínima pudiese generar un conflicto de calado dentro del Gobierno, con el vicepresidente segundo animando a las organizaciones de la sociedad civil animando a presionar en este sentido.

Podemos fue hijo del 15-M y este movimiento surgió como reacción social a la crisis financiera del 2008. Ahora, Iglesias no duda en redoblar la presión sobre Sánchez para intentar cambiar el curso de la historia y parece dispuesto a llegar hasta el final asumiendo las consecuencias que ocasione para la coalición. En no pocos momentos desde el inicio de la crisis, Iglesias ha repetido, con obsesión de politólogo y académico ortodoxo, que en el futuro el pueblo juzgará lo que hoy haga cada uno para confrontar la crisis económica y social que se derivará del coronavirus. La última vez este jueves, durante una entrevista con la televisión pública italiana que, justamente, se celebró en el momento en que estaba prevista la rueda de prensa para anunciar el ingreso mínimo vital que hizo cancelar Sánchez. "Conciencia histórica" y, en definitiva, actitudes moldeadas por los años de estudio de la historia política en los períodos de crisis.

Ciertas reivindicaciones se imponen así a la estabilidad de la coalición, aduciendo para ello las devastadoras consecuencias que se derivarían de esta crisis si se sigue un enfoque ortodoxo. La ausencia de una salida social, además, haría perder a Unidas Podemos su hegemonía en el espacio a la izquierda del PSOE, donde cada vez comienza a ser más cuestionado por los socios de la investidura.

La gestión de esta crisis está produciendo un rápido desgaste de la coalición, dejándola en una situación crítica si hay que consensuar recortes o reajustes obligados por las ayudas europeas. "Nosotros no vamos a estar en el Gobierno para aplicar recortes o hacer políticas que no vayan en la dirección de proteger a la gente", advertían ya pocos días después desde el sector morado del Gobierno. Con todo, el líder de Unidas Podemos no engaña a nadie. Antes incluso de la investidura y en el propio discurso del traspaso de carteras asumió que su papel era empujar al Ejecutivo para implantar un programa social e incluso animó reiteradamente a los movimientos sociales a ejercer presión en este sentido. Podrá parecer mejor o peor, pero en ningún caso sorprender.

Los conflictos en el seno del Gobierno de coalición se han multiplicado durante los últimos días, a la par que el sector de Unidas Podemos liderado por Pablo Iglesias ha ido redoblando las presiones para ampliar el denominado "escudo social" contra la crisis del coronavirus. El ingreso mínimo vital ha supuesto un punto de inflexión, hasta el punto de romper la reconfiguración transversal de los bloques en el Gobierno, que se produjo desde el inicio de la crisis —ortodoxos, por un lado, y defensores de políticas expansionistas por otro—, para devolverlo a la división original, con dos sectores alineados en función del partido al que pertenece cada ministerio. Un asunto central para el devenir de los sectores más vulnerables, el de la renta mínima vital, que precisó también la intervención directa del presidente, Pedro Sánchez, para evitar que se visibilizase públicamente un mayor enfrentamiento entre los socios de la coalición.

Pedro Sánchez
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