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"Hay familiares que han visto a su madre dentro de una bolsa tras no verla en un mes"
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"Hay familiares que han visto a su madre dentro de una bolsa tras no verla en un mes"

Psiquiatras y psicólogos del Hospital Clínico de Madrid ponen en marcha un programa volcado en avisar a los allegados de pacientes terminales por Covid-19

Foto: Equipo de psiaquitría y psicología del Clínico
Equipo de psiaquitría y psicología del Clínico

Hablemos de la verdad, pero de ella en mayúsculas. “Lo que ha ocurrido y está sucediendo (no lo olvidemos) es una tragedia inimaginable. Los pacientes morían sin parar y aún fallecen y, también, lo harán en las próximas horas, días o semanas. Urgencias: desbordada, sin camas, pacientes en sillones, hasta en los pasillos”, relata el doctor José Luis Carrasco, coordinador de un programa desarrollado en el Hospital Universitario Clínico San Carlos de Madrid con el fin de que los pacientes no mueran ‘tan solos’ y poder organizar y acompañar a sus familiares en la visita de ‘despedida’. ¿Te suena irreal? Normal. No existía hasta ahora un escenario tan cruel y deshumanizante como el que estamos viviendo hoy en día por culpa del Covid-19. La renuncia al roce se ha convertido en una norma asumida ‘sin anestesia’, sin que hayamos podido llegarla a digerir.

"En estas condiciones de precaridad la muerte del paciente por Covid-19 ha sido la peor que puedes imaginar. Morían aislados"

“En estas condiciones de precaridad, la muerte del paciente por Covid-19 ha sido la peor que puedes imaginar. Algunos por la rapidez del cuadro, fallecían súbitamente y todos ellos en soledad sin familiares al lado, aislados. Es terrorífico con tan solo imaginarlo. Jamás, jamás, pensamos que esto pudiera pasar en una sociedad tan opulenta como la nuestra”, enfatiza el doctor Carrasco.

placeholder El doctor José Luis Carrasco.
El doctor José Luis Carrasco.

Ni el mejor guionista de Hollywood hubiera podido intuir un guion tan cruento capaz de romper taquillas: “La III Guerra Mundial acaba con el ser humano”. Más allá del tópico, de la necesidad imperiosa de seguir hacia adelante, vuelve a estar la verdad: Los nombres y apellidos de las víctimas y sus familias a los que les ha tocado (no a los demás, de momento) vivir una despedida inimaginable de su ser querido. Sin ‘tiempo’ a libre disposición, con miedo a la ausencia pero más, seguramente, a la situación, sin preguntas porque no hay respuestas, sin capacidad de reacción, ni de grito… Tal vez sí, de llanto, el atragantado en la garganta, como el que contienen nuestros médicos.

Las lágrimas

Me ha superado ver derrumbarse a los familiares. Presenciar, por ejemplo, cómo asumían enfretarse a ver la cara de su madre metida en una bolsa a la que no veían desde hace un mes… Me ha impresionado. Pero, también, me ha conmocionado estar al lado de un médico intensivista, en su despacho, llorando de impotencia porque no podía atender a todos los pacientes críticos por falta de medios. Los médicos lloran en la intimidad, en secreto, cuando no están delante del enfermo o de sus allegados”, recuerda el doctor Carrasco.

De la noche a la mañana, los facultativos que cada día te han acompañado a ti o a tus familiares (todos somos pacientes) mucho antes de la llegada del Covid-19, se han visto desbordados. “Estamos siendo la mano derecha de médicos internistas porque no pueden parar para nada, solo están a salvar vidas. Por eso pusimos en marcha este programa, para poder acompañar a los pacientes y sus familias”, documenta la doctora Marina Díaz Marsá, psiquiatra del centro.

Se trata de un equipo de especialistas volcados en avisar a los familiares de pacientes terminales por Covid-19 y de organizar y acompañarles en la visita de despedida, así como de comunicar los fallecimientos cuando no ha habido tiempo de anunciar la pérdida porque ha sido muy rápida.

En estos casos se ha dispuesto un procedimiento para que el familiar tenga tiempo de llegar rápidamente al hospital y ver el cadáver unos minutos 'contados', descubriendo la cara del mismo dentro de sus bolsas herméticas. Más allá, el cuerpo del fallecido es definitivamente sellado y enviado a custodia. Todo ello, tanto las despedidas mientras el paciente está vivo como una vez fallecido, debe hacerse con trajes de protección antivírica en los familiares y en los psiquiatras que velan por ellos.

"Imagina un paciente que no ha podido despedirse de su mujer, toda la vida juntos. Él pidió que los ingresaran juntos. No fue posible. Uno murió"

No se trata de contar con los dedos de una mano, ni de la otra, el número de pacientes de media que se pierden al día y a los que los miembros de este programa de acompañamiento tratan de dar una despedida digna (una media de diez).

Separados

Se trata de retener en la memoria cómo se multiplica el dolor; el de sus médicos, sus familiares o sus amigos…Y las cuentas nunca pueden cuadrar. “Imagina un paciente que no ha podido despedirse de su mujer, toda la vida juntos. Él pidió que los ingresaran al lado pero no fue posible. Uno murió y el otro no. Había que decirle a la familia que le explicara a la pareja superviviente que su mujer había muerto. Había que instruirles en la forma y en el cómo hacerlo. La delicada situación física del paciente se podía venir abajo al conocer la noticia”, insiste la doctora. Y “esto a diario”. Y suma: “Luego el aislamiento...No sigo no me hago a la idea de todo esto”.

Pero es imposible parar su relato, tantos pacientes, tantos casos algunos tan diferentes.. Todos duros, todos anónimos, menos para sus médicos y sus familiares: “Hemos visto cosas que no creíamos que sucedieran, como el efecto del Covid-19 en la coagulación. La enfermedad produce a veces cuadros de coagulación masiva, trombos, y a algún paciente ha habido que amputarle las extremidades, No es posible transmitir, lo que está sucediendo”.

Evitar la muerte en solitario

placeholder Personal sanitario en una UCI en el Hospital Puerta de Hierro. (EFE)
Personal sanitario en una UCI en el Hospital Puerta de Hierro. (EFE)

Y no lo es porque, como explica la psiquiatra Julia García Albea, compañera de este equipo, hay que tener en cuenta dos escenarios. “La atención a los pacientes en planta y la otra en Urgencias. Nuestros compañeros médicos no pueden atender a los familiares, están desbordados. Por ese motivo nos hemos dividido”.

Todo para intentar traspasar la frontera instalada del aislamiento de las víctimas, de su muerte en solitario, desde que se inició la pandemia. “ No podemos dejarles solos, ni podemos dejar solas a sus familias. Hay muchos que llegan, los tienen que dejar en urgencias y se tienen que ir. De repente, si se produce la muerte, se debe comunicar. Por eso estamos ahí. Les esperamos en la puerta, les colocamos el traje de protección y les acompañamos a una sala en la que pueden despedirse. Estar entre 5 y 10 minutos, pueden tocar su mano”, recalca la doctora.

Es por ello por lo que, como aclara la psiquiatra Isabel Ramos, “teniendo en cuenta todo esto desde el Plan de Humanización propuesto para los pacientes ingresados por Covid-19 y para sus familiares se ha solicitado ahora, con la disminución de la presión asistencial, que pensemos más en los familiares, que ingresen juntos a ser posible, que los pacientes puedan ser acompañados al final de su vida y que aquellos que han sufrido un duelo puedan estar acompañados por sus familiares cuando les den el alta siguiendo siempre las medidas epidemiológicas pertinentes Es necesario establecer protocolos de humanización en los hospitales”.

Daniel Medina, psicólogo clínico, apunta como Julia e Isabel que están “en contacto continuo con los médicos para que, en el caso de que un paciente presente un cuadro que indica la posibilidad de fallecer tener tiempo para avisar a los familiares para que le puedan dar su adiós. Les esperamos en la puerta del hospital, les acompañamos”.

Son situaciones duras “como el padre que tiene que despedir a su mujer y te pregunta cómo se lo cuenta a su hijo”, recuerda Daniel. El drama se revive a diario, pero ellos siguen ahí, al lado de cada familiar que necesite compartir su duelo, un día y otro y al siguiente. “Tienen un teléfono al que pueden llamar en cualquier momento”.

¿Y a ellos quién les cuida?

Solo quedaría entonces una pregunta: ¿Cómo sobreviven ellos ante tanto trauma? “Nos desahogamos los unos con los otros, pero también creo que entro en fase de disociación de mí misma como si no estuviera viviendo lo que vivo”, explica Isabel. Lo corrobora el doctor Carrasco: "Nos reunimos al principio y al final del día, nos contamos los casos y nos animamos entre nosotros."

Si no podemos mirar ni el presente, parece complicado aguantar la vista hacia el futuro: “Habrá miedo en la población, se aumentarán las distancias interpersonales y los casos de obsesiones y fobias al contagio. Tendremos muchos casos de estrés postraumático en sanitarios y, también, en pacientes que se curaron. Los médicos seremos más humanos y espero que los gobernantes aprendan que la sanidad no hay que cuidarla cuando llega el diluvio, sino antes”, recuerda el doctor Carrasco.

Hablemos de la verdad, pero de ella en mayúsculas. “Lo que ha ocurrido y está sucediendo (no lo olvidemos) es una tragedia inimaginable. Los pacientes morían sin parar y aún fallecen y, también, lo harán en las próximas horas, días o semanas. Urgencias: desbordada, sin camas, pacientes en sillones, hasta en los pasillos”, relata el doctor José Luis Carrasco, coordinador de un programa desarrollado en el Hospital Universitario Clínico San Carlos de Madrid con el fin de que los pacientes no mueran ‘tan solos’ y poder organizar y acompañar a sus familiares en la visita de ‘despedida’. ¿Te suena irreal? Normal. No existía hasta ahora un escenario tan cruel y deshumanizante como el que estamos viviendo hoy en día por culpa del Covid-19. La renuncia al roce se ha convertido en una norma asumida ‘sin anestesia’, sin que hayamos podido llegarla a digerir.

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