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En primera persona: "A algunos padres todavía no hemos conseguido contactarles"
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ESTHER, PROFESORA DE PRIMARIA DE MADRID

En primera persona: "A algunos padres todavía no hemos conseguido contactarles"

Muchos te dicen que quieren ir a clase, que te echan de menos, y también las familias. Y esos momentos la verdad que son un chute de energía

Foto: Un colegio catalán cerrado por el coronavirus. (EFE)
Un colegio catalán cerrado por el coronavirus. (EFE)

Esther es una profesora de Primaria de un colegio público de Madrid. Desde su casa, en un rato entre contestar a padres y preparar manualidades, cuenta cómo está viviendo la pandemia desde que cerró la puerta de su aula, el pasado 11 de marzo.

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El día que anunciaron que cancelaban las clases fue una locura. Ese lunes estábamos todos “tan tranquilos”, y por la noche dijeron que el miércoles ya no tenían que ir. Les mandamos a casa con unas fichas y material para 15 días, porque nadie esperaba que fuese a durar tanto. Como son pequeños, a los alumnos les explicamos a su nivel lo que estaba pasando: que había un virus en la calle y que teníamos que cerrar los coles y las casas para que no entrase. Se lo imaginan como un monstruo, como si estuviesen en los cazafantasmas.

Les explicamos a su nivel lo que estaba pasando: que había un virus en la calle y que teníamos que cerrar los coles y las casas

Cada colegio se ha ido apañando con las herramientas y tecnología que ya tenía, porque fue todo de golpe y no hubo tiempo de preparar nada. En nuestro caso estamos llevando el curso por blogs, donde subimos materiales y deberes, y a través del correo. Eso nos hace a todos estar trabajando mucho más, porque cada familia es diferente y tienes que adaptarte más que nunca. Muchos padres teletrabajan y, claro, no pueden escribirte hasta las diez de la noche, así que estás todo el día pendiente. El trabajo ahora es infinito entre contestar a todos, preparar deberes que puedan hacer, corregir…

Todo se hace a través de los padres, porque en mi caso mis niños tienen siete años y no tienen ni edad para tener correo y tampoco puedes hacer videollamadas con ellos. Les mando sobre todo temas para repasar, con juegos o materiales que puedan tener en casa, como rollos de papel higiénico, ¡que de eso ahora todos tienen en casa! Intentamos también que vean el trabajo de los otros colgándolo en la web y que estén un poco más unidos y se sientan menos solos viendo lo que hacen su compañeros.

El otro día, por ejemplo, les mandé que dibujasen el coronavirus en la mano por la mañana y se lavasen las manos hasta que desapareciese, y el que lo consiguiese ganaba puntos. Ahora sí que están aprendiendo que lo de lavarse las manos es importante.

En general mandamos cosas más lúdicas, sencillas, porque hay familias que han perdido el trabajo o que pueden tener familiares enfermos y tampoco queremos generarles más problemas. También hay padres que no tienen internet. De hecho, a algunas familias no hemos conseguido contactarlas todavía para seguir las clases así. Las realidades de cada uno son muy distintas: de unos no sabes nada y otros te piden más tareas.

A través de los dibujos y las cartas que te mandan vas viendo cómo están, muchos te dicen que quieren ir a clase, que te echan de menos, y también las familias. Y esos momentos la verdad que son un chute de energía. Echo de menos hasta que me pidan tropecientas veces ir al baño o a sacar punta. Al final el teletrabajo en el caso de los profes es súper frío, para nosotros y para ellos: esto es muy vocacional y la parte que más nos gusta es el contacto con los alumnos, su espontaneidad, sus ganas de aprender… Todo eso a través de una pantalla se pierde.

Pero lo que peor llevo es la incertidumbre, no saber qué va a pasar... Todo el tercer trimestre está en el aire, y no sabemos a qué atenernos. Falta información, a estas alturas aún no sabemos si el curso se va a acabar en el segundo trimestre, si va a seguir… O como en Italia, si va a ser un aprobado general. Para mí sería lo justo, porque como digo hay gente que no tiene internet y seguir así poniendo notas generaría una brecha enorme entre los alumnos. O al menos dejarlo donde nos quedamos y dar por finales las notas del segundo trimestre. Al final son esponjas, y más en los primeros cursos de Primaria. Se puede recuperar el año que viene, preparar trabajo reforzando y profundizando lo ya dado y así muchas familias además se relajarían y se podría acompañar mejor a los alumnos en esto.

Cosas que parecían sencillas, el magisterio del “pinta y colorea” se está viendo que no es así, y que dar clase es algo más complejo

Además, creo que están aprendiendo otras cosas en casa que también les vienen bien para la vida, como ser solidarios, disfrutar de la familia -que no todos siempre tienen tiempo-, la paciencia, la imaginación… Y también estoy viendo que muchos padres están empezando a valorar más nuestro trabajo: te dicen que no consiguen que su hijo se centre y que cómo lo hacemos con 30 niños más. Cosas que parecían sencillas, el magisterio del “pinta y colorea” se está viendo que no es así, y que dar clase es algo más complicado y complejo.

Yo tengo la suerte de que todo mi entorno está bien, pero cuando piensas que hay compañeros con algún familiar fallecido, valoras cosas que antes no hacías, tus rutinas… ¡Si es que echo de menos hasta hacer la guardia del patio!

Los profesores fuimos los primeros de esta crisis en parar y seremos los últimos en volver. No creo sinceramente que vuelva a haber clases hasta septiembre, pero al menos espero que para entonces si nos hemos llevado algo sea que se valore un poco más la profesión.

A los alumnos, los viernes antes del fin de semana les solemos mandar un mensaje positivo, y les decimos que cuando nos volvamos a ver nos abrazaremos, nos reiremos y bailaremos todos juntos. Y que solo hay que esperar un poco a que el virus se vaya de la calle.

Esther es una profesora de Primaria de un colegio público de Madrid. Desde su casa, en un rato entre contestar a padres y preparar manualidades, cuenta cómo está viviendo la pandemia desde que cerró la puerta de su aula, el pasado 11 de marzo.

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