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En primera persona: "Prefiero perder el trabajo que a mi hijo"
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Sufro una presión y un chantaje inaceptables

En primera persona: "Prefiero perder el trabajo que a mi hijo"

Victoria es una doctora embarazada que opera en Ciudad Real y a la que quieren forzar a trabajar pese a pertenecer a la categoría de las personas 'especialmente sensibles'

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

Me llamo Victoria. Me gustaría utilizar mi verdadero nombre y mis apellidos auténticos, pero hacerlo me expone a una represalia y a un escarmiento. Soy cirujana. Tengo 32 años. Estoy embarazada de nueve semanas, y tratan de obligarme a trabajar en el hospital pese a que nosotras, las gestantes, formamos parte, se supone, de las personas especialmente sensibles.

Así nos calificó el Gobierno cuando se determinaron las categorías de riesgo en la emergencia del coronavirus, pero me han urgido a reincorporarme. No lo he hecho todavía porque me protege una baja circunstancial. Se me ha diagnosticado una lumbalgia que realmente no padezco, pero el informe que ha elaborado mi médico de cabecera es el único recurso de que dispongo para conservar mi salud y la de mi hijo. Es triste tener que mentir como remedio a una injusticia. Más triste es desposeerte de tus derechos.

"El informe que ha elaborado mi médico de cabecera es el único recurso de que dispongo para conservar mi salud y la de mi hijo"

Me solidarizo con Inés Arrimadas cuando se ausenta de las sesiones parlamentarias esgrimiendo su estado sensible de embarazo. Y lo reclamo para mí como lo reclamo para las mujeres que estamos en la misma situación, no digamos cuando se trata del personal sanitario y de los peligros que contraemos en nuestros lugares de trabajo. He creado incluso una página de Facebook donde trasladamos nuestras inquietudes. Me refiero a las doctoras y enfermeras embarazadas. Y a la discrepancia de criterios con que unas y otras comunidades preservan a unas del trabajo y obligan a las otras.

Castilla-La Mancha es la mía. Aquí padezco una presión y un chantaje que me resultan inaceptables. Estaba ejerciendo de cirujana y al día siguiente me convirtieron en 'experta' de coronavirus sin formación ni medios al respecto. Estaba en peligro yo misma. Y estaba en riesgo mi embarazo. No pensaba asumir un sacrificio como el que se me pedía. “No podemos permitir que las médicas embarazadas se vayan todas a casa”, llegaron a decirme. Me sentí angustiada e incomprendida. Llegué incluso a sentirme insolidaria, como si padeciera el síndrome del soldado superviviente. Yo en casa, a salvo. Y mis colegas bregando con la epidemia sin medios ni condiciones. Es un ejemplo de la atmósfera siniestra que se nos ha creado a las mujeres embarazadas que trabajamos en los hospitales. Se induce entre nosotras un sentimiento de culpa del que he decidido y conseguido librarme.

Foto: (Foto: Reuters)

Prefiero perder el trabajo que perder a mi hijo. No voy a arriesgarlo, como no lo harían mis compañeros si tuvieran que ir al hospital con los suyos, ¿verdad? No estoy reclamando ningún privilegio. Las personas en mi situación son más sensibles al coronavirus. Y es verdad que no se produce el contagio vertical, de madre a hijo, pero la salud de la madre repercute en el feto, del mismo modo que ignoramos en realidad cuáles son las secuelas de una enfermedad nueva.

Mi hospital me ha propuesto trabajar sin necesidad de exponerme directamente al coronavirus, pero ocurre que los hospitales son en sí mismos focos de contagio y de peligro. Más todavía cuando hemos estado desprovistos de los medios elementales. Yo tuve que utilizar la mascarilla que me fabricó mi marido, que me ha aconsejado querellarme como respuesta a la manera despiadada en que se pretende amenazar mi embarazo.

"Esta profesión es mi vocación. Me gusta ejercerla, servir de ayuda a los enfermos, pero no puede interponerse en la salud de mi hijo"

Esta profesión es mi vocación. Me gusta ejercerla, servir de ayuda a los enfermos, pero no puede interponerse en la salud de mi hijo, menos aún cuando son las autoridades locales de Castilla-La Mancha las que están pisoteando mis derechos y mi sensibilidad.

Estoy embarazada por primera vez. Quiero vivir la experiencia como hacen otras mujeres que se encuentran en mi situación personal y profesional. Mi testimonio pretende alertar de las injusticias y de las discriminaciones. Y de las coacciones que utilizan los funcionarios del servicio de prevención de riesgos laborales para determinar ciegamente nuestra idoneidad.

Son ellos quienes remiten su criterio a los servicios de recursos humanos de los hospitales. Y quienes eluden la protección o la tutela de las personas especialmente sensibles. Soy consciente de la emergencia, de la situación crítica, pero todas las deficiencias de nuestro sistema de salud no pueden neutralizarse con el abuso y sacrificio de los profesionales médicos. Han caído demasiados. Estoy rodeada de compañeros contagiados y de colegas en situación de riesgo extremo. Soy responsable de mi vida, pero no puedo poner en peligro la de mi hijo. Me niego.

Me llamo Victoria. Me gustaría utilizar mi verdadero nombre y mis apellidos auténticos, pero hacerlo me expone a una represalia y a un escarmiento. Soy cirujana. Tengo 32 años. Estoy embarazada de nueve semanas, y tratan de obligarme a trabajar en el hospital pese a que nosotras, las gestantes, formamos parte, se supone, de las personas especialmente sensibles.

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