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¿Qué hacen esos obreros fumando juntos? El polvorín de no paralizar la construcción
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EL ESTADO DE ALARMA PERMITE LA CONSTRUCCIÓN

¿Qué hacen esos obreros fumando juntos? El polvorín de no paralizar la construcción

Muchos ciudadanos llaman a la policía para denunciar obras en su comunidad de vecinos. La actividad, sin embargo, está permitida. Sindicatos y patronales advierten del enorme riesgo

Foto: El sector de la construcción no se detiene durante el estado de alarma. (EFE)
El sector de la construcción no se detiene durante el estado de alarma. (EFE)

El trasiego de la maquinaria y el movimiento de camiones y furgonetas cargados de material para la construcción rompen el silencio en las calles en muchos puntos de España. La quietud de los albañiles parados en las aceras, fumando un cigarrillo en grupos de tres y cuatro personas mientras se toman un descanso, contrasta con las prisas de los pocos ciudadanos que, solitarios, salen a hacer la compra. Dentro de los edificios de viviendas ocurre lo mismo: los golpes de martillo y el chillido de la amoladora en un piso en plena reforma es lo único que rompe la quietud de la comunidad. Mientras el estado de alarma se endurece por días, muchos ciudadanos se preguntan por qué la construcción sigue funcionando.

"Hemos solicitado al Gobierno el cese de toda la actividad. Está en juego la salud de miles de trabajadores", señala CCOO

“Hemos solicitado al Gobierno el cese de toda la actividad de construcción que no sea urgente. Se ha de poder reparar una infraestructura crítica o un techo que amenaza con venirse abajo, pero lo demás tiene que parar. Está en juego la salud de miles de trabajadores”, advierte Daniel Barragán, responsable de Acción Sindical en el sector de la construcción en Comisiones Obreras (CCOO).

“Seguir adelante con una obra solo porque hay que cumplir los plazos de entrega es una temeridad. En una obra hay muchos profesionales trabajando en el mismo espacio físico, un espacio muchas veces muy limitado, y mantener las distancias se hace complicado. Más si no se dispone de los EPI [equipos de protección individual] adecuados. La mayoría coincide en el vestuario, en el comedor, en el descanso del bocadillo… Estas instalaciones son pequeñas casetas de obra prefabricadas con un espacio ridículo. El riesgo de contagio es evidente y claro”.

Sindicatos y ciudadanos anónimos llevan días denunciando irregularidades en distintos puntos de España. Todas las llamadas a la policía, ya sea nacional o municipal, terminan con la misma respuesta: el real decreto de estado de alarma permite las obras de albañilería, así que no hay caso mientras las obras se realicen dentro del horario permitido, de 8:30 a 21:00 de lunes a viernes y de 9:30 a 21:00 los fines de semana.

La gente llama para protestar porque un vecino ha iniciado una obra de reforma aprovechando que se ha marchado a su segunda residencia, porque en el piso de arriba el ruido es insoportable durante 10 horas al día o porque no entienden que cada mañana lleguen grupos de tres o cuatro obreros en una misma furgoneta sin ninguna medida de protección y se pasen el día entrando y saliendo del portal.

María Luisa vive en Madrid y se quedó "muy sorprendida" cuando la policía municipal le informó de que las obras de su vecino dos plantas por encima estaban permitidas. "No entiendo que todos apelemos al buen hacer durante el confinamiento y permitan obras de reforma. Cada mañana tengo que aguantar los golpes y el ruido sin poder salir de casa. Intentan ser discretos, pero no tiene sentido permitir esto", explica indignada.

Días atrás, CCOO denunció que en las obras de la gran plataforma logística de Amazon en Dos Hermanas (Sevilla), ejecutada por Dragados, hay más de 600 personas trabajando contrarreloj sin medidas de protección suficientes, con el resultado confirmado de dos contagiados por Covid-19. “Trabajar en la obra de Amazon no es seguro. La Policía se ha tenido que personar ya dos veces e incluso este viernes ha sido necesaria la intervención de una ambulancia. Se hacen controles de temperatura aleatorios y la gente está preocupada por su salud", indicó el responsable sindical en Sevilla, Carlos Aristu. No es en absoluto la única gran obra que sigue en marcha en España.

Algunos ayuntamientos, no obstante, están tomando medidas. Barcelona ha paralizado todas las obras públicas y ha suspendido aquellas privadas que no cumplen con los protocolos de seguridad. La alcaldesa, Ada Colau, ha pedido este lunes al Gobierno que decrete la suspensión total, ya que hay 13.000 licencias aprobadas que no puede revocar. Madrid sí mantiene la actividad pública y privada pero ha intensificado la labor de los inspectores de obra.

Un garrotazo a la economía

Juan Antonio Gómez-Pintado, presidente de la Asociación de Promotores Constructores de España (APCE) y de la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Madrid (Asprima) advirtió días atrás del batacazo económico que supondría paralizar completamente la construcción. En concreto, "una caída de cerca del 14% en el PIB nacional trimestral” y una afectación en el PIB "del -4,5%". Gómez-Pintado subrayó que en las obras se están aplicando protocolos "reforzados" de higiene y seguridad: "Si hay un positivo, todos los trabajadores que hayan coincidido con él se ponen en cuarentena".

Paralizar la construcción implicaría "una caída de cerca del 14% en el PIB nacional trimestral" y una afectación en el PIB "del -4,5%"

Para Barragán, de CCOO, eso no es suficiente. “No ponemos en duda que algunas empresas estén aplicando todos los protocolos, pero la construcción es un sector con un alto índice de subcontratación, y nos consta que no todas las empresas están actuando como deberían. La salud de los trabajadores está por encima de todo, y muchos de ellos están en riesgo de contagiarse, ellos y todo su círculo cercano. Hay que detener totalmente la actividad y cuando termine el estado de alarma ya pensaremos en el aspecto económico”.

Daniel Cuervo, director general de Asprima, subraya que "mientras continúe el trabajo habitual en las obras, hay que recordar que la prioridad en estos momentos es velar por la salud de todos los trabajadores y de la población en general", y coincide en posponer para más adelante la gestión del desastre económico en un sector fundamental de la economía española.

placeholder La remodelación del estadio Santiago Bernabéu sigue adelante durante el estado de alarma. (EFE)
La remodelación del estadio Santiago Bernabéu sigue adelante durante el estado de alarma. (EFE)

En esta especie de limbo, los pequeños empresarios consultados confirman que siguen ejecutando reformas y pequeñas obras en viviendas, reforzando el distanciamiento entre profesionales o sencillamente ejecutando los trabajos de uno en uno, primero el albañil, luego el carpintero, lo que demora los plazos de entrega. “Nos tendremos que adaptar a la situación, los clientes saben lo que hay y lo están entendiendo”, explica un empresario autónomo de Madrid. "Nos estamos encontrando ya con problemas para comprar suministro debido a la paralización de muchas empresas, todo se retrasa y es más complicado".

Las obras, "sin ser de primera necesidad, pueden ser un gran foco de infección", advierte Pymecon

Incluso algunas patronales regionales, como la Federación Regional de la Pequeña y Mediana Empresa de Construcción y Afines de Extremadura (Pymecon), consideran que “deberían paralizarse por decreto las obras de construcción, y en especial las de edificación”. Las obras, "sin ser de primera necesidad, pueden ser un gran foco de infección”, advierte la federación, que lanza una alarma al Gobierno: “Numerosas empresas o están en condiciones de garantizar la seguridad de sus trabajadores al carecer de los medios necesarios de protección”, pero no detienen la actividad porque los contratos firmados “lo prohíben expresamente y conllevan penalizaciones”. “La única medida”, sentencian, es suspender toda la actividad por decreto.

El trasiego de la maquinaria y el movimiento de camiones y furgonetas cargados de material para la construcción rompen el silencio en las calles en muchos puntos de España. La quietud de los albañiles parados en las aceras, fumando un cigarrillo en grupos de tres y cuatro personas mientras se toman un descanso, contrasta con las prisas de los pocos ciudadanos que, solitarios, salen a hacer la compra. Dentro de los edificios de viviendas ocurre lo mismo: los golpes de martillo y el chillido de la amoladora en un piso en plena reforma es lo único que rompe la quietud de la comunidad. Mientras el estado de alarma se endurece por días, muchos ciudadanos se preguntan por qué la construcción sigue funcionando.

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