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“Mi padre lleva casi un mes en la UCI por coronavirus y yo sigo sin conocer mi test”
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habla una de las primeras víctimas

“Mi padre lleva casi un mes en la UCI por coronavirus y yo sigo sin conocer mi test”

Yolanda es hija del quinto caso de infección por coronavirus detectado en Madrid y el tercero de España en ingresar grave en la UCI. Sigue esperando que le digan si está contagiada

Foto: El padre de Yolanda fue uno de los primeros casos detectados de coronavirus en España. Lleva tres semanas en la UCI.
El padre de Yolanda fue uno de los primeros casos detectados de coronavirus en España. Lleva tres semanas en la UCI.

Aquel miércoles, 26 de febrero, Yolanda fue a comer a casa de su padre y le notó resfriado. Desde que le operaron de pulmón, hace unos años, cualquier pequeño catarro se le puede complicar y derivar en neumonía. Por eso, Yolanda siempre le insiste en que, a la mínima, vaya al médico. “Mañana baja al ambulatorio”, le dijo, como tantas otras veces. Y su padre obedeció.

Al día siguiente, la doctora le recetó un antibiótico, pero cuando Yolanda llamó a su padre para ver cómo seguía, le notó peor, y pidió a uno de sus dos hermanos que fuera a verle. “Yo vivo en Arganda y mi hermano en Torrejón de Ardoz, como mi padre, por eso le pedí que fuera”, recuerda esta trabajadora de una empresa alimenticia que pide salvaguardar el anonimato.

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Entre otros motivos, porque casi un mes después, Yolanda sigue sin saber si es otra víctima del coronavirus. Víctima por partida doble, porque este maldito virus ya la ha golpeado directamente atacando con virulencia a uno de sus seres más queridos, su padre.

El viernes, 28 de febrero, cuando le llamó por la mañana para ver cómo seguía, le notó muy mal y se lo llevó corriendo a Urgencias del Hospital Universitario de Torrejón, que un día antes había acaparado toda la atención al registrar el primer paciente de toda España ingresado grave en la UCI por coronavirus.

“Cuando llegué a Urgencias con mi padre, nadie llevaba mascarillas y me resultó raro, pero bueno. Entonces, yo seguía pensando que tenía un resfriado, ¿dónde iba a haber cogido él el coronavirus? Si solo baja a la calle a comprar pan y poco más”. Las malas noticias empezaron a las 18:30, cuando le comunicaron que tenía una pulmonía seria. “Estuvo ahí tirado hasta que le ingresaron, a las 10 de la noche, sin mascarilla ni nada, y el pobre tosiendo a diestro y siniestro”, recuerda la hija.

placeholder El Hospital Universitario de Torrejón de Ardoz (Madrid).
El Hospital Universitario de Torrejón de Ardoz (Madrid).

Esa misma noche, llamaron a Yolanda y le dieron la fatal noticia: su padre había dado positivo al test de coronavirus y acababa de convertirse en una de las primeras víctimas de este agresivo virus que, tres semanas después, ha contagiado a casi 14.000 personas en España y matado a más de 600. “Entonces leí una noticia donde mi padre aparecía como el quinto contagiado de Madrid”, recuerda Yolanda.

Desde entonces, ha vivido enclaustrada, pendiente del teléfono por la salud de su padre, que continúa en la UCI, y esperando que alguien le dijera si ella también había sido contagiada, porque tres semanas después de aquella fatídica noche, todavía sigue esperando conocer los resultados de su test, ese mismo que, rápidamente, ha permitido a toda la primera fila política del país descartar si ellos, o sus familiares, han sido infectados.

“Nada más comunicarnos el positivo de mi padre, un enfermero nos dijo a mis dos hermanos y a mí que nos iban a llamar de Salud Pública para hacernos el test, porque habíamos estado en contacto directo con un infectado, pero aquí nadie llamó”, recuerda.

“Nada más comunicarnos el positivo, un enfermero nos dijo que iban a llamarnos de Salud Pública a mis hermanos y a mí, pero nadie llamó”

Gracias a haber sido una de las primeras víctimas, el padre de Yolanda fue trasladado al Hospital Carlos III en la misma madrugada del 29 de febrero. “Eso es lo mejor que nos ha pasado, mi padre sigue vivo gracias a que le llevaron al Carlos III”, asegura Yolanda, quien, a pesar de todos los fallos que le han llevado a sumar ya casi un mes aislada sin saber si está contagiada o no, solo tiene palabras de alabanza para los médicos. “Gracias a que la sanidad que tenemos es espectacular, porque las administraciones no han sabido gestionar esto”, dice.

El domingo, 1 de marzo, Yolanda llamó al 061 para decir que debían hacerles la prueba. Como ella había estado unos días antes con tos, le dijeron que se quedara en casa hasta hacerse el test. A partir de ahí, la historia se escribió diferente para cada uno de los tres hermanos.

Foto: El ministro de Sanidad, Salvador Illa. (EFE)

A uno, que vive en Guadalajara, le llamaron del hospital de la ciudad manchega a hacerse la prueba el lunes y tuvo el resultado esa misma noche: negativo. Al de Torrejón, le llamaron también el lunes y, una semana después, le dijeron que también había dado negativo. A Yolanda, la llamaron para ir a su hospital de Arganda del Rey el domingo. Sigue esperando el resultado, encerrada y sola en su casa.

“He llamado a todos los sitios, también mi tía haciéndose pasar por mí… Yo creo que mi prueba se ha perdido, pero si les digo que llevo tres semanas recluida, que vuelvan a hacérmela”, se lamenta, consciente, porque le ha tocado sufrirlo en su propia piel, de que el descontrol y la descoordinación llevan más tiempo del que oficialmente se ha querido reconocer. Desde el principio de esta crisis.

“Cuando reclamé la primera vez el resultado de mi test, no estábamos así. Me dijeron que iban a tardar dos o tres días, y al cuarto o quinto ya estaba yo llamando para reclamar. Eran llamadas de 50 minutos sonando el teléfono, el 900 102 112. Entonces, solo hay dos opciones: o ya estaba colapsado o no tenían bastante gente porque creyeron que no era para tanto”.

placeholder El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón. (EFE)
El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón. (EFE)

Todo este relato de Yolanda es anterior al polémico fin de semana del 8 de marzo, momento a partir del cual las cifras oficiales empezaron a dispararse y la sociedad española se llevó, de golpe, un bofetón de triste realidad. Una realidad que Yolanda ya conocía bien, porque para cuando la Comunidad de Madrid cerró las escuelas, ella llevaba ya 10 días encerrada en su casa; cuando se decretó el estado de alarma, dos semanas. Hoy, 20 días, y solo pudiendo tener noticias de su padre por teléfono.

Un canal que, por unos días, también se rompió. Con el estallido definitivo de la crisis, las autoridades sanitarias decidieron trasladar a su padre del Carlos III a La Paz, donde se habilitó una planta entera para enfermos de cuidados intensivos. "En el Carlos III los médicos han sido espectaculares, en todo momento nos han tenido informados. En La Paz, la información ya ha sido un poco peor y hemos estado tres días sin tener noticias, pero yo lo entiendo, han estado tan saturados. Además, los médicos nos dicen que, si no llaman, es que está estable", explica la hija.

El teléfono que sigue sin sonar es el que debe comunicarle el resultado de su test. “Ya he desistido. Por responsabilidad, he estado aislada mientras mi doctora de cabecera me ha seguido dando la baja. Pero si resulta que he estado bien todo este tiempo, significa que se me ha estado pagando una baja sin necesitarlo, cuando otras personas sí que pueden necesitar esos recursos”, apunta Yolanda.

Ayer, su doctora decidió darle el alta. "Al no tener síntomas, y llevar tantos días, considera que podía darme el alta". Lo que no ha creído conveniente es repetirle el test, Yolanda deberá seguir esperando una llamada que, está convencida, nunca llegará. "Creo que mi test se ha perdido", dice. Ella, ahora, volverá a su vida normal sin saber si ya ha pasado el virus o si puede ser contagiada, como le ocurrió a su padre que, casi un mes después, “sigue en la UCI: hoy parece que ha mejorado un poquito”. Al menos, una buena noticia.

Aquel miércoles, 26 de febrero, Yolanda fue a comer a casa de su padre y le notó resfriado. Desde que le operaron de pulmón, hace unos años, cualquier pequeño catarro se le puede complicar y derivar en neumonía. Por eso, Yolanda siempre le insiste en que, a la mínima, vaya al médico. “Mañana baja al ambulatorio”, le dijo, como tantas otras veces. Y su padre obedeció.

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