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Castells, el oráculo en camiseta del Consejo de Ministros: "No comunico, lo hace mi obra"
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Castells, el oráculo en camiseta del Consejo de Ministros: "No comunico, lo hace mi obra"

Su meditada decisión de mantener un perfil bajo, algo que hoy en día va contra todos los manuales, responde a una elaborada estrategia y guarda tras de sí una alta carga simbólica

Foto: El ministro de Universidades, Manuel Castells (d). (EFE)
El ministro de Universidades, Manuel Castells (d). (EFE)

Manuel Castells no quería ser ministro, al menos un ministro al uso, y así se lo trasladó a la alcaldesa de Barcelona y líder de los 'comuns' Ada Colau, con quien mantiene una fuerte afinidad política y personal, cuando le propuso dar el salto a la política institucional. Sin esconder que le ilusionaba el proyecto del primer Gobierno de coalición desde la vuelta de la democracia, este catedrático de 78 años de reconocido prestigio internacional advirtió que si aceptaba el encargo de dirigir el departamento de Universidades no sería para defender unas siglas, pelearse en la arena de los medios o, mucho menos, para hacer carrera política. Su planteamiento nada tenía que ver con el tacticismo de la política moderna y las estrategias comunicativas que lo acompañan. El resultado es que se ha convertido en un 'rara avis', un ministro sin carné que en pocas semanas se ha ganado el respeto dentro del Consejo de Ministros, también entre la línea más dura del independentismo catalán, como se desprendía entre miembros de JxCAT tras celebrarse la primera mesa de diálogo entre Gobierno y Govern.

"Sus intervenciones en el Consejo de Ministros suelen ser casi siempre las más sobresalientes, independientemente del tema que se trate. Cuando levanta la mano para pedir la palabra todo el mundo se calla para escucharlo presintiendo que va a sentar cátedra", explica una fuente del Gobierno. Castells se ha convertido en el oráculo del Consejo de Ministros. Todo lo que habla dentro no lo habla fuera. Ahí su primera revolución o reacción a la norma: el nulo contacto con los medios. "Yo no comunicaré, en último caso lo que comunicará será mi obra", le espetó a un dirigente de los 'comuns' que cuestionó que quisiese mantener un perfil bajo.

Su meditada decisión de mantener un perfil bajo, algo que hoy en día podría ir en contra de todos los manuales y parecer directamente antipolítica, responde también a una elaborada estrategia y guarda tras de sí una alta carga simbólica. "Es cierto que hay que escoger, y él ha priorizado el trabajo silencioso en el proyecto a su exposición pública", explican fuentes de su equipo en el ministerio. Sobre su perfil bajo, estas mismas fuentes añaden que también guarda relación con un planteamiento que rompe con la política entendida como liderazgos fuertes, visibilizando así el trabajo en común y el papel de todo un equipo. Compartir logros y protagonismo. No en vano, lleva a gala con el ministro de Ciencia, Pedro Duque, lo que denomina "dos ministerios, un solo proyecto".

"Sus intervenciones en el Consejo de Ministros suelen ser casi siempre las más sobresalientes, independientemente del tema que se trate"

La pretensión de Castells por evitar el protagonismo y los focos estalló por los aires esta semana. La culpa fue de los fotógrafos Dani Gago y Emilio Naranjo. Desde casi el mismo ángulo, ambos captaron una imagen similar a la que podrían acompañar centenares de pies de foto distintos. Castells, entrando solo al pleno del Senado, con cierto aspecto desaliñado y una camiseta en la que podía leerse 'Equals Rights', el mismo día en que el Consejo de Ministros aprobaba la ley de libertades sexuales. Una estampa que pasaría desapercibida si no fuera porque en segundo plano y mirando desde unas filas más arriba aparecía el popular Rafael Hernando, quien lo seguía con la mirada desde lo alto sin poder evitar una socarrona sonrisa, entre altiva y condescendiente, con el codo apoyado sobre el escaño y luciendo un pulcro traje de corte de sastre, gemelos y reloj voluminoso.

La imagen del contraste, de un país estrecho, que resume la política de la polarización, de dos mundos alejados que conviven en un espacio donde se ve al nuevo como un efímero intruso, al diferente como un profano. Un contraste cultural, social, económico y político como pocas imágenes podrían reflejar. La fotografía tuvo un fuerte eco, tanto en los medios como en las redes, y generó una cascada de comentarios. La repercusión de la fotografía sacó a Castells de la semiclandestinidad en la que busca mantenerse, muy a su pesar, aunque el ministro no entró ni a valorar ni a responder a las apelaciones directas que le hicieron. Ni siquiera a la del propio Hernando quien, a través de las redes sociales, no dudó en alimentar la polémica: "Lo de q [sic] los Ministros vengan al Senado con la camiseta del pijama, el pelo alborotado y recién levantados de la siesta.... como q [sic] no lo veo".

Sí consiguió el exportavoz de los populares en el Congreso durante el gobierno de Mariano Rajoy que le respondiese el líder de Podemos, Pablo iglesias: "A mí si algunos dejaran de robar como si venís en bermudas. Un tipo honrado con camiseta será siempre preferible a un delincuente con traje y corbata". El presidente del grupo confederal de Unidas Podemos en el Congreso, Jaume Asens, tampoco se reprimía contestándole a través de las redes sociales: "Normal que no lo veas. Tampoco has visto durante 30 años la corrupción de tu partido. Eso no lo disimuláis por mucho perfume que os echéis". Desde la cuenta oficial del partido se añadía: "Castells: 26 libros publicados, doctor honoris causa en 18 universidades y el académico español del ámbito de las ciencias sociales más citado del mundo".

Quienes conocen a Castells lo ven como un liberal "de la escuela norteamericana, más concretamente de la californiana. Es muy de Berkeley"

Quienes mejor conocen a Castells los definen como un liberal progresista "de la escuela norteamericana, más concretamente de la californiana. Es muy de Berkeley", la universidad donde ha dado clases la mitad de su vida ejerciendo como profesor emérito. Procede del marxismo pero el liberalismo norteamericano lo ha imbuido, añaden estas mismas fuentes, aunque remarcando que el 15-M condicionó su forma de ver y hacer política —pasando de posiciones más cercanas al PSC a otras más líquidas asociadas a la nueva política de los 'comuns'—. De ahí cómo defendió su voto a Colau en las primeras elecciones a las que se presentó la ahora alcaldesa: "En primer lugar, porque son personas como nosotros. No son burócratas y especuladores. Vienen de movimientos de la sociedad civil, que dijeron 'basta' al proyecto de destrucción de nuestra ciudad por parte de los fondos buitre y las multinacionales del turismo".

Viejo conocido de Pedro Sánchez, su elección como ministro dentro de la cuota de Unidas Podemos fue del total agrado del presidente. En su último libro, el sociólogo explica cómo el presidente voló hasta su casa en Santa Mónica, a finales de 2016, para pedirle consejo tras su expulsión de la secretaría general del PSOE. Su respuesta, como recogía en este diario el periodista Héctor G. Barnés, es que si se retiraba, el PSOE moriría. "Pedro Sánchez quiso alejarse de España por unos días para reencontrarse. Y se fue a California con su familia. California tiene ese exotismo de fin del mundo donde llegan gentes de cualquier parte y para cualquier cosa, territorio límite de la experiencia, del que surgen locuras creativas del más alto alcance, como la revolución tecnológica de Silicon Valley o la fábrica mitológica de Hollywood, de la que proceden muchas de las historias que pueblan nuestras mentes. Y como yo ando allí parte del tiempo, Pedro Sánchez, conocedor de mi experiencia e interés por el socialismo español, tuvo la idea de que charláramos sobre lo que había sucedido y lo que podría suceder".

"Yo, que tengo una debilidad romántica por las causas perdidas, como bien saben mis amigos, le animé a que no se rindiera", narra Castells. "Porque si lo hacía era el fin del PSOE, que sería fagocitado en las fauces históricas de la gran coalición, devoradora de la socialdemocracia europea". "Hablamos y hablamos, paseando entre el rumor de las olas de la playa de Santa Mónica, donde yo vivía", prosigue. "Me quedó claro que él tenía la fuerza suficiente para resistir y, sobre todo, se había dado cuenta de que no sería posible la política progresista en la que él creía sin enfrentarse a los poderes fácticos y a quienes en el partido los representaban". Tan solo había una alternativa, prosigue. Confiar en los militantes, "asqueados por la abstención a Rajoy". Como concluye Barnés, si Pedro Sánchez es clave en el último trabajo de Castells es porque, a juicio del sociólogo, define mejor la nueva política (y la nueva democracia) que ningún otro, en la medida en que sea capaz de "adaptar las políticas socialdemócratas a las nuevas condiciones sociales y a la cultura de las nuevas generaciones".

Su perfil bajo guarda relación con un planteamiento que rompe con la política entendida como liderazgos fuertes, visibilizando el trabajo en común

La manera de entender la política institucional del ministro de Universidades rompe moldes y su carácter de 'outsider' no siempre acaba de gustar entre los suyos, máxime por las licencias que no duda en tomarse. Su gesto levantando en alto la cartera a su llegada al primer Consejo de Ministros, mientras ironizaba ante los fotógrafos y cámaras allí presentes diciéndoles que "me han dicho mis asesores que no podía hacer esto", fue su carta de presentación. Carne de meme. Más sorpresa aún generaron sus primeras palabras en público, cuando admitió durante el acto de traspaso de carteras, en el que estuvo presente el presidente de la CRUE y rector de la Universidad de Córdoba, José Carlos Gómez, que no estaba de acuerdo con la separación de Ciencia y Universidades. "No estoy de acuerdo con esta separación, pero al mismo tiempo es lo que hay y no va a haber grandes problemas, porque nadie nos prohíbe colaborar y diseñar políticas públicas para avanzar, que es lo que vamos a hacer", declaraba en presencia de Duque.

Sus ritmos también son particulares. Apenas dos semanas después de tomar posesión de su cargo sorprendía a propios y extraños al irse durante diez días de viaje personal a EEUU. Lo hacía dejando pendientes los principales nombramientos del ministerio y alimentando una impresión un tanto caótica entre un sector de los funcionarios y de responsables en universidades públicas. Se trata además del único ministerio que ha trazado un plan a cuatro años vista. Comunicará su obra.

Manuel Castells no quería ser ministro, al menos un ministro al uso, y así se lo trasladó a la alcaldesa de Barcelona y líder de los 'comuns' Ada Colau, con quien mantiene una fuerte afinidad política y personal, cuando le propuso dar el salto a la política institucional. Sin esconder que le ilusionaba el proyecto del primer Gobierno de coalición desde la vuelta de la democracia, este catedrático de 78 años de reconocido prestigio internacional advirtió que si aceptaba el encargo de dirigir el departamento de Universidades no sería para defender unas siglas, pelearse en la arena de los medios o, mucho menos, para hacer carrera política. Su planteamiento nada tenía que ver con el tacticismo de la política moderna y las estrategias comunicativas que lo acompañan. El resultado es que se ha convertido en un 'rara avis', un ministro sin carné que en pocas semanas se ha ganado el respeto dentro del Consejo de Ministros, también entre la línea más dura del independentismo catalán, como se desprendía entre miembros de JxCAT tras celebrarse la primera mesa de diálogo entre Gobierno y Govern.

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