El pasado persigue a Dolores Delgado: Villarejo, el 'procés' y su etapa de ministra
El PP, Vox y Ciudadanos sacaron a pasear, como era de esperar, al comisario Villarejo y al 'procés'. También su etapa en el Gobierno, signo de dependencia a su entender
El pasado siempre vuelve. Lo comprobó este jueves la fiscal general del Estado, ministra de Justicia hasta hace un mes. En su comparecencia ante la comisión del Congreso de los Diputados, la oposición trató de restregarle varios momentos de ese pasado. El PP, Vox y Ciudadanos sacaron a pasear, como era de esperar, al comisario Villarejo y al 'procés'. También su etapa en el Gobierno, signo de dependencia a su entender. Pero la sangre no llegó al río. Este trámite parlamentario, el último antes de la toma de posesión definitiva dentro de una semana, fue menos doloroso que el cuestionamiento del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Delgado ya es jefa 'de facto' del Ministerio Público.
"No he acabado de concluir", dijo la exministra en un momento de su intervención, ya hacia el final. Y sonó como una premonición. Sobre lo que hará a partir de ahora, anticipó que la obligación de abstenerse en determinados asuntos, como el catalán, "es mucho más complicada de lo que parece". Vamos, que se irá valorando caso a caso. Trató de defender que será independiente. Hasta dijo que lo de ser ministra era un plus y no un contra. "Ser ministra de Justicia no es una debilidad sino una fortaleza", aseguró.
No parece agradarle, eso sí, que el ministerio que ocupó pueda intervenir ahora que ya no lo ocupa en lo que haga en esta nueva etapa. Con el conocimiento del que ha ocupado un sillón, con conocimiento de causa, criticó que Justicia tenga ahora ascendencia sobre su Fiscalía. "La autonomía se vería reforzada si la propia Fiscalía fuera autoridad central, autoridad nacional, en lugar del Ministerio de Justicia, como ocurre en los países de nuestro entorno, lo que eliminaría las indeseables sospechas de injerencia o conocimiento por parte del Ejecutivo de procedimientos en curso", dijo.
Delgado, de hecho, tiró de los países del entorno para tratar de defender que su designación por parte del presidente del Gobierno no es una "anomalía democrática", como defendió Ciudadanos, ni un ataque frontal a la autonomía ni el precio que el Ejecutivo pagará a Esquerra, como dijeron Vox y PP. Aseguró que lo de aquí tiene más garantías que lo de muchos otros sitios donde, sin ir más lejos, el fiscal general se sienta en el propio Consejo de Ministros. Ella también se sentaba allí hace unas semanas, pero ya no.
"¿Qué garantía tenemos de que no volverá a aparecer en alguna otra grabación?"
"¿Qué garantía tenemos de que no volverá a aparecer en alguna otra grabación?", se preguntaba el PP. Ortega Smith le recordaba sus afirmaciones en aquella sobremesa que Villarejo grabó. Sus comentarios sobre la inadecuada relación de magistrados con menores eln Colombia, su "maricón" al compañero de Interior, sus risas con la idea del policía retirado de crear una agencia de espionaje con chicas de alterne. Delgado, pese a todo, mantuvo el control. No mentó a Villarejo. "No voy a entrar en este tema porque no creo que sea un tema en el que ni usted ni yo debamos entrar", zanjó brevemente.
No se alteró ni con Edmundo Bal, con quien su desacuerdo entra en el terreno personal. Fue ella quien le destituyó cuando él dirigía Penal en la Abogacía del Estado. Y el de Ciudadanos le dijo que le daba miedo pensar, después de su designación, qué vendrá a continuación. "Han venido a asaltar la Fiscalía, a ocuparla", "está unida al pacto como el aguijón a su veneno", "van a pagar el peaje al independentismo", se oía desde otras bancadas. "Genuflexa ante el Gobierno", le esperó Luis Santamaría, del PP. Ese "no he acabado de concluir" flotaba, aún, premonitorio.
El pasado siempre vuelve. Lo comprobó este jueves la fiscal general del Estado, ministra de Justicia hasta hace un mes. En su comparecencia ante la comisión del Congreso de los Diputados, la oposición trató de restregarle varios momentos de ese pasado. El PP, Vox y Ciudadanos sacaron a pasear, como era de esperar, al comisario Villarejo y al 'procés'. También su etapa en el Gobierno, signo de dependencia a su entender. Pero la sangre no llegó al río. Este trámite parlamentario, el último antes de la toma de posesión definitiva dentro de una semana, fue menos doloroso que el cuestionamiento del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Delgado ya es jefa 'de facto' del Ministerio Público.