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¿Pero qué pasa en Los Alcázares? El pueblo murciano que se inunda cada vez que llueve
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HA VUELTO A SUCUMBIR AL AGUA ESTA SEMANA

¿Pero qué pasa en Los Alcázares? El pueblo murciano que se inunda cada vez que llueve

Lleva acumuladas cinco inundaciones en seis años y tres en los últimos cuatro meses. El ayuntamiento pide ayuda, pero ¿cuáles son las causas de que esto ocurra?

Foto: Una mujer intenta salir de su casa a la calle inundada, el martes 21, en el municipio de Los Alcázares, Murcia. (Marcial Guillén / EFE)
Una mujer intenta salir de su casa a la calle inundada, el martes 21, en el municipio de Los Alcázares, Murcia. (Marcial Guillén / EFE)

Durante el pasado martes, Israel miró al cielo y, como tiene por costumbre hacer cada vez que se anuncian precipitaciones, cogió su coche y lo aparcó en una zona alta de Mazarrón. Este ingeniero, residente en la región desde hace unos años, sabe por experiencia que "cada vez que llueve, mi calle se inunda porque hay casas construidas encima de unas antiguas salinas, donde yo vivo el agua suele crecer unos 70 centímetros, pero en las calles de al lado supera el metro", explica, "parte del pueblo está incluso por debajo del nivel del mar".

Empezó a llover, cayó la noche y con ella el aviso de no salir de casa. Cerca de las dos de la madrugada sonó el teléfono de Juan Pedro, quien aparece en este reportaje a condición de no ofrecer su nombre real. Era su madre. La mujer, de edad avanzada y residente en Los Nietos, un pueblo de 900 habitantes en la ribera interior del Mar Menor, tenía de repente un metro de agua en su casa y no sabía cómo salir de allí. Por suerte, su hijo llamó al 112 y veinte minutos más tarde un bombero la sacaba en brazos, sana y salva.

Pero el epicentro de este tipo de desgracias en la costa que rodea al Mar Menor está en Los Alcázares, municipio turístico de 17.000 habitantes situado al borde de la mayor laguna salada de Europa que esta semana ha sufrido su tercera inundación grave en los últimos cuatro meses.

Esa tarde, encargados del ayuntamiento armados con cepillos y botas de goma se colocaron en torno a la denominada como 'zona cero', aquella que rodea al edificio del consistorio y que por sistema acaba inundándose. Abrieron de par en par las arquetas de las alcantarillas y se dispusieron a combatir a Gloria con la única táctica posible: tratar de desviar hacia las arquetas el agua que bajaba de la rambla de La Maraña.

"Al final no ha caído tanta como nos temíamos", dice uno de los camareros de La Tropical, uno de los restaurantes más antiguos del pueblo, ubicado en esa 'zona cero' y que lleva contabilizadas varias inundaciones. En previsión, los dueños habían pertrechado el local rodeándolo de plásticos negros y sacos de arena. "En septiembre del año pasado no tuvimos tanta suerte y el agua nos llegaba al nivel de la barra".

Foto: Imagen aérea de la inundación del delta del Ebro.

Pese al esfuerzo de los vecinos, que han hecho de las botas katiuskas su emblema y se manifestarán este domingo pidiendo soluciones contra las inundaciones, Los Alcázares volvió a sucumbir al agua y al barro.

Entre el martes 21 y el miércoles 22 la borrasca Gloria golpeó a buena parte de la costa mediterránea española, especialmente a Cataluña, la Comunidad Valenciana y Baleares. Sin embargo, pese a que la cantidad de lluvia caída sobre la comarca del Mar Menor fue significativamente menor —registró entre 86 y 142 litros por metro cuadrado frente a los 270 de Lluc (Baleares) o los 370 del pueblo valenciano de Barx— aquí hubo inundaciones y allí no.

Al día siguiente en Los Alcázares, el sol volvió a salir pero los efectos de la tormenta aún no se habían desvanecido. Mientras los bomberos todavía actuaban en algunas zonas del casco urbano, una pátina de barro seco cubría las calles cercanas al paseo marítimo. Frente al Mar Menor, vallas metálicas dobladas y sacudidas se repartían sobre las aceras, destrozadas por la corriente de la noche anterior.

placeholder Paseo marítimo de Los Alcázares, tras el temporal. (A.V)
Paseo marítimo de Los Alcázares, tras el temporal. (A.V)

Se respira la indignación, pero también la frustración porque es evidente que no será la última vez que la desgracia se repita en Los Alcázares. Los alrededores del pueblo están plagados de carteles de 'Zona Inundable'. La vía de servicio junto a la AP-7 serpentea arriba y abajo debido a los badenes, ideados para conducir la escorrentía desde los campos de cultivo hacia un canal repleto de agua marrón semisólida que circula en paralelo a la carretera y trata, inútilmente, de servir de foso para el pueblo. Para muchos, estos canales no solo no les protegen sino que son parte del problema.

Se respira la indignación, pero también la frustración: es evidente que no será la última vez que la desgracia se repita

"La autovía y la agricultura han desviado el cauce", explica Israel, "se han roturado tierras donde no se debía y estrechado los cauces de las ramblas".

Las teorías de cada cual

Como suele ocurrir con la meteorología, la memoria es frágil. En el paseo marítimo, una inglesa de mediana edad llamada Terry pasea a su perro por entre restos de palmeras diciendo "en la plaza del pueblo hay fotografías que demuestran que Los Alcázares llevan inundándose desde hace décadas". Mientras tanto, en un bar de desayunos una camarera exclama que lo que está pasando con las inundaciones en los últimos cuatro o cinco años no se había visto nunca. Unos agricultores la interrumpen y dicen que la culpa es del nivel freático del acuífero, que está rebosando desde que no les dejan acceder al agua.

"El nivel freático no tiene nada que ver", opina Israel, "toda el agua que cae en veinte kilómetros a la redonda viene a parar aquí, es un tema de cuenca hidrológica donde el nivel freático es consecuencia, no causa de las inundaciones".

placeholder Dos vecinas de Los Alcázares retiran restos de arbustos de las aguas de lluvia que están entrando en el Mar Menor. (Marcial Guillén / EFE)
Dos vecinas de Los Alcázares retiran restos de arbustos de las aguas de lluvia que están entrando en el Mar Menor. (Marcial Guillén / EFE)

Sin embargo, siempre habrá quien trate de aprovecharlo a su favor en otra de las mil batallas que protagoniza la región. Recordemos que, hace unos meses, la escorrentía causada por la gota fría de septiembre acabó arrastrando nitratos procedentes de la agricultura hasta el Mar Menor acabando con la vida de miles de peces. Ahí se apuntó directamente a la enorme —pero imposible de cuantificar— cantidad de pozos ilegales.

"El problema no es lo que llueva aquí, en realidad donde llueve es en los alrededores pero todo acaba siendo arrastrado hasta aquí", cuenta Manolo Seva, un jubilado alicantino que acudió esta semana a la localidad para asistir al Campeonato de España de Billar a Tres Bandas, que se celebra durante toda la semana en Los Narejos, una pedanía de Los Alcázares. La borrasca, sin embargo, no afectó a esta parte del pueblo, que casi nunca se ve expuesta a inundaciones. ¿Por qué? Porque queda fuera del área natural de inundación, sobre la que se ha edificado sin miramientos en los últimos 40 años como muestra el siguiente mapa.

Los Narejos es precisamente el área que queda al norte de las zonas azules, áreas con alta probabilidad de inundación. "Ayer hablando con el dueño de un restaurante me decía lo que estaba bajando la afluencia de clientes, muchos se desaniman, otros empiezan a poner en venta sus viviendas...", relata Seva

Esta vez, la borrasca Gloria se cebó más con los cercanos núcleos de San Javier y Santiago de la Ribera, donde se superaron los 130 litros por metro cuadrado. Aquí sin embargo la construcción de edificios desde 1976 se ha centrado más en áreas no inundables. Quizá por ello esta semana tuvieron que realizar cerca de 50 rescates en vehículos pero ninguno en viviendas, según informó el ayuntamiento.

Las lluvias repentinas llevan afectando a esta región desde tiempos inmemoriales, especialmente en septiembre y octubre, cuando se produce la 'gota fría', hoy conocida como Depresión Aislada a Niveles Altos o DANA. Sin embargo, no a todos los pueblos les provoca inundaciones. "Yo soy de Callosa de Segura, cerca de Orihuela", cuenta Seva mientras caminamos junto a la laguna. "Allí no habíamos visto en la vida algo como la DANA de Santa María", en referencia a la del 12 de septiembre del año pasado.

Pero lo que en la Vega Baja fue una fortísima granizada que provocó daños en las cosechas, en Los Alcázares supuso un caos absoluto. "Nosotros tuvimos que tener el hotel cerrado durante un mes", dice la recepcionista del Hotel Senator Mar Menor. Tras aquel episodio y el de las lluvias torrenciales de diciembre, el ayuntamiento calculaba las pérdidas en 237 millones de euros y más de 14.000 viviendas afectadas.

Tras la última catástrofe, la Comunidad ha anunciado un presupuesto de 1,5 millones para tratar de paliar los futuros daños. Se centrarán en recuperar la desembocadura de la rambla de La Maraña y conectar una red de canales pluviales al norte de la ciudad para evacuar el agua que se acumule en esa zona. Son dos medidas defensivas, pero no inciden en las causas que desencadenan eventos como los de esta semana, el pasado diciembre o la DANA de septiembre de 2019.

"En la franja de 10 kilómetros de costa hay casi un millón de personas que viven en zonas de alto riesgo de inundación y muchas de ellas ni siquiera lo saben, es urgente calificar cada edificación según su riesgo", dice a El Confidencial Fernando Prieto del Observatorio de Sostenibilidad, autores de un informe que analiza el riesgo de inundaciones en función de la ocupación de los suelos en la costa española. "Hay actividades como el cámping que siguen instaladas en las zonas más peligrosas; los pobres suelen vivir también en zonas de mayor riesgo".

¿Cambio climático? Error

Independientemente de lo que cada vecino de Los Alcázares y alrededores puedan opinar sobre el problema, el diagnóstico es cristalino. Varios investigadores relevantes en la región llevan muchos años y decenas de publicaciones identificando las posibles causas de las inundaciones en los municipios de la ribera interior del Mar Menor.

En primer lugar, el problema es hidrogeológico: prácticas agrarias inadecuadas, riegos mal planeados, el Trasvase Tajo-Segura y las fuertes lluvias ocasionales sobre el campo de Cartagena hicieron "florecer el desierto". Como consecuencia, mucha más agua recargó el acuífero y también se infiltró hacia la laguna. El Mar Menor es un área ecológica sometida actualmente a muchas presiones —eutrofización del agua, mala gestión del suelo, contaminación de acuíferos profundos o desalinización de la laguna— como muestran los trabajos de José Luis García Aróstegui. En realidad, la zona es bastante llana. Toda esa agua que baja lo hace por infiltración entre acuíferos superficiales. Las únicas corrientes superficiales son las provocadas por fenómenos como la borrasca de esta semana; pero, evidentemente, la situación gestada durante décadas hace que esa lluvia caiga sobre un suelo donde el drenaje natural se ha desvanecido y el suelo ha sido sometido a un sellado artificial.

En segundo lugar, entre ese agua y la laguna hay cada vez más edificios. Los estudios de Alfredo Pérez, Salvador Gil o Jorge Oncina muestran cómo la principal causa de que ciudades como Los Alcázares o San Javier se inunden más que nunca es porque hoy tienen más edificios en zona inundable que nunca antes. "Los resultados son asombrosos", decían estos investigadores en un trabajo de 2015 donde demostraron un incremento entre 1975 y 2013 de las propiedades edificadas en áreas con riesgo de inundación en las costas de Murcia y Alicante.

placeholder Edificios construidos en zonas con riesgo de inundación entre 1975 y 2013. (Journal of Flood Risk Management)
Edificios construidos en zonas con riesgo de inundación entre 1975 y 2013. (Journal of Flood Risk Management)

"Sin embargo, lo que es destacable es el hecho de que el incremento en propiedades en zonas con riesgo de inundación haya sido mayor que en zonas sin riesgo de inundación". Tras morir Franco los edificios edificados en este tipo de zonas crecieron un 273% frente a un 347% de edificios construidos en zonas inundables.

Alguien se ha hecho rico aquí.

Durante el pasado martes, Israel miró al cielo y, como tiene por costumbre hacer cada vez que se anuncian precipitaciones, cogió su coche y lo aparcó en una zona alta de Mazarrón. Este ingeniero, residente en la región desde hace unos años, sabe por experiencia que "cada vez que llueve, mi calle se inunda porque hay casas construidas encima de unas antiguas salinas, donde yo vivo el agua suele crecer unos 70 centímetros, pero en las calles de al lado supera el metro", explica, "parte del pueblo está incluso por debajo del nivel del mar".

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