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Sánchez se aleja de Iglesias, Casado y Rivera se enzarzan y Abascal se crece sin oposición
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LOS EXTREMOS GANAN EL DEBATE

Sánchez se aleja de Iglesias, Casado y Rivera se enzarzan y Abascal se crece sin oposición

Un debate a cinco lleno de ataques cruzados no permite atisbar salidas al bloqueo. Abascal debuta lanzando su mensaje sin recibir apenas réplicas

Foto: Debate electoral. (Reuters)
Debate electoral. (Reuters)

El debate electoral decisivo, el único puerto de montaña en una brevísima campaña electoral, no permitió atisbar una salida al bloqueo que no sea algún tipo de gran coalición. Pedro Sánchez asumió abiertamente propuestas de PP y Ciudadanos —considerar delito la convocatoria de referéndums, una asignatura contra el adoctrinamiento y evitar la manipulación en TV3— para alejarse de Pablo Iglesias, al que esta vez sí criticó. Al otro lado del abismo que separa a la derecha de la izquierda, Pablo Casado y Albert Rivera se enzarzaron en varias ocasiones con dureza. El voto de Ciudadanos era el objetivo de Sánchez y de Casado. Con ese panorama, Santiago Abascal, el debutante, tuvo buena parte del debate un altavoz para su discurso extremista sin apenas réplica. Si hubo ganadores, fueron los extremos.

El debate electoral a cinco, el único de esta microcampaña con un porcentaje altísimo de indecisos y marcado por los coletazos de la sentencia del 'procés', era el principal objetivo de todos los candidatos. En abril, los dos debates marcaron en buena medida aquella campaña y mejoraron los resultados de Rivera e Iglesias a costa de Sánchez. Entonces, el 33% de los votantes de Ciudadanos decidió su voto la última semana, según el CIS poselectoral. Entonces, Casado apenas entró en el cuerpo a cuerpo con Rivera y Sánchez evitó confrontar con Iglesias. Los réditos se los llevaron los que sí jugaron al ataque. Seis meses después, en un debate moderado por Ana Blanco y Vicente Vallés, ya no hubo socios. Los cuatro que repitieron se atacaron sin importar si compartían bloque ideológico. O quizá por eso.

En abril, Casado apenas replicó a Rivera y Sánchez ignoró a Iglesias. Esta vez, no hubo socios y todos fueron contra todos, lo que aprovechó Abascal

Sánchez mostró un perfil claramente menos izquierdista en materia económica y territorial. Dejó claros los titulares desde el primer momento. Sus primeros anuncios fueron en línea con reclamaciones tradicionales de PP y de Ciudadanos, como haciendo guiños a la gran coalición que le alejan de Iglesias. Al abordar el tema de Cataluña, anunció que si gobierna, apostará por "convertir en delito la convocatoria de un referéndum ilegal". Eso estaba en el Código Penal hasta que Zapatero lo eliminó y era una reclamación de PP y Ciudadanos.

Sánchez promete una reforma penal para prohibir ''de una vez por todas'' los referéndums

Pero no solo eso, sino que anunció una apuesta para "construir concordia desde la educación" con una asignatura de "educación en valores civiles, constitucionales y éticos" y una reforma legal para que las televisiones autonómicas tengan un consejo de administración elegido por dos tercios del Parlamento regional para atajar el contenido de TV3. La educación y TV3 son el caballo de batalla de la derecha en Cataluña.

Casado y Rivera elevan el tono al abordar la corrupción

Como era previsible, Sánchez fue el más atacado y pasó buena parte del debate eludiendo entrar en los temas que quería la oposición, negando con la cabeza, refunfuñando, escribiendo en un papel y murmurando: "Es increíble". Los debates nunca han sido su fuerte, aunque para los suyos salió como el único presidenciable a base de anuncios. Que si gobierna, Nadia Calviño será vicepresidenta (guiño al rigor fiscal y a Bruselas) o que habrá un ministerio contra la despoblación.

Sánchez anuncia una vicepresidencia económica con Calviño al frente

Casado y Rivera le atacaron con Cataluña y con su anuncio de penalizar la convocatoria de un referéndum. "Con lo que está pasando hoy en Cataluña, no viene aquí a dar cuentas de por qué no ha aplicado la Ley de Seguridad Nacional. Le hago responsable de que se pueda votar en libertad en Cataluña, porque usted no está aplicando la ley", afirmó Casado. "Firmeza, proporcionalidad, no sobreactuar, no caer en las provocaciones del independentismo", fue la respuesta de Sánchez, que eludió preguntas directas como cuántas naciones hay en España o si va a pactar con los independentistas tras las elecciones.

Casado no aprovechó del todo el viento de cola de los sondeos. Aunque no perdió, tampoco ganó

Casado mantuvo un tono firme y se presentó como el PP de la gestión, pero no dejó la impresión de haber aprovechado el viento de cola de los sondeos. Aunque no perdió, tampoco ganó. El cruce de golpes hizo que el debate fuese por momentos ágil, aunque a veces los candidatos saltaban de un tema a otro sin ningún orden y en algún momento pareció que Rivera se había confundido de bloque. Las casi tres horas de debate tampoco dejaron grandes sorpresas ni hubo claros vencedores ni vencidos (es muy difícil que los haya en un debate a cinco).

Foto: Los candidatos a la presidencia del Gobierno, (i-d) Pablo Casado, Pedro Sánchez, Santiago Abascal, Pablo Iglesias y Albert Rivera, momentos antes de comenzar el debate. (EFE)

Rivera volvió a repetir la política de exhibir atrezo para impactar que ya usó en las pasadas elecciones. El principal fue un adoquín que dijo que procedía de los disturbios de Barcelona. "¿Le parece normal que vuelen adoquines en la plaza Urquinaona? Este adoquín representa el desorden público y la amenaza al Estado de derecho". Rivera, atenazado por las encuestas, que antes del debate pronosticaban un bajón de los 57 diputados actuales a menos de 20, intentó recuperar al viejo Rivera, el que quería "hablar de rojos y azules".

El líder de Ciudadanos insistió en que está dispuesto a desbloquear la formación de Gobierno, ya sin vetar cualquier fórmula. "Si estoy en la oposición, voy a echar un cable desde la oposición. Me comprometo a desbloquear el país desde la oposición". Rivera se entonó conforme avanzaba el debate y falta por ver si le da para remontar el resultado, que su grupo ya anticipa malo.

placeholder Momento en que Rivera le enseña a Sánchez un adoquín de las calles de Barcelona.
Momento en que Rivera le enseña a Sánchez un adoquín de las calles de Barcelona.

Iglesias de nuevo usó el tono didáctico que tan bien le funcionó en la pasada campaña. Insistió en culpar a Sánchez de la repetición electoral y por buscar pactos con el PP. "Hay socialistas de izquierdas que están perplejos ahora mismo. ¿Cómo que nuestro candidato quiere pactar con el PP?". Sobre Cataluña, fue el que se desmarcó de la carrera por la mano dura. "Han estado compitiendo a ver quién tiene la medida más dura. Todos ustedes saben, aunque estemos en campaña, que lo de Cataluña solo se resuelve con diálogo, con sentido común y con mano izquierda".

La mejor noticia para Iglesias es que rindió bien, como se esperaba, y si se traduce en votos, probablemente terminó de enterrar a Errejón. También dejó la frase que nadie olvidará del debate, cuando habló de mamadas en vez de manadas. Sánchez aprovechó para marcar distancias con Unidas Podemos por el tema catalán: "Tenemos una discrepancia de fondo con el señor Iglesias sobre Cataluña. Iglesias defiende un referéndum de autodeterminación en Cataluña".

La mejor noticia para Iglesias es que probablemente terminó de enterrar a Errejón

Fue uno de los muchos choques dentro de los partidos que comparten frontera de voto. Rivera y Casado se enzarzaron sobre la corrupción de forma agria cuando aquel criticó el "impuesto de la corrupción del bipartidismo".

Casado: "A mí no me da ninguna lección. Usted viene aquí a embarrar el terreno de juego". "Parece que ha inventado usted la pólvora".

Rivera: "¿Embarrar? Han embarrado España ustedes con el PSOE".

De alguna forma, Rivera fue el rival más débil. En su viaje al centro, Sánchez intenta pescar entre sus votantes y lo mismo hace Casado con su moderación e ignorando a Vox.

placeholder Santiago Abascal, en el debate. (EFE)
Santiago Abascal, en el debate. (EFE)

De esas refriegas salió prácticamente indemne Santiago Abascal. El líder de Vox, el primerizo, situado en el centro, fue soltando su mensaje sin apenas réplica. Durante buena parte del debate, nadie confrontó ideas con él. "En Cataluña, se ha dado un golpe de Estado permanente". Abascal, sin corbata, fue lanzando sus sencillos mensajes sin bajar a lo particular. El problema de la economía, dijo, es el sistema territorial. "El expolio fiscal de las comunidades autónomas lleva a la destrucción del empleo, y al final tendremos que elegir o autonomías o pensiones".

Foto: Santiago Abascal. (Ilustración: Raúl Arias) Opinión
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Soltó frases obvias en los temas que no controlaba. Como cuando afirmó: "Hay que hacer una reforma de las pensiones, que es un debate técnico complejo, y hay que fomentar la natalidad". El líder de la derecha nacionalista pudo decir sin réplica que hay barrios en Madrid aterrorizados por menores inmigrantes, que Europa va hacia la islamización, que el 70% de los investigados por delitos sexuales son extranjeros, un dato falso, o que habría que ilegalizar partidos independentistas.

Sánchez criticó que PP y Ciudadanos son "una derecha cobarde ante una ultraderecha agresiva". Rivera sí afeó al líder de Vox que cobrara durante años de un chiringuito de la Comunidad de Madrid, de esos que insiste en abolir. Pero fue Iglesias el que al final más confrontó directamente con Abascal en uno de los momentos más intensos de la emisión. "Yo me jugaba la vida en el País Vasco mientras usted estaba en una 'herriko taberna", le dijo Abascal. "Nuestra candidata al senado por Barcelona se llama Rosa Lluch. ETA asesinó a su padre y no va dando lecciones", replicó Iglesias. Que ese fuese el momento más impactante resume lo ocurrido: si hubo ganadores, fueron los extremos.

El debate electoral decisivo, el único puerto de montaña en una brevísima campaña electoral, no permitió atisbar una salida al bloqueo que no sea algún tipo de gran coalición. Pedro Sánchez asumió abiertamente propuestas de PP y Ciudadanos —considerar delito la convocatoria de referéndums, una asignatura contra el adoctrinamiento y evitar la manipulación en TV3— para alejarse de Pablo Iglesias, al que esta vez sí criticó. Al otro lado del abismo que separa a la derecha de la izquierda, Pablo Casado y Albert Rivera se enzarzaron en varias ocasiones con dureza. El voto de Ciudadanos era el objetivo de Sánchez y de Casado. Con ese panorama, Santiago Abascal, el debutante, tuvo buena parte del debate un altavoz para su discurso extremista sin apenas réplica. Si hubo ganadores, fueron los extremos.

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