Diputados de ERC, Rufián y ahora Vox: solo tres expulsiones desde 2013 en el Congreso
Las expulsiones en el Congreso son algo excepcional. En las legislaturas recientes, apenas hubo dos. Una veterana ujier asegura que como lo de este martes "no había visto nada"
El último capítulo de la XIII legislatura —formalmente, estará finiquitada el 2 de diciembre, cuando comience la siguiente— quedó completamente empañado por la polémica generada en la Diputación Permanente de la mano de la portavoz de Vox, Macarena Olona. La bronca comenzó por el reparto de asientos. Los servicios de la Cámara establecieron un orden, dejando carteles con el nombre de los grupos parlamentarios en las filas. Al ser un debate de convalidación o derogación de decretos-leyes, acudían representantes del Gobierno, y eso implicaba que la primera fila estuviera reservada para el Ejecutivo.
Los miembros de Vox no respetaron el reparto fijado y ocuparon la bancada destinada a los diputados de Ciudadanos, que se sentaron de forma provisional en esos asientos del Gobierno. En vista de que el grupo encabezado por Olona no rectificaba, los diputados naranjas cedieron y quedaron desperdigados por la sala. Solventaron la primera polémica. Enseguida, llegó la segunda. Vox exigía debatir una iniciativa sobre Cataluña que ni siquiera había sido calificada por la Mesa de la Cámara, un paso previo necesario para ser debatida.
De hecho, la iniciativa —registrada el 16 de octubre— solicitaba la declaración del estado de excepción en Cataluña (cuestión que escapa a las competencias de un grupo parlamentario) y solo aparecía firmada por el presidente del partido, Santiago Abascal. Ni siquiera por el portavoz parlamentario, que es quien debe figurar en las iniciativas. Como explicaron fuentes de la Cámara, la propuesta no tenía encaje constitucional ni reglamentario.
La presidenta del Congreso, Meritxell Batet, advirtió de la irregularidad en la conducta de la portavoz de Vox, que insistía en hablar por el micrófono, a pesar de no tener el uso de la palabra. La llamó al orden hasta tres veces y finalmente anunció su expulsión. La tensión inundó la Sala Constitucional y la indignación de los parlamentarios de otros grupos fue indisimulable. El momento más tirante llegó cuando tuvo que intervenir Paloma Santamaría, la veterana ujier de la Cámara, para insistirle en que abandonara de una vez el lugar.
Después de 36 años de servicio en la Cámara (se jubila este mes de octubre), la ujier reconocía que “nunca había visto nada igual” a lo de este martes. “He visto expulsiones. He visto muchas cosas. Pero esto no”, explicaba. Se refería, con toda probabilidad, a la tensión que se respiró cuando Olona no cejó en su empeño negándose a cumplir con el ruego de la presidenta.
Fuentes del Congreso explican que las expulsiones no son en absoluto habituales. Las llamadas al orden desde la presidencia de la Cámara lo son más, igual que las advertencias. Pero las expulsiones llegan tras tres llamadas al orden y en unas circunstancias muy concretas. De hecho, en las últimas legislaturas recientes, solo ha habido dos en el pleno. En 2018, la entonces presidenta del Congreso, Ana Pastor, expulsó a Gabriel Rufián. Fue el 21 de noviembre tras un durísimo rifirrafe con el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell.
La dureza del debate ya anticipaba que el final no sería feliz. De hecho, el parlamentario de ERC comenzó su intervención llamando “fascistas” a Ciudadanos para decir justo después que Borrell era “el ministro más indigno de la democracia”. El titular de Exteriores le recriminó “haber vertido sobre el hemiciclo esa mezcla de serrín y estiércol que es lo único que usted es capaz de producir”. Ante los aplausos de la bancada socialista, Rufián se puso en pie y se unió a los aplausos con ironía. Pastor le llamó al orden dos veces y, ante la negativa del diputado a permanecer en silencio y sentado mientras hacía uso de la palabra el ministro, lo expulsó del pleno.
Eso sí, Rufián cumplió con el ruego desde el primer momento, acompañado por el resto de los diputados de su grupo, que también dejaron el hemiciclo. Más tarde, Pastor aprovecharía para lanzar una reprimenda a sus señorías, recordándoles que “el Congreso es la casa de la palabra, pero no se puede utilizar por ninguno para insultar”.
Antes del episodio de Rufián, hay que remontarse hasta 2013, año en el que el popular Jesús Posada presidía la Cámara. Un 11 de abril, tres diputados de ERC (Joan Tardà, Albert Bosch y Teresa Jordá) eran expulsados de la Cámara por hablar reiteradamente en catalán desde la tribuna, argumentando precisamente que lo hacían en “justa correspondencia” con la sentencia del TSJC que obligaba a impartir las clases en castellano si un solo alumno lo solicitaba.
“En lógico paralelismo”, decían los diputados, “con que un solo parlamentario exija un cambio de lengua al catalán, se debería obligar a cambiar el idioma de la Cámara entera”. En vista de que los diputados insistían en utilizar esa lengua, la presidencia del Congreso terminó por expulsarlos del pleno tras llamarles al orden por tercera vez.
No pusieron tampoco ningún impedimento para hacerlo. Acataron la orden de Posada, en el caso de los dos primeros, y de Celia Villalobos (vicepresidenta del Congreso), en el caso de Jordá. El propio presidente de la Cámara aseguraba que la expulsión de la tribuna de oradores fue un “incidente menor” en el que no había “nada personal”. “Nos hemos limitado a aplicar el reglamento”, explicaba. La tensión de este martes con Vox, insisten desde la Cámara, “no tiene comparación”.
El último capítulo de la XIII legislatura —formalmente, estará finiquitada el 2 de diciembre, cuando comience la siguiente— quedó completamente empañado por la polémica generada en la Diputación Permanente de la mano de la portavoz de Vox, Macarena Olona. La bronca comenzó por el reparto de asientos. Los servicios de la Cámara establecieron un orden, dejando carteles con el nombre de los grupos parlamentarios en las filas. Al ser un debate de convalidación o derogación de decretos-leyes, acudían representantes del Gobierno, y eso implicaba que la primera fila estuviera reservada para el Ejecutivo.
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