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El PSOE relajará los ataques a Podemos y baraja un debate a 5 compartido por las teles
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PRIMEROS COMPASES DE LA PRECAMPAÑA

El PSOE relajará los ataques a Podemos y baraja un debate a 5 compartido por las teles

Ferraz tiene que cerrar en los próximos días las primeras decisiones, pero cree que no es sostenible hasta el 10-N una confrontación durísima contra Iglesias porque no es él el "adversario"

Foto: Pedro Sánchez, el pasado 18 de mayo en un mitin en Alicante. (EFE)
Pedro Sánchez, el pasado 18 de mayo en un mitin en Alicante. (EFE)

50 días exactos. 50 días desde este sábado por delante en los que los partidos tendrán que afinar sus estrategias y adaptarlas a un electorado cansado y hastiado de una clase política incapaz de ponerse de acuerdo. Mes y medio que el PSOE quiere aprovechar para explicar su relato, incidir en el "bloqueo" culpa de Unidas Podemos, PP y Ciudadanos y no del presidente, y para subrayar que solo es posible evitar el "boicot" a su candidato reforzándolo, pues únicamente él puede garantizar la "estabilidad". Aún Ferraz tiene que organizar precampaña y campaña, diseñar la estrategia, empaquetar los mensajes, calcular la exposición mediática de su líder, pero sí tiene algunas ideas en mente. Así, el viaje al 10-N no será lineal. La modulación vendrá, con eso cuenta la dirección, con los ataques a Pablo Iglesias. De un tono extremadamente beligerante se pasará a otro más contenido con el paso de las semanas, principalmente "el adversario es la derecha, y no Unidas Podemos". No se repetirá el guante blanco de las generales del 28 de abril, pero la agresión entre ambos tampoco alcanzará la dureza actual. Un dificilísimo equilibrio que tendrá su plasmación en pantalla en el único debate a cinco en el que está dispuesto a participar Sánchez, y cuya producción podría ser compartida entre los tres grandes grupos mediáticos del país (RTVE, Atresmedia y Mediaset), como se hizo en la repetición de 2016.

La ejecutiva federal del PSOE constituyó este jueves el comité electoral de los comicios del 10 de noviembre, un calco del que estaba operativo hasta las autonómicas, municipales y europeas del 26 de mayo. Un órgano amplio, una veintena de personas, coordinado por el secretario de Organización, José Luis Ábalos, y en el que es una pieza clave —ya lo fue antes también— el director de Gabinete del presidente, Iván Redondo. El comité aún no ha mantenido su primera reunión, aunque probablemente se celebre la próxima semana. Pero quien lleva realmente el peso estratégico, quien toma las decisiones, es el sanedrín de campaña, que reúne diariamente al núcleo de confianza de Sánchez en Ferraz y en la Moncloa. Tampoco está aún operativo, por lo que el dibujo general de la campaña tardará unos días. Eso explica que todas las reflexiones que vierten los principales colaboradores de Sánchez no estén demasiado amarradas y siempre antepongan la "prudencia", por lo que la primera composición de este trayecto al 10-N puede variar.

Por lo pronto, el presidente y el partido se han zambullido en una espiral de reproches hacia Unidas Podemos incesante. En la dirección entienden que es el tono normal que el candidato ha de sostener en esta primera fase, en la que la fijación del relato es fundamental. Dicho de otro modo, Sánchez necesita responsabilizar a Pablo Iglesias —también a Pablo Casado y a Albert Rivera— de la repetición electoral. El jefe de los morados forma parte del "bloque del bloqueo", en palabras de Ábalos, el que ha preferido darle una "bola extra" a la derecha antes que facilitar la investidura de Sánchez. El presidente cargó duramente contra Iglesias ya desde la constatación de que España caminaba a las urnas, tras la ronda del Rey. Reiteró sin parar que va camino de un dudoso "récord", el de impedir "por cuarta vez" (dos en 2016 y dos en 2019) la elección de un presidente socialista.

Sánchez cruzó una frontera al afirmar que "no dormiría" si hubiera aceptado el modelo de coalición de Iglesias. Este le acusa de "mentir"


Pero el jueves Sánchez cruzó una frontera más en su andanada contra Iglesias. "No dormiría por la noche, junto con el 95% de los ciudadanos de este país", si hubiera aceptado ser presidente con las "imposiciones" de UP. "No dormiría" si hubiera transigido con su modelo de coalición, que se traduce en "dos gobiernos en uno", y no un único Ejecutivo "compacto", en una sola dirección. Un misil demasiado potente, lanzado en 'prime time' desde La Sexta, demasiado elocuente. La sentencia tan severa del presidente recorrió todos los medios y generó multitud de respuestas. Iglesias respondió con otra acusación de gran calibre: su "error" fue "confiar" en la palabra de Sánchez. "Pedro me mintió, me dijo antes y después de las elecciones generales que haríamos un Gobierno de coalición y yo confié en él", contestó en Antena 3. Poco después, la contrarréplica emitida desde la Moncloa: Sánchez "no mintió": ofreció un Ejecutivo bipartito, y fueron los morados quienes rechazaron esa propuesta en julio. No fue él quien pecó de "inflexibilidad".

Foto: Isabel Celaá, con los ministros Fernando Grande-Marlaska y Luis Planas, este 20 de septiembre. (EFE)

"Marcar distancias"

Este viernes se podían sentir en algunos cuadros socialistas ciertas dudas respecto a la expresión tan lapidaria utilizada por el presidente, pero sus colaboradores más próximos insistían en que había acertado al llamar "las cosas por su nombre". O sea, grabar en la mente del votante medio que la fórmula de coalición planteada por Iglesias era y es "inviable". Insistir en que el candidato no la aceptará tampoco después del 10-N porque lo que persigue es armar un Ejecutivo "estable", "confiable", "cohesionado", "fuerte", capaz de afrontar los retos más importantes que tiene el país por delante. Entre ellos, la desaceleración económica, la hipótesis de un Brexit duro o la sentencia del 'procés'.

"Nuestro adversario es la derecha. Una campaña contra UP carece de sentido. Hay que preguntar si se quiere Gobierno o embrollo", dicen en el PSOE

"Todavía estamos en esa fase de luto, a la que damos una semana, dos", explica un cargo de la cúpula a este diario. "Pero nosotros tenemos que intentar que ellos estén en la línea de no boicotear. Nuestra idea, hoy por hoy, es ir relajando esos ataques. La razón es que Podemos no es nuestro adversario. Es la derecha. No tendría ningún sentido una campaña contra Unidas Podemos. Lo que tenemos que preguntar a los ciudadanos es si quieren Gobierno o quieren embrollo. Y a los electores progresistas habrá que decirles que votar Podemos no garantiza nada: ni Gobierno, ni Gobierno progresista", continúa este mando.

Celaá dice que Sánchez "no mintió" cuando ofreció un Gobierno de colaboración

Otro miembro del comité electoral coincide en el análisis: en esta primera fase, justo después de constatarse que España camina a elecciones, y en la que lo que se ventila es el reparto de culpas, al PSOE le interesa "marcar distancias" con los morados. "Y luego bajaremos el nivel, según se vaya viendo. Podemos, en realidad, está en la misma duda: cómo atizarnos. Nos pierden a los dos las ganas de matarnos, pero sabemos que tenemos que hablar el día después", señala esta última fuente. Y es que, para Sánchez, Iglesias no ha dejado de ser el "socio preferente", con el que puede entenderse en "políticas concretas", de contenido social, aunque les separen, y mucho, cuestiones de Estado.

Foto: Albert Rivera, en el Congreso. (EFE)

Fidelidad baja a los naranjas

Ese "marcar distancias" con los morados tiene otra justificación: los socialistas persiguen atraer a los votantes desencantados de Ciudadanos. Y consideran que para lograrlo necesitan combatir a Iglesias con dureza, repetir la idea de la "moderación" y reforzar el discurso con Cataluña. Tripleta que ya ha puesto en práctica Sánchez. Los cálculos que se hacen en Ferraz es que quedan pocos votos por rebañar a Unidas Podemos, puesto que el gran trasvase se produjo en las generales del 28-A y los morados no dan síntomas de hundimiento masivo. Así, por donde puede crecer Sánchez es por el centro. La fidelidad de los electores de Cs es muy baja, del entorno del 50% o algo menos, por lo que los socialistas estiman que se pueden quedar con una porción de los más dudosos, de los que no comparten la estrategia de Rivera: su 'no es no' a Sánchez mantenido hasta el volantazo final y su "radicalización", su escoramiento a la derecha. Ello explica que el aspirante socialista hable de su pretensión de configurar un Gobierno "progresista" y "moderado". Quiere jugar a las dos barajas.

El candidato busca afianzar a sus electores progresistas, rebañando votos de UP, y crecer hacia el centro, a por los decepcionados con Cs

El PSOE intenta cuadrar el círculo: no perder a los votantes progresistas y seducir a la vez a los ciudadanos templados que creen que hay que conferir "estabilidad" y certidumbre al país después de cinco años de zozobra, convenciéndoles de que Sánchez es el único aspirante con posibilidades de victoria el 10-N. Ferraz calcula que el partido podría estirarse hasta los 135-140 escaños, frente a los 123 actuales. Una subida especular a la que vivió Mariano Rajoy entre las generales de 2015 a las de 2016: de los 123 diputados a los 137. "Podría darse el caso de que tengamos el resultado que el PP en 2016 y que ellos tengan el que tuvimos nosotros [84] en aquel año. Habrá que ver cómo quedan Podemos y Cs. Si esto ocurre, las circunstancias cambian", apunta uno de los colaboradores del jefe del Ejecutivo. En la cúpula socialista estiman que las nuevas cartas que reparta el 10-N cambiará las actitudes de los partidos, sobre todo porque España no puede ir a unas terceras elecciones. Sánchez acude a las urnas con intención de reforzarse y de disfrutar de una mayoría más cómoda, en la que pueda tocar la absoluta sin necesidad de los independentistas.

Las cinco veces que Iglesias llama "mentiroso" a Sánchez

En el cuartel general aún no tienen definido el estilo de la campaña de Sánchez, aunque en lo sustancial será semejante a la anterior: presidencialista, muy focalizada en el candidato, ya que, pese a la "erosión" sufrida en los últimos meses, es el principal activo del partido. Estará arropado por los barones territoriales y su núcleo duro en la Moncloa y Ferraz (Carmen Calvo, Adriana Lastra, José Luis Ábalos, María Jesús Montero), pero no se prevé la participación de la vieja guardia o de los expresidentes. No está definido el grado de exposición mediática.

placeholder Iglesias, Casado, Rivera y Sánchez en el debate de Atresmedia del pasado 23 de abril. (Reuters)
Iglesias, Casado, Rivera y Sánchez en el debate de Atresmedia del pasado 23 de abril. (Reuters)

Fecha del 4-N sobre la mesa

La campaña pura y dura será, por primera vez, más corta. De una semana, como quedó reglado para las repeticiones electorales tras la reforma legal introducida en 2016. Se extenderá, pues, del 1 al 8 de noviembre, y el evento central será el debate entre los líderes. Sánchez solo quiere participar en uno y que sea a cinco, con los jefes de PP, Ciudadanos, Unidas Podemos y Vox. Justo el que no se pudo emitir para el 28-A porque la formación de ultraderecha no tenía representación parlamentaria ni había obtenido un porcentaje significativo de voto en convocatorias nacionales anteriores.

En 2016 se introdujo una fórmula novedosa: la ATV y los gigantes RTVE, Atresmedia y Mediaset organizaron y produjeron el único debate a cuatro

La corporación pública ha ofrecido celebrar ese espacio el 4 de noviembre. Mediaset ya ha cursado la invitación y Atresmedia lo hará una vez se disuelvan las Cortes. También la Academia de Televisión (ATV) se ha postulado para organizar el programa.

placeholder Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias, con los moderadores Pedro Piqueras, Ana Blanco y Vicente Vallés, y el entonces presidente de la ATV, Manuel Campo Vidal, en el debate a cuatro del 13 de junio de 2016. (EFE)
Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias, con los moderadores Pedro Piqueras, Ana Blanco y Vicente Vallés, y el entonces presidente de la ATV, Manuel Campo Vidal, en el debate a cuatro del 13 de junio de 2016. (EFE)

Dado que solo habrá, en principio, un debate, en Ferraz se baraja repescar la fórmula que se empleó en 2016, y que fuentes del sector al tanto de las conversaciones con los partidos consideran muy probable. En aquel momento, para las elecciones del 26 de junio, la ATV, entonces presidida por Manuel Campo Vidal, organizó el espacio en colaboración con los tres grandes grupos audiovisuales, que pusieron cada uno un presentador de referencia: Ana Blanco (RTVE), Vicente Vallés (Atresmedia) y Pedro Piqueras (Telecinco). La señal fue facilitada por la ATV a todos los medios interesados. La entidad está dirigida, desde diciembre de 2018, por la presentadora de 'La mañana de La 1', María Casado. Esta solución sería cómoda para las fuerzas políticas, pues no les obliga a premiar a un operador y castigar el resto.

Foto: Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Albert Rivera y Soraya Sáenz de Santamaría, el pasado 7 de diciembre en el único debate a cuatro (sin Mariano Rajoy), en Atresmedia. (EFE)
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RTVE también había ofrecido tres cara a cara: entre Sánchez y Casado, entre Casado y Rivera y entre Sánchez e Iglesias. Una configuración criticada por Cs, porque suponía excluir a su jefe de un careo directo con el presidente. Sin embargo, Ábalos descartó esa vía: el líder del Ejecutivo solo estaría en un debate, y sería a cinco. Un reto mucho más complicado para el candidato. En abril sufría el hostigamiento de las derechas, pero el trato con Iglesias fue de guante blanco. En la campaña, Sánchez ni lo mentaba en sus mítines. La competición era virtuosa. Ahora, cinco meses después, todo ha cambiado. Ambos rivalizarán a cara de perro. Pero Ferraz, al menos a día de hoy, cuenta con ir rebajando poco el grado de confrontación. Cuesta creerlo vistas las hostilidades de las últimas semanas.

Listas sin "mercado de invierno"

Esta vez, la parte orgánica del trabajo electoral  del PSOE apenas tendrá relieve mediático. Ferraz ya ha dado la orden a las federaciones de ir preparando las listas del 10-N con la clave de "continuidad", de modo que solo se introducirán los cambios "estrictamente necesarios" respecto a las del 28 de abril. Por ejemplo, se sustituirá a aquellos candidatos que, tras las generales, han ocupado cargos públicos en sus territorios. Es el caso de la cabeza de cartel por Ciudad Real, Blanca Fernández, ahora portavoz del Gobierno castellanomanchego. También cambiará el uno por Cantabria. Luis Clemente renuncia por razones personales y le relevará el portavoz municipal en Santander, Pedro Casares, también miembro de la ejecutiva de Pedro Sánchez. Así lo adelantó 'El Diario Montañés' este sábado y lo pudo confirmar este periódico.

Aunque el comité federal del próximo sábado, 28 de septiembre, mandatará a la comisión de listas ultimar las candidaturas -estas deberán estar registradas entre el 2 y el 7 de octubre-, no se esperan incorporaciones de relumbrón. Ya lo adelantó el jueves pasado José Luis Ábalos: no habrá fichajes. "Tenemos gente de sobra en el PSOE. No nos hace falta el mercado de invierno", abundaba una responsable de máximo nivel en conversación con este diario. Tampoco el PSOE se plantea tentar a Manuela Carmena. La exalcaldesa de Madrid ya ha descartado concurrir como candidata a las generales, pero Íñigo Errejón quiere convencerla para que sea la número uno de Más Madrid al Congreso. 

50 días exactos. 50 días desde este sábado por delante en los que los partidos tendrán que afinar sus estrategias y adaptarlas a un electorado cansado y hastiado de una clase política incapaz de ponerse de acuerdo. Mes y medio que el PSOE quiere aprovechar para explicar su relato, incidir en el "bloqueo" culpa de Unidas Podemos, PP y Ciudadanos y no del presidente, y para subrayar que solo es posible evitar el "boicot" a su candidato reforzándolo, pues únicamente él puede garantizar la "estabilidad". Aún Ferraz tiene que organizar precampaña y campaña, diseñar la estrategia, empaquetar los mensajes, calcular la exposición mediática de su líder, pero sí tiene algunas ideas en mente. Así, el viaje al 10-N no será lineal. La modulación vendrá, con eso cuenta la dirección, con los ataques a Pablo Iglesias. De un tono extremadamente beligerante se pasará a otro más contenido con el paso de las semanas, principalmente "el adversario es la derecha, y no Unidas Podemos". No se repetirá el guante blanco de las generales del 28 de abril, pero la agresión entre ambos tampoco alcanzará la dureza actual. Un dificilísimo equilibrio que tendrá su plasmación en pantalla en el único debate a cinco en el que está dispuesto a participar Sánchez, y cuya producción podría ser compartida entre los tres grandes grupos mediáticos del país (RTVE, Atresmedia y Mediaset), como se hizo en la repetición de 2016.

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