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Las familias de ancianos desaparecidos se rebelan: crean un 'georreloj' para localizarlos
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Contrastado con las fuerzas de seguridad

Las familias de ancianos desaparecidos se rebelan: crean un 'georreloj' para localizarlos

Sus creadores calculan que la iniciativa no solo salvará vidas sino que también ahorrará dinero de los amplísimos dispositivos de búsqueda desplegados por Policía y Guardia Civil

Foto: Los ancianos y los enfermos pueden prevenir desgracias con un geolocalizador. (EFE)
Los ancianos y los enfermos pueden prevenir desgracias con un geolocalizador. (EFE)

Un total de 454 personas mayores siguen sin ser localizadas desde que desaparecieron en algún momento de los últimos ocho años. El problema se repite cada año desde hace décadas y nadie le pone remedio. Algo similar ocurre con gente enferma. Muchos de ellos salen a pasear, se desorientan y se pierden. Luego, sus cuerpos se los come la tierra literalmente. "Si hay suerte, algún cazador localiza sus restos cuatro año después", asegura el presidente de la asociación SOS Desaparecidos, Joaquín Amills, que considera que una sociedad moderna no puede permitir que les pase esto a los más vulnerables y a los ancianos, que son los que han contribuido a tener el mundo que tenemos.

Para evitar que esto suceda, Amills presentará el próximo viernes un geolocalizador financiado por su asociación y pensado para evitar que estas personas se pierdan. "Con jóvenes o adultos que son secuestrados o atacados o accidentados no se puede prever, pero con este otro colectivo más vulnerable sí", sentencia Amills, que comenzó con el proyecto hace dos años. "Vimos que era un grupo minoritario en la sociedad, pero que también era el que menos casos resueltos tenía", recuerda el presidente de SOS, que contactó con expertos en desarrollo informático y comenzó a diseñar el artilugio.

Foto: Un anciano pasea por la calle. (Reuters)

Admite que había dispositivos de geolocalización ya en el mercado, pero ninguno se adaptaba a sus necesidades. "Hay algunos de China o Japón, pero meten publicidad, recopilan tus datos y los almacenan en no sé qué bases y, sobre todo, no dan soporte técnico", critica Amills, que quería superar estos problemas y hacer un dispositivo pensado solo para prevenir desapariciones. Con el nuevo aparato —una pulsera con aspecto de reloj que se coloca en la muñeca, el cinturón o un llavero—, la familia puede saber en todo momento dónde están el abuelo o el tío enfermo o quien requiera de esta ayuda.

Avisa si la persona sale de la zona de seguridad, si entra en un círculo peligroso o si se mueve a más velocidad de la normal (se monta en algún vehículo, por ejemplo). "El anciano está en todo momento localizado", subraya. "Si el enfermo se cae o se pierde conscientemente, puede llamar a través del dispositivo hasta a una docena de familiares; si uno no contesta, llama a otro; si tampoco este responde, a otro; y así hasta 12", cuenta con orgullo Amills, que ha contrastado en todo momento el funcionamiento del geolocalizador con las fuerzas de seguridad, que han visto con muy buenos ojos la iniciativa.

placeholder Los ancianos forman parte del colectivo de personas más vulnerables. (EFE)
Los ancianos forman parte del colectivo de personas más vulnerables. (EFE)

Los datos que el dispositivo recaba se guardan en la aplicación de SOS Desaparecidos durante 30 días. "Aunque el aparato se rompa, la Policía y la Guardia Civil saben por dónde ha pasado, cuánto tiempo está en cada sitio, a qué horas y otra información que ayuda a los investigadores a conocer dónde podría estar la persona buscada", especifica Amills, convencido de que el artilugio dará "mucha autonomía" a enfermos que ahora no se atreven a salir.

El presidente de la asociación pretende comercializar el producto al precio más reducido posible, porque entiende que el objetivo no es ganar dinero sino ayudar a "salvar vidas". "Será muy barato en comparación con los geolocalizadores que hay en el mercado, que además tienen menos funciones; y eso a pesar de que no tenemos subvenciones", explica. Eso sí, afirma, "sería bueno que la Administración ayudara a que las familias con poder adquisitivo bajo" adquirieran el producto, porque también les interesa, y no solo desde el punto de vista humano. "Se ahorrarían mucho dinero en los dispositivos de búsqueda, porque localizarían rápido el cuerpo, ya sea vivo o muerto", asegura Amills, que aún tiene en la cabeza el amplísimo despliegue de la Policía Nacional y de la Guardia Civil en la sierra de Guadarrama la semana pasada para buscar a Blanca Fernández Ochoa.

"Como sociedad, tenemos el deber de cuidar a los más vulnerables", concluye el presidente de SOS Desaparecidos, que tiene claro que el dispositivo sirve para evitar una de las mayores causas de muerte de este colectivo, el más perjudicado por este motivo, según el Centro Nacional de Desaparecidos. En la base de datos de este organismo constan alrededor de 7.000 denuncias por desaparición de personas mayores de 65 años desde 2010, año en el que se comenzó a registrar la información. De ellas, 454 aún no han sido resueltas, por lo que esos ancianos siguen sin ser localizados.

Según las estadísticas del centro, 21 de esas 454 personas mayores son enfermos crónicos (que dependen de una determinada medicación para seguir con vida), siete tienen algún tipo de deficiencia, 18 son personas con alcoholismo y medio centenar toman mediación para combatir enfermedades como el alzhéimer, la diabetes, la depresión o algún tipo de anomalía psicótica. El centro no tiene registrados este tipo de datos en relación con el resto (más de 350 casos) de mayores no localizados. "Queda por estudiar si se trata de personas con problemas neurodegenerativos, si rompen voluntariamente el contacto con su familia, si duermen en la calle y otros muchos aspectos", apuntó el director del Centro Nacional de Desaparecidos en una entrevista con El Confidencial el pasado febrero.

Un total de 454 personas mayores siguen sin ser localizadas desde que desaparecieron en algún momento de los últimos ocho años. El problema se repite cada año desde hace décadas y nadie le pone remedio. Algo similar ocurre con gente enferma. Muchos de ellos salen a pasear, se desorientan y se pierden. Luego, sus cuerpos se los come la tierra literalmente. "Si hay suerte, algún cazador localiza sus restos cuatro año después", asegura el presidente de la asociación SOS Desaparecidos, Joaquín Amills, que considera que una sociedad moderna no puede permitir que les pase esto a los más vulnerables y a los ancianos, que son los que han contribuido a tener el mundo que tenemos.

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