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El detenido por el crimen de Meco: "Las heridas que me vieron se deben a mi trabajo"
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El detenido por el crimen de Meco: "Las heridas que me vieron se deben a mi trabajo"

Las explicaciones y justificaciones que esgrimió Sergio no convencieron a las acusaciones y tanto la fiscalía como el abogado de la familia solicitaron el ingreso en prisión provisional sin fianza del joven

Foto: Miriam Vallejo fue encontrada sin vida en una zona de campo de Meco (Madrid). (EFE)
Miriam Vallejo fue encontrada sin vida en una zona de campo de Meco (Madrid). (EFE)

"Soy inocente, lo juro, no sé por qué me han detenido. No lo puedo entender. Yo no he hecho nada. El día en que asesinaron a Miriam estábamos solos los dos en casa. Yo andaba jugando con la Play Station y hablando por teléfono. Me acuerdo que charlaba con mi hermano Miguel Ángel cuando ella me avisó de que se iba a sacar a los perros". Así arranca el relato que Sergio hizo el viernes ante la jueza de instrucción. Aparentemente con tono de voz seguro y tajante en su discurso, pero nervioso en la gestualidad. Hubo un momento en que sí perdió la compostura: cuando, tras responder a todas las preguntas que se le formularon, escuchó al fiscal pedir su ingreso en prisión, alegando que la pena por el asesinato de Miriam podía alcanzar hasta los 25 años de reclusión.

Pero eso ocurrió tras terminar de testificar, antes, siguió recordando la noche del crimen: "Ella se llevó los cuatro perros. Salió muy abrigada porque hacía mucho frío. Yo seguí a lo mío: jugando y hablando por teléfono". Esta parte de su relato la ratifica su hermano Miguel Ángel quien aseguró a los investigadores que mientras hablaba con Sergio escuchó la voz de una chica que anunciaba que salía a pasear a los canes y se despedía.

Prisión para el detenido por el asesinato de una joven en Meco.

Durante la siguiente hora y media, el detenido asegura que continuó haciendo lo mismo, jugar a la Play, hablar con gente y escribir mensajes. "Entonces llegó Celia, mi novia. Hablamos un poco. Me explicó que había estado en el gimnasio y que luego se había ido a tomar unas cervezas a un bar a celebrar algo. De repente me preguntó: '¿Dónde está Miriam?'. Le dije: 'Ha salido a pasear a los perros hace un buen rato'. Entonces ella me preguntó: '¿Pero mucho rato?'. 'Pues sí, por lo menos una hora larga', le respondí.

'A ver si le ha ocurrido algo, Miriam solo suele estar veinte minutos como mucho con los perros en la calle y menos con este frío. Es 16 de enero', se preocupó Celia. '¿Qué le va a pasar? Seguro que se ha entretenido hablando con algún vecino. Ahora vendrá', aventuré yo, pero a mi novia se le ocurrió mirar por la ventana y vio los destellos azules de las luces de la Guardia Civil en el campo oscuro, al fondo, y se asustó. 'Mira', me advirtió mi novia. 'Algo le ha ocurrido'". La pareja de novios se abrigó y ambos corrieron hacia las luces. "Así fue como nos enteramos de que habían asesinado a Miriam", explicó Sergio.

A las pocas horas ambos acudieron al tanatorio. Estaba lleno de amigos y familiares de la víctima. Destrozados. La joven, honesta y cariñosa, era una chica muy querida. Además de la densa tristeza, hubo algo que llamó la atención de los asistentes. Era enero, en el exterior el frío y el viento sacudían con fuerza, pero de puertas adentro la calefacción echaba bombas. Lógicamente, los allí congregados se habían desprendido de los abrigos, todos salvo dos: Celia y Sergio. Su atuendo chocaba, sobre todo el del acusado del crimen que llevaba cubierta la cabeza con una gorra y los ojos escondidos tras unas gafas de sol. Solo le faltó llevar guantes para ir cubierto entero.

De hecho, hubo varios testigos que se fijaron en que presentaba alguna herida precisamente entre los dedos y la palma. Otros se percataron de que en su nariz tenía varios rasguños. "Las heridas que me vieron en el tanatorio se deben a mi trabajo", explicó ofendido cuando le preguntaron. Lo cierto es que las de las manos pueden generar dudas sobre el origen, pero los rasguños de la cara difícilmente son compatibles con su labor profesional. "Y si en el tanatorio no me quité el abrigo ni nada, no es porque quisiese ocultar nada como usted dice, es que salía a fumar, entraba y volvía a salir y para no tener que estar poniéndomelo y quitándomelo, me lo dejé encima".

Foto: La Guardia Civil continúa investigando sobre el terreno donde la hallaron. (EFE)

Su testimonio, aunque sólido desde un punto de vista de la seguridad al exponerlo, presenta varios agujeros y múltiples contradicciones. "Quiero dejar claro que Celia y yo somos pareja, por lo menos hasta que me detuvieron el otro día lo éramos, no sé si ahora habrá cambiado algo", puntualizó. La relación que mantienen ambos jóvenes es complicada. Hay fuentes que apuntan a que rompieron a los pocos días del crimen, pero al parecer "van y vienen" y su noviazgo no se rige por los criterios estándar. De hecho, en los días previos a la detención, coincidiendo con el cumpleaños de Miriam, se les vio a los dos visitando la tumba de su compañera de chalé.

Las explicaciones y justificaciones que esgrimió Sergio no convencieron a las acusaciones y tanto la fiscalía como el abogado de la familia solicitaron el ingreso en prisión provisional sin fianza de Sergio. Su señoría lo vio claro y lo acordó.

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"Soy inocente, lo juro, no sé por qué me han detenido. No lo puedo entender. Yo no he hecho nada. El día en que asesinaron a Miriam estábamos solos los dos en casa. Yo andaba jugando con la Play Station y hablando por teléfono. Me acuerdo que charlaba con mi hermano Miguel Ángel cuando ella me avisó de que se iba a sacar a los perros". Así arranca el relato que Sergio hizo el viernes ante la jueza de instrucción. Aparentemente con tono de voz seguro y tajante en su discurso, pero nervioso en la gestualidad. Hubo un momento en que sí perdió la compostura: cuando, tras responder a todas las preguntas que se le formularon, escuchó al fiscal pedir su ingreso en prisión, alegando que la pena por el asesinato de Miriam podía alcanzar hasta los 25 años de reclusión.

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