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Ferraz baraja citar al comité federal para visualizar el cierre de filas con Sánchez
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LA ESTRATEGIA DE CARA A LA INVESTIDURA

Ferraz baraja citar al comité federal para visualizar el cierre de filas con Sánchez

El presidente y su núcleo duro deciden este martes en 'maitines' si el sábado se reúne el máximo órgano del PSOE para apoyar al líder. Una imagen que contrastaría con la que puede ofrecer Iglesias

Foto: Pedro Sánchez, durante su entrevista este 15 de julio en la Moncloa con la Cadena SER. (Borja Puig de la Bellacasa | Moncloa)
Pedro Sánchez, durante su entrevista este 15 de julio en la Moncloa con la Cadena SER. (Borja Puig de la Bellacasa | Moncloa)

La investidura de Pedro Sánchez estará abocada al fracaso, pero hay otra batalla a la que el líder socialista no está dispuesto a renunciar: a la del relato. Con un doble propósito: explicar su posición a la opinión pública y trasladar toda la presión a Unidas Podemos. Recordando, por cierto, que si finalmente vota no, coincidirá con la ultraderecha de Vox. Pero en política hay imágenes y gestos que valen mucho por sí mismos, especialmente si pueden servir para contrastar con los del oponente. Y el presidente maneja provocar una foto poderosa: la de todo su partido detrás, arropándole, apenas unos días antes del arranque del debate. "Rotas" ya las conversaciones con los morados, baraja convocar al comité federal del PSOE para el próximo sábado, 20 de julio.

La decisión no está tomada, como subrayan a este periódico fuentes de primer nivel del Ejecutivo y de Ferraz. Pero desde luego sí es una opción que está sobre la mesa, de la que los principales dirigentes están "hablando" y hay "probabilidades" de que salga adelante, no certeza total, ni mucho menos. Sánchez estudia ese llamamiento al máximo órgano de dirección del partido este martes por la mañana, en la reunión de 'maitines' en la Moncloa, la que sanciona la estrategia a seguir cada semana y a la que suelen acudir los pesos pesados del Gobierno y del PSOE: la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo; la vicesecretaria general y portavoz parlamentaria, Adriana Lastra; el secretario de Organización y ministro de Fomento, José Luis Ábalos, y el director de Gabinete del presidente, el muy influyente Iván Redondo. Si el núcleo duro determina que es conveniente citar al comité federal, la convocatoria formal se aprobará el jueves en la reunión de la ejecutiva, que también habría procedido a convocar un referéndum a las bases del PSOE en caso de haber cogido cuerpo una coalición de perfil bajo con los morados.

En el círculo de Sánchez hay varios cuadros consultados que ven varias ventajas a una convocatoria del comité, que por cierto lleva sin citarse desde antes de las generales, desde marzo. En primer lugar, el obvio: el cierre de filas de todo el partido con él. Porque no hay dudas. El PSOE actúa ahora como una piña en torno a su secretario general. Su acceso a la Moncloa hace algo más de un año sirvió para acallar las críticas internas que, de cuando en cuando, seguían latiendo. Sí subió la tensión en momentos puntuales, como cuando Ferraz amagaba con hacer coincidir las generales con las autonómicas, municipales y europeas, creció el desasosiego con la confección de las listas. Pero la campaña y el resultado del 28-A, la rotunda victoria del PSOE, aumentada con el afianzamiento de las siglas el 26-M, actuó de bálsamo interno. En estas últimas semanas, los pasos del líder del Ejecutivo han sido secundados por los barones —susanistas o sanchistas—, que han percibido como razonable su oferta a Unidas Podemos y desproporcionada la exigencia de Pablo Iglesias. Pero no solo. Los dos expresidentes, y singularmente Felipe González, hasta hace no mucho distanciado de él, le respaldan sin fisuras.

Los pasos del líder en las últimas semanas han sido secundados por los barones, susanistas o sanchistas, y hasta por el expresidente González


Es cierto que hay miembros de peso de la cúpula socialista que entienden que no hace falta convocar al comité federal, porque ese apoyo expreso lo tendría Sánchez en la reunión de este jueves de la ejecutiva. De hecho, en el corazón del aparato aseguraban ya en la noche de este lunes a este diario que no habrá una cita extraordinaria del máximo foro socialista.

Ejecutiva y comité son, en cualquier caso, dos órganos distintos. La dirección la integra su equipo de confianza, el que eligió en el 39º Congreso, en junio de 2017, y no hay críticos, ni pasados ni presentes. El comité es el supremo escalón de poder en el organigrama socialista, y aunque desde el último cónclave está controlado férreamente por Sánchez, de él forman parte todos los barones territoriales y presidentes autonómicos. La imagen del sábado, pues, sería cómoda para el líder: pronunciamientos de los secretarios regionales a su favor e intervención abierta de él mismo, que coparía los titulares de la jornada.

Foto: Pedro Sánchez, el pasado 2 de julio en el último Consejo Europeo extraordinario, en Bruselas. (EFE)

Una consulta "farsa"

La reunión del comité se resolvería en poco tiempo y sí le serviría para proyectar una imagen de unidad interna. Importante por sí misma, pero también por contraste, señalan en Ferraz, con la de Podemos. Una de las razones que lleva a Sánchez a rechazar a Iglesias en el Consejo de Ministros es que considera que "no controla" su propio partido, y eso a la larga sería un problema para un futuro Ejecutivo de coalición con él dentro.

Page aplaude que Sánchez no quiera ser presidente "a cualquier precio", y Vara y Díaz cargan contra una consulta que ha sido un "torpedo" en la negociación

Las costuras en la formación morada se visualizaron de nuevo el pasado viernes, cuando de forma inesperada —sin que fuera prevenido Sánchez— la cúpula activó la consulta a los inscritos, a los que da dos opciones: o apoyo a un Gobierno bicolor, "sin vetos", o bien respaldo a un Gabinete de cooperación, "diseñado únicamente por el PSOE". Pronto cargaron contra el referéndum la jefa de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, y el ex máximo responsable del partido en Madrid Ramón Espinar. Frente a esa imagen de cierta debilidad, Ferraz calcula que podría exhibir la de la fortaleza de todo el aparato del PSOE con Sánchez. Una unanimidad que no suena normal en la casa socialista, acostumbrada a las disensiones y a un comportamiento a veces bipolar. En todo caso, como rubrican distintas fuentes en la dirección, "no es seguro" que se vaya a dar luz verde a una cita del comité federal para este sábado.

Sánchez acusa a Iglesias de dinamitar el diálogo con la convocatoria de una consulta a sus bases

"Sencillamente una trampa"

El secretario general ha recibido en los últimos días manifestaciones de apoyo de varios barones de su partido. Este lunes, tras dar por rotas las negociaciones con Iglesias por su consulta "trucada", por su "mascarada bien grande" que tanto le ha irritado, el jefe del Ejecutivo manchego, Emiliano García-Page, que se alineó con Susana Díaz en las primarias de 2017, aplaudió que Sánchez "no quiera ser presidente a cualquier precio y de cualquier manera". En ese sentido, valoró el esfuerzo que está haciendo el PSOE "aun a riesgo del bloqueo político" y para evitar un Gobierno "dependiente de los independentistas".

El presidente sale a la ofensiva para librar la batalla del relato contra Iglesias y para trasladarle toda la presión de una investidura que se prevé fallida

El pasado sábado, el jefe de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara —apoyo de Díaz hace dos años pero que enseguida prestó respaldo a Sánchez tras su triunfo en la contienda interna—, ya expresaba su sospecha de que la consulta de Podemos es "sencillamente una trampa para un nuevo no, como ocurrió en 2016, a la posibilidad de que haya un Gobierno de progreso en España". Un gesto "más grave" aún porque las conversaciones todavía no habían fructificado. Todo un "torpedo a la línea de flotación" del proceso negociador, indicó a EFE. Vara ya decía que Iglesias estaba preguntando a sus bases por lo que él "quiere, pero no es lo que el Gobierno ha planteado". Lo mismo que denunció Sánchez en su entrevista en la SER, en la que lanzó misil tras misil al líder de Unidas Podemos para ganarle la batalla mediática.

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. (EFE) Opinión
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También este lunes calificó de "gran farsa" la propia Díaz la consulta de la formación morada, con la que Iglesias pretende "enmascarar su deseo personal". La expresidenta andaluza tachó la actitud de este de "deslealtad absoluta con la izquierda española y con el conjunto de nuestro país". Iglesias, abundó, solo busca repetir lo que ya ocurrió en 2016, "impedir que España tenga un presidente socialista", justo lo que no pidieron los ciudadanos en las urnas el 28-A. La jefa del Ejecutivo balear, Francina Armengol, que gobierna en coalición con Podemos y los econacionalistas de MÉS, insistió en que es "muy necesario" que se constituya cuanto antes un Gobierno "sólido".

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A la búsqueda de las abstenciones

La pieza del comité federal, si finalmente se celebra este sábado, que está por ver, no sería más que el corolario de una ofensiva que Sánchez está dispuesto a librar hasta el debate de investidura, para pertrecharse de argumentos frente a un Iglesias que acusaba al presidente de querer imponer un Gobierno de "partido único" cuando solo obtuvo 123 diputados en las urnas. El jefe del Ejecutivo, con durísimos reproches en la SER, sin medias tintas, salía al ataque con Iglesias por haber convocado una consulta "torticera" con la que hizo saltar la negociación por los aires y que además no recogía "la realidad" de su última propuesta, la "quinta": una coalición 'blanda' o de baja intensidad con ministros morados de alta "cualificación" para carteras sectoriales, una oferta que, de materializarse, habría sido inédita en 40 años de democracia. Con ese plebiscito, repitió, solo pretendía "justificar" su voto contrario a su investidura, por lo que coincidiría con Vox, la "ultraderecha".

En Ferraz y en la Moncloa se sentía este lunes cierta sensación de liberación, tras días de reserva de la estrategia y de choque con Unidas Podemos. Sánchez, de hecho, cargaba contra Iglesias por querer no solo proponer, sino "imponer" los nombres del Consejo de Ministros, cuando esa es una prerrogativa exclusiva del jefe del Ejecutivo. "Pablo no quiere ser vicepresidente. Quiere ser copresidente del Gobierno, y esa figura no existe en nuestro país. Quiere ser Matteo Salvini, y eso no sucederá", indicaban en la cúpula del partido, en referencia a la pretensión de Iglesias de entrar en el Ejecutivo y el peligro de opacar al propio líder, como de hecho ha sucedido en Italia con el vicepresidente de la ultraderechista Liga, que ha eclipsado al primer ministro, Giuseppe Conte, e incluso a su par en el Gabinete y líder de la fuerza socia, Luigi di Maio, del populista Movimiento 5 Estrellas.

La línea roja sigue siendo la entrada de Iglesias y su núcleo dirigente en el Consejo de Ministros, aro por el que no tiene previsto pasar el líder socialista

¿Y ahora qué? Es la pregunta quizá con más difícil respuesta. Sánchez hará una nueva ronda con los líderes de PP, Cs y Unidas Podemos para que se abstengan y no obstruyan la investidura de la próxima semana. Las derechas ya han anticipado que rechazarán su elección, y los morados aseguran que respetarán el mandato de sus inscritos. No obstante, Iglesias reaparecerá este martes en La Sexta para ofrecer su propia visión de un desencuentro que su dirección no quiere calificar de ruptura. El presidente asume que irá a sesión fallida, tras la cual su candidatura decaerá, y solo podrá reactivarse si así lo decide el Rey y si las fuerzas hacen un "movimiento" que permita vislumbrar que la investidura prospera.

placeholder Pablo Iglesias, el pasado 8 de julio en la inauguración de un curso de verano de El Escorial. (EFE)
Pablo Iglesias, el pasado 8 de julio en la inauguración de un curso de verano de El Escorial. (EFE)

En la dirección socialista aún no se quieren situar en el escenario de las elecciones del 10 de noviembre, porque creen que los partidos se tentarán mucho la ropa antes de ir a unas urnas que pueden mermar sus fuerzas, si bien Sánchez se jugaría también mucho en ellas. "Si Pablo se baja de la burra será facilísimo acordar. Llevamos poco tiempo cortejando a UP. Pues aún queda tiempo. Tampoco pensábamos que Pedro iba a aceptar a ministros morados, y al final sí ha sido así", señalan en el aparato de Ferraz. La línea roja, rojísima, ahora y en septiembre, insisten, es la presencia de Iglesias y su núcleo dirigente en el Consejo de Ministros. El aviso que lanza el PSOE es que quien debe moverse y ceder es Podemos, y no el jefe del Ejecutivo en funciones.

Los disparos entre las dos fuerzas progresistas no se oyen solo en Madrid. En La Rioja, la investidura de la socialista Concha Andreu pende de un hilo. Tiene garantizados los 15 apoyos de su grupo y otro más de la parlamentaria de IU, Henar Moreno, pero le falta el escaño que ocupa la diputada morada, Raquel Romero, que exige tres consejerías de un Gobierno que tendrá ocho, demanda que el PSOE no está dispuesto a conceder y que Sánchez puso como ejemplo de lo que entiende como desmesura de Podemos.

Aunque las relaciones son más tensas que nunca en este último año, todavía hay gestos que indican que no todos los puentes se han dinamitado. Sánchez, por ejemplo, no reconoció ante los micrófonos de la SER que Iglesias le hubiera exigido una vicepresidencia, dato que Ferraz se apresuró a deslizar tras su última reunión fracasada, hace una semana. El dirigente morado Pablo Echenique, por su parte, subrayaba que por su parte las conversaciones no están rotas y pedía "talante" al líder socialista. "A fin de cuentas, estamos condenados a entendernos", reflexionaban en la sede federal. PSOE y Unidas Podemos lo están, pero de momento su diálogo ha embarrancado y, a día de hoy, la investidura de Sánchez suena a imposible.

Lastra se vuelve a reunir con ERC

Este martes, el PSOE retoma el diálogo con otra de las fuerzas llamadas a no bloquear la investidura de Pedro Sánchez: con ERC. La portavoz parlamentaria, Adriana Lastra, se reúne en el Congreso con su homólogo republicano, Gabriel Rufián, a las cinco de la tarde. 

El presidente no quiere que su elección dependa de las fuerzas soberanistas, y subraya que han de hacer lo que ellas consideren. Pero si arranca la abstención de ERC, por la que se inclina el partido de Oriol Junqueras, le servirá para meter más presión adicional a Unidas Podemos

Sánchez puede acudir a la investidura con el único apoyo amarrado del único diputado del Partido Regionalista de Cantabria de Miguel Ángel Revilla. O sea 123+1 escaños. Lejísimos de la mayoría necesaria. Un fracaso que también supondrá un desgaste político para el presidente. 

La investidura de Pedro Sánchez estará abocada al fracaso, pero hay otra batalla a la que el líder socialista no está dispuesto a renunciar: a la del relato. Con un doble propósito: explicar su posición a la opinión pública y trasladar toda la presión a Unidas Podemos. Recordando, por cierto, que si finalmente vota no, coincidirá con la ultraderecha de Vox. Pero en política hay imágenes y gestos que valen mucho por sí mismos, especialmente si pueden servir para contrastar con los del oponente. Y el presidente maneja provocar una foto poderosa: la de todo su partido detrás, arropándole, apenas unos días antes del arranque del debate. "Rotas" ya las conversaciones con los morados, baraja convocar al comité federal del PSOE para el próximo sábado, 20 de julio.

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