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La surrealista llamada al 112 en Alicante: "Aquí hay tres muertos, habré sido yo, no sé"
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Es drogadicto y muy violento

La surrealista llamada al 112 en Alicante: "Aquí hay tres muertos, habré sido yo, no sé"

El triple crimen deja al descubierto la escasez de medios de la Policía Nacional en las noches de Alicante, que a pesar de ser avisados de la gravedad de la situación, no acudieron al domicilio

Foto: El rellano de la vivienda donde el autor de la llamada al 112 mató a su hermano y a sus padres. (EFE)
El rellano de la vivienda donde el autor de la llamada al 112 mató a su hermano y a sus padres. (EFE)

A Juan (nombre ficticio) todavía le quedaban unas horas para acabar su turno en el 112, teléfono de emergencias de la Comunidad Valenciana, cuando entró una nueva llamada. El reloj marcaba la 1.42 de la madrugada. Nunca se imaginó lo que iba a escuchar.

112: Emergencias.

FJ: Hola, buenas noches.

112: Buenas noches, dígame.

FJ: Pueden venir por favor, que me estoy muriendo.

112: ¿¿Cómo?? (Pregunta asombrado).

FJ: Que me estoy desangrando.

112: Pero ¿por qué motivo? ¿Se ha hecho algún corte? ¿Qué le ha pasado?

Son los primeros segundos de una conversación que se extiende durante más de 17 minutos. Juan, poco a poco, va obteniendo información de dónde tiene las heridas, edad del sujeto, cómo se llama, dónde vive… Francisco Javier, que es quien pide ayuda a emergencias, con la voz como ida, le explica que tiene dos cortes sangrantes en el brazo y uno en el abdomen. Esta última herida tiene dos días de antigüedad.

FJ: Hubo una pelea en mi casa, con mi hermano.

112: Tuvo una pelea con su madre me dice…

FJ. Con mi hermano. Pero es que ha pasado una tragedia aquí en mi casa.

112: Vale, sí, me has dicho que has tenido una discusión con tu hermano, ¿no? ¿Y ese es el motivo por el que te encuentras mal?

FJ: Pues claro.

112: ¿Pero ahora tienes a alguien contigo en casa o estás solo? Entiendo que no hay nadie contigo, ¿no?

FJ: No, no es así.

112: Vale, ¿quién está contigo ahora?

FJ: Hay tres fallecidos, ¿no se lo estoy diciendo?

Juan no escuchó bien la respuesta y por eso no pregunta por las personas fallecidas. Sigue dando conversación a Francisco Javier mientras da aviso a la Policía Nacional.

FJ: He dejado la puerta abierta de casa porque no me puedo casi mover. ¿Van a tardar mucho? Es que no puedo más.

112: Los servicios de emergencia están de camino, los avisé en cuanto empezamos a hablar. Pero ¿qué ha pasado?

FJ: Pues que ayer hubo una pelea en mi casa.

112: ¿Con tu hermano o hay más personas implicadas?

FJ: Mi padre también…

112: Tu padre también, de acuerdo, pero, ¿vives solo?

FJ: No, si se lo he dicho, que ellos están fallecidos.

112: Perdona, ¿cómo dices?

FJ: Fallecidos.

112: Pero ¿cómo han fallecido?

FJ: Pues nos liamos aquí a porrazos, a cuchilladas, de todo…

112: O sea que ayer tuvisteis cuchilladas, pero ¿quién se las ha dado?

FJ: Pues no lo sé, habré sido yo, no lo sé.

112: ¿Entonces tu padre y tu hermano están muertos?

FJ: Sí, y mi madre.

112: ¿Tu madre también?

FJ: Sí, ella también. Aquí hay tres muertos.

La llamada se interrumpe 17 minutos después cuando agentes de la Policía Local, que no de la Nacional, entran en el domicilio y encuentran los cuerpos sin vida de los padres de Francisco Javier, y de su hermano y detienen al presunto asesino. La investigación determinó que Francisco, enganchado a la droga y con numerosos antecedentes violentos, acuchilló con saña a su hermano Alejandro (36 puñaladas), a su padre José (11), y a su madre Encarnación (a la que le dio 10).

Dejó los cadáveres tirados en un charco de sangre durante casi 48 horas nadie sabe muy bien por qué, quizá porque andaba drogado. Todo apunta a que discutió por enésima vez con su hermano y lo asesinó sin que hubiera nadie más en casa. Cuando su madre llegó de trabajar y descubrió lo sucedido, Francisco decidió acabar con su vida también. Lo mismo le ocurrió al padre, el último en llegar.

En realidad, era la crónica de una muerte anunciada, porque no era la primera explosión de violencia que se vivía en esa casa. Encarnación se vio obligada a denunciar a Francisco ya en marzo del 2000 y también en agosto de 2007. No podía más. Sus palabras entonces también parecieron premonitorias: "Mi hijo no para de maltratarme. Me amenaza de muerte con un cuchillo. Dice que va a quemar la casa y el coche con toda la familia dentro y que si se me ocurre denunciar nos asesina a mi marido, a mí y a mi otro hijo".

"Tengo mucho miedo porque mi hijo es drogadicto y muy violento. Frecuenta malas compañías y ha estado en prisión 3 años y 4 meses por un robo con intimidación", explicó entonces Encarnación, que continúa: "Siempre me está gritando y amenazándome. No para de pedirnos dinero. Cuando no tiene droga se pone muy violento y nos dice: "Si entro en la cárcel voy a hacerlo con motivo porque me llevo a uno de vosotros por delante". También nos advierte: "Ándate con cuidado y ve mirando para atrás porque yo por 50 euros te quito de en medio".

Este caso, además, puso de manifiesto la escasez de medios o, según denuncia el sindicato ARP, la mala gestión que hace el Comisario de la Policía Nacional en las noches de Alicante y que persiste en la actualidad. Aquella madrugada no apareció un agente por allí. Tuvieron que ser policías locales los que se encargaran de la detención.

A Juan (nombre ficticio) todavía le quedaban unas horas para acabar su turno en el 112, teléfono de emergencias de la Comunidad Valenciana, cuando entró una nueva llamada. El reloj marcaba la 1.42 de la madrugada. Nunca se imaginó lo que iba a escuchar.

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