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Un Arnaldo Otegi en estado puro elude condenar el terrorismo de ETA en TVE
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UNA ENTREVISTA DIFÍCIL A UN ANIMAL POLÍTICO

Un Arnaldo Otegi en estado puro elude condenar el terrorismo de ETA en TVE

El líder de EH Bildu se aferra al dolor de “todas las víctimas del conflicto” para blanquear el terrorismo de la organización terrorista ETA, que causó 858 muertos y miles de heridos

Foto: El presentador de 'La noche en 24 horas', Marc Sala, y Arnaldo Otegi, en la entrevista de TVE.
El presentador de 'La noche en 24 horas', Marc Sala, y Arnaldo Otegi, en la entrevista de TVE.

Arnaldo Otegi, coordinador general de la formación independentista vasca EH Bildu, acudió al programa ‘La noche en 24 horas' de TVE a hacer política mediante una dialéctica que arenga a sus seguidores y que pretende convencer a extraños. Templado, cómodo y sabedor de que los vientos le son favorables no desperdició la oportunidad para lanzar un discurso impostado sobre el legado letal de la organización terrorista ETA y sobre la necesidad -la suya- de hacer justicia con "todas las víctimas".

Sobre la miseria infinita del ser humano está todo escrito y contado. Eso ya sucedía antes de la irrupción de ETA en España como banda armada en los años sesenta del siglo XX. Sin remontarnos a los clásicos griegos y latinos, la pensadora judeo-alemana Hannah Arendt ya escribió en 1963 sobre “la banalidad del mal (‘Banalität des Bösen’) ante la que las palabras y el pensamiento se sienten impotentes”, en referencia al Holocausto de los nazis. La violencia política de ETA no es equiparable cuantitativamente al Holocausto, pero acabó con la vida de 858 personas, lesionó a miles y marcó la agenda política y mediática durante medio siglo en España.

Otegi fue entrevistado este miércoles por Marc Sala y otros cuatro periodistas colaboradores del espacio de 'La noche en 24 horas', con los que esgrimió todas sus artes de tahúr y a los que toreó por su impericia para realizar preguntas espinosas que dieran en la línea de flotación de su dialéctica capciosa. En las horas previas a la entrevista, el lider de la izquierda abertzale había acaparado la atención de las redes sociales y de los medios. Durante la media hora que duró su intervención en directo, la etiqueta ‘#Otegi’ se situó a la cabeza de los ‘trending topics’ de Twitter en España. La misión propagandística había sido cumplida con creces.

En el transcurso de la entrevista audiovisual, los realizadores de TVE mostraron a los telespectadores las imágenes del atentado de ETA en la casa-cuartel de Zaragoza en 1987 que causó 11 muertos (cinco niñas) y brindó tomas de otros tan crueles como ese o más. Olé por la producción de TVE en ese sentido de documentar y presentar al televidente los horrores causados por los atentados de ETA mientras a la derecha de la pantalla Otegi se explayaba en su mitin político.

Foto: ETA no se ha ido del todo, pintada en el barrio del Gros de Donosti, mayo de 2018. (EFE)

El tono de Arnaldo Otegi (Elgóibar, 1958) fue conciliador y respetuoso durante la entrevista. Habló con timbre de cura jesuita en su mascarada carnavalesca: templado, aleccionador, moralista, predicador, aparentemente humilde. Otegi, miembro de ETA desde al menos 1977, el que hizo explosionar un gasolinera, el que sustrajo coches a mano armada para usarlos con fines terroristas, el que fue partícipe directo en el secuestro en 1979 de Luis Abaitua, directivo de Michelin en Euskadi, y con quien jugó a la ruleta rusa con una pistola, tuvo la osadía de asegurar durante la entrevista lo siguiente: “Nunca hemos sido militantes de ETA”. Eso es un infundio, un bulo, una falacia. Precisamente por el secuestro de Abaitua fue condenado a seis años de prisión. Esa sería la primera de las seis veces que ingresó en la cárcel.

El cinismo político se lo apropian quienes sienten impunidad. Otegi se siente como pez en el agua en el acuario de la política española y vasca, garantista, benévola y protectora para quienes quieren socavar el Estado de Derecho.

placeholder Seguidores de ETA piden la liberación de Josu Ternera, recientemente detenido en Francia. (Reuters)
Seguidores de ETA piden la liberación de Josu Ternera, recientemente detenido en Francia. (Reuters)

Los politólogos Leonard Weinberg y Ami Pedahzur llegaron a una definición del concepto de terrorismo: “El terrorismo es una táctica motivada por razones políticas que implica la amenaza del uso de la fuerza o de la violencia y en la cual la búsqueda de la publicidad desempeña un papel importante”. Arnaldo Otegi vino a dignificar esa definición en su entrevista en la televisión pública.

La realidad que comparten muchos analistas es que ETA solo dejó de matar cuando la violencia terrorista ya no servía a sus intereses políticos. Durante la entrevista en TVE y en otros foros, Otegi atribuyó el abandono de la violencia armada al “cambio de estrategia” para centrarse en la vía política. Es decir, ETA no dejó de matar porque la democracia o el Estado la derrotaran, ni mucho menos, cejó en su empeño letal porque llegó un tiempo en que la lucha por la independencia de Euskadi resultaba más eficaz realizarla desde dentro de las instituciones y no mediante el coche-bomba o el tiro en la nuca.

El propio Otegi lo subrayó en la entrevista a Marc Sala: “Hay gente que busca el escándalo político, principalmente la caverna mediática y la derecha política. Hablar está bien. No aceptamos vetos, nos han votado 350.000 personas en el país [Euskadi], somos la segunda fuerza del país”. Están gobernando, están dentro de las instituciones y manejan presupuestos ingentes. ¿Qué necesidad existe ahora de que una decenas de jóvenes vivan en la clandestinidad si pueden vivir abiertamente gobernando muchas instituciones del País Vasco y Navarra con los mismos objetivos políticos que tenían antes los pistoleros del tiro en la nuca?

El poder, a los ojos de ETA, solo podía conquistarse mediante la violencia. Ese pensamiento prevaleció hasta la primera década el siglo actual. Una vez que la organización terrorista presagió la innecesidad del tiro a por la espalda, entonces reculó. La banalidad del mal en estado puro: la violencia irracional ya no servía para medrar y progresar políticamente. Otegi estaba en su esencia.

¿Condena del terrorismo?

El periodista Marc Sala comenzaba la entrevista por la clásica y manida pregunta: “¿Usted condena el dolor causado por ETA, las víctimas mortales causadas por ETA?”. ¡Qué fácil para Otegi! Esa respuesta la tiene preparada desde hace años. No quiso contestar con un monosílabo: “sí” o “no”. Obvio. Había que echarle retórica evasiva: “Hemos hecho algo más importante que el hecho de condenarlo, porque hemos aportado más a la convivencia eliminando la violencia de las calles, se trata de algo más que de emitir un monosílabo. El Estado y los que legítimamente optan por la defensa de la unidad de España tienen que entender que es necesario renunciar al revanchismo. Era mucho más eficaz colaborar a esperar a que la violencia de ETA desapareciera”.

Otegi añadió que ya escribió en una obra realizada en la cárcel, ‘Tiempos de luces’, lo siguiente: “Siento con el corazón si hemos causado más dolor del necesario”. Es decir, “más dolor del necesario”. Necesario, ¿para qué? ¿Existe el arte político de causar un dolor no necesario? Sí, la historia política nos cuenta que la violencia es un instrumento para alcanzar el poder y mantenerlo en el tiempo. Huelga la ingenuidad. La banalidad del mal de Arendt aflora de nuevo.

Resulta diifícil asumir frases grandilocuentes como "la democracia ha derrotado a ETA", "la Guardia Civil ha acabado con ETA" o "el Estado de Derecho es más fuerte que el terrorismo". La realidad es que ETA solo dejó de recurrir a la violencia cuando cambió de estrategia política para conquistar el poder mediante las urnas, nunca antes. El terrorismo, insistimos, es violencia política. El propio Otegi se atribuyó el abandono de la violencia armada como “cambio de estrategia” para centrarse en la vía política. Datos son amores: tras las elecciones del 26 de mayo y los pactos conseguientes, el PNV gobernará en 122 municipios de la Comunidad Atónoma Vasca, EH Bildu en 83, el Partido Socialista de Euskadi en 11 y el Partido Popular en dos.

Sin embargo, Otegi se siente muy orgulloso de su gran logro como político —todo terrorista es político también—. “Nosotros hemos contribuido a que no haya una violencia armada como la que ETA llevaba a cabo en nuestro país”, les dijo al periodista Marc Sala y a los televidentes de TVE. Un país, Euskadi, que sigue siendo una sociedad enferma. Nos contaba una colega, a la sazón víctima de ETA, que recientemente había sido entrevistada por la televisión pública vasca ETB a propósito de un libro que había publicado. El encuentro fue grabado en una librería de una localidad vizcaína. Al acabar la grabación, los dueños de la librería le suplicaron que no revelara el nombre de la librería en la emisión. La sociología del miedo que aún sigue vigente en muchos sitios de Euskadi. Eso es la política de convivencia pacífica que Otegi se hartó de clamar en la entrevista concedida al Canal 24 Horas de TVE.

placeholder Homenaje al periodista Jose Manuel López de Lacalle, de 'El Mundo', al cumplirse 18 años de su asesinato a manos de pistoleros de ETA. (EFE)
Homenaje al periodista Jose Manuel López de Lacalle, de 'El Mundo', al cumplirse 18 años de su asesinato a manos de pistoleros de ETA. (EFE)

“Reconocemos nuestra responsabilidad en el sufrimiento causado”, dijo Otegi. El televidente se pudo sentir aliviado cuando el coordinador general de EH Bildu apuntó ese aserto. Detrás de esa afirmación teatral se esconde la realidad: nosotros reconocemos que hemos originado dolor, hemos asesinado a niños, a personas inocentes, hemos causado terror a la población en general… Porque 'nosotros' hemos sido parte de ETA y la hemos apoyado hasta su disolución como banda terrorista una vez que ya no rendía réditos la estragecia de plomo o plata.

"Otegi no me ha sorprendido, ha sido Otegi en estado puro, un terrorista que no quiere condenar su pasado criminal"

Aplaudimos a manos llenas la entrevista porque TVE y cualquier medio debe hacer preguntas a satanás si es necesario para dar contexto a la actualidad histórica que vivimos. Así, Otegi no perdió el momento de chupar cámara en la TV pública para apuntar a la caverna mediática y a la derecha política como los grandes males de España y Euskadi. Otegi, el 'hombre de paz', cuando aún estaba caliente el cadáver del periodista de ‘El Mundo’ José Luis López de Lacalle en mayo de 2000, señaló en una entrevista concedida a Euskal Telebista que la banda terrorista "pone sobre la mesa el papel de los medios de comunicación y de determinados profesionales de los mismos que, a su juicio, plantean una estrategia informativa de manipulación y de guerra en el conflicto entre Euskal Herria y el Estado". Vuelta al ruedo y jaleado por los compañeros de viaje políticos y mediáticos que comparten su ideología totalitaria.

Consuelo Ordóñez, presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo del País Vasco (Covite), se mostraba enojada al finalizar la entrevista televisiva a Otegi. Siempre favorable a que el líder de Bildu apareciera en TVE, Ordóñez sentía que los periodistas habían hecho omisión de responsabilidad al no ser más incisivos en sus preguntas. “No podemos decir que el Canal 24 horas haya querido blanquear a Otegi, pero no ha contestado nada de lo que se le han preguntado y le han dejado escapar vivito y coleando”.

La hermana de Gregorio Ordóñez, diputado del Partido Popular en el Parlamento vasco y asesinado en 1995 por ETA, sostiene: “Otegi no me ha sorprendido nada, ha sido Otegi en estado puro, el que siempre hemos escuchado, un terrorista que no quiere condenar su pasado criminal”.

Arnaldo Otegi, coordinador general de la formación independentista vasca EH Bildu, acudió al programa ‘La noche en 24 horas' de TVE a hacer política mediante una dialéctica que arenga a sus seguidores y que pretende convencer a extraños. Templado, cómodo y sabedor de que los vientos le son favorables no desperdició la oportunidad para lanzar un discurso impostado sobre el legado letal de la organización terrorista ETA y sobre la necesidad -la suya- de hacer justicia con "todas las víctimas".

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