Podemos alienta la consulta interna contra la investidura de Sánchez por la "humillación"
El infructuoso desarrollo de las negociaciones ha llevado a Podemos a comenzar a trasladar a sus bases la supuesta "humillación" recibida por el PSOE alentando así un no masivo
El sentido del voto de Unidas Podemos en la investidura de Pedro Sánchez, prevista entre la primera y la segunda semana de julio, se decidirá a través de una consulta a las bases, y el infructuoso desarrollo de las negociaciones ha llevado a la formación a comenzar a trasladar a la interna la supuesta "humillación", falta de respeto y maltrato recibido por parte de los socialistas para alentar un no lo más masivo posible. Desde la dirección de Podemos entienden que deben tener un peso proporcional a sus escaños en un Gobierno de coalición y aseguran que hasta el momento no se ha querido acordar con ellos nada más que un apoyo "sin negociar nada". Los socialistas se mantienen firmes en la oferta de que ocupen segundos rangos de la Administración, sin especificar cuáles y vetando una entrada en el Consejo de Ministros, hasta el punto de afirmar que irán a la investidura con o sin apoyos.
La misma firmeza expresada desde Podemos, cuya dirección ha avanzado que en ningún caso se facilitará la investidura para un Ejecutivo en solitario sin "garantías" para llevar a cabo un programa social y de lucha contra la precariedad, concluyen, poniendo como ejemplo los acuerdos autonómicos en Valencia o Baleares, donde ocuparán puestos de responsabilidad. Pablo Iglesias ya lanzaba el mensaje, tras cerrarse estos pactos de coalición, de que "si hay respeto por el aliado se sacan adelante investiduras y gobiernos". La presión en las redes ha tomado una nueva dimensión, con alusiones directas entre representantes de ambos partidos, al calor del tono de las declaraciones de sus respectivas direcciones, cada vez más agrias.
La fase de negociaciones y el acuerdo mutuo de mantener discreción han saltado por los aires, dando lugar a otra fase de amenazas cruzadas y desmentidos a través de los medios, el mismo día que Pedro Sánchez viaja a Osaka (Japón) para acudir a la cumbre del G-20, donde permanecerá hasta el sábado. El domingo vuela a Bruselas para asistir a la reunión extraordinaria del Consejo Europeo. La fase de la presión, que Podemos ya inició enarbolando el apoyo de sindicatos o entre el mundo de la judicatura a un acuerdo progresista, aderezada con posiciones aparentemente inamovibles. "Investidura fallida", aventuran unos, e investidura exitosa o nuevas elecciones, amenazan otros. Ninguno reconoce temer a una repetición electoral, aunque unos tengan más que perder que otros.
Las negociaciones ha quedado así paralizadas —que no rotas— y aunque en Podemos se ha instalado ya la idea de una investidura fallida en julio, no cierra todas las puertas al mostrar confianza en reconducir un hipotético acuerdo de cara a septiembre, en una segunda investidura dentro de los 60 días que marca la Constitución desde la primera votación. Desde el PSOE evitan mostrar debilidad negando que vayan someterse a un segundo intento si fracasa el primero. Todo ello, siempre y cuando Sánchez no logre "torcer el brazo" a Albert Rivera o conseguir la abstención del PP, que según afirmaba ayer Iglesias sería su "plan A", y según matizaba Irene Montero, el propio presidente en funciones les habría trasladado su preferencia por buscar "el apoyo de la derecha" para ser investido. Un extremo que poco después se encargaba de desmentir su homóloga socialista, Adriana Lastra.
La consulta de Podemos a las bases no solo es una herramienta de presión retórica. Remite a los hechos de 2016, cuando los inscritos en Podemos rechazaron apoyar la investidura de Pedro Sánchez tras su acuerdo de legislatura con Albert Rivera, insistiendo en la fórmula de una coalición de izquierdas. La investidura fracasó y se convocaron nuevas elecciones. "Si alguien tiene alguna duda, los posicionamientos de Unidas Podemos los decidirán los inscritos y las inscritas", recordaba Iglesias este miércoles durante la inauguración en el Congreso de unas jornadas en defensa de los servicios públicos.
El choque de trenes está más cerca, pero su escenificación se ha cuidado de dejar puertas abiertas para un futuro entendimiento. En las mismas jornadas, donde la presencia de Iglesias no estaba prevista, el líder de Podemos aseguraba que un posible acuerdo estaba "más cerca de lo que podría parecer", en referencia a la aritmética y a que, en su opinión, Rivera no parece dispuesto a ceder para permitir con la abstención de su grupo parlamentario la investidura de Sánchez.
Tranquilidad y optimismo, trasladaba al mismo tiempo, argumentando que "si no le doblan el brazo a Rivera", que entiende que se trata del "plan A" pero cada vez menos factible por el enroque del líder de Ciudadanos, Sánchez tendrá que pasar el plan B: "Negociar con nosotros". Eso sí, "aunque haya que esperar dos meses y medio", dando a entender que no habrá más negociaciones con el PSOE de cara a la investidura de julio, pero que confía en retomarlas para un segundo intento en septiembre una vez descartada la vía de Ciudadanos o PP.
Tanto PSOE como Podemos parecen dispuestos a día de hoy a llevar las negociaciones al extremo, aun a riesgo de perder el control de las negociaciones y popularizando el peligroso 'chicken game'. La pregunta es quién cederá primero desviándose de su trayectoria o si, como en 2016, no lo hace ninguno abocando a una nueva colisión en forma de repetición electoral.
El sentido del voto de Unidas Podemos en la investidura de Pedro Sánchez, prevista entre la primera y la segunda semana de julio, se decidirá a través de una consulta a las bases, y el infructuoso desarrollo de las negociaciones ha llevado a la formación a comenzar a trasladar a la interna la supuesta "humillación", falta de respeto y maltrato recibido por parte de los socialistas para alentar un no lo más masivo posible. Desde la dirección de Podemos entienden que deben tener un peso proporcional a sus escaños en un Gobierno de coalición y aseguran que hasta el momento no se ha querido acordar con ellos nada más que un apoyo "sin negociar nada". Los socialistas se mantienen firmes en la oferta de que ocupen segundos rangos de la Administración, sin especificar cuáles y vetando una entrada en el Consejo de Ministros, hasta el punto de afirmar que irán a la investidura con o sin apoyos.
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