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La respuesta de la jueza a un hombre que sufrió abusos de un sacerdote hace 30 años
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no se limitó a decir que habían prescrito

La respuesta de la jueza a un hombre que sufrió abusos de un sacerdote hace 30 años

La titular del juzgado número 1 de instrucción de la Bañeza le explica en un auto que los hechos han prescrito, respuesta que él agradece igualmente al considerarla "amplia y completa"

Foto: José Manuel Ramos Gordón muestra el libro que le regalaron en el homenaje celebrado en octubre de 2016. (Foto: La Opinión-El Correo de Zamora)
José Manuel Ramos Gordón muestra el libro que le regalaron en el homenaje celebrado en octubre de 2016. (Foto: La Opinión-El Correo de Zamora)

Juan sabía que su denuncia no iba a acabar en condena. Los abusos sexuales que sufrió con 14 años a manos del sacerdote José Manuel Ramos Gordón prescribieron hace más de una década, por lo que ya era demasiado tarde para acudir a los juzgados. Pese a ello, decidió seguir adelante. El 23 de febrero, se presentó en una comisaría para contar el calvario que vivió entre 1988 y 1989 en el Seminario Menor de San José de La Bañeza, donde sufrió una noche tras otra los abusos del entonces profesor. Aunque el juzgado número 1 de instrucción de la Bañeza confirma en un reciente auto que el caso ha prescrito, Juan se agarra a una frase que la jueza incluye en su escrito: "En el presente supuesto, los hechos denunciados podrían ser constitutivos de un presunto delito continuado de abusos sexuales [...] con una pena de prisión de ocho a 12 años".

En otras palabras: la jueza Raquel Arias no puede hacer nada porque la denuncia llega tarde, pero al mismo tiempo explica la condena a la que se enfrentaría el sacerdote si no fuera así. Juan ya nunca conseguirá que Ramos Gordón sea condenado por lo que le hizo en la Justicia ordinaria, pero como víctima ve con buenos ojos que la jueza desarrolle su respuesta y no se haya limitado a decir que los hechos han prescrito. "El auto me parece amplio y completo. Viene a demostrar que estos actos hoy en día no pueden quedar impunes", explica a El Confidencial. Su mensaje es claro: "Hay que animar a todas las personas a que denuncien para que no se pasen por alto".

Foto: El exsacerdote José Manuel Ramos Gordón, acusado de pederastia. (Foto: Bego Rodríguez / Bembibre Digital)

De las cartas al Papa a su denuncia

Juan no se llama Juan, pero prefiere ocultar su verdadera identidad para este artículo. Hace años que decidió dar un paso al frente y denunciar a Ramos Gordón, batalla que comenzó enviando una carta al papa Francisco. "Aún puedo sentir el silencio de la noche de aquel dormitorio, el frío pero suave tacto de D. José Manuel Ramos despertándome. Allí, arrodillado en un lateral de la cama, suavemente me iba tocando los muslos, mis nalgas, con mucha delicadeza, despacio para que no me despertase. Todo era silencio mientras su mano avanzaba hacia mi pene", explicaba en la misiva enviada en noviembre de 2014.

El Papa no contestó, pero la Diócesis de Astorga, de la que depende José Manuel Ramos Gordón, se puso en contacto con Juan nueve meses después de que enviara la carta. Según le explicaron, la Congregación para la Doctrina de la Fe, que depende de la Santa Sede, había llevado a cabo un "proceso administrativo penal" y el sacerdote había reconocido los hechos. La pena impuesta fue la privación del oficio de párroco por "un periodo no inferior a un año".

[La carta completa enviada al Papa en 2014]

Lejos de conformarse con esta medida, Juan siguió enviando escritos tanto al Papa como a cardenales, arzobispos y obispos de España. En total, más de 60 correos electrónicos. Como adelantó El Confidencial, recibió dos respuestas de destacados cargos eclesiásticos: una del cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella y Omella, y otra del presidente de la Conferencia Episcopal Española y cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez Pérez. Ambos lamentaban en sus mensajes los abusos sexuales cometidos por el sacerdote, pero no anunciaban nuevas medidas contra él, por lo que Juan decidió seguir adelante y buscó justicia al margen de la Iglesia.

El 23 de febrero, se presentó en una comisaría de la Policía Nacional y explicó lo que hasta entonces había relatado en numerosas cartas. A diferencia de sus escritos, la denuncia no es un relato, sino un listado de frases en que se recogen las claves de los abusos que sufrió hace 30 años. El formato no hace la lectura más agradable. No hay ni rastro de emoción, solo hechos: los dedos de Ramos Gordón en el ano de los menores, masturbaciones sobre ellos, tocamientos en sus genitales... A lo largo de seis páginas, Juan explica con detalle todo lo que sufrieron a manos del sacerdote e incluso cómo lo denunciaron ante las autoridades del centro, pero nadie hizo nada. Más allá de los abusos, destaca una de las frases que se expone en el escrito: "Se sentían responsables de lo que les estaba ocurriendo".

Foto: Un cardenal de la Iglesia católica se retira de la misa que acaba de oficiar. (EFE)

La denuncia llegó así al juzgado número 1 de instrucción de la Bañeza, que en un auto del 30 de mayo al que ha tenido acceso El Confidencial confirma que los abusos ya han prescrito. "Como cuando ocurrió todo el denunciante era menor de edad, el plazo para la prescripción ha de computarse desde el momento en que alcanzó la mayoría de edad [...]. Por todo ello, el plazo de prescripción de 15 años, computado desde el 4 de febrero de 1992, habría finalizado el día 4 de febrero de 2007". Aunque Juan no conseguirá la condena deseada, aprecia que la jueza no se haya limitado a desechar su denuncia con tan solo una frase en la que dice que los hechos han prescrito. A falta del castigo que consideraría justo, él se agarra a la frase que se recoge entre la segunda y tercera página del auto: "En el presente supuesto, los hechos denunciados podrían ser constitutivos de un presunto delito continuado de abusos sexuales [...] con una pena de prisión de ocho a 12 años".

Juan sabía que su denuncia no iba a acabar en condena. Los abusos sexuales que sufrió con 14 años a manos del sacerdote José Manuel Ramos Gordón prescribieron hace más de una década, por lo que ya era demasiado tarde para acudir a los juzgados. Pese a ello, decidió seguir adelante. El 23 de febrero, se presentó en una comisaría para contar el calvario que vivió entre 1988 y 1989 en el Seminario Menor de San José de La Bañeza, donde sufrió una noche tras otra los abusos del entonces profesor. Aunque el juzgado número 1 de instrucción de la Bañeza confirma en un reciente auto que el caso ha prescrito, Juan se agarra a una frase que la jueza incluye en su escrito: "En el presente supuesto, los hechos denunciados podrían ser constitutivos de un presunto delito continuado de abusos sexuales [...] con una pena de prisión de ocho a 12 años".

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