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Cartero, exsindicalista, patrullero... Así es el policía que ha puesto patas arriba el cuerpo
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ANUNCIA QUE DIMITIRÁ CUANDO HAYA EQUIPARACIÓN

Cartero, exsindicalista, patrullero... Así es el policía que ha puesto patas arriba el cuerpo

Natán Espinosa, impulsado por su mujer, ha roto todos los esquemas del sindicalismo policial arrasando en unas elecciones en las que su organización se presentaba por primera vez

Foto: Natán Espinosa, promotor de Jusapol (I). (EFE)
Natán Espinosa, promotor de Jusapol (I). (EFE)

Natán Espinosa Pérez (Valladolid, 1976) es el quinto de seis hermanos. Desde pequeño quiso ser policía, pero tenía un alto nivel de astigmatismo en la vista que por aquel entonces no se operaba y que le obligó a aparcar su sueño. Al menos temporalmente. Dos de sus hermanos sí estaban en condiciones de incorporarse al cuerpo y seguir los pasos de su abuelo materno, pero él se vio forzado a tomar un rumbo profesional diferente. Se crió en Granada, donde aterrizó con apenas un año porque su padre -sastre de profesión y uno de los precursores del 'pret a porter'- decidió trasladarse a la capital nazarí.

A los 18, Espinosa cambió el barrio de Monachil por San Fernando (Cádiz), donde se incorporó al servicio militar. Un año después, comenzó a trabajar como vigilante de seguridad, pero también ese camino estaba difícil en la ciudad andaluza. Por eso a los seis meses tuvo que trasladarse a Barcelona, donde pasó los siguientes seis años de su vida. Allí continuó ejerciendo como vigilante al tiempo que preparaba las oposiciones de funcionario de Correos, que le permitieron trabajar como cartero a partir del año 2000. Sin embargo, el gusanillo policial seguía bailando en su estómago. "Fui a una clínica donde me dijeron que ya operaban el astigmatismo y no lo dudé", explica Espinosa, que por aquel entonces ni se imaginaba que se convertiría en un líder de masas dentro de la institución.

Foto: Manifestación organizada en Madrid el pasado 6 de abril. (EFE)

"Aprobé a la primera; me incorporé como policía en prácticas en febrero de 2003; primero estuve en la Jefatura Superior de Andalucía Oriental y luego en Torremolinos", recuerda el siempre agente de la escala básica, que en septiembre del año siguiente pasó a Alcoy, donde pasaría los siguientes 11 años. Durante ellos, trabajó como radiopatrulla, en los calabozos, en la oficina de denuncias y en la sala del 091. "Aquí despertó mi vena reivindicativa", admite Espinosa. "No aguanto las injusticias", sentencia el funcionario, que en 2009 aceptó la oferta del Sindicato Unificado de Policía (SUP), entonces mayoritario en la corporación. Se convirtió en el secretario local de la organización. "Nunca he estado liberado a tiempo completo; me he limitado a coger días sueltos para asistir a reuniones", justifica para huir de esa imagen que tanto critica Jusapol, la asociación que hoy preside y que ha dado la vuelta al sindicalismo tradicional.

En paralelo, Natán sufrió la daga de la crisis económica en sus carnes. Tenía un piso hipotecado que puso a la venta al tiempo que se metió en una vivienda sobre plano. Todo pintaba de rosa, como le ocurrió a muchos españoles, pero de repente explotó la burbuja inmobiliaria. Espinosa no logró vender su casa, con lo que se quedó con ella, con la hipoteca y con la nueva residencia que había adquirido. "Me comí todo", resume el policía, que decidió acogerse a la ley de segunda oportunidad para "liquidar" las deudas que compartía con su mujer, Conchita Martín, a quien conoció en la Escuela de Ávila y con quien hoy tiene dos hijos.

placeholder Los policías de Jusapol durante una de sus manifestaciones. (EFE)
Los policías de Jusapol durante una de sus manifestaciones. (EFE)

Martín ha sido además el motor de Jusapol. En 2015 la pareja se trasladó a Palencia, donde nació la iniciativa. Ahí Espinosa aparcó la actividad sindical, aunque solo durante un año. "Como los sindicatos de aquí no hacían nada, me convertí en el representante de Alternativa Sindical de Policía (ASP), que no tenía a nadie en la comisaría de Palencia", cuenta Natán, que creó entonces un grupo de Whatsapp con otra decena de compañeros que afilió a la organización. "En una conversación, un compañero me preguntó un tema de la nómina que provocó que yo empezara a comparar los conceptos salariales de los policías nacionales y de los 'mossos'", relata.

"Fue ahí cuando mi mujer me dijo que había que pedir la equiparación salarial", afirma Espinosa, que no dudó en mover en los círculos sindicales la propuesta que le había planteado su mujer. Lo trasladó vía Whatsapp a diferentes grupos de ASP durante un mes. "Mi mujer me insistía en que lo pidiera, que tratara de aglutinar a todos los sindicatos y hasta a la Guardia Civil", recuerda. Sin embargo, añade, "todo el mundo me decía que eso era una reivindicación histórica, que nunca había llegado a ningún sitio, que los sindicatos lo habían planteado ya, pero que era imposible". Sin embargo, Espinosa no se dio por vencido. Su mujer seguía insistiendo y él no paraba de moverse.

Foto: Una de las manifestaciones convocadas por Jusapol en Madrid. (EFE)

Por fin consiguió que el 9 de febrero de 2017 ASP elevara un escrito ante el ministro del Interior en el que reclamaba la equiparación salarial. Sin embargo, el sindicato no quería unirse a las demás organizaciones y a la Guardia Civil, por lo que Natán decidió andar el camino por su cuenta cual Alonso Quijano por la vieja Castilla. "Decidí abrir un grupo de Whatsapp sin color político ni sindical con un grupo de compañeros de la comisaría de Palencia como un foro para compartir ideas sobre el tema", asegura. "Días después, uno de ellos abrió una petición de firmas en Change.org que a la semana alcanzó las 12.000 rúbricas; la acogida fue tan grande que propuse hacer oficial de algún modo ese grupo de Whatsapp", explica.

Como la Guardia Civil no podía tener sindicatos y Natán y sus compañeros querían involucrar al cuerpo hermano como fuera, decidieron crear una asociación, que sí tenía cabida en la benemérita. Jusapol fue inscrita en el Registro Nacional de Asociaciones del Ministerio del Interior el 18 de julio de 2017. "14 voluntarios se apuntaron a la junta directiva y a mí me cayó la responsabilidad de ser presidente porque ninguno quería; en este colectivo hay miedo a levantar la voz y a figurar", cuenta Espinosa, que ya administraba un centenar de grupos de Whatsapp en otras tantas comisarías repartidas por toda España. "Esta aplicación de mensajería ha sido fundamental para el crecimiento de Jusapol", asegura.

Al mes siguiente de la inscripción de Jusapol en Interior comenzó el primer grupo con guardias civiles. "Hubo una gran sintonía con ellos", apunta Espinosa, que organizó el 15 de septiembre de ese mismo año la Primera Mesa de Castilla y León por la Equiparación Sindical, un evento que considera "histórico" para la iniciativa, porque sirvió para "marcar las líneas a seguir" por la asociación. "A la vez fue la primera vez que se sentaron juntas todas las asociaciones de la Guardia Civil", rememora con orgullo. De ese encuentro salió la hoja de ruta: concentraciones, recogida de firmas para promover una iniciativa legislativa popular, elaboración de un manifiesto e interposición de demandas judiciales. De todos estos puntos, tan solo el último no ha sido llevado a cabo por Jusapol.

Cuando haya equiparación, adiós a Jusapol

Sus promotores han montado decenas de concentraciones por toda España. La del 18 de octubre de 2017 reunió en Madrid a 80.000 personas y la del 20 de enero de 2018 aglutinó en Barcelona nada menos que a 160.000 manifestantes. "Era impensable alcanzar esa cifra en colectivo de 140.000 funcionarios", valora hoy el policía, que logró también llevar al Congreso el medio millón de firmas que reunió para la iniciativa legislativa popular, interrumpida por el final de la legislatura.

"Logramos que el 12 de marzo el Gobierno se sentara con los sindicatos y las asociaciones representativas, pero no excluyó porque no éramos representativos; ahí, sin embargo, se firmó un acuerdo que no era de equiparación, porque además de dejar fuera a Jusapol también hicieron lo propio con las 13.000 familias que están en segunda actividad y reserva, con la jubilación, las viudas y los huérfanos", remarca Espinosa, que denuncia que los 807 millones que arrancaron los sindicatos de ese acuerdo fueron calculados erróneamente y que la cifra necesaria para lograr la equiparación real es muy superior.

Foto: Albert Rivera e Inés Arrimadas apoyan las reclamaciones de los guardias civiles y policías en la marcha de Barcelona. (EFE)

Por este motivo, explica Natán, Jusapol decidió crear un sindicato para la Policía (Jupol) y una asociación profesional para la Guardia Civil (Jucil). Lo primero era más urgente, porque se echaban encima las elecciones sindicales, por lo que el presidente de Jusapol trató de moverse rápido. "Nos enteramos de que los sindicatos querían adelantar los comicios para que no nos diera tiempo a presentarnos, por lo que utilizamos una organización que estaba inactiva, Unipe, que nos permitió concurrir", afirma. Y el resultado fue inmejorable para Jusapol, que logró ocho de los 14 vocales del Consejo de la Policía, el órgano donde los representantes de los funcionarios policiales negocian sus condiciones laborales con la administración.

Natán ha rechazado convertirse en uno de esos vocales, porque quiere seguir manteniéndose al margen de liberación alguna. "Yo seguiré en mi coche patrulla", anuncia. "No queríamos ser sindicato, pero nos vimos obligados a ello; el objetivo es la equiparación salarial y, cuando se firme la ley, propondré la disolución de Jusapol; si mis compañeros quieren seguir al menos hasta que la normativa se refleje en las nóminas, yo dimitiré", promete. "Esto era solo por la equiparación, no quiero embajadas ni liberaciones completas ni ascensos ni prebenda alguna", sentencia el policía.

Natán Espinosa Pérez (Valladolid, 1976) es el quinto de seis hermanos. Desde pequeño quiso ser policía, pero tenía un alto nivel de astigmatismo en la vista que por aquel entonces no se operaba y que le obligó a aparcar su sueño. Al menos temporalmente. Dos de sus hermanos sí estaban en condiciones de incorporarse al cuerpo y seguir los pasos de su abuelo materno, pero él se vio forzado a tomar un rumbo profesional diferente. Se crió en Granada, donde aterrizó con apenas un año porque su padre -sastre de profesión y uno de los precursores del 'pret a porter'- decidió trasladarse a la capital nazarí.

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