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Los sinhogar acampados en Madrid miran al nuevo alcalde: "Esta gente merece lo mejor"
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3.000 PERSONAS SIN HOGAR EN MADRID

Los sinhogar acampados en Madrid miran al nuevo alcalde: "Esta gente merece lo mejor"

El número de gente sin un hogar seguro crece en Madrid, España y Europa. El estado de bienestar expulsa a la calle a miles de personas por el precio de la vivienda y el desempleo

Foto: Un sintecho pernocta bajo las arcadas de la Plaza Mayor de Madrid. (EFE)
Un sintecho pernocta bajo las arcadas de la Plaza Mayor de Madrid. (EFE)

Matías Martínez llega alborozado a la acampada que habitan desde hacen más de dos meses cerca de cien personas sin hogar en el Paseo del Prado de Madrid frente al Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Barba deshilachada y canas, Matías podría parecer de lejos un sabio japonés que se entrega a la meditación en un templo budista. Todo lo contrario, el conocido como "El patriarca del taxi", 47 años de servicio como 'pesetas' y hoy ya jubilado, se acerca vociferando: "¿Qué tal, amigos? Os traigo 160 litros de leche, 60 kilos de chocolate, 200 bocadillos y bebidas refrescantes". Los acampados lo reciben como a un héroe.

"Esta gente se merece lo mejor", comenta Matías al periodista. Lo alaban y lo abrazan como si fuera el mesías. Enseguida se organiza un retén entre los acampados para descargar de una furgoneta lo que les ha donado el anciano.

placeholder Matías Martínez Olmo, 'El patriarca del taxi', posa junto a individuos sinhogar en el Paseo del Prado de Madrid. (M. García)
Matías Martínez Olmo, 'El patriarca del taxi', posa junto a individuos sinhogar en el Paseo del Prado de Madrid. (M. García)

Por ese campamento de protesta sociopolítica han pasado ya unas 180 personas, explica Miky, el fundador de la iniciativa y portavoz. Él es un sinhogar sevillano de 33 años llegado de Barcelona. No pertenece al perfil clásico del indigente que el imaginario popular tiene en mente: alcohólico, drogadicto, ludópata, enfermo y desarraigado totalmente de la familia y los amigos. Miky tienen un aspecto sano, habla con soltura y sostiene que está en la calle porque está harto de lo que lo exploten laboralmente en negocios de hostelería. Se erige como un líder entre el movimiento de los sinhogar. "Reivindicamos esencialmente una acogida inmediata y adecuada para los afectados del sinhogarismo y que se reduzcan los factores de riesgo de exclusión de las personas", asegura Miky.

Hace unos días se reunieron con Ana Lima, secretaria de Estado de Servicios Sociales, a quien los portavoces de la acampada le trasladaron la necesidad de llegar a un pacto de Estado contra el sinhogarismo.

Madrid me mata

José Luis Martínez-Almeida es el nuevo alcalde de Madrid desde este sábado. El regidor popular se enfrenta a muchos retos en una ciudad tan compleja y poliédrica. Uno de los problemas que heredará de la alcaldía de Manuela Carmena es el crecimiento del sinhogarismo en la capital, tanto de aquellas personas que no tienen una vivienda segura y estable —los sinhogar— como de aquellos que pernoctan habitualmente en la calle o sintecho. Las políticas sociales de Carmena se quedaron fracasaron en solventar el problema de los sinhogar.

Desde 2006, diversas universidades madrileñas, en colaboración con el Ayuntamiento de Madrid y varias ONG como Cruz Roja, vienen llevando a cabo recuentos nocturnos de personas sin hogar que están en la calle, pero también contabilizan a aquellas que duermen en centros de acogida, asentamientos y o que viven temporalmente en viviendas habilitadas por asociaciones civiles y la Iglesia. Los datos que arroja el último recuento, que es el noveno, realizado en diciembre de 2018 no son muy halagüeños: 2.998 son las personas sin hogar en la ciudad de Madrid y 650 pernoctan en sus calles, principalmente en el distrito Centro, donde duermen al raso el 42% de los sin techo.

En 2010, ya en plena crisis económica, los números eran mucho más bajos: había 1.790 ciudadanos sin hogar y 596 eran los que pasaban la noche en la calle.

El Samur Social de Madrid tiene entre sus prioridades atender a las personas que no cuentan con una vivienda digna y a aquellas que pernoctan bajo las estrellas, en cajeros automáticos o bajo un puente. Su director, Darío Pérez, habla con gran conocimiento del fenómeno. "Hay un incremento claro de personas de gente que pernocta en las calles de Madrid y un aumento de las personas en situación de vulnerabilidad", indica Pérez a El Confidencial. Sus explicaciones representan una paleta de colores porque se sabe el temario al dedillo. Más abajo le citamos de nuevo.

De acuerdo con los casos de los que el Samur Social tiene un control más o menos directo, durante los años de la alcaldía de Manuela Carmena murieron 57 personas sin hogar. El pico se alcanzó en 2017, cuando perdieron la vida 23 personas. La mayoría del total de 57 fallecieron tras ingresar en el hospital (29), aunque también fueron encontrados muertos en las calles hasta 14 indigentes. Este diario no dispone de datos anteriores al periodo como primera edil de Carmena.

Se estaría en un intervalo de 30.250-36.300 personas sin hogar en España

Los datos cruzados de diversas entidades y organizaciones, ya que no hay cifras oficiales al respecto, indican que cada seis días muere una persona sin hogar en el conjunto de España. Y que cada 20 días fallece un sinhogar por violencia física en espacios públicos. Los estudios combinados de países lugares como Europa, Australia y Estados Unidos señalan que la esperanza de vida de las personas sin hogar se reduce en un 30% con respecto al respecto de la población.

El problema ‘in crescendo’ del sinhogarismo no es exclusivo de Madrid, sino que es un fenómeno de índole nacional. La Fundación RAIS estima que existen 31.000 personas sin hogar en España. El Consejo de Ministros aceptó en noviembre de 2015, bajo la Presidencia de Mariano Rajoy, que eran hasta 33.275 los individuos que no tenían una vivienda donde residir permanentemente. En el último informe de la 'Estrategia Nacional Integral para Personas sin Hogar 2015-2020' elaborado por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social se especifica lo siguiente: "Si se considerara que hay un 10% de personas sin hogar durmiendo en espacios públicos que no son localizadas por los recuentos, se estaría en un intervalo de 30.250-36.300 personas sin hogar, con una media de 33.2759 personas", lo que casi equivale a la población de la ciudad de Soria.

En Barcelona, un recuento del pasado 13 de junio realizado por la Fundació Arrels dio como resultado que hasta 1.195 personas fueron localizadas pernoctando en la calle esa noche; en Madrid eran 650 en diciembre pasado, casi la mitad para el doble de habitantes que Barcelona. En otros recuentos anteriores realizados en Barcelona, se aprecia la evolución preocupante de los números: en 2008 dormían al raso 658 personas y en 2018 eran 956. Es decir, en apenas 11 años, el número de sintecho se ha duplicado.

El sinhogarismo no está al alza exclusivamente en las dos grandes urbes españolas. La Europa del bienestar que está dando la espalda a la protección social en materia de vivienda sufre una regresión en este tema. Por supuesto, no se llega a las cifras de Estados Unidos, donde 565.000 personas viven en la calle o en centros de acogida, pero los estudios en ciudades como países como Reino Unido o Francia son alarmantes.

placeholder Acampada de protesta política ante la sede del Ministro de Sanidad contra el sinhogarismo. (M. García)
Acampada de protesta política ante la sede del Ministro de Sanidad contra el sinhogarismo. (M. García)

Según estadísticas oficiales del Reino Unido, a finales de 2018, dormían bajo las estrellas casi 5.000 individuos, uno de cada cuatro en Londres. Solo en París, en un recuento parecido metodológicamente a los que se realizan en Barcelona o Madrid, los servicios sociales del ayuntamiento contabilizaron hasta 3.035 personas durmiendo en la calle en febrero de 2019.

'Housing first'

Los expertos en la materia consultados coinciden en que la falta del derecho básico y constitucional de acceso a la vivienda y el desempleo son las razones medulares del sinhogarismo. No es ya un problema mayoritario de adicciones o de profundo desarraigo social lo que conduce a los individuos a una situación límite de tener que buscar refugio entre cartones o en cajeros automáticos para sobrellevar la noche.

"Aquí hemos pensado que el sinhogarismo que es un problema individual y que cada uno tiene que lidiar con sus vicisitudes vitales, pero si no tienen trabajo y vivienda, si no generamos las condiciones adecuadas, al final la persona no progresa", cuenta a El Confidencial José Manuel Caballol, director general de la Fundación RAIS.

Caballol sostiene que el sinhogarismo "es fundamentalmente un problema de acceso a la vivienda. Como primera acción lo que hay que hacer es proveer una vivienda adecuada y digna a los sin techo y luego seguimos trabajando con ellos".

Si la persona tiene vivienda, entonces se puede se continuar con el proceso de reinserción para que la salud, las relaciones sociales y familiares se consoliden. Esto es por lo que abogan la Fundación RAIS y los seguidores del método 'housing first', porque lo primero es tener un techo y después viene todo lo demás, entre otras cosas, poner fin a la victimización y a un proceso de recuperación de la autoestima.

La persona que lleva tiempo en la calle, cuando le damos una vivienda, comienza a desandar rápido el camino y a recuperarse

La estrategia de 'housing first' surgió en Estados Unidos, pero ha tenido un gran arraigo en países europeos, sobre todo en los nórdicos. "El fenómeno nocivo del sinhogarismo crece en toda Europa, salvo en Finlandia porque llevan 14 años trabajando en ello desde una perspectiva multidisciplinar donde entran en acción las áreas institucionales de salud, servicios sociales y vivienda, esta última parte lidera", asegura Calballol. Finlandia es el único país de la Unión Europea que ha conseguido reducir las cifras de sinhogarismo: de los cerca de 20.000 sin techo que había hace treinta años se ha pasado a menos de 7.000 en la actualidad.

placeholder Mesa informativa de los sinhogar acampados en Madrid frente a la sede del Ministerio de Sanidad. (M. García)
Mesa informativa de los sinhogar acampados en Madrid frente a la sede del Ministerio de Sanidad. (M. García)

En definitiva, se trata de poner al individuo en el centro de la solución porque de poco sirve tratar a los sintecho y sinhogar como un colectivo homogéneo. En muchas ocasiones, el que está sin techo no tiene por qué ser un sinhogar.

En esto incide de forma especial el director general del Samur Social de Madrid, Darío Pérez. "Yo siempre digo que las personas sin hogar sufren un proceso de pérdidas: vivienda, autoestima, la familia, la salud… Pero los sintecho, muchos de ellos inmigrantes, no han perdido nada de eso porque el marroquí o el senegalés que ha llegado en patera tiene toda la energía del mundo para progresar y no ha perdido nada de lo anterior".

El director general de la Fundación RAIS está de acuerdo con estos asertos: "Existen procesos migratorios fallidos, pero eso no quiere decir que esos individuos no puedan abandonar el sinhogarismo". Y ahonda en la política de 'housing first' porque "lo que es cierto es que cuanto más tiempo pasa la persona en la calle, la conduce al perfil típico del indigente, la calle es la que moldea a la persona: alcohol, drogas, falta de salud, adicciones, problemas mentales. La persona que lleva tiempo en la calle, cuando le damos una vivienda comienza a desandar rápido el camino y a recuperarse".

En Madrid, según los recuentos organizados desde 2006, lo cierto es que siempre los inmigrantes son mayoría entre la gente que no posee un hogar. Si en 2006 representaban el 55% del total, en 2018 era el 61%. La mayoría son ciudadanos de países de la Europa oriental como Rumanía o Bulgaria, pero también se encuentra entre ellos a marroquíes, peruanos o ecuatorianos.

Una joven se acerca al asentamiento del Paseo del Prado para compartir una piña. "¿Es habitual que ciudadanos corrientes os ayuden?", preguntamos a los acampados. "Sí, nos traen todo tipo de comida para que vayamos tirando", responde Sabrina Manzano, de 29 años y muy orgullosa gitana cual Camarón, quien fue expulsada de su casa por su familia dejando una hija de tres años al cuidado de su madre. "Llevo 56 días en la calle y solo sueño con vivir dignamente junto a mi hija en una casa de alquiler social", explica Sabrina, otra joven sin adicciones y sin problemas graves de salud que no cumple con la figura del indigente creada en el imaginario popular.

Las 80 tiendas de campaña del Decathlon donde pernoctan las han conseguido gracias al respaldo del padre Ángel y a la voluntad de ciudadanos generosos que les han ido regalando ese cobijo. Al comienzo de la iniciativa se pusieron a las puertas de un comercio de Decathlon a solicitar tiendas y su tenacidad dio frutos entre la buena gente.

Matías Martínez llega alborozado a la acampada que habitan desde hacen más de dos meses cerca de cien personas sin hogar en el Paseo del Prado de Madrid frente al Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Barba deshilachada y canas, Matías podría parecer de lejos un sabio japonés que se entrega a la meditación en un templo budista. Todo lo contrario, el conocido como "El patriarca del taxi", 47 años de servicio como 'pesetas' y hoy ya jubilado, se acerca vociferando: "¿Qué tal, amigos? Os traigo 160 litros de leche, 60 kilos de chocolate, 200 bocadillos y bebidas refrescantes". Los acampados lo reciben como a un héroe.

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