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El problema de no elegir bien la ropa en un crimen
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RECONOCIDO POR LA CAMISA

El problema de no elegir bien la ropa en un crimen

Las características prendas que usó el sospechoso cuando acudió al cajero a sacar dinero con la tarjeta de Roberto, desaparecido de Casarrubios, una de las claves en su resolución

Foto: Un agente de la Guardia Civil visita un domicilio durante una investigación. (EFE)
Un agente de la Guardia Civil visita un domicilio durante una investigación. (EFE)

Roberto desapareció el pasado 18 de febrero en Casarrubios, un pequeño pueblo de Toledo. Horas después, en el Álamo, una localidad a tan solo 7 kilómetros de distancia, un individuo que se tapaba la cara para evitar que le grabase la cámara de seguridad, se acercó al único cajero del lugar e introdujo la tarjeta de crédito de Roberto. Tecleó el pin, comprobó que todo el menú se desplegaba y consultó el saldo, pero extrañamente no hizo ningún reintegro. Según llegó, se fue, cubriéndose el rostro con una carpeta y una gorra y usando la noche para evitar testigos.

Esa fue la primera de las cinco veces que visitó el cajero automático. En las otras cuatro ocasiones, sí sacó dinero y siempre a la misma hora, entre las tres y las cuatro de la madrugada. Concretamente hizo cuatro reintegros de 300 euros, 1.200 euros en total. Cauto, el ladrón nocturno siempre lograba ocultar su rostro para que no quedase registrada su imagen en la cámara de seguridad. Algo básico en el manual del caco precavido.

Sin embargo, a pesar de todas sus medidas de seguridad, otros indicios hicieron que los investigadores de la Guardia Civil de Toledo pusieran la mira sobre él y por eso lo acabaron deteniendo a finales del mes de mayo. Se negó a hablar. Ni sabía nada, ni nada tenía que contar. La juez encargada del caso autorizó entonces la entrada y registro en su domicilio, que curiosamente está frente a la casa del desaparecido. Solo les separa una calle estrecha. Durante el mismo, los agentes lo pusieron patas arriba, incluido el ropero. Y fue precisamente ahí entre ropa interior, calcetines y pantalones, donde se encontró una de las principales pruebas. “Señoría, fíjese”, pidió un agente a la jueza instructora, “esta camisa es la misma que llevaba la persona que acudió al cajero el día de la desaparición de Roberto. Y esta otra corresponde a la de un día que se hizo un extracto de 300 euros… ". Fue ahí cuando el detenido, Juan José Valle, se vio un acorralado y dio un paso al frente. Nadie le había preguntado, pero estaba presente en el registro y habló espontáneamente: “Sí, fui yo, yo saqué dinero en el cajero con la tarjeta de Roberto. Es normal que haya imágenes porque era yo. Pero la desaparición no sé nada. Me encontré su cartera tirada en el suelo junto a mi coche que estaba aparcado. La recogí y miré dentro. Tenía dos tarjetas, una para pagar la gasolina y otra para sacar dinero. Dentro tenía apuntados los dos números de los pines. Por eso las usé, pero no sé nada de la desaparición”.

placeholder El coche de Roberto apareció mal aparcado.
El coche de Roberto apareció mal aparcado.

Todas esas ropas, pero con especial hincapié en las que se ven en la cámara de seguridad el primer día, se enviaron al laboratorio de criminalística en busca de restos de ADN de Roberto. En caso de encontrar algún vestigio, el panorama judicial para el detenido se oscurecería aún más. Mientras tanto, la familia busca ayuda entre los vecinos. El coche de Roberto apareció mal aparcado, como abandonado con prisas, entre dos plazas del cementerio del Álamo, tal y como demuestra la fotografía que acompaña esta crónica. La imagen corresponde al día en que se localizó el vehículo del desaparecido. Roberto era un hombre de costumbres y meticuloso y esa forma de aparcar no cuadra con su personalidad ni con sus hábitos. La hipótesis es que la persona que le hizo desaparecer en Casarrubios, abandonó el todoterreno en la localidad del Álamo, quizá para ganar tiempo o quizá para poder acercarse al cajero que está a dos calles de distancia. Es seguro que alguien pudo observar algo. La familia busca testigos y mientras que llegan las respuestas, la Guardia Civil sigue trabajando sin descanso.

Roberto desapareció el pasado 18 de febrero en Casarrubios, un pequeño pueblo de Toledo. Horas después, en el Álamo, una localidad a tan solo 7 kilómetros de distancia, un individuo que se tapaba la cara para evitar que le grabase la cámara de seguridad, se acercó al único cajero del lugar e introdujo la tarjeta de crédito de Roberto. Tecleó el pin, comprobó que todo el menú se desplegaba y consultó el saldo, pero extrañamente no hizo ningún reintegro. Según llegó, se fue, cubriéndose el rostro con una carpeta y una gorra y usando la noche para evitar testigos.

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