Los policías de Kitchen localizaron SMS de Rajoy con Bárcenas y se los dieron a Moncloa
Interior recibió copias del material que guardaba el extesorero del partido popular en sus móviles antiguos y se las trasladó a instancias superiores
Los policías que participaron en la llamada operación Kitchen, diseñada por el Gobierno de Mariano Rajoy para acceder a toda la información que escondía Luis Bárcenas sobre la caja B del Partido Popular, localizaron en los teléfonos móviles del extesorero los mensajes que el entonces presidente había intercambiado con él. Las comunicaciones fueron copiadas y entregadas al Ministerio del Interior, como declaró esta semana en la Audiencia Nacional el comisario de la Policía Nacional ya jubilado, Enrique García Castaño alias 'El Gordo', presunto cabecilla de ese dispositivo clandestino ejecutado sin supervisión judicial. Después, Interior se encargó de transmitir los datos a Moncloa, según han explicado a El Confidencial fuentes próximas al caso.
Los agentes encontraron el ya célebre SMS en el que Rajoy pidió a Bárcenas que fuera "fuerte", desvelado por El Mundo en julio de 2013, solo unos días después de que el exsenador popular ingresara por primera vez en la cárcel. También localizaron otras comunicaciones que afectaban igualmente al máximo dirigente del PP y a otros altos cargos de Génova. Asimismo, hallaron información valiosa sobre los movimientos que había estado haciendo Bárcenas desde el estallido del caso Gürtel, gran parte de ellos relacionados con su estrategia de defensa. Encontraron sus llamadas, los nombres de su agenda de contactos, así como el detalle de sus viajes y diferentes reuniones de trabajo las que había participado. El extesorero lo apuntaba casi todo en sus móviles.
Pero ¿cómo lograron los policías de la operación Kitchen acceder a esa información? El clonado se produjo en uno de los traslados de pruebas que hizo Bárcenas cuando ya estaba en Soto del Real. El exsenador pidió a su mujer, Rosalía Iglesias, que cogiera los papeles y archivos sobre la contabilidad de Génova que hasta ese momento guardaba en la vivienda familiar y se los llevara a un escondite más seguro. Bárcenas necesitaba asegurarse de que nadie accedía a esos documentos para poder utilizarlos en el futuro como arma de negociación, ya fuera con el Ejecutivo al PP o directamente con la Fiscalía. Él mismo se encargó en varias ocasiones de amenazar al Gobierno de Rajoy con filtrar pruebas si no aliviaban su situación judicial.
La estrategia parecía perfecta pero al extesorero se le escapó un detalle. En esa época, ya había una persona de su entorno facilitando información precisa de sus movimientos a la Policía. Como también ha admitido García Castaño y reveló en primer lugar el comisario Villarejo, Interior logró captar como confidente al chófer de Bárcenas, Sergio Ríos, un antiguo portero de discoteca que no llevaba mucho tiempo trabajando para la familia.
La ayuda del chófer acabó siendo clave para que Moncloa pudiera acceder a los papeles que guardaba Bárcenas sin que este se diera cuenta
El Gordo y sus colaboradores le garantizaron un sueldo mensual de 2.000 euros que saldría de los fondos reservados. También le ayudaron con una licencia de arma corta y le prometieron que, cuando la operación Kitchen terminara, le meterían en el cuerpo, como así ocurrió años más tarde. A Bárcenas y su mujer les extrañó que Ríos siguiera trabajando para ellos cuando ya tenían todas las cuentas bloqueadas y no podían pagarle la nómina, pero el chófer aseguró que no quería dejarlos tirados y siguió conduciendo para ellos.
La ayuda del chófer acabó siendo determinante para que Moncloa pudiera acceder a los papeles que guardaba Bárcenas sin que este ni siquiera se diera cuenta. Según fuentes conocedoras del dispositivo, los policías de la operación Kitchen aprovecharon los sucesivos traslados de pruebas ordenados por Bárcenas para pedirle a Ríos que se desviara de su camino y reunirse con él en un punto discreto. Una vez allí, los agentes fotocopiaban o fotografiaban los documentos y los volvían a colocar tal y como se los habían encontrado.
En uno de esos desplazamientos, Ríos apareció con una bolsa de teléfonos móviles que Bárcenas ya no utilizaba pero que había seguido guardando por la información que contenían. Se trataba de tres aparatos en desuso. El Gordo los cogió y, con la ayuda de especialistas del cuerpo, logró colarse en sus memorias y copiar todos los datos que almacenaban. Dentro de esos móviles en desuso estaban los famosos SMS de Rajoy, que habían sido enviados entre 2011 y 2013. También aparecieron otros mensajes del extesorero con altos cargos del Partido Popular. Los policías clonaron los datos y devolvieron los teléfonos a Ríos para que ni Bárcenas ni su mujer descubrieran qué había ocurrido.
Dos testigos
Nada habría salido si el propio García Castaño no llega a confesar esta semana que él mismo ejecutó esa operación. Tras declarar ante el juez Manuel García-Castellón de forma voluntaria, no contó solo eso, sino que también dio detalles sobre cómo se hizo este duplicado del contenido de los móviles. Ríos y el policía se citaron en una cafetería Vips, la situada en la calle Velázquez esquina con Ortega y Gasset, a la que el Gordo acudió acompañado de dos agentes de la Unidad Central de Apoyo Operativo (UCAO) que fueron testigos del intercambio. Durante el interrogatorio ofreció al magistrado los nombres y números de identificación de ambos.
Las próximas declaraciones serán básicas para determinar hasta dónde alcanza y de dónde partieron las órdenes
Explicó además que, tras volcar la información en un pendrive y siguiendo las órdenes recibidas, le hizo entrega del mismo al número dos de Jorge Fernández Díaz, Francisco Martínez. Los datos fueron trasladados posteriormente a instancias superiores. La preocupación sobre el material que podía manejar entonces el extesorero del PP era máxima. Sin orden judicial que lo amparara, la Policía habría actuado de este modo para conocer el alcance del daño que podía desencadenar Bárcenas si se decidía por 'tirar de la manta'.
Según informan fuentes jurídicas, el instructor tiene previsto citar a los dos agentes en los próximos días. En el caso de que los subordinados de García Castaño corroboren su versión, lo previsible es que el siguiente en comparecer ante la Audiencia Nacional sea el propio Martínez. La pieza Kitchen comienza así a escalar en el nivel de responsabilidad de los afectados. Las próximas declaraciones serán básicas para determinar hasta dónde alcanza y de dónde partieron las órdenes.
Los policías que participaron en la llamada operación Kitchen, diseñada por el Gobierno de Mariano Rajoy para acceder a toda la información que escondía Luis Bárcenas sobre la caja B del Partido Popular, localizaron en los teléfonos móviles del extesorero los mensajes que el entonces presidente había intercambiado con él. Las comunicaciones fueron copiadas y entregadas al Ministerio del Interior, como declaró esta semana en la Audiencia Nacional el comisario de la Policía Nacional ya jubilado, Enrique García Castaño alias 'El Gordo', presunto cabecilla de ese dispositivo clandestino ejecutado sin supervisión judicial. Después, Interior se encargó de transmitir los datos a Moncloa, según han explicado a El Confidencial fuentes próximas al caso.