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El juicio del 'procés' y la campaña electoral: juntos pero no revueltos
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DOS REALIDADES PARALELAS

El juicio del 'procés' y la campaña electoral: juntos pero no revueltos

El salón de plenos donde se sientan cada semana miembros de ERC y el PDeCAT y acusa Vox, parece aislado bajo una cúpula de cristal

Foto: Juicio del 'procés'. (EFE)
Juicio del 'procés'. (EFE)

El juicio del 'procés' se ha convertido en una autopista que discurre hacia un destino: el visto para sentencia. Una carretera en la que se cruzan otras vías, paralelas y perpendiculares. Con sus puentes y sus áreas de descanso. Una de esas autovías con ocasionales confluencias ha sido la campaña electoral. Es complicado que una vista donde se juzga a políticos —cinco de ellos candidatos— y en la que acusan otros políticos, Vox, quede aislada del ruido exterior. Pese a todo, las voces de fuera llegan como en sordina, tenues y apenas audibles.

El juicio arrancó el 12 de febrero. Tres días después, el 15, Pedro Sánchez anunció la convocatoria de esta jornada de generales que se desarrolla hoy. Ya entonces era evidente que uno de los temas centrales sería Cataluña, como han acabado demostrando las últimas dos semanas de campaña. No obstante, el salón de plenos donde se sientan cada semana miembros de ERC y el PDeCAT, parece aislado bajo una cúpula de cristal.

A ello han contribuido una serie de decisiones tomadas desde el tribunal que siempre dejó claro que el Supremo no es lugar para mítines. Ya desde el arranque, se decidió alejar las declaraciones de los testigos más sensibles, personas como el expresidente Mariano Rajoy. El del PP junto a otros como Soraya Sáenz de Santamaría, Ada Colau, o Joan Tardà declararon en primer lugar, justo después del turno de los procesados. Lo más distanciados posible de la fecha electoral.

Se puso, además, coto a Vox. A través de avisos expresos, por ejemplo. No habían transcurrido ni 48 horas de juicio cuando llegó el primero. "La sala quiere dejar bien claro que los interrogatorios de las acusaciones y también de las defensas solo van a poder centrarse en los aspectos fácticos, no va a permitirse un debate ideológico de cada uno de los acusados ni tampoco de la representación de la acusación popular", advirtió Manuel Marchena. Se trazó ya desde allí una línea roja que ninguna de las partes ha traspasado como norma general.

Quizá la excepción haya sido la postura de algunos testigos frente a los de Abascal, a los que se ha contestado desde la crítica previa (fascistas, ultraderecha...) o, en el caso de dos de la CUP, con la callada por respuesta. También la presencia, entre el público, de miembros de las dos formaciones a las que pertenecen los juzgados y de destacados integrantes del actual Govern. Quim Torra acudió en la primera jornada y, después de eso, día si día también han ido apareciendo cargos de la Generalitat.

Foto: Las defensas del 'procés'. (EFE)

Dentro, silencio. Fuera no. La Plaza de la Villa de París se ha convertido en la pasarela que no se permitió que fuera el alto tribunal. La gran mayoría de las jornadas, con excepción del profundo valle que originó la sucesión infinita de agentes de la policía, ha habido declaraciones de unos, otros o todos. También las redes sociales han servido de escaparate. Notas de prensa posteriores de promoción de una u otra idea. Las formaciones independentistas han incidido en los presos, hasta el punto de colocarles en los primeros puestos de sus listas. Vox ha hecho alarde de su papel.

A esto se sumaron las distintas solicitudes para que aquellos que se encuentran encarcelados participaran en la campaña. Desde debates en la cárcel hasta libertades pasando por ruedas de prensa en los recesos del juicio, la mayoría de las solicitudes se fueron rechazando, bien por parte del tribunal, bien por la Junta Electoral o incluso por Interior. Salió adelante la participación en actos desde prisión, siempre que no interfirieran en los horarios del juicio o penitenciarios.

placeholder Imagen tomada de la señal institucional del Tribunal Supremo. (EFE)
Imagen tomada de la señal institucional del Tribunal Supremo. (EFE)

En debates y mítines hemos oído los nombres de los principales protagonistas de la vista. Por supuesto el de los acusados pero también el del presidente Manuel Marchena. Lo mencionó Pablo Iglesias en el primero de los debates en defensa de la independencia judicial. Gabriel Rufián le comparó con Torquemada en un acto. En otro, Albert Rivera proclamó que quería ser su presidente.

Mientras tanto, se sigue avanzando por la autopista del juicio. Suceda lo que suceda en estas elecciones, mañana lunes, a las diez en punto y ni un minuto más tarde, comenzará una nueva sesión.

El juicio del 'procés' se ha convertido en una autopista que discurre hacia un destino: el visto para sentencia. Una carretera en la que se cruzan otras vías, paralelas y perpendiculares. Con sus puentes y sus áreas de descanso. Una de esas autovías con ocasionales confluencias ha sido la campaña electoral. Es complicado que una vista donde se juzga a políticos —cinco de ellos candidatos— y en la que acusan otros políticos, Vox, quede aislada del ruido exterior. Pese a todo, las voces de fuera llegan como en sordina, tenues y apenas audibles.

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