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Javier Sádaba: "Mi mujer me pidió muy claro en qué momento quería dejar de vivir"
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Entrevista con el pensador

Javier Sádaba: "Mi mujer me pidió muy claro en qué momento quería dejar de vivir"

El filosofo, defensor a ultranza del derecho a la eutanasia, cree que "es indignante que este tema no esté entre las prioridades políticas"

Foto: Javier Sádaba. (A. G.)
Javier Sádaba. (A. G.)

El pensador —y maestro de filósofos— Javier Sádaba, defensor de la eutanasia como parte de su lucha contra el sufrimiento inútil, piensa que vivir mejor no es vivir más, sino con más calidad. Hace cuatro años se quedó viudo. Y, de ese vacío, nació el libro de 'Memorias desvergonzadas' (Editorial Almuzara). Un canto de amor a Elena, la mujer de su vida, la compañera que en los últimos momentos de su existencia, invadida por un melanoma, le pidió por compasión la eutanasia. Esa fue su última voluntad. Su testamento vital.

El filosofo, defensor a ultranza del derecho a la eutanasia, cree que "es indignante que este tema no esté entre las prioridades políticas".

La ley de la eutanasia quedó empantanada en la Cámara, mientras que la de muerte digna no salió adelante por un trámite. Las estadísticas cifran que más del 70% de la ciudadanía está a favor de la despenalización de la muerte digna. Para el libre pensador "es un acto de amor de las familias, para que su ser querido no sufra" y reitera que habrá que recomenzar el trabajo tras el 28-A para que tengamos una ley justa en nuestro país. En una entrevista a El Confidencial el intelectual analiza el momento en el que nos encontramos para que pensemos como en Bélgica (donde van a ampliar la ley de la eutanasia con un cuarto supuesto, para contemplar el aspecto del cansancio vital, y de esa manera poder elegir dejar de vivir).

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Sádaba durante una firma

- PREGUNTA.- Usted, que ha sido un defensor nato de la eutanasia desde el minuto cero, sufrió en sus propias carnes el dolor cuando su esposa Elena se moría a su lado…

- RESPUESTA.- Llevo cuarenta años luchando para que la eutanasia se regularice. La viví con mi mujer de una manera terrible, es verdad que murió sin dolor y con mucho amor. Pero los paliativos no son suficientes. El 50% de estos métodos no están cubiertos en España. Los 'paliativistas' están en manos "religiosas" y así nos va. Mi esposa falleció de un melanoma terrible y teníamos muy claro qué decisión tomar. Si uno está sufriendo, y la situación es irreversible, es lógico querer acabar con ese sufrimiento.

- P.- ¿A qué huele el dolor? Le he escuchado decir que cuando tenía delante a su mujer, yéndose, ese olor del dolor no desaparecía.

- R.- Elena tenía muy claro que quería la eutanasia. Yo había tenido mis discusiones particulares con los médicos. Una de las formas de dolor es el sufrimiento. Los últimos momentos en los que se me iba Elena, ella ya no quería vivir. ¿Qué sentido tenía que estuviese aquí si no era su deseo? Ella, que era de una finura extraordinaria, que jamás la oí ni eructar, ya se hacía las necesidades encima y, la pobre, me decía: "Javi, llama a la enfermera que me he hecho caca".

¿Quién es nadie para decirnos cómo disponer de nuestras vidas? Yo soy el titular de mi cuerpo. Contra el sufrimiento vale todo.

"Los 'paliativistas' están en manos "religiosas" y así nos va. Mi esposa falleció de un melanoma terrible y teníamos muy claro qué decisión tomar"

- P.- Desde la sabiduría que usted desprende, ¿en qué ha cambiado su perspectiva de la vida desde que su esposa le pidió la eutanasia?

- R.- Mi vida ha cambiado después del hachazo que ha supuesto la muerte de Elena. Ella me ha dejado solo ante el peligro, he pasado a primera línea y sin que hayan cambiado mucho mis opiniones, pero veo con otra perspectiva cosas y personas que antes no veía. Poco antes de que ella muriera, le dije que la razón más fuerte para alegrarme de haber venido a este mundo era haberla conocido.

- P.- Parece que el amor nos salva a todos, léase el caso de su amigo Txema Lorente con su esposa Maribel, que en sus últimas voluntades dejó muy claro que le ayudaran a morir…

- R.- Maribel era preciosa. Tenía 75 años y estaba enferma de Alzheimer desde hacía 12. Había pedido que la ayudaran a morir cuando no reconociera a su familia. El suyo es un caso clarísimo porque ella decidió el momento de su final estando en plenas facultades y siendo apoyada por su familia. Mi amigo Txema libraba una batalla para pedir la legalización de la muerte digna para cumplir la voluntad de su mujer y todos le hemos apoyado. Llevo muchos años pidiendo que se regularice la eutanasia y seguiré haciéndolo. Vivir mejor no es vivir más, sino hacerlo con mayor calidad.

placeholder Javier Sádaba. (A. Gama)
Javier Sádaba. (A. Gama)

- P.- Usted diferencia claramente la eutanasia de la muerte digna…

- R.- Es que el término muerte digna es muy amplio y la Iglesia lo llega a utilizar contra la eutanasia. La muerte digna es esa que se da bajo un prisma cristiano de morir dignamente: acompañado, con todos los auxilios espirituales. La eutanasia es aquella muerte en la que el individuo decide sobre su cuerpo, sobre su final en un momento en el que, además, hay motivos de sobra para pensar que esa persona solo va a sufrir. Yo he tenido que padecer en el cuerpo de mi esposa los dislates de una situación en la que la tradición eclesial se impone y los políticos se inhiben pensando si perderán votos porque la gente se asusta. Y nada digamos de los médicos. Los pobres, atenazados por falsas imágenes o por el miedo al juez de turno. Los médicos son uno de los instrumentos, por no decir el principal, en la guerra sin cuartel contra el dolor.

- P.- Pero más de un 70% de la ciudadanía está a favor de que se legalice la eutanasia...

- R.- La eutanasia es solo legal en los Países Bajos y en pocos lugares más. Entre los últimos cabe destacar Colombia. Es curioso que un Estado de raíces muy católicas, y en medio de tantas necesidades elementales, haya crecido de esta manera. Desde hace decenios a la eutanasia, no sé si para asesinarla o confundirla, le han puesto un collar con muchos nombres y cada uno con interesado significado, sobre todo el de muerte digna.

"Llevo muchos años pidiendo que se regularice la eutanasia y seguiré haciéndolo. Vivir mejor no es vivir más, sino hacerlo con mayor calidad"

- P.- ¿Cómo define usted exactamente el termino eutanasia?

- R.- La eutanasia consiste en la conjunción libre de dos personas en la que uno le pide al otro, normalmente un profesional de la medicina, que le ayude a marcharse de este mundo. Y se lo pide porque no resiste los dolores del tipo que sean y padece una enfermedad irreversible para la que no hay cura. Podríamos añadir que se lo pide porque está cansado de vivir o por lo que sea; esto último no suele contemplarse en las pocas eutanasias legalizadas, la sociedad temblaría si nos matamos bajo cualquier circunstancia, por amistad o por amor.

- P.- Ahora en Bélgica van a ampliar a un cuarto supuesto su ley, y van a contemplar el aspecto del cansancio vital para aplicar la eutanasia...

- R.- Así es. En Bélgica aparte de los tres supuestos ya va en marcha el cuarto para que se practique la eutanasia a esa gente que sufre de cansancio vital y ya no quiere vivir. Esta expresión bien querida por los creyentes religiosos es completamente vacía, por eso nadie la puede negar. Existe, sin embargo, un miedo incomprensible a enfrentarse con sinceridad al problema de cómo hacer que alguien muera cuando libremente lo decida la vida, y la muerte se nos imponen desde que nacemos.

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- P.- ¿La Iglesia católica tiene culpa de esto? ¿Cómo lo explica desde la Teología, usted que se licenció por la Universidad Gregoriana de Roma…?

- R.- En esta concesión la Iglesia Católica cumple un papel nefasto. Siempre se ha opuesto, y se opondrá, a que los humanos dispongan de su propio cuerpo. Ahí no darán el brazo a torcer porque se le acabaría el negocio de la salvación de cuerpos y almas. Añadamos figuras como la del "Cristo paciente" que han alimentado la piedad popular, o que el sufrimiento es un bono para alcanzar el cielo. Si Cristo murió en la cruz por nuestros pecados: ¿por qué no destrozarnos imitando y cooperar así en la redención?

- P.- Usted participó activamente en el mediático caso de Ramón Sampedro y, aunque ha pasado ya un cuarto de siglo, no ha habido cambios normativos ¿Por qué?

- R.- Parte de la culpa la tiene el PSOE. Ahora que todos, estos días, están sacando a la luz debates electorales, el tema de la eutanasia... tengo que decir que los socialistas, en el 2004, metieron el tema en su programa y desapareció como otras tantas cosas. Tiene usted razón, ha pasado más de un cuarto de siglo y todo sigue igual como en el día que decidimos, muchos, decir colectivamente 'Todos somos Sampedro'. Hablé mucho con Ramón en aquel tiempo y es una pena los pocos avances que ha habido.

- P.- ¿Qué opinión tiene sobre la propuesta de ley que está bloqueada en la Mesa del Congreso?

- R.- Creo que es insuficiente, pero mejor que esté, que se apruebe, a que no haya nada. Pero por los plazos tan largos que se darían, la persona puede fallecer, perfectamente, antes de que se apruebe aplicarle la eutanasia. Yo he colaborado personalmente en los borradores en la Mesa del Congreso con el grupo de Podemos. Es terrible que no se haya avanzado nada normativamente en este tiempo. Es indignante que otras cuestiones más superfluas para la ciudadanía ocupen las primeras páginas y este tema no esté entre las prioridades políticas.

"Ha pasado más de un cuarto de siglo y todo sigue igual como en el día que decidimos, muchos, decir colectivamente 'Todos somos Sampedro'"

- P.- Con el caso de Ángel Hernández nos hemos quedado paralizados ante las imágenes de la eutanasia a su esposa...

- R.- Es que no es nada fácil. Mire: un amigo medico holandés, le practicó la eutanasia a un amigo suyo y la experiencia fue tan fuerte que me decía: "lo volvería a hacer, claro que sí, pero después de practicarla me tuve que ir a un psiquiatra". Es muy duro. Para los espartanos o los estoicos tal vez es más fácil, pero no para los cristianos.

- P.- ¿Suicidio y la eutanasia van a la par?

- R.- El suicidio esta despenalizado. Yo, si me mato y quedo bien, no me penalizan... y antes estaba sancionado. Por eso pregunto: "¿si yo me puedo suicidar por qué no puedo eutanasionarme?". Hay mucho de la Iglesia. La Conferencia Episcopal dice que "en la vida y en la muerte somos de El Señor", pero este postulado en una sociedad que nos regimos por términos laicos no se puede imponer.

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Foto: Amparo de la Gama

- P.- Javier, ¿le da a usted miedo morir?

- RESPUESTA.- Sí, me da miedo, aunque cada vez menos. Todas las culturas se han enfrentado a la muerte: unas las lloran y otras las aceptan. Es un corte en nuestra vida. Cuando alguien me dice que no le tiene miedo a la muerte, no me lo creo. Soy muy "unamuniano" la pérdida de mi conciencia me da desgana de vida… Un suspiro entre dos nadas. La muerte de Elena me ha cambiado la perspectiva. Tengo la sensación de reencuentro con ella. A lo que sí tengo miedo es al dolor. A eso le tengo terror. Quiero que al último capítulo de mi vida lo pueda poner yo. Temo más al dolor que a la desaparición.

- P.- Acaba de escribir 'Memorias desvergonzadas', publicado por la editorial Almuzara ¿Es a modo de epitafio?

- R.- 'Jaja' (ríe) no era mi intención. Suelo decir que lo he hecho montado en las alas de mi querida Elena, mi mujer, por lo que tiene mucho de amor. A pesar de que intento crear una ligazón intelectual, está hecho con bastante alma y corazón, por lo tanto, no hay un planteamiento sobre el sentido de la vida.

- P.- Y, por último, señor filósofo, ¿La mejor venganza es el olvido, que decía Borges?

- R.- Si ahora yo me pudiera morir para que viviera Elena, así lo haría. Que se olviden de mí no me importa mucho. Lo que sí me preocupa es el ir yo olvidándome de alguien a quien he estimado, y la erosión del tiempo lo produce.

El pensador —y maestro de filósofos— Javier Sádaba, defensor de la eutanasia como parte de su lucha contra el sufrimiento inútil, piensa que vivir mejor no es vivir más, sino con más calidad. Hace cuatro años se quedó viudo. Y, de ese vacío, nació el libro de 'Memorias desvergonzadas' (Editorial Almuzara). Un canto de amor a Elena, la mujer de su vida, la compañera que en los últimos momentos de su existencia, invadida por un melanoma, le pidió por compasión la eutanasia. Esa fue su última voluntad. Su testamento vital.

Eutanasia Bélgica
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