La verdadera historia de cómo los datos de Pablo Iglesias en un móvil llegaron a Villarejo
El líder morado se dice víctima de "una trama criminal que vincula a policías corruptos, a medios de comunicación y a grandes empresarios". Su origen es mucho más prosaico
Pablo Iglesias volvió. Reapareció el sábado ante los suyos después de tres meses de ausencia. Y uno de los mensajes fue colocar de nuevo a los medios de comunicación en su punto de mira. Dijo que Podemos estaba sufriendo un boicot de las principales cadenas para silenciar su mensaje y denunció una supuesta falta de pluralidad en el panorama mediático español.
En las horas siguientes, recrudeció su mensaje anunciando que la formación promoverá iniciativas para impedir que los bancos o fondos de inversión puedan ser propietarios de cabeceras, radios, televisiones o digitales. Ninguna persona jurídica podrá tener más del 1% de una empresa de comunicación. Desde ese momento hasta el pasado martes, Pablo Iglesias, él, acudió a tres programas de televisión, concedió dos entrevistas y cambió pañales con Trancas y Barrancas. Curioso boicot el de los medios.
Los datos de los sondeos, tras el terremoto interno vivido en Madrid, la pérdida de las Mareas o la separación de Compromís han desatado una profunda preocupación en la formación morada, pero al partido le sonrió la suerte este miércoles. En plena ofensiva antimediática, Iglesias acudió a las 10:00 a la Audiencia Nacional para personarse como perjudicado en una nueva pieza secreta de la operación Tándem, la macrocausa en la que se investigan las presuntas actividades ilícitas del comisario Villarejo.
Como adelantó este diario, los responsables del caso hallaron durante el registro de la vivienda del policía, en noviembre de 2017, un soporte de memoria con información de un móvil de Dina Bousselham, actual dirigente de Podemos en la Comunidad de Madrid. Los archivos habrían sido extraídos del teléfono a lo largo de 2016, cuando Dina ejercía como asesora de Iglesias y mantenía con él una estrecha relación de trabajo.
Los archivos habrían sido extraídos del teléfono en 2016, cuando Dina ejercía como asesora de Iglesias y mantenía con él una estrecha relación de trabajo
Muy estrecha. En aquella época, Dina era una de las pocas personas que habitaban en el más íntimo círculo de confianza del líder. En varios medios se aseguró incluso que su vinculación traspasaba la mera relación profesional. Meses antes, en marzo de 2015, el secretario general de Podemos y Tania Sánchez habían anunciado su decisión de poner punto y final a la relación que habían mantenido hasta entonces. El secretario general del partido morado ya no tenía pareja. A partir de ese momento, el nombre de Dina comenzó a aparecer junto al de Iglesias en las crónicas del corazón y pocos en el partido se esforzaron en negar esas informaciones.
No pasó mucho tiempo cuando este rocambolesco episodio entró en otra fase. Movida probablemente por un ánimo de venganza, y avanzado ya 2016, una persona muy cercana a la dirigente de Podemos le sustrajo la tarjeta de memoria de su móvil —según ha podido saber este diario— y contactó con una conocida revista para ofrecerle el contenido que almacenaba en su interior.
La memoria del aparato guardaba abundante documentación sobre el funcionamiento ordinario de Podemos, pero también conversaciones privadas con otros dirigentes del partido y fotografías comprometedoras de índole personal. Gran parte de los datos afectaban directamente a Pablo Iglesias, aunque el móvil que había sufrido el robo pertenecía oficialmente a una simple colaboradora.
Olvidada en un cajón
Las más altas instancias de la revista estudiaron detenidamente el contenido de la tarjeta, sobre todo, las imágenes. Pero, ante las implicaciones que podía tener publicar un material de ese tipo, los jefes editoriales del medio decidieron meter las fotografías y el resto de archivos en un cajón. La tarjeta de memoria, que había llegado a la publicación en un intento de que saliera a la luz para intentar dañar la imagen personal de los protagonistas, parecía que ya no tendría ningún valor.
Sin embargo, la información no pasó mucho tiempo escondida. Desde la redacción, alguien se puso en contacto con la esfera del comisario Villarejo, conocido ya entonces por su afán de tener acceso a todo tipo de información sensible. Le hizo llegar los archivos que permanecían hasta entonces olvidados en un cajón de la revista. A partir de ese momento, el comisario se adueñó de los datos y se encargó de difundirlos.
Este episodio permaneció oculto hasta los registros de noviembre de 2017. Tras analizar todos los datos, la Audiencia Nacional decidió abrir una pieza y ayer ofrecía a Pablo Iglesias la posibilidad de personarse como perjudicado. Así lo hizo. A la salida, el líder de Podemos declaró ante los mismos medios que lleva días criticando haber sido víctima de las cloacas, "una de las mayores vergüenzas de nuestra democracia: una trama criminal que vincula a policías corruptos, a medios de comunicación y a grandes empresarios". Una conspiración cuyo origen, sin embargo, es mucho más prosaico.
Pablo Iglesias volvió. Reapareció el sábado ante los suyos después de tres meses de ausencia. Y uno de los mensajes fue colocar de nuevo a los medios de comunicación en su punto de mira. Dijo que Podemos estaba sufriendo un boicot de las principales cadenas para silenciar su mensaje y denunció una supuesta falta de pluralidad en el panorama mediático español.
- 'El Gordo': Villarejo se inventó los pinchazos telefónicos a BBVA cruzando listados Roberto R. Ballesteros Pablo Gabilondo
- Allanan el domicilio del juez del caso Villarejo: "Un aviso para meter miedo" Beatriz Parera
- La Fiscalía ve "insuficiente" el audio de Corinna y Villarejo para admitir la querella EP