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Las 'trampas' del Govern para el material del 1-O: de 'Toni' a los móviles prepago
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Las 'trampas' del Govern para el material del 1-O: de 'Toni' a los móviles prepago

Las primeras declaraciones de los trabajadores de a pie que recibieron encargos de material relacionado con el referéndum han destapado un mundo subterráneo de detalles chocantes

Foto: Fotografía de archivo del exsecretario de Difusión del Govern Antoni Molons. (EFE)
Fotografía de archivo del exsecretario de Difusión del Govern Antoni Molons. (EFE)

Trampa, farol, artimaña. Las primeras declaraciones de los trabajadores de a pie que recibieron encargos de material relacionado con el referéndum del 1 de octubre han destapado en el juicio del 'procés' un mundo subterráneo de detalles chocantes que, en dos tardes, han ido mostrando de qué manera se las ingeniaron desde el Govern para hacerse con algunos de los elementos imprescindibles para celebrar el 1-O. Nombres sin apellido, furgonetas furtivas, móviles prepago y un socio de Òmnium. Un cóctel explosivo y rocambolesco.

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El hilo argumental, la situación, sería incluso divertida si no se tiene en consideración la gravedad de los hechos que se juzgan. Todo comenzó este lunes y continuó a lo largo del martes. Un directivo de Unipost fue el primero en nombrar a una persona oculta tras un apelativo genérico e incluso cariñoso: 'Toni'. Cuarenta y ocho horas después, se aclaró que "el tal Toni" era un cargo de la Generalitat que hacía pedidos desde el anonimato. O al menos lo intentaba, porque uno de los testigos se decidió por tirar de la manta y destaparle después de verle en la tele. Era el responsable de Difusión de la Generalitat, Antoni Molons.

La cuestión es que Toni, Antoni o Molons —según se vea— contactó con varias empresas y autónomos para pedir cosas como los sobres y cartas que debían servir para convocar las mesas electorales o los carteles para llamar a la ciudadanía a votar, según confirmaron esta serie de testigos. Para ello, empleó sistemas que en ningún caso entran en la normalidad de un encargo de un ente oficial, nada menos que un Gobierno autonómico. Acordó citas en hoteles, como el Colón, se sacó 'pendrives' del bolsillo sin más explicaciones que un "imprímeme esto" y mandó furgonetas con palés de cartas censales en fin de semana para que se descargaran en la puerta de un bar. Y nunca, nunca nadie le pagó.

Foto: Vista de la sala del Tribunal Supremo en la que se celebra el juicio del 'procés'. (EFE)
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Ni móvil tenía. El teléfono que Toni utilizaba para contactar con él no era de ninguna 'conselleria' ni un móvil institucional. Era un aparato prepago, como detectó la Guardia Civil cuando trató de rastrearlo y acabó en un callejón sin salida tras identificar el número que utilizaba. Todo el mundo atendía sus peticiones difusas con una celeridad sorprendente.

Ya tenemos el hombre anónimo, la furgoneta y el móvil, pero queda el socio de Òmnium Cultural. En otra de esas sorpresas ya permanentes en el juicio, que cumple ahora su primer mes, el enlace que unía la asociación de Jordi Cuixart con la Generalitat resultó ser un testigo. Su declaración empezó fuerte. "¿Es usted socio de Òmnium Cultural?", le preguntó el fiscal. Las defensas protestaron, a través de Benet Salellas, por lo que consideran un 'etiquetado' inadecuado de personas a las que se va a interrogar. "No entendemos cuál es la procedencia de la pregunta a los testigos sobre si son socios, es una cuestión que pertenece al fuero interno de cada uno de los ciudadanos que compareceren ante este tribunal y que no debería ser admitida", dijo.

Foto: Numerosas personas permanecen ante la oficina de la empresa de mensajería Unipost en Terrassa. (EFE)

El magistrado Manuel Marchena aclaró en ese momento que el tribunal ha decidido admitir esta pregunta por "el carácter transversal y no ideológico" de una asociación como Òmnium Cultural. "Entendemos que hablar de Òmnium Cultural no es hablar de ideología" y, por ello, inquirir sobre su adscripción no supone una trasngresión de la libertad ideológica, dijo. Salellas insistió sobre el caso concreto: "¿Exactamente qué tiene que ver que alguien sea o no socio de Òmnium Cultural para la prueba?".

Solo tuvo que esperar unos minutos para averiguarlo. El testigo Enric Vidal, diseñador gráfico, reconoció que era socio desde hace más de 15 años, salpicó a Molons, detalló que debía imprimir el anuncio de las vías de tren que se difundió aquel septiembre y no dijo más. No explicó el encargo ni el importe ni el resultado, ni nada de nada. Tuvo que venir el siguiente en ocupar su sitio en el banquillo para que se entendiera la intención de la pregunta y explicar ese silencio recurrente. El representante de la empresa a la que el diseñador acudió para acabar ese trabajo por el que no cobró encargó el trabajo en nombre de Òmnium. Y que le indicaron que había que girar la factura a la Generalitat.

En este relato más propio de los tebeos de Pepe Gotera y Otilio, se dio así la primera ocasión en la que alguien vincula la asociación civil con el Govern en los preparativos del 1-O. Toni y el socio-testigo de Òmnium, unidos por un cartel.

Trampa, farol, artimaña. Las primeras declaraciones de los trabajadores de a pie que recibieron encargos de material relacionado con el referéndum del 1 de octubre han destapado en el juicio del 'procés' un mundo subterráneo de detalles chocantes que, en dos tardes, han ido mostrando de qué manera se las ingeniaron desde el Govern para hacerse con algunos de los elementos imprescindibles para celebrar el 1-O. Nombres sin apellido, furgonetas furtivas, móviles prepago y un socio de Òmnium. Un cóctel explosivo y rocambolesco.

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