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El momento de Trapero: la duda entre defenderse ante el Supremo o callar
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quinta semana del juicio del 'procés'

El momento de Trapero: la duda entre defenderse ante el Supremo o callar

Su silencio dejaría a sus hombres inmolarse, ganándose el odio del independentismo radical, y le impediría proteger su honor. Declarar puede ser contraproducente en su causa ante la AN

Foto: El mayor de los Mossos d'Esquadra, Josep Lluís Trapero. (Raúl Arias)
El mayor de los Mossos d'Esquadra, Josep Lluís Trapero. (Raúl Arias)

Josep Lluís Trapero, el acusado ausente. El nombre del mayor de los Mossos d'Esquadra se ha pronunciado en decenas de ocasiones a lo largo de los últimos días en el juicio del 'procés'. En boca de los responsables políticos y policiales del operativo de seguridad frente al 1-O —de Zoido a Pérez de los Cobos— y en la de uno de sus hombres, el mando Manel Castellví, que asestó un gancho directo a la mandíbula de la defensa de los procesados. Está pero no. Su presencia flota, permanente, en un procedimiento en el que no se le acusa. Y esta semana llega su momento.

La quinta semana de la vista oral volverá a girar sobre su persona. Esta vez, sin embargo, no será solo una imagen sino algo físico. Trapero está citado el próximo jueves y comparecerá en el solemne salón de actos. Ahora relegado a un puesto administrativo, el máximo responsable de los Mossos durante el 1-O no ha perdido el aura de la ascendencia sobre sus hombres. Como en una avanzadilla bélica, sus mandos han ido por delante. El de Información demostró con sus palabras que el cuerpo va antes que el Govern y, más importante aún, sustentó con esas declaraciones —con gran sufrimiento, como se apreció incluso en el temblor de sus manos— lo mismo que ya ha declarado Trapero en otro lugar, ante la jueza Carmen Lamela en la Audiencia Nacional.

Foto: Captura de la señal del Tribunal Supremo del exdelegado del Gobierno Enric Millo. (EFE)

Era febrero de 2018 y en una de sus muchas comparecencias ante la magistrada que le han valido un procesamiento por rebelión —por el que la Fiscalía le pide 11 años—, el mayor dijo a la magistrada que avisó a Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Joaquim Forn en dos reuniones celebradas los días 26 y 28 de septiembre. Esta última es la fecha mágica, también se celebró aquel día la Junta de Seguridad más incongruente de la historia, en la que los representantes del Gobierno central y del Gobierno autonómico se metieron en un diálogo de sordos a cuenta del 1-O.

La versión de Trapero fue entonces clara y se resume en tres puntos, calcados a los expresados por Castellví: había riesgo de violencia en la calle si el Govern continuaba adelante con el referéndum, los Mossos no respondían a la estrategia del proceso independentista ilegal y cumplirían el mandato del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, y las declaraciones oficiales que pintaban a la población el 1-O como una votación de esas en que las familias dejan a los niños meter la papeleta en la urna y las señoras mayores van a votar felices con su bastón eran contraproducentes y peligrosas.

Si se pregunta a cualquier abogado qué recomendaría hacer a Trapero, la respuesta siempre es la misma: no declarar y reservarse

La incógnita está ahora en la decisión, personal e íntima, que debe tomar. Si se pregunta a cualquier abogado, fiscal o juez qué recomendaría hacer a Trapero, la respuesta siempre es la misma. Inmerso en otro procedimiento, lo aconsejable es no declarar y reservarse para cuando deba, él también, sentarse en el banquillo. Tiene la opción de guardar silencio y no pesa en su caso el deber de decir verdad. Declarará con su abogada, Olga Tubau, al lado. Muchos, sin embargo, dudan de que pueda contenerse. De que acepte dejar que sus hombres se inmolen ganándose el odio del independentismo radical o de que acepte cerrar los ojos a la posibilidad de defender su honor y su orgullo. Fuentes de su defensa aseguran que aún estudian cómo proceder en este momento crucial.

De los Mossos a la acción exterior

Más allá de Trapero, la semana del juicio viene cargada y muy variada. Se abrirá con los Mossos. Castellví, que ha tenido que tirar de protección tras sus palabras del pasado jueves, debe enfrentarse a las preguntas de las defensas. Tras él, otro mando de Trapero, Emilio Quevedo Malo, máximo responsable de la Comisaría General Técnica de Planificación de la Seguridad de los Mossos, se sentará ante la disyuntiva de apoyar la versión de su compañero, matizarla o negarla.

Este lunes, también se escuchará a dirigentes y empleados de la empresa a la que la Generalitat encargó las papeletas, sobres y otro material para el referéndum, Unipost. Desfilarán Albert Jaime Planas, Francisco Juan Fuentes y Antonio Manuel Santos, además de un representante del Centro de Telecomunicaciones y Tecnologías de la Información (CTTI), David Palanqués.

El martes debía acoger a dos testigos clave: el instructor y el secretario de los atestados que elaboró la Guardia Civil, sustento de la acción de la Fiscalía contra los procesados. Pese a que en la citación están identificados por su número de TIP, se trata en concreto del teniente coronel Daniel Baena, responsable de la policía judicial de Cataluña, y su compañero. Las defensas les preguntarán, sin duda alguna, sobre un perfil anónimo desde el que se lanzaron mensajes contra el independentismo. No obstante, su declaración ha quedado aplazada al próximo 26 de marzo.

El miércoles será el turno de la acción exterior, con la presencia de distintos testigos, como el director de la delegación del Govern ante la UE, del organismo Diplocat y observadores de la votación. La mañana del jueves se espera la presencia de otra de las personas cuyo nombre se escucha permanentemente en la sala. El dos de Economía de la Generalitat Josep Maria Jové, investigado por el TSJ y autor de la famosa agenda por la que se pregunta casi a diario. Nada de esto impedirá que la semana sea la de Trapero. El momento de Trapero.

Josep Lluís Trapero, el acusado ausente. El nombre del mayor de los Mossos d'Esquadra se ha pronunciado en decenas de ocasiones a lo largo de los últimos días en el juicio del 'procés'. En boca de los responsables políticos y policiales del operativo de seguridad frente al 1-O —de Zoido a Pérez de los Cobos— y en la de uno de sus hombres, el mando Manel Castellví, que asestó un gancho directo a la mandíbula de la defensa de los procesados. Está pero no. Su presencia flota, permanente, en un procedimiento en el que no se le acusa. Y esta semana llega su momento.

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